Ciudad de M¨¦xico, la mejor palanca para salir de la pobreza
Seis de cada diez personas con carest¨ªa en la capital mexicana consiguen salir de esa condici¨®n, m¨¢s del doble que en el resto del pa¨ªs
Ni preguntaba el precio del men¨² por miedo a que lo reconocieran. Durante a?os, Juan Carlos Hern¨¢ndez, cabello color azabache y ojos oscuros, pasaba sin detenerse delante de los restaurantes hipster de Ciudad de M¨¦xico. Quer¨ªa entrar, pero no lo hac¨ªa porque sent¨ªa que caminaba con un cartel en la frente: "Soy pobre". Tras 29 a?os de cargar con ¨¦l, piensa que se lo ha quitado de encima. El primer universitario de la familia, trabaja como publicista en uno de los barrios m¨¢s caros de la capital y cobra cuatro veces m¨¢s que sus padres: ¡°He salido del hoyo¡±.
Quien nace o se cr¨ªa en Ciudad de M¨¦xico parte con ventaja. En la capital, seis de cada diez personas en pobreza consiguen superar esa condici¨®n, mientras que en el ¨¢mbito nacional esta cifra se reduce a algo menos de tres de cada diez, seg¨²n un informe del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) que se presenta este martes. Es el primer estudio que permite comparar la movilidad social entre distintas regiones. La capital sobresale en un pa¨ªs marcado por altos niveles de desigualdad y pobreza?¡ª41% de la poblaci¨®n vive con privaciones, seg¨²n los ¨²ltimos datos oficiales¡ª. La zona sur tiene los peores resultados; apenas un 14% de las personas que nacen pobres sale de esa condici¨®n. El estancamiento es la norma y Ciudad de M¨¦xico, la excepci¨®n.
Con seis a?os, Hern¨¢ndez lleg¨® a la capital, una urbe donde conviven m¨¢s de 23 millones de personas, sin hablar una palabra de espa?ol, solo n¨¢huatl. Sus recuerdos le vienen en flashes: escenas de bullying en el patio del colegio, la sensaci¨®n de no encajar, nostalgia de su pueblo en la sierra de Veracruz. Se cri¨® en el cintur¨®n obrero, en departamentos donde cortinas y muebles hac¨ªan de paredes. Su madre era empleada del hogar y su padre, trabajador en una f¨¢brica de velas. Llegaban a duras penas a fin de mes. Dos veces al a?o preparaban unas tortas e iban de excursi¨®n a la Alameda Central, el parque del centro de la capital. En la escuela era un ni?o retra¨ªdo, como ¡°una caja fuerte¡±, se describe. No hablaba de sus or¨ªgenes a los compa?eros y tampoco los llevaba a casa.
Y, mientras, un pensamiento que le taladraba: ¡°Tengo que salir de aqu¨ª, tengo que salir de aqu¨ª¡±. Sacaba buenas notas y consigui¨® ingresar a un Colegio de Ciencias y Humanidades, parte de una red de centros educativos concebida en los a?os setenta para facilitar el acceso de la clase trabajadora a la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), la de mayor prestigio del pa¨ªs. En la UNAM se gradu¨® con una especialidad de publicidad y desde entonces ha encadenado trabajos que le han permitido subirse a un avi¨®n y plantarse en Cuba de vacaciones, algo inimaginable unos a?os atr¨¢s.
Para explicar casos como el de Hern¨¢ndez, la economista Eva Arceo, del Centro de Investigaci¨®n y Docencias Econ¨®micas (CIDE), se?ala el mayor dinamismo econ¨®mico de la capital y el abanico de opciones educativas que ofrece. ¡°La capital concentra las universidades p¨²blicas de mayor calidad del pa¨ªs adonde tambi¨¦n alcanzan a entrar los estratos con menores ingresos y hay m¨¢s oportunidades de empleos¡±, explica. ¡°Adem¨¢s, la ciudad tiene una de las tasas de participaci¨®n femenina m¨¢s altas¡±. Un 50% de mujeres en edad de trabajar lo hace, frente al 45% de promedio nacional.
Pero la mayor movilidad social tambi¨¦n convive con altos niveles de desigualdad. Ciudad de M¨¦xico representa el 16% del PIB nacional y sus ¨¦lites son casi igual de herm¨¦ticas que en el resto del pa¨ªs. Solo siete de cada cien personas nacidas en pobreza llegan al grupo de mayores ingresos, seg¨²n el estudio del CEEY. Y tan dif¨ªcil es subir como bajar; apenas tres de cada cien personas nacidas entre los m¨¢s ricos caen hasta el grupo con menores ingresos. El director del centro de an¨¢lisis y coautor del informe, Roberto V¨¦lez, sostiene que la movilidad de largo alcance sigue siendo una rareza; los saltos, cuando se dan, suelen ser al estrato inmediatamente superior. ¡°La estratificaci¨®n social no se est¨¢ diluyendo¡±, explica V¨¦lez. ¡°Es muy dif¨ªcil caer; las condiciones de ventaja se heredan y el paquete de oportunidades es completamente distinto¡±.
