Thierry Breton: ¡°Tras esta crisis se escribir¨¢ un nuevo mundo con otras reglas¡±
El comisario europeo de Mercado Interior cree que los Estados entrar¨¢n temporalmente en el capital de ciertas empresas
Dec¨ªa Konrad Adenauer que la historia es la suma de las cosas que se pod¨ªan haber evitado. En plena batalla global contra el virus, Thierry Breton anda estas semanas ocupado en impedir que en los libros del futuro se escriban algunas de ellas. Que la UE no pudo garantizar el libre paso de suministros vitales en las restablecidas fronteras internas. Que el elevado tr¨¢fico en las redes colaps¨® Internet. Y sobre todo, que Europa fue dependiente del lento, limitado y no siempre fiable material m¨¦dico chino para sobrellevar la crisis.
El comisario europeo de Mercado Interior (Par¨ªs, 65 a?os), exministro franc¨¦s y empresario estrella, atiende a un grupo de medios europeos, entre ellos EL PA?S, por videoconferencia desde un despacho de la capital francesa. Sentado al escritorio junto a una bandera europea, repasa notas en silencio antes de empezar. Se sabe observado, pero viene resuelto. ¡°Es s¨¢bado por la ma?ana, no hay ninguna pregunta tab¨², aprovechad¡±, espeta como si el fin de semana fuera la excusa perfecta para una conversaci¨®n m¨¢s relajada.
Superados los proleg¨®menos, Breton se pone serio enunciando la gravedad del shock para la econom¨ªa. Recuerda que los expertos cifran entre el 2% y el 3% la ca¨ªda del PIB por cada mes de confinamiento. Y ve diferencias entre la gran recesi¨®n de 2008 y la gran infecci¨®n de nuestros d¨ªas. Ya no se trata del difuso concepto de hipotecas t¨®xicas troceadas y vendidas en complejos productos financieros. Es el cierre del bar de la esquina, el centro comercial del barrio y el aeropuerto de la ciudad. ¡°La crisis de 2008 afectaba a los bancos y estaba m¨¢s lejos de los consumidores. Ahora golpea a ciudadanos y empresas¡±, alerta.
Ni siquiera con ese tsunami levantando ya inmensas olas a las puertas del continente han conseguido los Veintisiete tejer un acuerdo para mutualizar deuda. Espa?a e Italia contin¨²an presionando para lanzar eurobonos, repudiados por Alemania y Holanda. Los jefes de Gobierno se han dado dos semanas para resolver el entuerto. Y Breton, que ya fue partidario de poner en marcha un fondo europeo para Defensa, les anima a ser creativos y alumbrar una herramienta similar. ¡°Cada socio debe idear su propio plan para salvar el tejido empresarial y analizar su financiaci¨®n. Los alemanes han movilizado 356.000 millones de euros. Estados Unidos el 10% de su PIB. Veo dos soluciones: o emitir deuda vigilando que las primas de riesgo no se desv¨ªen demasiado o imaginar otro instrumento, por ejemplo un fondo europeo que emita bonos a muy largo plazo, 20 o 30 a?os, al que incluso se le puedan asignar recursos fiscales¡±, propone.
Los est¨ªmulos p¨²blicos est¨¢n llamados a ser el salvavidas de la econom¨ªa. Con la actividad paralizada, la valoraci¨®n de las compa?¨ªas europeas ha ca¨ªdo en picado. Y Gobiernos como el espa?ol ya han erigido barreras legales para evitar que firmas extranjeras las adquieran a precio de saldo. ¡°No somos ingenuos. No dejaremos que los depredadores compren nuestras empresas a bajo precio. Ha habido tentativas, como con el fabricante de vacunas alem¨¢n, y la reacci¨®n fue inmediata¡±, avisa.
Los escudos para protegerlas podr¨ªan ir m¨¢s all¨¢. ¡°Muchas empresas tendr¨¢n al Estado en su capital, y veo que algunos est¨¢n destinando fondos especiales para adquirir participaciones. Hace un a?o nadie se hubiera imaginado algo as¨ª, pero ser¨¢ transitorio. Los Estados no tienen vocaci¨®n de permanencia¡±.
Francia, que en el pasado ya entr¨® en el capital de campeones nacionales como Renault, donde mantiene una participaci¨®n, parece la m¨¢s decidida a tirar de talonario. Pero no la ¨²nica. Alemania, que en 2009 nacionaliz¨® parte del Commerzbank ¡ªal estilo de lo que Espa?a har¨ªa luego con Bankia¡ª, tambi¨¦n ha dicho estar lista para comprar acciones de empresas privadas para evitar su quiebra o que pasen a manos indeseadas.
