Espa?a se al¨ªa con Alemania en la reforma de las reglas fiscales
Pedro S¨¢nchez deja a un lado la alianza natural con Francia e Italia para reforzar lazos con el socialdem¨®crata Olaf Scholz
Las grandes crisis remueven los cimientos de todo lo que tocan. La Gran Recesi¨®n dej¨® hace 10 a?os un rastro de desasosiego en Europa, con una fea cicatriz recorriendo el continente de Norte a Sur y una extra?a abundancia de estereotipos: las mentiras griegas, la delirante exuberancia espa?ola, el liderazgo egoist¨®n de una Alemania que decret¨® austeridad para todo el continente. Al catastr¨®fico recorrido de nuestro joven siglo le deparaba otra sorpresa formidable: una segunda gran crisis en apenas una d¨¦cada ¡ªlo nunca visto¡ª causada por la pandemia. Esta vez las heridas estaban tan frescas que hubo menos errores, y los recortes dirigidos por el p¨¢nico y la letal inhibici¨®n del BCE en los primeros compases de la Gran Recesi¨®n dieron paso a un activismo fiscal y monetario inusitado. Los resultados son evidentes. Espa?a, que tard¨® ocho a?os en recuperar el PIB precrisis tras el batacazo anterior, lo lograr¨¢ en apenas tres a?os esta vez. Pero los efectos secundarios pueden acabar siendo a¨²n m¨¢s profundos. M¨¢s pol¨ªticos: un cambio en la constelaci¨®n de alianzas en la UE.
A estas alturas ya todo el mundo admite que las reglas fiscales europeas son est¨²pidas. Pr¨¢cticamente todos los gobiernos del club est¨¢n de acuerdo en reformarlas de inmediato. Esa, junto con la respuesta del BCE a las presiones inflacionarias, es la clave de la pol¨ªtica econ¨®mica de los pr¨®ximos tiempos. Y ojo a las alianzas que vienen por ese flanco: Espa?a se arrimar¨¢ a Alemania en esa reforma del Pacto de Estabilidad, seg¨²n las fuentes consultadas en el Gobierno, y evitar¨¢ as¨ª el eje francoitaliano que han forjado Emmanuel Macron y Mario Draghi. El vector socialdem¨®crata y la sinton¨ªa entre Olaf Scholz y Pedro S¨¢nchez pesan m¨¢s que el magisterio de un tecn¨®crata italiano (Draghi) y los arrebatos de un socioliberal franc¨¦s (Macron). Esa sinton¨ªa cotiza por encima del hecho de que al cabo Francia e Italia comparten problemas econ¨®micos con Espa?a: cortes¨ªas de la crisis.
El argumentario del Gobierno se resume en tres principios fundamentales. Uno: velocidad. ¡°Espa?a quiere que la reforma llegue cuanto antes: no tiene sentido aplicar unas reglas que han quedado obsoletas cuando muchos pa¨ªses tienen deudas p¨²blicas por encima del 100% del PIB y nunca las van a cumplir. Es imprescindible reformar ya el Pacto o al menos lograr una transici¨®n ordenada aplicando cl¨¢usulas de m¨¢xima flexibilidad. Hay que evitar la repetici¨®n de errores del pasado¡±, cuenta una alta fuente gubernamental. Dos: consenso. Espa?a evitar¨¢ unirse al eje francoitaliano ¡ªcon un documento confirmado por Draghi y Macron que se har¨¢ p¨²blico justo despu¨¦s de la inminente visita de Scholz a Roma¡ª con el objetivo declarado de evitar los frentes. ¡°Con la Gran Recesi¨®n estall¨® una guerra de baja intensidad Norte-Sur, y si queremos que esto funcione hay que evitar un grado de divisi¨®n tan llamativo¡±, seg¨²n las mismas fuentes. De ah¨ª el intento de sumar a Holanda para incorporar a alguno de los mal llamados frugales ¡ªlos partidarios de la ortodoxia fiscal¡ª al bloque de pa¨ªses que capitanear¨¢ esa reforma.