La familia Gonz¨¢lez es un buen ejemplo. Viven en una casa de una planta en un cerro con vistas a la riqueza. A su alrededor se levantan los rascacielos acristalados del distrito de Santa Fe, antiguo tiradero de basura convertido en centro financiero y de ocio para las familias acomodadas del oeste de la capital. Pedro Gonz¨¢lez, de 60 a?os, dice ¡®all¨¢¡¯ y hace un gesto con la cabeza para referirse a la vecina opulencia, donde el metro cuadrado puede llegar a valer 60.000 pesos, unos 3.000 d¨®lares, equivalente a veinte veces el salario m¨ªnimo mensual. Una y otra mitad coinciden cuando el Cirque du Soleil instala su carpa en un terreno cercano; Gonz¨¢lez y la gente del cerro se encarga de estacionar los coches de los vecinos de m¨¢s all¨¢.
Ch¨®fer y plomero seg¨²n las circunstancias, Pedro Gonz¨¢lez lleva toda la vida en ese cerro. Sus abuelos, pastores de borregos, llegaron en tiempos de la revoluci¨®n mexicana, cuando la capital empez¨® a absorber mano de obra barata llegada del campo. Los padres vivieron mejor que los abuelos y ¨¦l vive mejor que sus padres, pero la norma se ha truncado con la nueva generaci¨®n. Su hijo y su nuera rozan los cuarenta a?os y todav¨ªa viven con los Gonz¨¢lez. Tienen un puesto ambulante de comida en la esquina. ¡°No les va mal. Hacen unas quesadillas riqu¨ªsimas¡±, afirma ¨¦l.
La nuera Janet Cort¨¦s, de 35 a?os, no est¨¢ tan convencida. Estudia un m¨¢ster de Derecho en una universidad privada en la que lleva invertidos unos 350.000 pesos y todav¨ªa no ha encontrado trabajo de lo suyo. ¡°Te entra una frustraci¨®n. Trabajas y estudias y te partes en mil pedazos y al final te quedas con nada¡±, explica. Eva Arceo, del CIDE, atribuye el cambio al auge de un sector servicios precario. ¡°La terciarizaci¨®n de la econom¨ªa se ha visto m¨¢s en la capital que en otras ciudades, con empleos de baja calidad que han ido llenando los j¨®venes¡±. Cort¨¦s carga, adem¨¢s, con un peso adicional por el solo hecho de ser mujer. Solo cinco de cada 100 mujeres nacidas entre los m¨¢s pobres alcanzan la c¨²spide, frente a once de cada 100 hombres.
A un par de kil¨®metros del cerro de los Gonz¨¢lez, la otra cara se asoma en forma de centro comercial de lujo. Un ¨¢rbol de Navidad cuelga del techo, una peluquer¨ªa canina cepilla y seca a dos mastines blancos, y Mariana de Hoyos consulta su tel¨¦fono sentada en un banco. Estudia Relaciones Internacionales en el Tec de Monterrey, licenciatura por la que su familia ha pagado alrededor de un mill¨®n de pesos, unos 50.000 d¨®lares. Es consciente de vivir en una burbuja. ¡°Siempre fue mi realidad. Conforme fui creciendo me di cuenta de que esto no era M¨¦xico¡±, dice esta joven de 24 a?os. Tambi¨¦n reconoce que ha ido a peor: ¡°Mi padre estudi¨® en universidad p¨²blica y ten¨ªa amigos de Ecatepec [un barrio obrero]. Yo no¡±.
Pese a ser la mejor palanca para salir de la pobreza, la capital tiene todav¨ªa camino por recorrer. Roberto V¨¦lez, de CEEY, apunta a la necesidad de reforzar el sistema de cuidados a ni?os y ancianos para impulsar el empleo femenino y a la importancia de mejorar la calidad de la educaci¨®n p¨²blica. Seg¨²n el informe del centro apenas el 10% de los hijos de padres sin estudios llega a la universidad. "Los datos sugieren que hay una restricci¨®n para entrar; est¨¢s dejando a los grupos m¨¢s desaventajados fuera", explica.
Juan Carlos Hern¨¢ndez se considera un afortunado. Vive en un departamento del centro y tiene cuarto propio. "Sin importar el tama?o, cierras la puerta y est¨¢s t¨² solo; puedes llorar, ponerte la serie que te guste...¡±, valora. Ha jugado sus cartas y ha ganado. No es el caso de sus dos hermanos. Dejaron la escuela y ahora trabajan de peluquero y de barista. Quiere ayudarles a volver a los estudios pero, mientras, ¨¦l sigue con la vista al frente. ¡°Ya sal¨ª de all¨ª; la pregunta ahora es qu¨¦ quiero hacer¡±, dice. ¡°Y eso es un sentimiento bueno¡±.
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