La transformaci¨®n sigilosa que dejar¨¢ la pandemia en la econom¨ªa
La covid-19 no trae una revoluci¨®n, pero acelerar¨¢ la implantaci¨®n de grandes cambios que hab¨ªan empezado a desarrollarse a?os antes como el teletrabajo, la producci¨®n de proximidad y sostenible o el uso de videollamadas
Hubo una vez un mundo en que los ejecutivos despertaban en Madrid, se reun¨ªan en Londres, y regresaban a dormir a casa. Estados Unidos lideraba el planeta a su antojo. Gobiernos y empresas confiaban a ciegas su aprovisionamiento a las cadenas de suministro de la globalizaci¨®n. Y Bruselas, l¨¢tigo en mano, amenazaba con sanciones a los pa¨ªses que superaban el 3% de d¨¦ficit. Casi nadie sal¨ªa a la calle sin unas cuantas monedas en el bolsillo. Y cuando la tienda de abajo no ten¨ªa el producto buscado, se mandaba a pedir y el cliente esperaba pacientemente hasta su llegada. Alargar la jornada en la oficina, anclados a la mesa hasta que el jefe se fuera, incluso pod¨ªa parecer una buena idea.
Probablemente lo reconozcan. Viv¨ªan en ¨¦l no hace tanto. Y aunque en algunos casos lo viejo no acaba de morir ni lo nuevo de nacer, la sentencia parece dictada. Las respuestas, seg¨²n los expertos consultados, tambi¨¦n: la videoconferencia sustituir¨¢ parte de los fatigosos y contaminantes viajes rel¨¢mpago de ida y vuelta; la deuda ha evitado una recesi¨®n de proporciones dantescas y casi nadie discute hoy que los Estados recurran a ella ¡ªhay que aprender a quererla, dice Paul Krugman¡ª; China ha ganado metros en su escalada hacia la cima de la econom¨ªa mundial; las f¨®rmulas de pago sin contacto no har¨¢n m¨¢s que crecer; Amazon seguir¨¢ ganando cuota porque su escaparate parpadea dentro de las casas, los nuevos refugios, su stock es casi ilimitado, y queremos nuestro pedido ya; y habr¨¢ m¨¢s d¨ªas de teletrabajo, aunque convivir¨¢ con la presencialidad.
La vida tras el coronavirus ¡°ser¨¢, en muchos aspectos, una versi¨®n acelerada del mundo que conocemos¡±, escribe Fareed Zakaria en Ten Lessons for a Post-Pandemic World ¡ªDiez lecciones para un mundo postpandemia¡ª. Esa visi¨®n es ampliamente compartida. ¡°Hay gente que piensa que vamos a tener cambios m¨¢s radicales. Pero hoy por hoy no creo que vaya a producirse una revoluci¨®n¡±, sostiene al tel¨¦fono Andr¨¦ Sapir, del think tank bruselense Bruegel.
La referencia temporal no es inocente. No han desaparecido por completo las opciones de un escenario b, m¨¢s negativo, en que la pandemia se cronifica por mutaciones inesperadas; la econom¨ªa abre y cierra como un yoy¨®, seg¨²n los contagios; las escuelas y universidades no logran la continuidad necesaria para dar valor a sus t¨ªtulos; el desempleo aumenta y la calle percibe una gesti¨®n deficiente por parte de la clase pol¨ªtica. El fantasma populista estar¨¢ ah¨ª, a la vuelta de la esquina, para sacar r¨¦ditos. Y del riesgo pol¨ªtico al econ¨®mico hay solo un paso.
Pero respiremos. Todav¨ªa es 2021, el a?o de las vacunas efectivas incluso contra las nuevas cepas. El final de un cuento de terror para contar a hijos, nietos y dem¨¢s generaciones por venir que ha de concluir con el triunfo de la ciencia.
