Evitar que 2050 sea una misi¨®n imposible
Si es posible un acuerdo global sobre el impuesto de sociedades, tambi¨¦n deber¨ªa serlo en la lucha clim¨¢tica
Por fin los cient¨ªficos, con el apoyo de los j¨®venes y otros grupos de acci¨®n por el clima han hecho mella en los pol¨ªticos, quienes han tomado conciencia de que el cambio clim¨¢tico y sus inminentes consecuencias se derivan de la acci¨®n humana. El efecto domin¨®, al que han contribuido sin duda la ley europea sobre el clima y el fallo del tribunal constitucional alem¨¢n, parece haber concienciado a los poderosos. Hace tres semanas la reuni¨®n del G-7 concluy¨® con el bautizado como ¡°consenso de Cornualles¡± que contiene una serie de recomendaciones pol¨ªticas abordando cuatro puntos clave: salud, comercio, clima y digitalizaci¨®n.
La buena noticia es que los puntos se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la mala es la falta de propuestas concretas, lo cual afecta a la acci¨®n contra el cambio clim¨¢tico. En este sentido, los l¨ªderes asesorados por Nicholas Stern reconocen que el Acuerdo de Par¨ªs se queda corto y que una hoja de ruta m¨¢s ambiciosa y efectiva es imprescindible para alcanzar el objetivo de neutralidad del carbono en 2050. Para lograr dicha neutralidad, el documento hace referencia a la necesidad de acelerar la innovaci¨®n y generar incentivos claros en los mercados y plantea las siguientes cinco propuestas: crear un centro de investigaci¨®n europeo centrado en la energ¨ªa nuclear; desarrollar un marco com¨²n para las emisiones de bonos verdes; acelerar la acci¨®n para la transici¨®n verde mejorando los sistemas de estandarizaci¨®n; lanzar una propuesta multilateral para la descarbonizaci¨®n implicando a la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), que sea justa, ambiciosa y ampliamente consensuada; y finalmente, crear un mecanismo comercial que prevenga la fuga de carbono y que sea compatible con las reglas de la OMC.
La primera propuesta invita a la controversia, dado que varios pa¨ªses, incluyendo Alemania, se han despedido de las nucleares y, podr¨ªa argumentarse que, dado que la tecnolog¨ªa en renovables est¨¢ suficientemente avanzada, la generaci¨®n de incentivos para su uso a una escala mayor deber¨ªa fijarse como prioridad.
En cuanto a la segunda, los bonos verdes, estos est¨¢n ganando fuelle en los mercados financieros y, por tanto, una definici¨®n y regulaci¨®n est¨¢ndar es imprescindible para que la denominaci¨®n sea correcta. La tercera propuesta, acelerar las acciones para regular los est¨¢ndares de los productos, ser¨¢ crucial para aumentar la transparencia, permitiendo que los consumidores identifiquen m¨¢s f¨¢cilmente los productos sostenibles, es decir, que se produzcan respetando el medioambiente y pagando a los trabajadores salarios dignos.
La falta de concreci¨®n es m¨¢s notoria si cabe, en las dos propuestas restantes. Aunque el punto cuarto ¡ªlograr la descarbonizaci¨®n¡ª es crucial, el G-7 no propone ninguna hoja de ruta clara para alcanzarlo. Varios son los instrumentos de pol¨ªtica ambiental disponibles, entre los cuales los mercados de derechos de emisiones y los impuestos al carbono han sido los m¨¢s adoptados. El problema es que no hay un mercado global de emisiones y los pocos existentes no incluyen a todos los sectores productivos. En cuanto a los impuestos de carbono, al ser regresivos afectan m¨¢s a las clases menos pudientes acentuando as¨ª los problemas de desigualdad econ¨®mica y tendiendo a generar oposici¨®n en la poblaci¨®n. Una propuesta que salvar¨ªa los escollos de desigualdad es la recientemente lanzada por el profesor de Chicago Raghuram Rajan, la cual consiste en dise?ar un incentivo global para reducir las emisiones. El economista propone establecer un umbral global de emisiones per c¨¢pita, que sugiere sea la media mundial de cinco toneladas. Los pa¨ªses que emitan m¨¢s deber¨ªan contribuir a un fondo global con un pago de 10 d¨®lares por cada tonelada de m¨¢s y por habitante, del cual ser¨ªan beneficiarios los pa¨ªses menos contaminantes.
Finalmente, el mecanismo comercial para prevenir la fuga de carbono no es una panacea, de hecho, un ajuste fiscal en la frontera, propuesta que baraja la Uni¨®n Europea, da?ar¨ªa las exportaciones de pa¨ªses menos avanzados y, como apunta Rajan puede servir de caballo de Troya para el proteccionismo y, sobre todo, no tiene en cuenta la justicia social. En resumen, para que alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 no se convierta en una misi¨®n imposible, propuestas solidarias como la del incentivo global deber¨ªan ser consideradas y evaluadas cuidadosamente. No sirve desecharlas por simplistas sin plantear alternativas. Si ha sido posible allanar el camino para fijar un impuesto global de sociedades del 15%, tambi¨¦n deber¨¢ ser posible hacer algo similar contra el cambio clim¨¢tico.
Inmaculada Mart¨ªnez-Zarzoso es profesora de las universidades de G?ttingen y Jaume I.
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