Efectos de la inflaci¨®n: vivir con subidas desbocadas en Turqu¨ªa y precios an¨¦micos en Jap¨®n
La guerra de Ucrania dispara los precios en Turqu¨ªa, mientras la econom¨ªa nipona puede poner fin a dos d¨¦cadas de estanflaci¨®n
El clich¨¦ romantic¨®n ¡°te quiero m¨¢s que ayer, pero menos que ma?ana¡± se podr¨ªa aplicar perfectamente a los precios en Turqu¨ªa: han subido hoy, ma?ana lo har¨¢n a¨²n m¨¢s. El pa¨ªs est¨¢ inmerso en una espiral inflacionaria cada vez m¨¢s desbocada ¡ª54% anual seg¨²n cifras oficiales, m¨¢s del doble seg¨²n c¨¢lculos independientes¡ª que amenaza con hacer inservibles las meritorias cifras de crecimiento del PIB registradas por Turqu¨ªa (1,8% en 2020 y 11% en 2021) y est¨¢ trastocando la producci¨®n y los h¨¢bitos de consumo: el que tiene compra deprisa, antes de que suban los precios; el que no, recorta los gastos menos esenciales, e incluso esos mismos.
¡°Si vas a escribir algo, basta decir que todo va muy mal. Todo est¨¢ parado, no hay ventas¡±, dice tajante el due?o de una peque?a tienda de ultramarinos que no quiere dar su nombre ni a?adir mucho m¨¢s para no meterse en l¨ªos. Unas calles m¨¢s all¨¢, un barbero lo corrobora: ¡°El negocio est¨¢ demasiado tranquilo¡±. Donde s¨ª hay movimiento es en el mercado semanal de verduras y otros productos frescos de las calles aleda?as en este barrio de clase trabajadora del centro de Estambul. Porque no hay m¨¢s remedio que comprar para comer. Sin embargo, tambi¨¦n ah¨ª se nota la crisis, dice Mahmut, que regenta un puesto de frutas: ¡°Antes nos llegaban dos camiones de mercanc¨ªa, ahora solamente un cami¨®n y cuesta venderlo¡±.
Esta realidad choca frontalmente con lo que se vive en otra parte del mundo: en Jap¨®n. ¡°Hay cuatro tipos de pa¨ªses en el mundo: desarrollados, en v¨ªas de desarrollo, Argentina y Jap¨®n¡±, sentenci¨® el premio Nobel de Econom¨ªa de 1971, Simon Kuznets, en referencia a que las macroeconom¨ªas de los dos ¨²ltimos no se comportan como el resto. Incluso aunque la pandemia ha hecho tambalear los mercados, el coste de los productos en Jap¨®n lleva a?os sin apenas inmutarse y el objetivo de inflaci¨®n del 2% que el banco central fij¨® como meta para la estabilidad de precios en 2013 ha estado siempre lejos de alcanzarse. Algunos analistas opinan, sin embargo, que esa tendencia podr¨ªa estar a punto de cambiar. El terremoto inflacionario que ha tenido como epicentro el conflicto b¨¦lico entre Rusia y Ucrania ya ha tenido r¨¦plicas que amenazan con extenderse m¨¢s all¨¢ de lo imaginable: incluso la tierra del sol naciente se perfila como un blanco vulnerable, donde la baja inflaci¨®n ha reinado durante dos d¨¦cadas.
¡°La causa principal de que la inflaci¨®n se haya mantenido en niveles tan bajos es la pobre demanda dom¨¦stica ante un exceso de la oferta. Esto ha provocado que las expectativas de inflaci¨®n a largo plazo se hayan mantenido entorno al 1% durante los ¨²ltimos 20 a?os¡±, apunta Kohei Iwahara, investigador econ¨®mico de Jap¨®n de Natixis. Para los economistas, la inflaci¨®n, en peque?as dosis, activa los motores de la econom¨ªa: aumenta los beneficios de las empresas, los salarios y, por ende, estimula el crecimiento. Si la poblaci¨®n espera que los sueldos aumenten, consentir¨¢ un aumento de los precios, pero, de no existir esa expectativa, se conformar¨¢ con honorarios estancados y no aceptar¨¢ el encarecimiento de los productos.
