La ofensiva definitiva de Gilinski: el banquero colombiano que quiere tragarse al resto
El financiero lanza dos ofertas p¨²blicas de adquisici¨®n hostiles contra uno de los principales grupos del pa¨ªs en plena ¨¦poca navide?a
El mundo financiero colombiano vive estos d¨ªas una historia de intriga, venganza y deseos de poder. En un movimiento que ha agarrado a todo el mundo por sorpresa, el banquero Jaime Gilinski ha lanzado dos Opas hostiles para tomar el control de los activos m¨¢s importantes del Grupo Empresarial Antioque?o (GEA), la compa?¨ªa de alimentaci¨®n Nutresa y el holding financiero Grupo Sura. En este ¨²ltimo se encuentra Bancolombia, con quien el empresario arrastra un viejo trauma. Los perjudicados han recibido la noticia como una declaraci¨®n de guerra. Gilinski, de prosperar sus planes, se convertir¨ªa en el segundo empresario m¨¢s importante del pa¨ªs, solo por detr¨¢s del m¨¢s rico de todos, Luis Carlos Sarmiento Angulo.
El movimiento ha dinamitado la calma que acompa?a las Navidades en Colombia, una ¨¦poca de receso sin apenas actividad. No se habla de otra cosa en los c¨ªrculos empresariales. Los Gilinski (Jaime y su hijo Gabriel) venden la operaci¨®n como el negocio del a?o para los accionistas, que podr¨ªan cobrar hasta cerca de un 40% m¨¢s de su valor. Las opas terminan la segunda semana de enero, cuando se sabr¨¢ si han tenido ¨¦xito. Los administradores del Gea consideran que Gilinski se ha aprovechado de un momento de debilidad en el que la acci¨®n est¨¢ muy baja por culpa de la pandemia y no refleja el valor real del negocio. Creen que entre sus planes est¨¢ disgregar las empresas y venderlas por partes, una buena operaci¨®n corto plazo que, sin embargo, acaba con un potente conglomerado que podr¨ªa obtener mejores resultados con m¨¢s tiempo.
El GEA es una rareza dentro del mundo financiero del pa¨ªs, en el que predominan las grandes familias propietarias. En cambio, esta compa?¨ªa tiene 14.000 accionistas, un 40% con una participaci¨®n por debajo del 2%. Entre los minoritarios se encuentran los fondos de pensiones, una garant¨ªa para sus afiliados. En los 70 idearon una estrategia, la del enroque, que consiste en repartir la propiedad en una serie de inversiones cruzadas entre las distintas compa?¨ªas que lo componen. Fue una tropicalizaci¨®n del m¨¦todo japon¨¦s Keiretsu. Su objetivo era protegerse de familias empresariales como la que ahora pretende hacerse con el control.
No hay que olvidar en este asunto el componente regional. El GEA se cre¨® en Antioquia, cuya capital es Medell¨ªn. Frente a la aristocr¨¢tica Bogot¨¢, Medell¨ªn se considera el coraz¨®n empresarial del pa¨ªs. Sus empresarios sienten un fuerte orgullo regional. La irrupci¨®n de Gilinski, respaldado en la operaci¨®n por la familia real de Abu Dhabi con una carta de cr¨¦dito, supone la llegada de un extra?o que viene a cambiar todo el panorama local. Gilisnki, seg¨²n Bloomberg, posee un patrimonio de 4.400 millones de d¨®lares.
¡°Tengo muchas duda sobre esta operaci¨®n¡±, opina Jorge Restrepo, profesor de econom¨ªa de la Universidad Javeriana. ¡°?Es conveniente para el inter¨¦s a largo plazo? No. ?Es conveniente para el mercado de capitales de Colombia? Tampoco. Si los Gikinski toman el control de las empresas y las sacan del mercado accionarial, se seca el mercado. Casi no existir¨ªa¡±, a?ade.
