Dejemos de preocuparnos por la deuda
Los costes del endeudamiento p¨²blico son muy bajos y seguramente seguir¨¢n as¨ª durante mucho tiempo
En medio de todos los giros bruscos que ha dado la pol¨ªtica estadounidense en la ¨²ltima d¨¦cada, hay algo que ha permanecido constante: la posici¨®n del Partido Republicano respecto a la deuda p¨²blica. El partido considera que los niveles de endeudamiento elevados suponen una amenaza existencial¡ si el que gobierna en la Casa Blanca es un dem¨®crata. Si los grandes d¨¦ficits se producen con un presidente republicano, ¡°a nadie le preocupa¡±, como supuestamente coment¨® el a?o pasado el director de Presupuestos de Donald Trump a algunos seguidores.
De modo que es seguro predecir que, en cuanto Joe Biden asuma el cargo, volveremos a o¨ªr un mont¨®n de indignadas diatribas republicanas contra los males del endeudamiento. Lo que est¨¢ menos claro es si veremos repetirse lo ocurrido durante la presidencia de Obama, cuando muchos centristas ¡ªy buena parte de los medios informativos¡ª se tomaron en serio a los farsantes fiscales y se unieron al coro de agoreros. Esperemos que no. Porque el hecho es que en los ¨²ltimos a?os hemos aprendido mucho sobre la econom¨ªa de la deuda p¨²blica; tanto, que Olivier Blanchard, el eminente ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional, habla de un ¡°cambio en el paradigma fiscal¡±. Y el nuevo paradigma da a entender que la deuda p¨²blica no es un gran problema, y que lo verdaderamente responsable es que el Estado se endeude para los fines adecuados.
?Por qu¨¦ han cambiado de opini¨®n los economistas acerca del endeudamiento? Parte de la respuesta reside en que hemos descubierto algunas cosas acerca de c¨®mo funciona el mundo; el resto de la respuesta es que el mundo ha cambiado.
Hace nueve o diez a?os, ten¨ªa sentido preocuparse por la posibilidad de que la crisis financiera griega fuese un presagio de posibles crisis de deuda en otros pa¨ªses (aunque yo nunca me lo cre¨ª). Result¨®, sin embargo, que en la lista completa de pa¨ªses que acabaron pareci¨¦ndose a Grecia consta¡ Grecia. Lo que durante un breve tiempo pareci¨® una propagaci¨®n de problemas similares a los griegos por todo el sur de Europa, result¨® ser un p¨¢nico temporal de los inversores, al que el Banco Central Europeo puso r¨¢pidamente fin con la promesa de que, si fuera necesario, prestar¨ªa dinero a los pa¨ªses con falta de liquidez.
En otras palabras, esas advertencias funestas que sol¨ªamos o¨ªr (y pronto volveremos a o¨ªr) de que Estados Unidos afronta un desastre inminente en cuanto la deuda p¨²blica cruza determinada l¨ªnea roja han ido siempre desencaminadas. Ni hemos estado ni estamos cerca de ese tipo de crisis, y probablemente nunca lo estemos. Pero, ?y a largo plazo? ?Acaso no impone la deuda una carga para las generaciones futuras, que tendr¨¢n que dedicar al pago de intereses un dinero al que se podr¨ªa haber dado un uso mejor? Aqu¨ª es donde resulta crucial ser conscientes de que el mundo ha cambiado: los tipos de inter¨¦s son mucho m¨¢s bajos que en el pasado, y todo indica que seguir¨¢n manteni¨¦ndose bajos durante a?os.
Un indicador clave es el tipo de inter¨¦s real de los bonos del tesoro a largo plazo, es decir, el tipo de inter¨¦s menos la inflaci¨®n, que mide los costes del endeudamiento mejor que el tipo de inter¨¦s nominal. El tipo de inter¨¦s real de los bonos a 10 a?os se situ¨® de media en torno al 4% en la d¨¦cada de 1990; a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada ha estado en general por debajo del 1%, y en algunos momentos ha llegado a ser negativo.
?Por qu¨¦ est¨¢n tan bajos los tipos de inter¨¦s? Esa es una historia m¨¢s larga, en la que probablemente influyan la demograf¨ªa y la tecnolog¨ªa. B¨¢sicamente, el sector privado no parece ver muchas oportunidades de inversi¨®n productiva, y los ahorradores que no tienen otro lugar al que acudir est¨¢n dispuestos a comprar deuda p¨²blica, aunque no les ofrezca intereses elevados. Lo que importa para la discusi¨®n actual es que los costes del endeudamiento p¨²blico son ahora muy bajos, y probablemente se mantengan as¨ª durante mucho tiempo.
En consecuencia, la carga de la deuda ¡ªque siempre se ha exagerado y que en todo caso se ha tergiversado¡ª no es la que era. Una idea de hasta qu¨¦ punto han cambiado las cosas: en v¨ªsperas de la pandemia, la deuda federal como porcentaje del PIB duplicaba el nivel alcanzado en 2000. Pero los pagos de intereses como porcentaje del PIB bajaron de hecho.
La conclusi¨®n es que la deuda p¨²blica no constituye un gran problema hoy en d¨ªa. Y esto nos devuelve a la pol¨ªtica.
Joe Biden ha prometido ¡°reconstruir mejor¡±, un lema que se traduce en propuestas de invertir grandes sumas en infraestructuras, pol¨ªticas contra el cambio clim¨¢tico, educaci¨®n, etc¨¦tera, en gran medida con dinero prestado. Y eso es en realidad lo que debe hacer; puede que las empresas solo vean una rentabilidad limitada de sus inversiones, pero necesitamos desesperadamente m¨¢s inversi¨®n p¨²blica, definida ampliamente (por ejemplo, incluyendo el gasto en protecci¨®n a la infancia).
Pero los republicanos se opondr¨¢n seguramente a estas propuestas. De hecho, si conservan el Senado, probablemente hagan lo mismo que le hicieron a Barack Obama, e intenten obligar a Biden a recortar el gasto. Y justificar¨¢n su intransigencia despotricando contra los males de la deuda. De modo que, ?c¨®mo deber¨ªamos contrarrestar este intento predecible de obstruir el programa de Biden? Ser¨ªa tentador hacer hincapi¨¦ en la hipocres¨ªa republicana. Pero el mayor problema de la pol¨ªtica del miedo a la deuda, que todos sabemos que utilizar¨¢n, no es la hipocres¨ªa ni la mala fe; es el hecho de que se basa en fundamentos errados.
Teniendo en cuenta lo que hemos aprendido y d¨®nde estamos, est¨¢ claro que el Gobierno estadounidense deber¨ªa estar invirtiendo fuertemente en el futuro del pa¨ªs, y que est¨¢ bien, y de hecho es deseable, pedir prestado el dinero que necesita para efectuar esas inversiones. Es decir, para actuar de manera responsable, debemos dejar de preocuparnos por la deuda y aprender a quererla.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa ? The New York Times, 2020. Traducci¨®n de News Clips
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