Si el control del virus acaba siendo cuesti¨®n de meses, los efectos de su devastadora presencia ser¨¢n notorios, pero no dejar¨¢n irreconocible el suelo que pisamos. El analista belga vaticina entre las transformaciones fundamentales una de ra¨ªz tecnol¨®gica, con muchas empresas y organismos p¨²blicos permitiendo hasta dos d¨ªas de teletrabajo semanales, y aplicaciones como Zoom comi¨¦ndose parte del pastel de los viajes de negocios. Esos cambios llevan aparejados una ristra de consecuencias econ¨®micas: ?Se esfumar¨¢n parcialmente los gastos de viajeros de negocios y congresos con que hasta ahora contaban aerol¨ªneas, hoteles y restaurantes?
S¨¦bastien Maillard, presidente del Instituto Delors, un laboratorio de ideas con sede en Par¨ªs, se pone de ejemplo a s¨ª mismo para ilustrar esa nueva realidad. ¡°Hace unos a?os fui a Madrid, habl¨¦ media hora en un acto, y volv¨ª a Francia. Hoy creo que no har¨ªa eso. Intervendr¨ªa desde Zoom y no ir¨ªa a Madrid. Y eso adem¨¢s tiene efectos sobre el equilibrio mental y la huella de carbono¡±.
No se trata solo de que el mensaje pueda transmitirse igual de n¨ªtido a trav¨¦s de la pantalla. Es lo que sucede antes y despu¨¦s. Aunque la conciliaci¨®n ha sido en muchos casos una pesadilla para los padres, obligados a tener un ojo en la pantalla y otro en los menores en el a veces reducido espacio dom¨¦stico, Maillard cree que los tiempos dif¨ªciles, con p¨¦rdidas de parientes cercanos y congelaci¨®n de la vida social, ha propiciado un fortalecimiento de los v¨ªnculos afectivos familiares. ¡°Muchas familias se han redescubierto gracias al confinamiento al pasar m¨¢s tiempo en casa con sus hijos. Los padres no querr¨¢n perder esa nueva relaci¨®n. El equilibrio entre trabajo y vida personal ser¨¢ un valor buscado¡±. Eso s¨ª, advierte de que el trasvase hacia el teletrabajo, las telecompras y la telemedicina obligar¨¢ a reforzar la seguridad contra los ciberataques.
La autonom¨ªa para trabajar fuera de la oficina plantea otras preguntas. ?Ser¨¢ necesario seguir construyendo rascacielos de oficinas? ?Ha tocado techo la poblaci¨®n de las metr¨®polis? El n¨²mero de ciudades de entre 5 y 10 millones de habitantes se ha m¨¢s que duplicado desde 1990, aquellas de m¨¢s de 10 millones han pasado de una decena ese a?o, a 33 en 2018, y ser¨¢n 43 en 2030, seg¨²n proyecciones de la ONU.
La pandemia, junto a los altos precios inmobiliarios, los problemas de tr¨¢fico o la contaminaci¨®n, amenazan con trastocar esa tendencia. Aunque otras grandes urbes crecen, Nueva York y Par¨ªs ya perd¨ªan poblaci¨®n antes de la pandemia. Y Maillard percibe que el virus ha hecho crecer el inter¨¦s por establecerse en ciudades francesas peque?as y medianas. Barclays, en un informe titulado La econom¨ªa postcovid, no cree sin embargo que vaya a producirse un ¨¦xodo masivo. ¡°Aunque una desurbanizaci¨®n a gran escala es muy poco probable, el inter¨¦s podr¨ªa trasladarse hacia ciudades m¨¢s peque?as, menos densamente pobladas¡±, se?ala el banco. Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano, cree en cambio que en Espa?a la escapada no ser¨¢ significativa m¨¢s all¨¢ de desplazamientos puntuales a suburbios de las grandes ciudades.