El problema es el exceso, una l¨ªnea que se ha atravesado con creces en Turqu¨ªa. ¡°Todo est¨¢ car¨ªsimo¡±, se lamenta Fatma, mientras arrastra un par de bolsas de verduras a la cola de una panader¨ªa municipal, que pese a vender las barras a precios subvencionados tambi¨¦n ha tenido que subirlas un 60% en los ¨²ltimos dos meses debido al incremento en los precios de la harina: ¡°?Qu¨¦ podemos hacer? Solo rezar para que los precios bajen¡±.
Aunque el salario m¨ªnimo turco, que cobran casi la mitad de los 15 millones de trabajadores del pa¨ªs con contrato, se ha incrementado este a?o un 50% hasta las 4.253 liras (unos 270 euros), es dif¨ªcil cuadrar las cuentas de una familia con dicho sueldo. O con la pensi¨®n de unas 3.000 liras (190 euros) que cobran millones de jubilados turcos. Seg¨²n los datos del Centro de Investigaciones Econ¨®micas y Sociales de la Universidad de Bah?esehir, los alquileres en Estambul han doblado su precio durante el ¨²ltimo a?o y se sit¨²an en una media de 3.500 liras para un apartamento de 80 metros cuadrados (en toda Turqu¨ªa el incremento de los alquileres ha sido del 78%). Mantener caliente la casa en los meses de invierno se lleva otras 500-1.000 liras, despu¨¦s de los incrementos en la factura decretados por la empresa estatal de distribuci¨®n de gas. Tambi¨¦n ha subido la electricidad, el agua y las telecomunicaciones, y todav¨ªa falta por incluir en la ecuaci¨®n la comida. De acuerdo con los c¨¢lculos del sindicato mayoritario T¨¹rk-Is, en enero, el umbral de la pobreza para una familia de cuatro miembros se situaba en 13.843 liras, de las que un tercio deber¨ªa dedicarse a alimentaci¨®n.
Inflaci¨®n en Turqu¨ªa seg¨²n diferentes ¨ªndices
Engin, jubilado, es fijo del mismo puesto de hortalizas cada semana y es capaz de recitar los cambios de precio de cada producto como si fuese una web de cotizaciones: ¡°Los tomates han bajado cinco liras respecto al martes pasado, pero los pimientos han pasado de 20 a 40, las berenjenas tambi¨¦n han subido¡±. Incluso las calabazas, que son todav¨ªa de temporada, y las alcachofas, que empiezan a llegar. ¡°De la comida no puedes cortar gastos, pero nosotros ya no nos permitimos ning¨²n lujo. Tengo un coche, lo tengo aparcado y lo miro desde la ventana, porque me da miedo arrancarlo con la gasolina a 20-22 liras el litro. Es enloquecedor¡±.
El precio de los combustibles tambi¨¦n se ha convertido en un drama en Turqu¨ªa: primero fue por el hundimiento de la lira (cay¨® un 45% el a?o pasado y un 7% en lo que va de 2022) a ra¨ªz de la pol¨¦mica pol¨ªtica monetaria del Gobierno. Luego, se le a?adi¨® el alza del precio del crudo y el gas por el conflicto en Ucrania. Llenar el dep¨®sito cuesta 2,5 veces m¨¢s ahora que el pasado octubre y cada semana se anuncian nuevas subidas ¡ªincluso hasta dos veces por semana¡ª lo que provoca inmensas colas en las gasolineras de quienes tratan de adquirir combustible antes de que los precios se actualicen al llegar la medianoche. Colas que no se ve¨ªan desde los setenta, cuando Turqu¨ªa, adem¨¢s de afrontar las crisis del petr¨®leo, sufr¨ªa un embargo por su invasi¨®n de Chipre.
¡°El dep¨®sito de mi tractor tiene 150 litros de capacidad y ahora me cuesta m¨¢s de 3.000 liras llenarlo, y solo me dura para unas 12 horas de trabajo¡±, se queja por tel¨¦fono S¨¹leyman Iskenderoglu, agricultor y directivo de la C¨¢mara Agr¨ªcola de Yenisehir, en la provincia sudoriental de Diyarbakir: ¡°?C¨®mo vamos a trabajar as¨ª? ?C¨®mo vamos a producir?¡±.
