La crisis deja a los Estados como ¨²ltimo dique de contenci¨®n
Los pa¨ªses redoblan sus planes de ayuda para sostener la actividad. Economistas y acad¨¦micos de distintas ideolog¨ªas destacan la importancia de los poderes p¨²blicos en la crisis
Han sido semanas, pero parecen meses. Y, si todo sale como marca el guion escrito por los expertos, con el paso de los a?os la historia probablemente se cuente m¨¢s o menos como sigue: a principios de 2020 las econom¨ªas occidentales vieron caer, una detr¨¢s otra, todas las piezas de su engranaje por un coronavirus. Primero los confinamientos para evitar los contagios obligaron a echar el cierre al sector servicios, pilar de la econom¨ªa en este lado del mundo. Tras ¨¦l fueron la industria y la construcci¨®n, que dejaron en tiempo r¨¦cord un horizonte yermo. Los Estados quedaron, durante semanas, como ¨²nico dique de contenci¨®n para evitar que el hundimiento fuera total.
¡°Los Gobiernos se est¨¢n viendo forzados a asumir un papel activo porque la crisis est¨¢ causando un enorme da?o sobre el sustento de los ciudadanos¡±, explica Diana Coyle, profesora del Departamento de Pol¨ªtica P¨²blica de la Universidad de Cambridge. ¡°Habr¨ªa sido inimaginable que no hubiesen dado un paso al frente para tratar de ayudar y limitar el da?o econ¨®mico, apoyando los ingresos y los empleos tanto como sea posible y salvaguardando industrias clave¡±. A diferencia de otras crisis, en esta arrecian las voces desde todas las ideolog¨ªas que piden m¨¢s protagonismo a los Estados. ¡°Los Gobiernos de todo el espectro ideol¨®gico est¨¢n d¨¢ndose prisa en ampliar el Estado y darle un peso mucho mayor: en servicios esenciales, en ayudar a quienes queden en paro. Muchos pa¨ªses tendr¨¢n que apoyar o nacionalizar parte de sus econom¨ªas y veremos niveles mucho m¨¢s altos de pr¨¦stamos estatales¡±, expone John Nug¨¦e, profesor en la Universidad St. Mary¡¯s y ex alto funcionario del Banco de Inglaterra.
Con el consumo hundido, los Estados han tenido que dar un paso al frente como ¨²ltimo recurso para evitar que la recesi¨®n derive en una gigantesca depresi¨®n y que las comparaciones se hagan con 1929 en lugar de con 2009. ¡°Est¨¢n actuando como los ¨²nicos aseguradores posibles frente a la tragedia¡±, valora Otaviano Canuto, exvicepresidente del Banco Mundial. ¡°Las medidas han sido dise?adas como temporales, reversibles y de una sola vez. Sin embargo, la l¨ªnea de responsabilidades [entre lo p¨²blico y lo privado] en ¨¢reas como la sanidad probablemente se mueva¡±.
Ni siquiera quienes m¨¢s han renegado siempre del papel del Estado en la econom¨ªa, quienes han mostrado una mayor alergia impositiva y han sacado su fusta contra lo p¨²blico cada vez que han podido, niegan hoy la necesidad de dar un paso al frente temporal para evitar que la recesi¨®n mute en depresi¨®n y no ya solo en recesi¨®n, algo que se da por descontado.
Ni para ellos es el momento de los remilgos a la hora de sacar toda la artiller¨ªa fiscal: Donald Trump, ep¨ªtome de los ap¨®statas de lo p¨²blico y autor de una enorme rebaja de impuestos durante su mandato, ha sido uno de los que con m¨¢s celeridad y contundencia ha puesto toda la carne en el asador, dando los primeros pasos para transferir dinero a la ciudadan¨ªa en lo que puede ser ¡ªesta crisis puede llevarse por delante muchos dogmas¡ª el germen de una aut¨¦ntica renta b¨¢sica universal. ¡°Estamos¡±, opina Barry Eichengreen, de Berkeley, ¡°ante un claro recordatorio a los esc¨¦pticos de un sector p¨²blico fuerte de que esta crisis no puede ser manejada ¨²nicamente por el sector privado o la caridad. Como en una guerra, no dejamos al sector privado la responsabilidad de dar la batalla¡±.
Sirvi¨¦ndose de la ya manida analog¨ªa b¨¦lica, hasta el FMI, nada sospechoso de heterodoxo pese al viraje social de los ¨²ltimos a?os, tiene claro que si algo ha cambiado es el rol de los Estados. ¡°En una guerra, el gasto masivo en armamento estimula la actividad econ¨®mica y los servicios esenciales se garantizan mediante disposiciones especiales. En esta crisis, las cosas son m¨¢s complicadas, pero la caracter¨ªstica com¨²n es el mayor papel del sector p¨²blico¡±, escrib¨ªan la semana pasada cuatro economistas del Fondo. ¡°La emergencia justifica una mayor intervenci¨®n del sector p¨²blico mientras persistan las circunstancias excepcionales¡±. No se trata de sustituir al mercado, sino de lo contrario: de garantizar el normal funcionamiento de este cuando pase el tsunami.
