El caso Panam¨¢: cuando se rompe la burbuja de la macroeconom¨ªa
A pesar de haber crecido a tasas excepcionales durante 30 a?os, el pa¨ªs del Canal vive una agitaci¨®n social in¨¦dita por el aumento del costo de vida, y la dolarizaci¨®n le impide usar herramientas para contener la inflaci¨®n. ?C¨®mo se ha llegado a esta encrucijada?
Panam¨¢ vive estos d¨ªas un estado de agitaci¨®n nunca visto desde el retorno de la democracia en 1989. En julio, cientos de miles de paname?os ¡ªind¨ªgenas, educadores, obreros, personal de salud, estudiantes¡ª salieron a las rutas de una punta a la otra del pa¨ªs para protestar por el costo de vida y la corrupci¨®n. Las manifestaciones fueron festivas: los tamboritos, los bailes congos, los afros, los cantos campesinos, contagiaron a capas medias que llamaron a golpear cacerolas en la capital. Una muestra vibrante de enojos macerados en tres d¨¦cadas de exclusi¨®n y precariedad institucional, que acaba de salir a superficie. Y que ha parido otro hito: una negociaci¨®n in¨¦dita entre el Gobierno y decenas de movimientos sociales que lleva casi dos meses y se espera que concluya con el inicio de una nueva fase, a la que se sumen organizaciones empresariales y de la sociedad civil.
Por supuesto, el pa¨ªs del Canal no es una excepci¨®n a la hora de recibir el impacto de una inflaci¨®n que hoy afecta a casi todos los pa¨ªses en el continente, y que en los ¨²ltimos meses ha puesto en pie de guerra a las comunidades ind¨ªgenas de Ecuador, los choferes de Ciudad de M¨¦xico o los agricultores de Per¨². Pero, por sus particularidades, Panam¨¢ se ha vuelto una especie de paradoja: la dolarizaci¨®n de m¨¢s de un siglo (la m¨¢s larga del mundo), que atrajo grandes capitales extranjeros, asegur¨® cierta estabilidad y contribuy¨® a un crecimiento sostenido a tasas excepcionales durante 30 a?os, no garantiz¨® una mejor vida ni los servicios p¨²blicos para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Y tiene atada de manos a las autoridades, quienes no disponen de herramientas para hacer frente a la inflaci¨®n. ?C¨®mo es que las fortalezas econ¨®micas llegaron a convertirse en debilidades sociales?
Aunque en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas Panam¨¢ haya sido la envidia de sus pares en la regi¨®n por sus tasas de crecimiento (que han llegado a ser de hasta un 15% anual), esta riqueza se ha quedado en los n¨²meros macroecon¨®micos y en unas pocas manos: es el tercer pa¨ªs m¨¢s desigual de Am¨¦rica Latina, la regi¨®n m¨¢s desigual del planeta. El 80% del Producto Interno Bruto (PIB) se concentra en dos ciudades de la zona interoce¨¢nica; proviene del propio Canal y de un pu?ado de actividades relacionadas, como las zonas libres, el sector financiero y la construcci¨®n. Hoy, el 10% m¨¢s rico obtiene el 37,3 % del ingreso nacional, casi 13 veces m¨¢s que el 40% m¨¢s pobre. Y, como en casi todas partes, las estad¨ªsticas golpean m¨¢s a afrodescendientes, mujeres y poblaci¨®n rural. En las comarcas, por ejemplo, el 90% de sus habitantes vive en pobreza.
Esta franja de tierra con apenas cuatro millones de habitantes mueve toneladas de un oc¨¦ano a otro y conecta 144 rutas mar¨ªtimas, pero solo dispone de una carretera que conecta al pa¨ªs. La concentraci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica en la geograf¨ªa m¨¢s rica, los magros porcentajes de rubros como educaci¨®n y salud en el presupuesto p¨²blico, la escasa rentabilidad social de la inversi¨®n p¨²blica y una recaudaci¨®n tributaria problem¨¢tica, desembocaron en una desigualdad de espanto. El ingrediente global de 2022, la inflaci¨®n, termin¨® por hacer estallar la olla a presi¨®n.
¡°Los salarios son artificialmente bajos y la educaci¨®n es p¨¦sima¡±, dice el economista paname?o Felipe Argote, ¡°una combinaci¨®n determinante para que se concentre la riqueza en pocas manos¡±. Guillermo Chapman, exministro y el cerebro detr¨¢s del boom de crecimiento de las ¨²ltimas d¨¦cadas, ha dicho que Panam¨¢ pretende ser una econom¨ªa de mercado, pero es un capitalismo de ¡°amiguetes¡± donde el Ejecutivo distribuye concesiones por medio de leyes especiales y potencia oligopolios. Maribel Gord¨®n, economista, acad¨¦mica y referente de los movimientos sociales que protagonizaron las protestas, apunta adem¨¢s a la injusta recaudaci¨®n tributaria: ¡°La evasi¨®n empresarial es del 60% en el impuesto sobre la renta y del 33% en el ITBMS [Impuesto de transferencia de bienes corporales muebles y la prestaci¨®n de servicios], mientras los asalariados llevan a sus hombros la carga impositiva¡±.