Un nuevo rearme de lo p¨²blico
El homo tecnol¨®gico en gestaci¨®n ser¨¢ tambi¨¦n un homo sanitario. La pandemia ser¨¢, sin duda, un argumento utilizado durante a?os o d¨¦cadas cuando alg¨²n gestor reduzca partidas de salud y haya protestas. Andr¨¦ Sapir, de Bruegel, aguarda un repunte estructural del gasto instigado de abajo arriba, pero los recursos son finitos, lo que colocar¨¢ a la clase pol¨ªtica frente a un dilema: ¡°En muchos pa¨ªses europeos la tendencia era recortar en sanidad, algo comprensible porque hemos hecho progresos que nos permiten vivir m¨¢s tiempo, pero que entra?an una serie de patolog¨ªas que son caras, sobre todo en los ¨²ltimos diez a?os de vida. Eso se acab¨®. Ya no ser¨¢ posible hacer m¨¢s recortes. Los ciudadanos exigir¨¢n m¨¢s camas de hospital y el presupuesto sanitario como m¨ªnimo se mantendr¨¢. Eso crea un problema pol¨ªtico: o se recortan otros gastos o dejamos aumentar el gasto p¨²blico¡±.
Su prestigio ya era alto, pero ?ascender¨¢ a¨²n m¨¢s la reputaci¨®n del personal sanitario? Hay expertos que apuntan a subidas salariales en los empleos esenciales que han cuidado de la humanidad en circunstancias extremas. El eurodiputado socialista Javi L¨®pez coincide en atisbar un nuevo rearme de lo p¨²blico. ¡°El Estado protector es el inesperado ganador de la pandemia. Ha aumentado la demanda de un Estado eficaz y ha puesto en valor sus prestaciones universales. Es un cambio en su favor tras 40 a?os de reducci¨®n de su rol¡±.
Europa se dio cuenta de su fragilidad cuando vio expandirse el virus mientras esperaba los aviones chinos cargados de material sanitario. Hubo retrasos, reventas de material al mejor postor y retenciones en alguna escala, como sucedi¨® en una tortuosa parada en Turqu¨ªa en que se temi¨® que 150 respiradores con destino a Espa?a fueran requisados. El mercadeo y los precios inflados tocaron el orgullo de pa¨ªses como Francia, con el presidente Emmanuel Macron hablando abiertamente de relocalizar industrias estrat¨¦gicas. Los problemas de abastecimiento sanitario est¨¢n tambi¨¦n en el epicentro de la distribuci¨®n de las vacunas, y han golpeado a otros sectores m¨¢s recientemente: la industria del motor se ha visto obligada a frenar su producci¨®n por la falta de chips en el mercado internacional ante el boom de compras de computadoras, tel¨¦fonos inteligentes y consolas de videojuegos por las restricciones pand¨¦micas y las Navidades. Y la escasez de contenedores en Asia ha encarecido y retrasado los env¨ªos, un problema del que algunos culpan a las navieras, y estas al espectacular crecimiento del comercio electr¨®nico.
?Marcha atr¨¢s en la globalizaci¨®n?
Esos contratiempos en el momento de la verdad han alimentado la desconfianza y convertido la palabra desglobalizaci¨®n en una de las m¨¢s sonoras del nuevo mundo que algunos dibujan. Barclays estima probable que las empresas traten de ser menos dependientes de China, diversificando sus cadenas de suministro hacia otros pa¨ªses asi¨¢ticos, o incluso tratando de favorecer la creaci¨®n de proveedores nacionales. Seg¨²n sus datos, el gigante asi¨¢tico supone m¨¢s del 18% de las importaciones de EE UU, m¨¢s del 20% para la UE y m¨¢s del 23% para Jap¨®n. Y ese porcentaje se dispara por encima del 50% cuando se trata de productos electr¨®nicos y maquinaria.
