El ¡®caso del bacon¡¯ pone a prueba la unidad de mercado en Estados Unidos
El Supremo analiza si una ley de California sobre bienestar animal impone trabas inconstitucionales al comercio
Un senador lo ha llamado la ¡°guerra al desayuno¡±. Ha sido bautizado tambi¨¦n como el caso del bacon. Entre numerosas cuestiones de alta carga pol¨ªtica, al Tribunal Supremo de Estados Unidos ha llegado este curso judicial el caso de los Productores Nacionales de Cerdo contra Ross. Los granjeros impugnan una ley de California que impone requisitos a la cr¨ªa de cerdos y gallinas para que sus productos puedan venderse en su Estado. Lo que est¨¢ en juego no es solo si el desayuno sale un poco m¨¢s o menos caro, sino c¨®mo se entiende la unidad de mercado en Estados Unidos.
La llamada Cl¨¢usula de Comercio de la Constituci¨®n estadounidense reserva al Congreso federal la facultad de regular el comercio exterior e interestatal. En la vista p¨²blica del caso reci¨¦n celebrada en el Tribunal Supremo, los granjeros sostuvieron que la ley, que a¨²n no ha entrado en vigor, ¡°viola la Cl¨¢usula de Comercio casi por definici¨®n porque es una regulaci¨®n extraterritorial que condiciona la venta de cerdo a que los ganaderos de otros Estados adopten m¨¦todos de cr¨ªa preferidos por California¡±.
California concentra un 13% del consumo nacional, pero apenas tiene producci¨®n porcina. Su ley impone un espacio de 24 pies cuadrados (2,22 metros cuadrados) por cerdo, entre otros requisitos. Estados como Iowa, el mayor productor de cerdo del pa¨ªs, est¨¢n indignados con la regulaci¨®n. ¡°Un granjero de Iowa no sabe d¨®nde se vender¨¢ la carne de sus cerdos. Los cerdos van a un criadero, a un procesador, y luego a un matadero, donde el empacador los corta en partes que se venden en todo el mundo en respuesta a la demanda. El ¨²nico camino seguro ser¨ªa criar todos los cerdos a la manera de California¡±, protestaba el abogado de los granjeros, Timothy S. Bishop.
De seguir ese camino, alegaba, Nueva York puede pedir que los cerdos tengan m¨¢s espacio a¨²n, Oreg¨®n puede reclamar que todos los trabajadores implicados tengan un salario m¨ªnimo o Texas puede condicionar las ventas a que se contrate solo a residentes legales. ¡°En ese punto, realmente habremos abandonado la idea de los padres fundadores de un mercado nacional¡±. Bishop pidi¨® al tribunal anular la ley ¡°para evitar la balcanizaci¨®n y que California imponga sus puntos de vista filos¨®ficos en otros Estados¡±.
La norma fue aprobada por los votantes de California con un apoyo del 63% para evitar sufrimiento animal. Tambi¨¦n alegan que con ello se combaten potenciales amenazas derivadas de que los cerdos est¨¦n demasiado agolpados en las granjas. California ya aprob¨® una ley que entr¨® en vigor en 2012 que en la pr¨¢ctica prohibi¨® el foie gras y cuya validez fue ratificada por el Tribunal Supremo. Quiz¨¢ por eso, el abogado de los granjeros centra sus argumentos en que el Estado puede prohibir los productos de cerdo si quiere, pero no puede imponer al resto del pa¨ªs c¨®mo se deben criar los animales.
El Gobierno federal tambi¨¦n rechaza la norma porque, en su opini¨®n, ¡°invita al conflicto y a las represalias y amenaza con la balcanizaci¨®n¡± de la econom¨ªa, seg¨²n expuso su abogado, Edwin S. Kneedler. El inter¨¦s de un Estado en proteger la salud y la seguridad de sus residentes puede justificar una ley estatal si ese inter¨¦s local es sustancial y no se ve superado por sus efectos en el comercio, aleg¨®, a?adiendo que en este caso no hay respaldo cient¨ªfico para la regulaci¨®n que propone California. Adem¨¢s, record¨® que hay una normativa federal de etiquetado que permite a los consumidores optar por el consumo de cerdos criados sin confinamiento si as¨ª lo desean.
Carne de caballo
Los jueces del Supremo preguntaron si se trataba de un asunto moral. La jueza Elena Kagan puso como ejemplo la prohibici¨®n de carne de caballo, que no es peligrosa sanitariamente, pero se proh¨ªbe por razones morales. Si se puede prohibir la carne de caballo, argument¨®, ?por qu¨¦ no se puede prohibir la de cerdo producida sin cumplir ciertas reglas? El abogado federal insisti¨® en que en este caso estaba en juego el comercio interestatal y que si se abre esa espita, un Estado podr¨ªa exigir, tambi¨¦n por cuestiones morales, que los trabajadores de otro Estado cobren un cierto salario m¨ªnimo para que puedan vender sus productos en el suyo, algo que el Supremo ya rechaz¨® en su d¨ªa.
