El capit¨¢n de uno de los mayores portacontenedores del mundo: ¡°Hay que aumentar capacidad portuaria, y eso lleva tiempo¡±
El dan¨¦s Thomas Sletting dirige el rumbo del gigante ¡°Mette Maersk¡± junto a otros 26 tripulantes de diversas nacionalidades y pronostica medio a?o m¨¢s de problemas de suministro
Cuando el dan¨¦s Thomas Sletting era solo un cadete que empezaba en eso de navegar, pregunt¨® a un alto mando a punto de ser ascendido a capit¨¢n c¨®mo se sabe uno preparado para un puesto de esa responsabilidad. C¨®mo sentirse capaz de dirigir con ¨¦xito tripulaciones a bordo de barcos de miles de toneladas. La respuesta fue sencilla: solo hace falta tiempo.
Hoy Sletting acumula una experiencia de m¨¢s de dos d¨¦cadas en la industria mar¨ªtima, y es el capit¨¢n de uno de los buques portacontenedores m¨¢s grandes del planeta, el Mette Maersk, propiedad de la naviera danesa del mismo apellido, la mayor del mundo. ¡°Se puede decir que es intimidante, pero de repente un d¨ªa est¨¢s listo para tomar el control¡±, afirma por videoconferencia desde el puerto de Tanjung Pelepas, en Malasia, donde acaban de llegar para cargar mercanc¨ªas rumbo a Europa, con R¨®terdam como primer destino continental.
Las dimensiones del Mette Maersk impresionan. Vac¨ªo pesa 214.121 toneladas, mide 399 metros de eslora ¡ªel equivalente al largo de cuatro campos de f¨²tbol¡ª y 59 de manga. Tiene capacidad para 18.000 contenedores de 20 pies ¡ªlos llamados TEUs¡ª. Su tama?o es similar al del Ever Given, el barco que mantuvo bloqueado seis d¨ªas el canal de Suez tras encallar por el mal tiempo.
Sletting nunca ha sufrido un incidente ni remotamente parecido al que paraliz¨® una de las grandes arterias del comercio mundial el pasado marzo, pero sus ojos han visto mucho a lo largo de los a?os. Lo ¨²ltimo, los cuellos de botella que est¨¢n provocando retrasos en las entregas y subidas de precios. La carga que deben transportar procede de Vietnam y de puertos chinos como el de Yantian, y no llegar¨¢ a tiempo, lo cual les ha hecho perder tres d¨ªas. ¡°En el de Shangh¨¢i tambi¨¦n hay mucha demora¡±, a?ade.
?Cu¨¢ndo acabar¨¢n los problemas? ¡°Cuando la gente deje de comprar¡±, bromea. Luego, m¨¢s serio, pronostica al menos medio a?o m¨¢s de dificultades, aunque percibe fallos estructurales. ¡°No veo que se est¨¦n construyendo terminales adicionales en los puertos para resolverlo. Hay que aumentar la capacidad, y eso lleva tiempo¡±.
Durante la pandemia, mientras el mundo se encerraba, los marineros han seguido surcando las aguas para que no falte de nada, pero con m¨²ltiples inconvenientes. Sobre todo en Asia, donde unas normas m¨¢s r¨ªgidas en ciertos puertos todav¨ªa les impiden hacer cosas b¨¢sicas, como cambiar de tripulaci¨®n, ir al m¨¦dico e incluso salir a la cubierta mientras el barco permanece atracado. ¡°Algunos de los que me acompa?an llevan a bordo unos seis meses sin que les hayan permitido siquiera poner un pie en tierra firme, eso afecta¡±.
Las restricciones tampoco son lo mejor para la seguridad. Algunos contenedores transportan mercanc¨ªas susceptibles de ser peligrosas por su facilidad para arder, explotar o provocar una fuga t¨®xica que alcance a los marinos o a la fauna de los oc¨¦anos, como los botes de desodorante o los fuegos artificiales que se utilizan en las celebraciones de A?o Nuevo. En determinados pa¨ªses, al no ser libres para moverse por todo el barco tampoco pueden llevar a cabo las inspecciones diarias, como suelen.