Cambio de ciclo en Jap¨®n
Tras la llegada al poder del primer ministro Shinzo Abe en 2012, Jap¨®n se embarc¨® en un experimento de est¨ªmulo monetario y fiscal ambicioso a trav¨¦s de la compra de un volumen muy elevado de activos p¨²blicos y privados que han llegado a situar el balance del Banco de Jap¨®n por encima del 100% del PIB. Seg¨²n datos de Bloomberg, el banco central japon¨¦s es el mayor propietario de acciones corporativas del pa¨ªs, con 434.000 millones de d¨®lares en reservas. ¡°Pese a los esfuerzos del Banco de Jap¨®n, las empresas no se han interesado en invertir por el exceso de producci¨®n. Estamos ante un caso en el que las compa?¨ªas ahorran en lugar de convertirse en prestatarios¡±, asevera Iwahara.
As¨ª, los precios an¨¦micos en el pa¨ªs han sido una constante. ¡°Aunque la subida de los precios de las materias primas ha elevado el coste de las importaciones, las empresas japonesas se han mostrado cautelosas a la hora de trasladar ese recargo a sus clientes. De esta manera, han contenido la inflaci¨®n general del IPC a pesar de que se han reducido sus propios beneficios¡±, comenta. ¡°La inflaci¨®n se sit¨²a por debajo del 0,5%, mucho menor que en Espa?a (6,2%). La inflaci¨®n subyacente [en la que se excluyen los productos energ¨¦ticos y los alimentos frescos] es incluso m¨¢s baja (-1,1%). Es completamente diferente a lo que ocurre en la eurozona o Estados Unidos [en Espa?a es del 2,4%]¡±, a?ade Iwahara. Joshua K. Hausman, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Michigan, especializado en Jap¨®n, considera que otros factores a tener en cuenta son la mentalidad deflacionista de los japoneses y la cultura del trabajo y consumo: ¡°Tanto los consumidores como las empresas tienen asumido que los precios no se van a encarecer. Pedir un aumento de sueldo o un ascenso es pr¨¢cticamente un tab¨², y no es tan frecuente cambiar de trabajo como lo puede ser en Estados Unidos¡±.
Sin embargo, ahora, tras la pandemia y en pleno ataque ruso sobre Ucrania, algo parece haber cambiado. A pesar de que la econom¨ªa japonesa aparentaba estar blindada ante la inflaci¨®n, desde hace un mes, los ciudadanos de a pie han empezado a percibir un encarecimiento de los productos, principalmente debido al precio desorbitado que ha alcanzado el combustible a nivel mundial. El 24 de enero el precio en el surtidor alcanz¨® su valor m¨¢s alto en 13 a?os (170 yenes por litro, unos 1,17 euros). En consecuencia, el IPC en febrero aument¨® un 0,6%, el ritmo m¨¢s r¨¢pido en dos a?os.
Hiro, residente en Tokio ya jubilado, comenta que las empresas productoras han empezado a hacer ciertos cambios sutiles para subir precios: ¡°Un paquete de 800 gramos de mi granola favorita sol¨ªa costar unos 500 yenes. Ahora, han reducido el gramaje a 750, pero mantienen el precio. Desde el 8 de marzo, Lawson, una de las tres principales cadenas de supermercados, ha aumentado el precio de 50 de sus productos m¨¢s populares, incluido el s¨¢ndwich de huevo. De 228 yenes, ahora cuesta 246¡å. Tanto Iwahara como Hausman coinciden en que probablemente el encarecimiento del combustible a nivel mundial contribuya a que Jap¨®n alcance este a?o ese objetivo de inflaci¨®n del 2%. No obstante, apuntan, ser¨¢ algo temporal. ¡°Si asumimos que la guerra se resolver¨¢ pronto, creo que la inflaci¨®n se mantendr¨¢ baja y que no veremos aumentos en el sueldo nominal de los japoneses¡±, agrega Iwahara. Adem¨¢s, Jap¨®n no depende tanto energ¨¦ticamente de Rusia como otras potencias europeas. La duda es cu¨¢nto durar¨¢ el conflicto.