El abogado de California, Michael J. Mongan, contest¨®: ¡°Los votantes de California eligieron pagar precios m¨¢s altos para servir a su inter¨¦s local en negarse a proporcionar un mercado a productos que consideran moralmente objetables y potencialmente inseguros¡±. ¡°Los productores pueden seguir vendiendo carne de cerdo a otros estados utilizando diferentes m¨¦todos de producci¨®n¡±, a?adi¨®.
Jeffrey A. Lamken, abogado de The Human Society, tambi¨¦n intervino en defensa de California, argumentando que ¡°el consumo de carne producto de la crueldad animal es en s¨ª mismo inmoral¡± y que hay empresas como los supermercados Whole Foods y los restaurantes de Burger King que ya lo toman en cuenta.
Seg¨²n Lamken, la prohibici¨®n de California no es tan excepcional. Hay nueve Estados, dijo, que proh¨ªben los cosm¨¦ticos probados en animales: ocho que proh¨ªben los huevos de gallinas enjauladas y nueve proh¨ªben ensayos con tejido fetal que proviene de abortos. Tambi¨¦n puso como ejemplo los diamantes de sangre o la capacidad de prohibir productos fabricados por esclavos. ¡°La alternativa es que los estados no puedan prohibir bienes basados en su moralidad, que si un estado piensa que es ¨¦tico comer carne de cerdo, pero no es ¨¦tico comer carne de cerdo criada de forma inhumana y cruel, ?solo puede prohibir la carne de cerdo por completo?¡±
Los jueces del Supremo sometieron a interrogatorio a todas las partes. Tratar de adivinar el sentido de las sentencias a partir de las intervenciones en las vistas orales es un deporte de riesgo, pero la mayor¨ªa de los jueces cuestionaron con dureza los argumentos de California.
Un embargo
El presidente del Supremo, el conservador John Roberts, replic¨®: ¡°Creo que la gente de algunos estados, tal vez los que producen una gran cantidad de carne de cerdo, como Iowa o Carolina del Norte o Indiana, puede pensar que hay un valor moral en proporcionar a la gente una fuente de prote¨ªna de bajo coste, en particular en tiempos de aumento de los precios de los alimentos. Pero, bajo su an¨¢lisis, es la visi¨®n de California de la moralidad la que prevalece sobre los puntos de vista de la gente en otros Estados debido al poder de mercado que tienen¡±.
Clarence Thomas, conservador, tambi¨¦n fue en esa l¨ªnea: ¡°?Podr¨ªa extenderse a un estado que tiene, por ejemplo, diferentes puntos de vista pol¨ªticos sobre ciertos temas que son importantes para sus votantes?¡±. Mongan dijo que no, que eso ser¨ªa una ley discriminatoria, ¡°equivalente a un embargo¡±, pero los jueces le pusieron en aprietos para encontrar d¨®nde est¨¢ la frontera. Kagan, progresista, le pregunt¨®: ?podr¨ªa exigirse que los trabajadores no est¨¦n sindicados o una determinada pol¨ªtica migratoria? ¡°Vivimos en un pa¨ªs dividido y la balcanizaci¨®n de la que se preocupaban los fundadores est¨¢ sin duda presente hoy en d¨ªa¡±, dijo. ¡°?Queremos vivir en un mundo donde (...) Texas est¨¢ en guerra con California y California en guerra con Texas?¡±, a?adi¨®.
El tambi¨¦n conservador Samuel Alito, pregunt¨® a Mongan: ¡°?California, como es un gigante, puede intimidar a los otros estados sin preocuparse por las represalias?¡± Y tambi¨¦n se?al¨® que los damnificados ser¨ªan las peque?as empresas. Amy Cohen Barrett, la ¨²ltima magistrada del Supremo nombrada por Trump, sigui¨® tirando de la cuerda de la supuesta moralidad de unos productos frente a otros y plante¨® si ser¨ªa admisible que un Estado proh¨ªba vender carne fabricada por empresas que no exijan la vacunaci¨®n obligatoria de sus empleados, que no den cierta cobertura sanitaria a sus empleados o que no financien la cirug¨ªa de cambio de sexo de g¨¦nero de sus trabajadores. Mongan se defendi¨® diciendo que esas ser¨ªan restricciones no ligadas al producto en s¨ª, pero los jueces no parecieron mostrarse muy convencidos.
La progresista Ketanji Brown Jackson, la ¨²ltima en incorporarse al tribunal, tras ser nombrada por Joe Biden, plante¨® si no ser¨ªa m¨¢s eficaz poner unas grandes etiquetas que permitan a los consumidores identificar y elegir los productos que quieran. En parecida l¨ªnea, la tambi¨¦n progresista Sonia Sotomayor dijo: ¡°Ya hemos comercializado carne de cerdo marcada como ecol¨®gica, libre de jaulas, libre de antibi¨®ticos y libre de agonistas beta [broncodilatadores]. No tengo ni idea de lo que eso significa¡±, dijo, provocando las risas en la sala.
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