Sospechosa opacidad del precio de la luz
Resulta perverso que cuanto m¨¢s suba el gas, m¨¢s ganen todas las compa?¨ªas y, por tanto a nadie interesa su rebaja
El precio de la electricidad es inasumible para una parte creciente de ciudadanos. El pasado d¨ªa 21 alcanz¨® los 106,5 euros por megavatio hora (MWh), el m¨¢s elevado de la historia. Un encarecimiento que resulta incomprensible tras la progresiva implantaci¨®n de las energ¨ªas renovables, que en 2020 significaron el 43,6% de la generaci¨®n el¨¦ctrica. Tampoco es razonable que Espa?a sea el segundo pa¨ªs m¨¢s caro de la UE.
La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transici¨®n Ecol¨®gica, Teresa Ribera, ha reconocido esta contradicci¨®n. Dos causas sobresalen de este desatino. El desequilibrado funcionamiento del mercado el¨¦ctrico y el encarecimiento de los derechos de las emisiones de CO?. El resultado, un colosal aumento de beneficios para unos pocos (las compa?¨ªas) y un perjuicio generalizado (ciudadanos y empresas).
El mercado de la luz se rige por el sistema marginalista. Significa que las distintas compa?¨ªas ofrecen su producci¨®n en un mercado mayorista que sigue un sistema de subastas. Primero se compran las energ¨ªas m¨¢s baratas (nuclear y renovables) y finalmente las m¨¢s caras (gas natural). Si no hay viento, no hay e¨®lica, que representa el 22% de la producci¨®n, y se tiene que recurrir al gas que aporta el 18%.
El sistema marginal significa que el precio de la ¨²ltima energ¨ªa que entra, el gas (hasta 100 euros el MWh) se aplica a las dem¨¢s energ¨ªas como la hidr¨¢ulica o nuclear cuyo coste de producci¨®n est¨¢ en la cuarta parte. Sobre el precio del gas hay incertidumbres por la dependencia de Rusia y China. Pero tambi¨¦n suspicacias porque se adopta el del mercado spot, m¨¢s caro, y la ausencia de reservas estrat¨¦gicas.
Suprimir los beneficios ca¨ªdos del cielo
En junio el Gobierno present¨® un anteproyecto para minorar en unos 1.000 millones de euros las ganancias injustificadas de las productoras de nuclear e hidr¨¢ulica que genera este sistema. Las poderosas el¨¦ctricas protestaron. Desde entonces las relaciones con el Gobierno se enturbiaron y los precios casualmente se dispararon. El sistema marginal se implant¨® en 1997 cuando no hab¨ªa tanta diferencia de precios. Espa?a deber¨ªa poder readaptar su mercado como la UE permite a otros pa¨ªses.
El otro desbarajuste deriva del aumento del 60% del coste de las emisiones de CO?, actualmente en 50 euros por tonelada, que tambi¨¦n encarecen la electricidad. Este sistema europeo persigue reducir las emisiones. Las empresas contaminantes tienen que comprar derechos si se exceden en las emisiones o pueden venderlos si las reducen por mejora de sus instalaciones. Pero el mecanismo se ha distorsionado por la intervenci¨®n de fondos especulativos.
El problema no es el mercado en s¨ª, sino su sospechosa opacidad. Es una perversi¨®n que cuanto m¨¢s suba el gas, m¨¢s ganen todas las compa?¨ªas y, por tanto a nadie interesa su rebaja. Nada de libre competencia. El premio Nobel Jean Tirole, en su obra La econom¨ªa del bien com¨²n, sostiene que ¡°si bien el mercado es un factor de eficacia, no tiene ninguna raz¨®n para generar equidad¡±. La equidad exige regulaci¨®n justa, que es de lo que carece el mercado el¨¦ctrico.
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