Hablemos de la calidad de las pol¨ªticas
Europa est¨¢ proponiendo planes econ¨®micos a medio plazo, no financiaci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico
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Al hilo de la presentaci¨®n del fondo de recuperaci¨®n Next Generation se ha hablado mucho del momento hamiltoniano de Europa. Que la Comisi¨®n se haya atrevido a dise?ar una respuesta que proporciona a los pa¨ªses miembros financiaci¨®n y mecanismos de coordinaci¨®n y cobertura de riesgos es, sin duda, una magn¨ªfica noticia. Pero todav¨ªa es mejor que esa respuesta se haya dise?ado para que, m¨¢s all¨¢ de que los pa¨ªses reparen las consecuencias asim¨¦tricas de la recesi¨®n del coronavirus, se pueda construir un futuro para la siguiente generaci¨®n de europeos.
La Comisi¨®n expl¨ªcitamente declara que el objetivo del fondo es triple: ayudar a que los pa¨ªses m¨¢s golpeados por el coronavirus no se queden atr¨¢s en la recuperaci¨®n; preservar el Mercado ?nico de las potenciales consecuencias de la relajaci¨®n temporal de las pol¨ªticas de ayudas de Estado y de la distinta intensidad de las respuestas nacionales, e incentivar la inversi¨®n en las dos grandes prioridades estrat¨¦gicas europeas: digitalizaci¨®n y transici¨®n energ¨¦tica.
Un diagn¨®stico tan claro y contundente es un paso m¨¢s decisivo para la supervivencia del proyecto europeo que la hamiltoniana emisi¨®n de eurobonos.
Y ello, simplemente, porque el protagonismo de Europa en la econom¨ªa global del siglo XXI depende, en gran medida, de que la salida de esta descomunal recesi¨®n sea conjunta, propicie la mejora de la competitividad y relance el proceso de convergencia real del espacio europeo. En definitiva, que se reconozca que el inter¨¦s de todos los Estados miembros es actuar coordinadamente sin dejar a nadie atr¨¢s.
Para recuperarse, las econom¨ªas necesitan invertir y reasignar recursos a los sectores m¨¢s productivos. La opci¨®n elegida por las autoridades europeas para propiciar esos dos objetivos es realista e inteligente: crear un fondo Next Generation e integrarlo dentro del presupuesto comunitario 2021-2027. Si ambos son aprobados se consiguen simult¨¢neamente dos objetivos: de una parte, apalancar los recursos potenciales hasta los 1,85 billones de euros. Que ese esfuerzo vaya a ser suficiente es otro cantar. De otro, poner las bases para una presencia permanente de la UE en los mercados de capitales ya que, para obtener los 750.000 millones de euros del nuevo instrumento, la UE se endeudar¨¢ y establecer¨¢ nuevos recursos propios ¡ªentre ellos, un impuesto digital, un nuevo mecanismo de intercambio de emisiones y un instrumento de ajuste fronterizo de las emisiones de carbono¡ª para, a partir de 2028 y hasta 2058, hacer frente al servicio de esa deuda.
Que el fondo forme parte de los programas comunitarios implica que el procedimiento de acceso a los recursos est¨¢ reglado, es transparente y obliga a la rendici¨®n de cuentas al Consejo y al Parlamento europeo. Todo ello le dota, sin necesidad de nuevos debates, de las garant¨ªas necesarias para que el uso de los recursos responda a los objetivos que se persiguen, al tiempo que le otorga una imprescindible legitimidad democr¨¢tica.
Los pa¨ªses podr¨¢n acceder al fondo a trav¨¦s de los distintos instrumentos de los tres pilares que contempla la iniciativa, siendo el m¨¢s cuantioso el fondo de recuperaci¨®n y resiliencia dotado con 560.000 millones de euros entre pr¨¦stamos y transferencias. Para optar por los recursos, los pa¨ªses miembros deber¨¢n elaborar un plan con las inversiones y reformas necesarias para asegurar una recuperaci¨®n sostenible. Este plan nacional debe de estar alineado con las prioridades comunitarias y tiene que ser aprobado por la Comisi¨®n. Los pa¨ªses podr¨¢n ir accediendo a los recursos a medida que vayan cumpliendo los objetivos comprometidos.
Aun admitiendo que el dinero es fungible, si Espa?a quiere realmente maximizar el retorno de esta iniciativa lo crucial ser¨ªa advertir que de lo que Europa est¨¢ hablando es de pol¨ªtica econ¨®mica a medio plazo, no de financiaci¨®n de los d¨¦ficits p¨²blicos que vienen. Para eso est¨¢n los mercados, el BCE y, en ¨²ltima instancia, el Mede. Lo que nos jugamos es que si la calidad de los planes de reformas que presentemos en Europa no permite a nuestras empresas recuperar el retraso que llevamos en t¨¦rminos de diversificaci¨®n productiva e integraci¨®n en los planes de reindustrializaci¨®n europea, aunque obtengamos los recursos, perdamos el tren. De lo que hay que debatir aqu¨ª y en Bruselas es de la calidad de las pol¨ªticas y de las reformas a incluir en el plan nacional, de c¨®mo se le asegura el m¨¢s amplio apoyo pol¨ªtico y social, y de c¨®mo se hace consistente nuestro proyecto de pa¨ªs con la recuperaci¨®n europea s¨®lida y sostenible. Si en lugar de concentrarnos en lo fundamental, nos distraemos en lo accesorio, como nos advierte nuestro refranero, corremos el riesgo de que en la polvareda perdamos a Don Beltr¨¢n, que esta vez es el futuro.
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