?Qui¨¦n liderar¨¢ la econom¨ªa mundial?
Una opci¨®n deseable es reformatear la globalizaci¨®n, que ha sabido multiplicar la riqueza pero ha disparado las desigualdades
La Gran Recesi¨®n, el unilateralismo de Trump y ahora la guerra de Putin, dejan maltrechos los goznes de la econom¨ªa mundial. Al comp¨¢s de la invasi¨®n el da?o se ahonda. Muchos hablan de ¡°desglobalizaci¨®n¡±. O sea, de un c¨®ctel de proteccionismo salvaje, relocalizaci¨®n de empresas deslocalizadas, autarqu¨ªas regionales, fragmentaci¨®n de los mercados, ruptura de las cadenas de valor y de suministros, desplome o decrepitud de los organismos multilaterales, como la OMC, la OMS o el G-20.
Una variante de ese nuevo aldeanismo ser¨ªa la semiglobalizaci¨®n, o coexistencia de dos bloques estancos, el de las democracias occidentales y el de las autocracias de matriz china, bastante globalizados al interior de cada uno, pero impermeables al resto, y con un amplio n¨²mero de pa¨ªses bailando su desconcierto en los m¨¢rgenes.
Esa es una alternativa posible a la globalizaci¨®n asim¨¦trica acelerada desde los a?os ochenta, ¡°focalizada en la libertad de los flujos comerciales, de capitales, personas y servicios digitales m¨¢s que en la provisi¨®n de bienes p¨²blicos realmente globales como la salud, el cambio clim¨¢tico o el derecho a migrar¡±, como subray¨® el presidente del Comit¨¦ Econ¨®mico y Social, Ant¨®n Costas, en el congreso sobre Gobernanza econ¨®mica, regulaci¨®n y administraci¨®n de justicia que concluy¨® este viernes y cuyas conclusiones se localizan en la web de la CNMC.
Otra opci¨®n, mucho m¨¢s deseable pero dif¨ªcil, es reformatear la globalizaci¨®n, que ha sabido multiplicar la riqueza (y laminar la extrema pobreza) pero ha disparado las desigualdades. No es una fantas¨ªa imposible, pues ¡°la globalizaci¨®n es imparable e inevitable¡±, constat¨® Josep M. Colomer, catedr¨¢tico en Georgetown, ya que al cabo ¡°la soberan¨ªa nacional de facto no existe¡±.
Incluso en estas horas bajas, prospera el regionalismo no endog¨¢mico: la refractaria India se incorpora a acuerdos comerciales y es invitada al G-7, se plantea una asociaci¨®n de libre comercio para 54 pa¨ªses africanos, el Reino Unido pugna por entrar en foros asi¨¢ticos. Y la Uni¨®n Europea profundiza en su integraci¨®n con dimensiones in¨¦ditas (pol¨ªticas de salud p¨²blica, exterior y defensa, endeudamiento com¨²n) al mismo tiempo que ampl¨ªa su capacidad de atracci¨®n hacia los vecinos. Sobreviven 36 organizaciones globales y su trama institucional muestra a¨²n cierto vigor. En algunos ¨¢mbitos, con un enorme vigor. Es el caso del deporte, subraya el profesor y abogado Tom¨¢s-Ram¨®n Fern¨¢ndez: con sus reglas mundiales, sus mecanismos de reglas y sanciones, sus eventos y sus organismos de control.
As¨ª que puede abrirse paso la salida del laberinto hacia una globalizaci¨®n con una gobernanza pol¨ªtica ordenada. Que propicie nuevas regulaciones sociales, ambientales o sanitarias, dise?adas desde una impronta m¨¢s democr¨¢tica. E impulsadas y articuladas tanto de abajo hacia arriba como desde las ¨¦lites y el poder.
El problema es qui¨¦n puede liderar ese proceso de reformateo. ?Los pol¨ªticamente vol¨¢tiles EEUU? ?La geopol¨ªticamente atribulada UE? Para Anu Bradford, profesora de Columbia y finlandesa de origen, no hay duda: ¡°Obviamente, la UE, pero no sola¡±. Bradford es autora de un luminoso libro, The Brussels effect (Oxford, 2.020), cuya tesis consiste en que ¡°la UE domina el mundo¡±, al punto de erigirse en la potencia normativa ¡°hegem¨®nica¡± en bastantes ¨¢mbitos, capaz de desafiar con eficacia a las superpotencias militares (o presupuestarias).
Gracias a una combinaci¨®n de factores. Entre los que destacan un mercado interior de buen tama?o, una eficaz capacidad regulatoria, la voluntad pol¨ªtica de que las regulaciones fijen est¨¢ndares lo m¨¢s exigentes posibles, y su ¡°no divisibilidad¡±, motivada por el incentivo que supone a las grandes corporaciones un cat¨¢logo de reglas duras, pero universalmente v¨¢lidas, porque tienden a imponerse a trav¨¦s de todos los nuevos tratados.
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