La pandemia empeor¨® todo. ¡°El manejo fue p¨¦simo, peque?os y medianos comerciantes quebraron sus negocios y el banco los llama a¨²n todos los d¨ªas¡±, dice Argote. Para m¨¢s, el gobierno aument¨® la deuda p¨²blica y destin¨® el grueso de gastos ¡°en contrataci¨®n de empleados del sector p¨²blico que no se ha traducido en mejoras en la calidad de vida de las personas¡±, dice Carlos Morales, analista de riesgo crediticio en Fitch Ratings. Las deudas acumuladas por tres d¨¦cadas, agitadas ahora por m¨¢s casos de corrupci¨®n y la indolencia estatal en uno de los cierres m¨¢s prolongados del continente, terminaron de implosionar en julio, justo cuando los precios treparon tanto como los enojos.
El factor d¨®lar
Protegido por su dolarizaci¨®n de m¨¢s de un siglo, Panam¨¢ se acostumbr¨® a una inflaci¨®n relativamente baja, explica Morales. Esto cambi¨® cuando las cadenas de suministro a nivel global y los temores a una recesi¨®n en los mercados internacionales dispararon los precios de los combustibles: ¡°El precio de la gasolina en Panam¨¢, que afecta directamente a la poblaci¨®n, se duplic¨® entre inicios y mediados del 2022¡å.
Sin duda, la decisi¨®n de hacer del d¨®lar la moneda nacional ha rendido frutos, se?ala Morales: ¡°Da confianza en la moneda, limita las salidas de capitales y provee de estabilidad macroecon¨®mica¡±. En el caso de Panam¨¢, dice, ¡°este es uno de los factores que atrae inversi¨®n al pa¨ªs ya que no hay el riesgo cambiario en las inversiones, pero tambi¨¦n hay lo negativo y es que pierdes la pol¨ªtica monetaria¡±. A diferencia de los bancos centrales en Latinoam¨¦rica que iniciaron alzas en sus tasas de inter¨¦s para contener el alza en los precios, Panam¨¢ depende de la Reserva Federal en Estados Unidos, el banco que emite d¨®lares.
¡°Ese margen de maniobra lo pierde un pa¨ªs dolarizado, entonces se vuelve m¨¢s importante la pol¨ªtica fiscal, porque es la ¨²nica herramienta que tiene el gobierno para mitigar choques econ¨®micos¡±, dice Morales. Cuando de pol¨ªtica fiscal se trata, Panam¨¢ se ha vuelto cada vez m¨¢s dependiente de la deuda para financiarse.
¡°Antes de la pandemia ya hab¨ªa un descontento generalizado, con varias crisis paralelas ¡ªde desigualdad, de representatividad y confianza, de recursos p¨²blicos¡ª, pero la covid trajo consigo una de las peores recesiones y se reanudaron los focos de descontento¡±, explica la polit¨®loga Claire Nevache. El PIB de Panam¨¢ se desplom¨® 18% en 2020, una de las ca¨ªdas m¨¢s profundas del mundo. En 2021 el rebote fue del 15% y el Fondo Monetario Internacional estima que el crecimiento este a?o ser¨¢ de 7,5%.
Todo eso termin¨® en las protestas hist¨®ricas de julio, que parieron una uni¨®n tambi¨¦n in¨¦dita de organizaciones sociales y las negociaciones de ellas con el gobierno, que ya llevan casi dos meses. Una crisis que coloca al pa¨ªs ante la oportunidad de encarar los cambios profundos que la coyuntura exige, pero tambi¨¦n ante l¨ªmites estructurales.
El di¨¢logo
Las protestas iniciaron en julio en la provincia de Veraguas con un aviso de educadores: ¡°En las calles est¨¢ el pueblo cansado de tantos golpes. No queremos mareos¡±. El gobierno respondi¨® con el palo, la bota y el gas pimienta de la fuerza policial. Al d¨ªa siguiente, gremios docentes comenzaron un paro de tres d¨ªas. Fue el inicio de una gesta popular que dur¨® todo el mes y termin¨® en otro hito: tres agrupaciones surgidas de la uni¨®n de decenas de movimientos sociales lograron sentar al gobierno en una Mesa ?nica de Di¨¢logo en otra provincia, Penonom¨¦. All¨ª, en una negociaci¨®n que lleva m¨¢s de 50 d¨ªas, lograron acuerdos parciales en ocho temas que abarcan alimentos, medicamentos, salud, educaci¨®n y corrupci¨®n. Y desencadenaron la furia de sectores empresariales.