Restrepo explica que la bolsa colombiana no tiene la profundidad para marcar un precio correcto de las empresas en un contexto de crisis como el actual. Es un mercado de muy pocos participantes, donde se complica tener alta bursatilidad. Apenas hay que gente compre y venda acciones como m¨¦todo de ahorro o especulaci¨®n. El sindicato antioque?o y su manera de hacer negocios fue una forma de mantenerse a flote sin que las grandes fortunas del pa¨ªs se lo tragaran. ¡°La clase empresarial antioque?a es responsable con el desarrollo del pa¨ªs, con el medio ambiente. Esos est¨¢ndares de bien comunitario no los tiene Gilinski¡±, zanja Restrepo.
Desde Antioquia reconocen que no han estado lo suficientemente r¨¢pidos para buscar unos inversionistas que pudieran evitar una operaci¨®n como esta. O que se han demorado en cotizar en bolsas de m¨¢s empaque, como la de Nueva York. Pero su defensa consiste en asegurar que las acciones subir¨¢n en el medio plazo y que en el largo se tendr¨¢ un beneficio s¨®lido. All¨ª desconf¨ªan de los m¨¦todos de Gilinski para tomar a la fuerza sus empresas, con dos compa?¨ªas creadas hace 12 meses y con un capital de 250 d¨®lares. Solo Sura, por ejemplo, tiene un valor patrimonial cercano a los 7.000 millones de d¨®lares. Las garant¨ªas del banco real se adhieren a la Opa, pero no a una hipot¨¦tica responsabilidad civil. El grupo se ha sentido desprotegido por parte de los reguladores y el propio Gobierno, que en una situaci¨®n de postraci¨®n financiera como la actual, creen ellos, deber¨ªa poner l¨ªmites.
Detr¨¢s de esta toma hostil hay viejas rencillas. Bancolombia, la joya del grupo Sura, est¨¢ en el centro de la disputa, de nuevo. Hay que retroceder un cuarto de siglo para encontrar el origen. En 1997, los Gilinski convirtieron el Banco de Colombia en una de las principales entidades financieras del pa¨ªs. El Banco Industrial Colombiano, de Antioquia, se qued¨® con el 51% de sus acciones a cambio de pagarle a los Gilinski 418 millones. Las entidades se fusionaron, y de ah¨ª naci¨® Bancolombia. Tiempo despu¨¦s, los vendedores mostraron su malestar en c¨®mo se hab¨ªa desarrollado la operaci¨®n y llevaron ante la justicia que parte del pago se hab¨ªa hecho con el propio dinero de los inversores, algo que neg¨® la otra parte. Al final, el banquero perdi¨®, se qued¨® sin ninguna participaci¨®n en el banco fusionado. Hay quien ve en la Opa actual una enmienda de Giliiski a lo que ocurri¨® entonces.
La batalla entre las partes se ha trasladado a la prensa. ¡°La OPA por Nutresa: expectativa por el que ser¨ªa el negocio empresarial del a?o¡±, titulaba Semana la semana pasada. La revista, en su d¨ªa un referente period¨ªstico, pertenece desde hace m¨¢s de un a?o a los Gilinski. La Silla Vac¨ªa, un medio con menos historia, analiz¨® las 70 informaciones que hab¨ªa publicado la revista para concluir que el medio difund¨ªa que las Opas eran un gran negocio y que los antioque?os son los villanos en todo este embrollo. Semana contraatac¨® asegurando que el GEA ha financiado el periodismo independiente de la Silla, algo que se sab¨ªa porque el medio publica todos los a?os sus cuentas. El enfrentamiento ha escalado en todos los frentes.
Cuando Gilinski compr¨® Semana los colombianos volvieron a acordarse de ¨¦l. La gente lo hab¨ªa olvidado por estar centrado en sus negocios en el exterior. Ahora, toma definitivamente protagonismo. El banquero quiere reinar en Colombia y, de paso, arreglar sus errores del pasado.
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