El nuevo pacto comercial de Asia y Ocean¨ªa consolida el giro del eje econ¨®mico mundial hacia el Pac¨ªfico
El RCEP afianza la hegemon¨ªa china en la escena regional tras la retirada de EE UU del TPP. Agrupar¨¢ a casi la tercera parte del PIB global y a los pa¨ªses que marcar¨¢n el crecimiento en las pr¨®ximas d¨¦cadas
Donald Trump inaugur¨® su mandato sacando a su pa¨ªs del Acuerdo Transpac¨ªfico de Cooperaci¨®n Econ¨®mica (TPP, por sus siglas en ingl¨¦s), un pacto dise?ado por Barack Obama para evitar que Estados Unidos perdiese el paso en la regi¨®n clave en el mundo que viene. Y va a cerrarlo con su mayor rival internacional, China, construyendo a su alrededor ¡ªen plena crisis sanitaria global¡ª un pacto comercial a medida que tambi¨¦n incluye a dos de sus m¨¢s ac¨¦rrimos competidores regionales, Jap¨®n y Corea del Sur, y a Australia y Nueva Zelanda como cabezas visibles de Ocean¨ªa. El acuerdo de Asociaci¨®n Econ¨®mica Integral Regional (RCEP), firmado hace diez d¨ªas tras a?os de negociaciones, no solo permite a China anotarse un tanto en su rivalidad con EE UU, sino que culmina el giro definitivo del eje comercial global del Atl¨¢ntico al Pac¨ªfico.
Nadie puede negar ya que el futuro de la econom¨ªa mundial pasa por Asia-Pac¨ªfico. Esa regi¨®n, a caballo entre dos continentes, aglutinar¨¢ el 60% del crecimiento global en la pr¨®xima d¨¦cada, seg¨²n la consultora brit¨¢nica IHS Markit. ¡°Definitivamente, el centro de gravedad de la econom¨ªa mundial ha virado de Occidente a Oriente¡±, apunta por correo Rajiv Biswas, economista jefe de la consultora brit¨¢nica para el ¨¢rea. Aunque su impacto ¡°no debe sobreestimarse¡±, seg¨²n Peter Mumford, de la firma de an¨¢lisis Eurasia, el RCEP s¨ª ¡°muestra el impulso y la voluntad hacia una integraci¨®n comercial m¨¢s profunda en la regi¨®n¡±.
De paso, el pacto reci¨¦n alumbrado le permite a China presentarse ante el mundo como adalid del libre comercio y la globalizaci¨®n tras cuatro a?os de ataques ininterrumpidos desde la Casa Blanca a ambos conceptos. Pek¨ªn, en fin, ha aprovechado la oportunidad que Trump le ha servido en bandeja para volcar un poco m¨¢s al este el epicentro econ¨®mico mundial. No solo da un golpe encima de la mesa ¡ªuno m¨¢s¡ª, sino que pone negro sobre blanco algo que, por la v¨ªa de los hechos, ya lleva a?os ocurriendo: casi todo pasa hoy por Asia-Pac¨ªfico y su dominio regional es cada vez mayor.
Incluso sin India ¡ªque se baj¨® del acuerdo a ¨²ltima hora, aunque siempre dejando la puerta abierta a entrar de nuevo en el futuro¡ª, el flamante RCEP abarca casi la tercera parte de la producci¨®n global y a unos 2.200 millones de consumidores. Para poner en contexto estas cifras, valga una comparaci¨®n somera con las otras dos mayores ¨¢reas de libre comercio del mundo: frente al PIB conjunto de casi 19 billones de d¨®lares de la UE o los 24 de los socios del T-MEC (EE UU, M¨¦xico y Canad¨¢), los nuevos asociados de Asia-Pac¨ªfico suman casi 26. Si finalmente India diera el paso y se sumase al grupo en los pr¨®ximos a?os, esa cifra escalar¨ªa hasta casi 29 billones de d¨®lares.
¡°Es la guinda, lo que faltaba para darnos cuenta de que esta es la regi¨®n que va a liderar los indicadores en los pr¨®ximos 30 o 40 a?os¡±, valora Ignacio Bartesaghi, decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Cat¨®lica del Uruguay y una voz m¨¢s que autorizada en temas de comercio internacional. ¡°Con la pandemia de por medio y un sistema multilateral quebrado¡ Y China es capaz de hacer esto. Es mucho m¨¢s que un tratado comercial¡±. En plena especulaci¨®n sobre el repliegue de las cadenas globales de valor y con la integraci¨®n comercial entre pa¨ªses da?ada por el auge de los populismos en EE UU y en Europa, el RCEP supone un potente cambio de guion: demuestra, en s¨ªntesis, que la l¨®gica de los megabloques sigue y seguir¨¢ imperando en las pr¨®ximas d¨¦cadas, con o sin el concurso del pa¨ªs norteamericano o el Reino Unido posBrexit. ¡°Est¨¢n m¨¢s vivos que nunca¡±, sentencia por tel¨¦fono.