La historia muestra que tras las crisis ¡°se produce una expansi¨®n del papel de los Gobiernos en la econom¨ªa¡±, desgrana Edwin Truman, socio del Peterson Institute y colaborador del equipo econ¨®mico de Bill Clinton. ¡°Son momentos¡±, a?ade, ¡°en los que nos damos cuenta de que la acci¨®n coordinada a trav¨¦s de un Gobierno central es m¨¢s necesaria de lo que cre¨ªamos. Y eso permanece¡±. Desde una visi¨®n m¨¢s liberal, Jo?o Tovar, de la Universidad de Lisboa, ve ¡°justificada la apelaci¨®n tradicional de la izquierda de una mayor intervenci¨®n estatal en esta coyuntura¡±, pero pide una ¡°r¨¢pida retirada en cuanto la situaci¨®n est¨¦ bajo control¡±. ¡°La pandemia est¨¢ alimentando, err¨®neamente, la idea de que estamos ante una crisis del capitalismo, el liberalismo o la globalizaci¨®n: no tiene nada que ver con eso. Los Estados tienen que tener un tama?o ¨®ptimo para desempe?ar eficientemente su tarea central y b¨¢sica de guardi¨¢n soberano¡±, desarrolla por correo electr¨®nico.
El imprescindible ¡°aqu¨ª estoy yo¡± de los Gobiernos obligar¨¢ a asumir una monta?a de deuda p¨²blica, que se sumar¨¢ a la acumulada en la ¨²ltima crisis. Y ser¨¢ un Everest: seg¨²n el ¨²ltimo monitor de la patronal bancaria mundial se multiplicar¨¢ desde niveles ya elevados. Las cifras de marzo, cuando las emisiones p¨²blicas marcaron un nuevo r¨¦cord global, son el aperitivo de una certeza de ese relato futuro: la relaci¨®n entre deuda y PIB se disparar¨¢. ¡°No es bueno, claro, pero s¨ª mejor que lo haga por el lado del numerador que del denominador¡±, cierra ?ngel Talavera, de Oxford Economics. La prioridad sigue siendo amortiguar un golpe econ¨®mico todav¨ªa de dimensiones desconocidas. Es la hora de los Estados.
Las ayudas p¨²blicas suman ya un 10% del PIB mundial
El sector p¨²blico se ha visto obligado a asumir un papel central. Frente a los rescates de la banca tras la crisis financiera de 2009 ¡ªa¨²n no se ha llegado ah¨ª, pero ojo con el sector a¨¦reo¡ª, ahora el objetivo es congelar al m¨¢ximo la econom¨ªa para contener el golpe del virus y evitar el derrumbe. Para ello los pa¨ªses han lanzado programas de ayudas directas y cr¨¦ditos a trabajadores y empresas. En ese s¨¢lvese quien pueda tan propio de todas las grandes crisis, solo los Gobiernos tienen el m¨²sculo ¡ªaunque menguante¡ª y los incentivos para salir al rescate y contener la cat¨¢strofe.
A finales de marzo los paquetes de ayuda por parte de los Estados ya superaban el 2% del PIB global: entonces la ¨²nica comparaci¨®n era con los programas de reconstrucci¨®n tras la Segunda Guerra Mundial. Pero la cifra no ha dejado de crecer en abril. La semana pasada el FMI la elevaba hasta los ocho billones de d¨®lares, casi un 10% del PIB mundial. Los pa¨ªses siguen lanzando planes de ayuda: la UE doblar¨¢ su presupuesto e Italia y Jap¨®n, dos pa¨ªses con los peores pron¨®sticos, han lanzado un nuevo manguerazo para apoyar la econom¨ªa real: 400.000 millones en el caso italiano, el mayor de su historia, y casi un bill¨®n en el del gigante asi¨¢tico.
El Banco de Inglaterra anunci¨® que imprimir¨¢ ¡ªtemporalmente¡ª tanto dinero como sea necesario para financiar al Gobierno. El anuncio es un bal¨®n de ox¨ªgeno para Downing Street y un portazo en la cara de la ortodoxia. Medidas extraordinarias en momentos extraordinarios. ¡°La magnitud de la crisis hace que hasta los economistas ortodoxos aboguen por una intervenci¨®n p¨²blica sin precedentes para salvar a la econom¨ªa de una depresi¨®n¡±, apunta ?ngel Talavera, de Oxford Economics.
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