Pero los expertos dudan de que la relocalizaci¨®n vaya a ser de gran calado, y la ci?en al ¨¢mbito m¨¦dico. Sapir ve la idea in¨²til. ?C¨®mo podemos producir en casa material para pandemias desconocidas o desastres por venir? ¡°En el ¨²ltimo a?o, las relocalizaciones han sido absolutamente marginales. Podemos empezar a producir mascarillas en nuestros pa¨ªses, pero m¨¢s adelante el problema ser¨¢ otro. No tiene ning¨²n sentido. Podemos hacer una lista de 20 productos esenciales en los que hay que tener m¨¢s capacidad dom¨¦stica, pero eso no va a alterar el comercio internacional¡±, apunta el experto. Para Ignacio de la Torre, de Arcano, la diferencia entre lo que cobra un empleado chino y otro occidental por hacer lo mismo ¡°sigue siendo brutal¡±, lo que desincentivar¨¢ el regreso, o en todo caso lo limitar¨¢ a otros pa¨ªses de bajos salarios.
El historiador canadiense Quinn Slobodian, profesor del Wellesley College de Massachussets, que acaba de publicar en Espa?a su obra Globalistas. El fin de los imperios y el nacimiento del neoliberalismo (Capitan Swing) ve positivo un cambio hacia la producci¨®n just in case (por si acaso) en lugar del modelo actual de importaci¨®n just in time (justo a tiempo), carente de almacenaje, seguido por industrias como la automovil¨ªstica. El acad¨¦mico estadounidense cita como ejemplo el intento de la UE de crear una bater¨ªa para coches el¨¦ctricos totalmente europea. ¡°Tambi¨¦n podemos ver una versi¨®n de chovinismo econ¨®mico en la resistencia a que empresas chinas como Huawei construyan redes 5G. Hay potencialmente algo bueno en estos desarrollos en el sentido de que el libre comercio ya no aparece como la ¨²nica opci¨®n posible¡±, opina.
El eurodiputado de Los Verdes, Ernest Urtasun, constata un cambio de mentalidad en el seno de la UE. ¡°Nunca antes hab¨ªamos tenido debates sobre la autonom¨ªa estrat¨¦gica de la UE. Estaba establecido de forma mayoritaria que la globalizaci¨®n y el libre comercio, sin l¨ªmites y sin gobernanza, era positivo para la UE. Ahora esto est¨¢ cambiando, y abre nuevas oportunidades para sectores industriales estrat¨¦gicos en ¨¢mbitos como la biomedicina, la energ¨ªa o la movilidad¡±.
Su grupo pol¨ªtico, el ecologista, ha crecido con fuerza en el continente, y aspira incluso a formar parte del pr¨®ximo Gobierno alem¨¢n, lo que podr¨ªa otorgar un inmenso poder a unas ideas, las de la preservaci¨®n del planeta, que ya han sido asumidas parcialmente por otras fuerzas pol¨ªticas. Urtasun da por hecho que los coches y motos de combusti¨®n desaparecer¨¢n y crecer¨¢n los puntos de recargas de coches el¨¦ctricos. ¡°El transporte y la movilidad ser¨¢n fundamentalmente el¨¦ctricos en pocos a?os y eso ser¨¢ un cambio muy visible y de mucho calado. Las pol¨ªticas de mejora de calidad del aire, del agua y de protecci¨®n de la biodiversidad cambiar¨¢n los paisajes urbanos y rurales¡±.
M¨¢s desigualdad
La UE dedicar¨¢ al tr¨¢nsito a las renovables buena parte del plan de reconstrucci¨®n financiado por la primera emisi¨®n de deuda conjunta en la historia del club comunitario. La transformaci¨®n se ha dotado de un fondo de transici¨®n justa para no dejar atr¨¢s a los trabajadores de industrias contaminantes destinadas a desaparecer, cuyo prototipo es el minero polaco. La pandemia ha puesto nuevas piedras en el camino: el desempleo ha crecido, y se teme que el auge de la robotizaci¨®n, que eleva la productividad sin necesidad de distancia social ni cuarentenas, unido al cambio a una econom¨ªa libre de emisiones, que obligar¨¢ a reinventarse a miles de trabajadores, provoque m¨¢s paro.