El TPP: lo que pudo ser y no fue
Frente a la exuberancia y el m¨²sculo del RCEP, el TPP es m¨¢s bien la historia de lo que pudo ser y no fue. Convencido de que el futuro pasaba por Asia desde mucho antes de que la realidad diese la cara, Obama se esforz¨® durante a?os por cerrarlo lo antes posible. Era, sobre todo, un intento doble de adelantarse a China y de tejer una alianza con pa¨ªses de aquel continente para tratar de romper el equilibrio regional para evitar que Pek¨ªn se hiciese con todo el pastel. Con la retirada de EE UU, anunciada a bombo y platillo por Trump como aperitivo de lo que estaba por venir en un mandato marcado de principio a fin por el proteccionismo y el nacionalismo, el acuerdo qued¨® completamente descafeinado: sali¨® adelante sin la todav¨ªa primera potencia mundial, s¨ª, pero con una potencia de fuego m¨ªnima respecto a su ambici¨®n original.
Minimizando los aranceles entre s¨ª, el RCEP tiene, adem¨¢s, un efecto claro hacia los pa¨ªses que no est¨¢n incluidos: ¡°Al recortar los impuestos de transacciones entre ellos, levanta ¡ªde facto¡ª, una barrera comercial frente al resto del mundo¡±, como recordaba el economista jefe del banco suizo UBS, Paul Donovan, en un reciente an¨¢lisis para clientes. ¡°No afronta la cuesti¨®n de la regulaci¨®n, que es uno de los mayores obst¨¢culos para el comercio, pero s¨ª simplifica los acuerdos comerciales regionales. Y eso es algo positivo¡±.
Las potencias latinoamericanas, fuera de juego
Las reverberaciones se dejan sentir mucho m¨¢s all¨¢ de Asia, Europa y EE UU. Tambi¨¦n en la otra orilla del Pac¨ªfico, un tridente de pa¨ªses ¡ªM¨¦xico, Chile y Per¨²¡ª que vio en el TPP una oportunidad de oro para ampliar su horizonte comercial, teme ahora quedarse fuera de juego. El primero de ellos ha conseguido su objetivo prioritario en la era Trump, evitar el fin de su ¨¢rea libre con Washington y Ottawa con el que tantas veces amenaz¨® Trump. Pero tanto el segundo como el tercero, ambos con sendas posiciones privilegiadas para el comercio transoce¨¢nico y miembros de una Alianza del Pac¨ªfico que se ha ido debilitando con el paso de los a?os, ¡°les ha salido mal la jugada¡±, en palabras del profesor de la Universidad Cat¨®lica del Uruguay. ¡°Quedan malparados, y no por su culpa, sino por Trump. Con el TPP original estar¨ªan hoy en uno de esos megabloques, y eso les habr¨ªa generado otras oportunidades m¨¢s all¨¢ del comercio bilateral. Les dejaba en una posici¨®n de privilegio que ahora no van a tener: el TPP actual, en el que est¨¢n, no genera impacto y el RCEP s¨ª¡±.
Algunos elementos, sin embargo, amortiguan el golpe. Primero, que ambos ¡ªChile y Per¨²¡ª cuentan con convenios bilaterales que les permite seguir comerciando con m¨ªnimas trabas con la mayor¨ªa de pa¨ªses asi¨¢ticos del RCEP. Segundo, que con el dem¨®crata Joe Biden en la presidencia, probabilidad de que trate de revivir el TPP en su concepci¨®n inicial o se saque de la chistera una nueva soluci¨®n para aumentar sus lazos con Asia-Pac¨ªfico son grandes. Y ambos ¡ªy M¨¦xico¡ª estar¨ªan bien posicionados para engancharse de nuevo. Una carta con la que no pueden contar sus vecinos de Mercosur ¡ªBrasil, Argentina, Uruguay y Paraguay¡ª: para ellos, zanja Bartesaghi, ¡°la sensaci¨®n es de que mientras el mundo est¨¢ viendo una pel¨ªcula, vos ni siquiera est¨¢s en el cine¡±.
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