La grandeza de la aceituna
Cuando se obstaculiza el libre comercio es cuando se descubre que el grueso de la literatura proteccionista no es protectora, sino conservadora al modo reaccionario

Los polacos ultras aprenden la bondad del liberalismo pol¨ªtico en la pizarra de las interferencias, violencias y agresiones de la dictadura bielorrusa. De modo similar, astilla de igual le?a, muchos espa?oles adictos a la funesta idea proteccionista (pagada con dinero de otros) deletrear¨¢n las virtudes del libre comercio gracias a la ilegalizaci¨®n de los aranceles trumpistas contra nuestra benem¨¦rita aceituna.
O sea: cuando se obstaculiza el libre comercio, se le grava con tasas exteriores abusivas o se le obstaculiza mediante est¨¢ndares seudot¨¦cnicos o seudosanitarios, es cuando se descubre que el grueso de la literatura proteccionista no es protectora, sino conservadora al modo reaccionario.
Excluyamos generosamente de ese infierno intelectual a Dani Rodrik y otros que intentan ¡ªa veces, esquem¨¢ticos¡ª tolerar un libre comercio basado en la igualdad de oportunidades territoriales y de capacidad de negociaci¨®n; exento de las imposiciones de una globalizaci¨®n desregulada; y cr¨ªtico con los costes sociales de la b¨²squeda de la mano de obra m¨¢s barata, no importa bajo qu¨¦ Estatuto del Trabajador.
De los principios neoliberales del Consenso de Washington, casi ¨²nicamente se salva el libre comercio, siempre que se someta a reglas y compensaciones.
El mercado agr¨ªcola espa?ol es en eso paradigm¨¢tico. Productos como los c¨ªtricos, por su calidad y competitividad, no han necesitado durante decenios ninguna protecci¨®n, al estilo de las p¨¦treas Farm Bill de EE UU. O de la original Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n europea (PAC), por suerte en v¨ªas de trocarse en pol¨ªtica social/mediambiental en vez de un bonus para arreglar las cuentas de los Windsor y los Alba.
Y a la inversa, las tradicionales protestas por la importaci¨®n del delicioso tomate magreb¨ª no son exponente de progreso, sino de xenofobia hortofrut¨ªcola. O vienen los inmigrantes o vienen sus hortalizas.
El proteccionismo solo puede encontrar justificaci¨®n temporal en la fase de despegue de una industria o sector, el llamado take off: para fortificar transitoriamente una actividad embrionaria y d¨¦bil.
O bien para garantizar temporalmente suministros estrat¨¦gicos esenciales para una sociedad: la PAC se justific¨® al principio en la necesidad del autobastecimiento nutricional de un continente hambriento tras la Segunda Guerra Mundial.
Y algo parecido sucede ahora con la exigencia, vehiculada por la gran comisaria liberal Margrethe Vestager, de que las pol¨ªticas industrial y de la competencia europeas sintonicen en la urgencia de garantizar la disponibilidad de semiconductores para la automoci¨®n y la electr¨®nica.
Pero de ah¨ª a utilizar esos argumentos como coartadas permanentes, o a ampararse en el discutible dumping social para bloquear importaciones de los pa¨ªses pobres, hay un trecho. La grandeza de la aceituna es que nos ilustra sobre esos huesos.
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