Casi de un d¨ªa para otro, el virus ha obligado a Europa a zambullirse en unas aguas ajenas al esp¨ªritu de su proyecto: proteccionismo, cierre de fronteras, libertad de gasto y ayudas p¨²blicas al sector privado. Su activismo comercial alrededor del globo no ha servido para proveerse con agilidad del codiciado material m¨¦dico en un momento de fuerte demanda, pero Breton responde a los que acusan a la UE de imprevisi¨®n. ¡°Ning¨²n pa¨ªs del mundo estaba preparado para algo as¨ª. No lo estaba la UE, pero tampoco China. No ten¨ªan suficientes mascarillas, guantes ni respiradores y nos pidieron que les envi¨¢ramos lo que pudi¨¦ramos. Les mandamos m¨¢s de 50 toneladas. Es normal. Es la solidaridad¡±.
Ahora, las tornas han cambiado. La pandemia tiene su epicentro en Europa y EE UU. China produce hasta 150 millones de mascarillas diarias. Y son sus aviones los que vuelan cargados hacia hospitales de Occidente. Sin embargo, el proceso se ha demostrado lento en un escenario de necesidades urgentes. Y algunas compa?¨ªas del gigante asi¨¢tico, poco fiables, como demuestran las compras por parte de Espa?a y Rep¨²blica Checa de cientos de miles de tests r¨¢pidos que no funcionan o la devoluci¨®n holandesa de mascarillas defectuosas. La intenci¨®n es que Europa abandone esa dependencia cuanto antes. Y para lograrlo, Breton ha multiplicado los contactos con la industria textil y fabricantes automovil¨ªsticos para que reorienten su producci¨®n. ¡°El objetivo es que en unos meses Europa sea totalmente autosuficiente en material de protecci¨®n¡±.
Ante una pandemia como esta, de encierro permanente y recuentos diarios de muertos m¨¢s propios de un parte de guerra, ese tiempo parece un mundo. Pero responde a una visi¨®n de largo plazo enfocada en los trabajadores m¨¢s que en los pacientes y el personal m¨¦dico, para los que todas las administraciones siguen buscando soluciones a marchas forzadas. El dirigente comunitario atisba un regreso escalonado al trabajo en el que ser¨¢ necesario utilizar mascarillas, guantes o geles. ¡°Debemos contar con esos recursos para cuando se relaje el confinamiento¡±.
Breton centra sus esfuerzos en atajar la crisis, pero mira de reojo al mundo de ma?ana. De las carencias de material extrae una lecci¨®n sobre el futuro de la globalizaci¨®n que suena a repliegue: es probable que los Gobiernos ya no deslocalicen tan alegremente la producci¨®n de suministros esenciales. ¡°Es muy pronto para sacar conclusiones, pero todos somos conscientes de que habr¨¢ un antes y un despu¨¦s de esta crisis. Nadie sabe c¨®mo saldremos, pero se escribir¨¢ un nuevo mundo basado en otras reglas. Seremos m¨¢s aut¨®nomos en ciertas ¨¢reas cr¨ªticas. Las relaciones bilaterales se revisar¨¢n¡±, vaticina.
Es el lado reflexivo y visionario de Breton, que combina el car¨¢cter pragm¨¢tico y ejecutivo de haber dirigido France Telecom (hoy Orange), con su incursi¨®n en la novela de ciencia ficci¨®n en los ochenta, cuando escribi¨® un thriller tecnol¨®gico ambientado en los a?os de la Guerra Fr¨ªa.
El debate sobre la desglobalizaci¨®n seguir¨¢ en un segundo plano hasta que se contenga la expansi¨®n del virus y sus consecuencias, el trabajo que mantiene a Breton pegado al tel¨¦fono. Si detecta un aumento de las noticias falsas en redes sociales, llama a Mark Zuckerberg, el jefe de Facebook, para instarle a endurecer el algoritmo. Si teme que el consumo de series y pel¨ªculas congestione la red, al de Netflix, Reed Hastings. Si percibe por sat¨¦lite que el equipamiento m¨¦dico se atasca en las fronteras, a los ministros de los pa¨ªses concernidos. Tambi¨¦n marca el n¨²mero de su amigo Michel Barnier, el negociador europeo del Brexit, que le asegura se recupera favorablemente de la Covid-19 aislado en una casa en el campo.
El virus obstruye las venas de la globalizaci¨®n en forma de cierre de fronteras y frustraci¨®n por la no siempre eficaz dependencia mutua, pero Breton espera que act¨²e tambi¨¦n como un acelerador del cambio en nuestro modo de vivir y producir en la era digital. Recurre a uno de los padres fundadores de la UE para respaldar la atm¨®sfera de cambio de ¨¦poca que se respira en Europa, despojada hoy de dogmas inamovibles y donde casi todo parece conservarse en estado l¨ªquido. ¡°Jean Monnet dec¨ªa que en Europa solo aceptamos cambios cuando hay crisis. Ahora la hay y estoy convencido de que hacemos lo posible para encaminarla hacia algo positivo¡±.
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