¡°La inteligencia artificial ya impulsa muchas de nuestras aplicaciones y sitios web favoritos, y en los pr¨®ximos a?os conducir¨¢ nuestros coches, gestionar¨¢ nuestras carteras, fabricar¨¢ gran parte de lo que compramos y sus consecuencias podr¨ªan dejarnos sin trabajo¡±, dice el empresario Kai-Fu Lee en su libro Superpotencias de la inteligencia artificial (Ediciones Deusto). La fe en sus posibilidades es compartida tambi¨¦n por la Comisi¨®n Europea. ¡°Cambiar¨¢ nuestras vidas, pues mejorar¨¢ la atenci¨®n sanitaria, por ejemplo, incrementando la precisi¨®n de los diagn¨®sticos y permitiendo una mejor prevenci¨®n de las enfermedades¡±, dice el libro blanco de Bruselas sobre el tema.
Andr¨¦ Sapir ve semejanzas con lo que sucedi¨® en la crisis petrolera de los a?os setenta. ¡°Hubo mucho desempleo y poco a poco las cosas fueron a mejor. Ahora tenemos el shock de la pandemia, y si le a?adimos el cambio tecnol¨®gico y la transformaci¨®n clim¨¢tica puede crear problemas de adaptaci¨®n que golpeen el empleo. Pero no durar¨¢n eternamente. El problema es que si bien diez a?os en la vida de un pa¨ªs no son nada, es mucho en la de un ciudadano¡±.
El debate sobre la desigualdad puede recrudecerse en un entorno as¨ª. Los confinamientos han generado dos clases. Por un lado, los asalariados con posibilidad de teletrabajar han llevado el ahorro a m¨¢ximos. Siguen cobrando la n¨®mina, y gastan menos en ocio, viajes u hosteler¨ªa. Frente a ellos, los aut¨®nomos de sectores presenciales, desempleados, y j¨®venes que tratan de acceder al mercado laboral, est¨¢n pagando la factura de la crisis, lo que ha llevado al Estado a aumentar las ayudas. Pero la desigualdad en eso tambi¨¦n es geogr¨¢fica. Mientras EE UU env¨ªa cheques a millones de sus ciudadanos y Alemania entrega ayudas directas a los m¨¢s afectados, otros pa¨ªses carecen de un margen tan amplio para gastar.
Los inversores han asumido el crecimiento exponencial de la deuda sin parpadear. Las primas de riesgo siguen por los suelos gracias a los bajos tipos de inter¨¦s. Pero Sapir cree que es pronto para cantar victoria: ¡°Italia tiene un crecimiento estancado desde hace mucho y problemas pol¨ªticos recurrentes. S¨²per Mario Draghi puede salvar el pa¨ªs por unos meses, pero ?qu¨¦ pasar¨¢ luego? ?Acaso Italia va a cambiar radicalmente, empezar a crecer y solucionar problemas end¨¦micos? Si los mercados zozobran por su deuda, la inestabilidad y el bajo crecimiento, puede ser un problema para la zona euro. Grecia era una econom¨ªa min¨²scula y se hablaba de ella a diario en peri¨®dicos de todo el mundo¡±.
El ascenso chino
La gran amenaza geopol¨ªtica del siglo XXI, sin embargo, ser¨¢ la competencia entre Estados Unidos y China por la hegemon¨ªa mundial. ¡°La pandemia ha profundizado las tendencias ya en marcha en lugar de crear nuevas direcciones. Aqu¨ª pienso especialmente en el ascenso al dominio econ¨®mico de China. La inseguridad sobre el desaf¨ªo chino es muy profunda entre la ¨¦lite estadounidense y est¨¢ comenzando a llegar a los estadounidenses promedio, que lentamente se est¨¢n dando cuenta de que su pa¨ªs ha dejado de ser el d¨ªnamo del capitalismo global. La recuperaci¨®n de China ha sido mucho m¨¢s r¨¢pida que la de EE. UU. Y han gestionado la pandemia de forma mucho m¨¢s eficiente¡±, opina el canadiense Quinn Slobodian.