Cuando lleg¨® a Malasia a mediados de noviembre, Sletting llevaba dos meses embarcado. En los contenedores a su cargo viajan todo tipo de productos. ¡°Si miras lo que te rodea en tu apartamento, el 90% de las cosas ha viajado en alg¨²n momento en un barco contenedor¡±, afirma. Seg¨²n la ruta, cambia lo transportado. De Europa a Asia cargan mucha comida, especialmente carne. Mientras que de vuelta son los custodios, entre otras cosas, de los miles de productos que los europeos piden en algunas de las populares plataformas de comercio electr¨®nico que exportan desde China.
Por las enormes dimensiones del Mette Maersk, solo cubre rutas entre Europa y Asia. No zarpa hacia los grandes puertos estadounidenses de Los ?ngeles y Long Beach, probablemente los m¨¢s congestionados del mundo. Sletting comparte espacio con otros 26 tripulantes, cuatro de ellos aprendices. La mezcla es patente en el origen, con daneses, indios, filipinos, ucranianos, rumanos y marinos de las Islas Feroe a bordo, pero inexistente en el g¨¦nero: no hay ni una sola mujer.
Este a?o acumula m¨¢s vacaciones de lo habitual porque no est¨¢ haciendo tantas pausas. En determinados pa¨ªses, hay tripulantes que se ven obligados a pasar 14 d¨ªas de cuarentena antes de unirse al barco, algo que se trata de evitar haciendo menos cambios de personal. Sletting alterna 11 semanas en alta mar con 11 semanas en tierra, con lo que est¨¢ en total unos seis meses dedicado a su trabajo y otros seis meses descansando.
Las jornadas suelen durar entre 8 y 10 horas, siete d¨ªas a la semana. En ellas, inspecciona la cubierta, entra en la sala de m¨¢quinas, estudia la meteorolog¨ªa ¡ªen enero, el mal tiempo provoc¨® la ca¨ªda al oc¨¦ano Pac¨ªfico de 750 contenedores desde otro barco de Maersk que cubr¨ªa la ruta entre China y Los ?ngeles¡ª, se re¨²ne con otros mandos para decidir cu¨¢l es la mejor ruta a seguir y charla con la tripulaci¨®n para resolver cualquier problema que surja. Sletting lo resume as¨ª: ¡°Les digo a mis muchachos que si yo tengo que trabajar es que ellos no est¨¢n haciendo lo que deben. Estoy a cargo de la navegaci¨®n del barco, por lo que me aseguro de que los oficiales en el puente est¨¦n control¨¢ndola y de que sigamos las rutas adecuadas¡±. Una vez queda libre, tiene tiempo para ver una pel¨ªcula, jugar a las cartas o echar una partida de Backgammon.
?El peor momento? ¡°Cuando dejo mi casa, mi familia, y subo al taxi que me lleva al aeropuerto para salir a navegar. Nunca es un buen d¨ªa¡±, dice. El capit¨¢n asegura que adora su trabajo ¡ª¡±espero que esto no aparezca, o me recortar¨¢n el salario¡±, bromea¡ª, pero la separaci¨®n f¨ªsica de su esposa y sus tres hijos de 18, 16 y 14 a?os es larga, si bien internet facilita las cosas. ¡°Mi esposa y yo disfrutamos escribi¨¦ndonos correos electr¨®nicos. Normalmente le env¨ªo uno cada d¨ªa y ella me responde, y adem¨¢s hablamos otras dos o tres veces por semana¡±.
A cambio, hay recompensas que no demasiada gente tiene el privilegio de experimentar. Le sobran horas para contemplar, de d¨ªa y de noche, una naturaleza salvaje, lejana a cualquier rastro de aglomeraci¨®n humana. ¡°A veces me cansa entrar y salir de puertos con mucho tr¨¢fico, pero 24 horas despu¨¦s estoy en medio del oc¨¦ano ?ndico y puedo relajarme, y si tengo suerte ver¨¦ algunas ballenas. Estoy rodeado de naturaleza y lo disfruto mucho. Como tambi¨¦n aprovecho que trabajo con gente de muchas nacionalidades para sentarme a hablar sobre sus vidas y tradiciones, ya sean de la India o de Europa¡±.
Thomas Sletting siente que la vida de los marineros es en general desconocida, pero a la vez suscita mucha curiosidad. ¡°Como suele decir mi esposa, tener un capit¨¢n como marido es una gran ventaja, porque en cuanto lo mencionas en cualquier reuni¨®n social, todos tienen mucho que opinar. Es un tema natural de conversaci¨®n¡±.
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