El tercer y ¨²ltimo principio es la verdadera novedad de la estrategia espa?ola. ¡°La ambici¨®n de la reforma depende de Alemania, de que el nuevo tripartito concrete su visi¨®n europea¡±, a?aden las fuentes consultadas, ¡°y, por lo tanto, lo l¨®gico es esperar a Berl¨ªn¡±. Eso supone sortear esta vez la alianza natural de Espa?a, la de Francia e Italia. Pero tiene sus riesgos. La Alemania de Merkel protagoniz¨® un liderazgo cicatero y casi indeseado ¡ªremisa a jugar el papel hegem¨®nico¡ª, con una visi¨®n moralista que a la postre obedec¨ªa a sus dos grandes obsesiones: cuadrar las cuentas y aumentar el super¨¢vit comercial. Eso cristaliz¨® en meros apa?os para ir tirando. Mariano Rajoy se peg¨® a la canciller Merkel con resultados muy discutibles. Pero Madrid sostiene que Berl¨ªn ha cambiado con los 750.000 millones del Next Generation, que incluyen una mutualizaci¨®n de deuda que Merkel hab¨ªa rechazado de plano: ¡°No habr¨¢ mutualizaci¨®n mientras yo viva¡±, dijo una vez. ¡°Espa?a deber¨ªa tener claro que el papel de Alemania puede cambiar en funci¨®n de sus intereses, y m¨¢s a¨²n con el potencial riesgo del giro a la derecha de la CDU, que puede complicar los equilibrios de Scholz con verdes y liberales¡±, aluden fuentes financieras.
Los sherpas de S¨¢nchez y Scholz se han reunido ya para fraguar las l¨ªneas maestras de esa nueva relaci¨®n. La vicepresidenta Nadia Calvi?o y el liberal Christian Lindner tambi¨¦n se han visto las caras. La Moncloa prepara una cita bilateral al m¨¢s alto nivel que no tardar¨¢. Madrid y Berl¨ªn, eso s¨ª, tendr¨¢n que conjugar su visi¨®n con la de Par¨ªs y Roma. Y con la Comisi¨®n Europea: en Bruselas la nueva constituci¨®n fiscal empieza a tomar forma. Habr¨¢ objetivos de deuda por pa¨ªses, una especie de traje a medida para evitar que el list¨®n de endeudamiento del 60% se convierta en una camisa de fuerza. Se retorcer¨¢n los tratados para que no sea necesario un cambio legal. Y el nuevo pacto permitir¨¢ a Europa acometer la doble transici¨®n (medioambiental y tecnol¨®gica) con niveles de inversi¨®n ambiciosos, afirman fuentes europeas, a trav¨¦s de reglas de oro que eviten que computen en el d¨¦ficit, una idea que data de los tiempos de Jacques Delors, nada menos.
Hace ya unas d¨¦cadas que las grandes amenazas de Occidente no est¨¢n asociadas a las guerras, sino m¨¢s bien a la econom¨ªa, con la triple amenaza de la devastaci¨®n ambiental, el paro y las pandemias. Las reglas fiscales no son una especie de navaja suiza capaz de solucionar todos los males, pero el objetivo es que, al menos, no provoquen cuchilladas econ¨®micas autoinfligidas en forma de recesi¨®n. Europa tiene ante s¨ª al menos tres hamlets, tres dilemas revirados: en pol¨ªtica fiscal (acelerar la consolidaci¨®n fiscal o seguir proporcionando muletas al crecimiento), en pol¨ªtica monetaria (posible retirada de est¨ªmulos por el repunte inflacionario) y en la regulaci¨®n financiera (para obligar a un cierto desendeudamiento que d¨¦ solidez al sistema en un momento en el que hace falta cr¨¦dito e inversi¨®n). La ortodoxia lleva cuatro d¨¦cadas ganando de calle en ese ser o no ser, pero las grandes crisis tienen capacidad para romper consensos amplios de forma abrupta. Queda mucha pandemia: m¨¢s le vale a la UE refinar sus reglas para dejar de dar la impresi¨®n de estar comi¨¦ndose el foie gras de la pol¨ªtica econ¨®mica directamente de la lata.
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