El BCE no debe ser cruel
Esta es sobre todo una inflaci¨®n de oferta, no de demanda
La inflaci¨®n crece con sa?a en la eurozona. El logro de Espa?a, que la reduce 3,4 puntos en octubre respecto a la media y se coloca como subcampeona en la tasa interanual del ¨¢rea euro, certifica tres realidades.
Una, que esta inflaci¨®n la provoca sobre todo el encarecimiento de la energ¨ªa.
Dos, que, por tanto, el pa¨ªs que no solo busc¨® (como los dem¨¢s) aliviar sus nefastos efectos sociales, sino tambi¨¦n atacar sus causas ¡ªapostando a las renovables y combatiendo el alza con la excepci¨®n ib¨¦rica y otras medidas¡ª, destaca para bien.
Y tres, que los aumentos de tipos del BCE para combatir la inflaci¨®n apenas tienen efectos inmediatos; y deben modularse con extrema precauci¨®n.
La opini¨®n halcona atribuye esta inflaci¨®n a la pasada pol¨ªtica monetaria expansiva de los bancos centrales. El ordoliberal Otmar Issing endosa al BCE haber ¡°contribuido enormemente a esta trampa¡± (FT, 14 de abril). Su colega ultra Hans Werner-Sinn delira al escribir que ¡°Alemania est¨¢ experimentando actualmente la inflaci¨®n m¨¢s fuerte de su historia¡± (Expansi¨®n, 4 de diciembre de 2021).
Y al afirmar que ¡°el BCE ha venido impulsando la inflaci¨®n en la UE¡± (Project Syndicate, 3 de octubre), por multiplicar su balance, y pues, el dinero circulante. Otra presunta culpable: la expansi¨®n fiscal de la UE y los 27 para contrarrestar la covid, las barreras a la recuperaci¨®n y la guerra. No es as¨ª. Esta es sobre todo una inflaci¨®n de oferta, no de demanda. Incluso en EE UU, donde la oferta energ¨¦tica apenas flaquea, ¡°los factores de oferta¡± como ¡°las contracciones de suministros y las disrupciones de las cadenas vinculadas a la pandemia y la guerra de Ucrania¡± son los ¡°responsables de m¨¢s de la mitad¡±; solo un tercio se debe a la demanda, y el 20% restante es de g¨¦nesis mixta, calcul¨® al mil¨ªmetro Adam Shapiro, economista de la Reserva Federal de San Francisco (How Much Do Supply and Demand Drive Inflation, 21 de junio).
M¨¢s clara m¨²sica suena en Europa. ¡°La energ¨ªa y la alimentaci¨®n contribuyen alrededor de dos tercios¡± al alza de precios, calcula un reciente estudio del BCE (Eduardo Gon?alvez y Gerrit Koester, The Role of Demand and Supply in Underlying Inflation).
El Banco de Espa?a cifr¨® en primavera que el 73% de la inflaci¨®n de la eurozona y el 89% en Espa?a se explican por la energ¨ªa y los alimentos (Informe anual, 18 de mayo). De modo que ¡°los precios de la energ¨ªa han sido el principal determinante de este acusado incremento a causa de las grandes subidas de los precios del gas y el petr¨®leo¡± (Introducci¨®n al mismo informe del gobernador, Pablo Hern¨¢ndez de Cos).
Entonces, son clave dos cuestiones. Que la pol¨ªtica monetaria ¡°opera principalmente a trav¨¦s del canal de la demanda¡± (en resumen esencial de Gon?alves-Koester) y puede hacer directamente poco sobre los precios de la energ¨ªa o del transporte mar¨ªtimo: solo indirectamente, rebajando expectativas que desincentiven la demanda. Y que como esto ¡°lleva tiempo¡±, pues va por fases (los tipos altos act¨²an sobre la banca; esta sobre el cr¨¦dito, que presiona a las empresas; reduce la demanda de mano de obra, y afectan al fin a los precios), ¡°nuestra tarea no es responder al dato de inflaci¨®n m¨¢s reciente¡±, pues ¡°ser¨ªa un ejercicio vano¡±, como explica Cos (La pol¨ªtica monetaria en el ¨¢rea del euro, Bilbao, 29 de septiembre).
As¨ª que, calma. Nada de imitar el ansioso sesgo al ¡°dolor¡± de los trabajadores (recesi¨®n, menos empleo) que el jefe de la Reserva Federal, inocente o cruel, invoca en su cabalgada de tipos. Adem¨¢s, porque, como compara Olivier Blanchard, ¡°en la eurozona la demanda probablemente se reducir¨¢ por s¨ª sola¡± y el BCE ¡°puede que no necesite incrementar los tipos mucho m¨¢s¡± (The United States and the Eurozone Face Different Challenges in Battling Inflation, Peterson Institute, 11 de octubre). ?D¨®nde est¨¢ escrita la obscenidad de que los bancos centrales deban doctorarse en sadismo?
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