Esa competencia geopol¨ªtica de alto voltaje est¨¢ destinada a marcar las pr¨®ximas d¨¦cadas, pero esta nueva Guerra Fr¨ªa no tendr¨¢ nada que ver con la anterior seg¨²n Sapir, que acaba de publicar el libro China and the WTO: Why Multilateralism Still Matters. A diferencia de lo sucedido con la URSS, no es posible cortar los puentes con el primer exportador de bienes del mundo. ¡°Hay dos cosas diferentes que podemos esperar en la actitud de Joe Biden sobre China: por un lado, reconocer que siempre estar¨¢ ah¨ª y EE UU no puede derrotarla sino que debe convivir con ella, y por otro, cooperar con la UE para crear un frente ¨²nico que presione a China para que se parezca m¨¢s a nosotros¡±.
El fin de la Primera Guerra Mundial trajo el derrumbe de los Imperios, el de la Segunda, el nuevo orden multilateral y una edad dorada del capitalismo. ?A qu¨¦ periodo se asemejar¨¢ la postpandemia? En esto, casi nadie se pone de acuerdo. Maillard ve paralelismos con las posguerras mundiales. Para Urtasun, ¡°a¨²n no sabemos si se parecer¨¢ m¨¢s al New Deal, o a los cambios lampedusianos [que todo cambie para que todo siga igual] que vivimos tras la crisis financiera en 2008¡å. Slobodian lo compara con la crisis petrolera de los a?os 70, cuando el mundo industrializado se dio cuenta de repente de cu¨¢n dependiente hab¨ªa sido su estilo de vida de la energ¨ªa barata. ¡°Hab¨ªa una ambici¨®n de repensar el mundo en esa d¨¦cada que se corresponde con lo que yo esperar¨ªa, en mis momentos m¨¢s optimistas, que pudiera seguir a la pandemia¡±.
Los billetes de avi¨®n, m¨¢s caros
Las aerol¨ªneas han lidiado con enormes turbulencias en lo que va de siglo: los atentados del 11 de septiembre derivaron en la prohibici¨®n de introducir l¨ªquidos en los aviones, la Gran Recesi¨®n propici¨® la quiebra de varias aerol¨ªneas, y las cenizas expulsadas por un volc¨¢n island¨¦s en 2010 trastocaron los vuelos transatl¨¢nticos durante semanas. Ninguna de ellas es sin embargo comparable a la magnitud del zarpazo de la pandemia. ?Qu¨¦ cambios traer¨¢? Jennifer Janzen, de Airlines for Europe, la patronal del sector, atisba dos modificaciones fundamentales: En primer lugar, cree que los billetes ser¨¢n m¨¢s caros: "Es la peor crisis para la aviaci¨®n desde la Segunda Guerra Mundial. No todas las aerol¨ªneas sobrevivir¨¢n. Eso puede traducirse en que haya menos vuelos y una mayor presi¨®n sobre los resultados de las aerol¨ªneas, lo que podr¨ªa hacer subir los precios". Adem¨¢s, estima que se implantar¨¢n nuevos requisitos para volar: "Ense?ar el certificado de vacunaci¨®n en formato digital quiz¨¢ se convierta en parte de la experiencia de viajar, igual que sacar los l¨ªquidos os pases de vacunaci¨®n deber¨ªan permitir a los viajeros evitar las restricciones de viaje en el futuro. Mientras tanto, veremos un aumento de las pruebas r¨¢pidas de ant¨ªgenos, ya que son m¨¢s baratas que las PCR y sus resultados se obtienen m¨¢s r¨¢pido".
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