Amenaza a la agricultura turca
Los problemas en la cadena de suministros global, que han disparado los precios en todo el mundo, se han visto agravados en Turqu¨ªa por la insistencia del Gobierno en bajar los tipos de inter¨¦s contra viento y marea, lo que ha terminado por hundir la lira y esto, a su vez, ha elevado enormemente los costes de importaci¨®n de toda una serie de insumos esenciales para la econom¨ªa turca: materias primas, energ¨ªa, maquinar¨ªa, e incluso semillas y fertilizantes para la agricultura. El pa¨ªs euroasi¨¢tico ha sufrido constantes crisis inflacionarias a lo largo de su historia reciente, pero nunca de este calibre en el precio de los alimentos (65% en el ¨²ltimo a?o), seg¨²n el analista econ¨®mico Mustafa S?nmez. ¡°Tenemos un problema de producci¨®n de alimentos, porque el Gobierno ha abandonado el campo. La superficie cultivada se ha reducido y tambi¨¦n la producci¨®n, pese a que aumenta nuestra poblaci¨®n. La media de edad de los agricultores es de 55 a?os, mientras los j¨®venes del campo emigran a la ciudad a trabajar en la construcci¨®n¡±, explica. Esto ha obligado a importar alimentos del exterior: carne de Uruguay y Brasil; trigo, soja, ma¨ªz y aceite de girasol de Rusia y Ucrania, compras que ahora se ven en peligro a causa de la guerra iniciada por Vlad¨ªmir Putin.
Ante la apreciaci¨®n del aceite de girasol de casi un 20% en los ¨²ltimos dos meses y la amenaza de que siga subiendo, el fin de semana miles de turcos se lanzaron a los supermercados a aprovisionarse, provocando escenas ca¨®ticas en las cajas y dejando estanter¨ªas vac¨ªas. El ministro de Agricultura, Vahit Kiris?i, asegur¨® que ¡°hay suficientes reservas de aceite de girasol¡± y el Ministerio del Interior ha abierto investigaciones sobre quienes difunden ¡°informaciones falsas¡± sobre una posible escasez. Pese a ello, parte del da?o ya estaba hecho.
La realidad, seg¨²n denuncia Iskenderoglu, es que los agricultores est¨¢n con el agua al cuello. ¡°Estamos endeudados con los bancos y las cooperativas. Muchos no se pueden permitir los precios de la electricidad para regar o les cuesta comprar semillas. El precio de los fertilizantes se ha multiplicado por cinco y conozco a agricultores que no est¨¢n echando¡±. Eso, augura, reducir¨¢ la pr¨®xima cosecha de trigo hasta en un 25%, en un a?o que se preve¨ªa de recuperaci¨®n tras la sequ¨ªa extrema del pasado a?o. Unido a la dificultad de importar trigo de Ucrania, podr¨ªa hacer que el pan doble su precio en los pr¨®ximos meses.
¡°La sociedad est¨¢ soportando una pesada carga, porque los salarios no se han actualizado como los precios¡±, explica Veysel Ulusoy, profesor de Econometr¨ªa y director del Grupo de Estudios sobre la Inflaci¨®n (ENAG). Ulusoy y su equipo analizan diariamente la evoluci¨®n de los precios de la misma cesta de productos que utiliza el Instituto de Estad¨ªstica de Turqu¨ªa (T?IK) y sus c¨¢lculos sobre la inflaci¨®n difieren sustancialmente de la cifra oficial. En febrero, seg¨²n ENAG, los precios fueron un 124% superiores al mismo mes del a?o pasado, y no un 54%, como afirma T?IK. En su defensa ¡ªsu grupo est¨¢ siendo investigado por orden del Ministerio de Econom¨ªa¡ª arguye que el ?ndice de Precios de Productor oficial est¨¢ en niveles similares al que ellos calculan, y los productores est¨¢n trasladando r¨¢pidamente estos incrementos en sus costes al consumidor. ¡°Si no lo hiciesen, ir¨ªan a la quiebra¡±, opina Ulusoy, que adem¨¢s es pesimista sobre la evoluci¨®n de los precios, que no cree que desciendan significativamente antes de final de a?o: ¡°Esto va a provocar que mucha gente pierda sus est¨¢ndares de vida y que la econom¨ªa se ralentice, porque el 60% de nuestro PIB depende del consumo¡±.
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