Los gremios empresariales intentaron minar el proceso con el cuestionamiento a los l¨ªderes sentados en la negociaci¨®n. Ni bien inici¨® el di¨¢logo, salieron en conferencias sucesivas a pedir un lugar para debatir cuestiones que son de inter¨¦s nacional. ¡°Sin el sector privado, los acuerdos en la Mesa de Di¨¢logo ser¨¢n contraproducentes para todos¡±, avis¨® la presidenta de la C¨¢mara de Comercio, Industria y Agricultura de Panam¨¢ (CCIAP), Marcela Galindo, en un comunicado.
La crisis de credibilidad tambi¨¦n los alcanza a ellos. Una encuesta del Centro Internacional de Estudios Pol¨ªticos y Sociales (CIEPS) mostr¨® que el 79% de los ciudadanos consultados cree estar gobernado por ¡°unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio¡±. Esa es la tendencia en Panam¨¢: hay altos niveles de desconfianza en todas las instituciones (la Asamblea Nacional suma 84,2%, el poder judicial 75,9% y los partidos pol¨ªticos 87,5%) y los niveles de desconfianza interpersonal asustan (74.2% piensa que la gente ¡°nunca o pocas veces es confiable¡±). La ¨²nica que conserva niveles aceptables es la Iglesia, a quien el gobierno nombr¨® como mediadora del di¨¢logo.
Los acuerdos lograron subsidios al combustible y congelar ciertos alimentos, reducci¨®n en el precio de medicamentos y aumentar la inversi¨®n en educaci¨®n al 6%, entre otros. No todos se cumplen. Muchos empresarios se resisten a acatar el control de precios y otros llevaron los acuerdos a la justicia. Hay quienes sostienen que las medidas no resuelven los problemas de fondo, algo que los propios referentes sociales reconocen pero consideran necesario para dar respiro en la crisis actual. ¡°Pusimos el dedo en la llaga, en el sentido que dijimos d¨®nde est¨¢ una de las causas del alto costo de la vida: una estructura que genera ganancias extraordinarias para empresarios, alto costo para ciudadanos y bajo retorno para el productor¡±, dijo Maribel Gord¨®n.
Tras la primera fase del di¨¢logo entre el Ejecutivo y los representantes de los tres grupos que lideraron las protestas, surgi¨® una nueva propuesta: la de una ¡°mesa nacional, inclusiva y participativa¡±, que incluya a empresarios y sociedad civil. La violencia discursiva y una campa?a de descr¨¦dito amenazan con minar la pr¨®xima fase.
¡°Esos empresarios que dicen defender el libre mercado en la pr¨¢ctica est¨¢n en una defensa ac¨¦rrima de la estructura oligop¨®lica¡±, dijo Gord¨®n. Y agreg¨®: ¡°Nosotros estamos dispuestos a un debate de cara a la sociedad en la siguiente etapa, que ser¨¢ pol¨¦mica porque est¨¢ en discusi¨®n el modelo excluyente de Panam¨¢ y en eso hay posiciones contrarias¡±. Son grupos que no conf¨ªan entre s¨ª pero tampoco creen en el tercer actor: el Gobierno, que deber¨ªa mediar, analizar y consensuar pero parece incapaz de hacerlo.
¡°La Mesa de Di¨¢logo no es una fuente de soluciones pero s¨ª es un medio de ruptura con un statu quo que est¨¢ totalmente agotado¡±, celebr¨® Guillermo Castro, investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y la Fundaci¨®n Ciudad del Saber. Ahora llega una nueva etapa, que podr¨ªa ser una transici¨®n ordenada hacia una fase siguiente de di¨¢logo o un completo desastre. De todas maneras, ¡°hay un nivel de convergencia en torno a la necesidad de modernizar el capitalismo paname?o para ordenar la casa¡±, agrega Castro, quien lament¨® que la Asamblea Nacional haya sido ¡°totalmente incapaz de procesar el conflicto pol¨ªtico que el pa¨ªs tiene¡±.
El escenario de crisis, con sus causas y posibilidades, est¨¢ claro. ¡°La pregunta es si queremos sincerarnos con nosotros mismos y atacar el fondo de los problemas¡±, dice Champman. Esa es la oportunidad y el desaf¨ªo del pa¨ªs del Canal.
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