La sobreproducci¨®n china en energ¨ªas limpias, la nueva fuente de roces entre Estados Unidos y China
¡°Vemos riesgos emergentes en nuevos sectores¡±, ha advertido la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, en una visita al gigante asi¨¢tico tras la llamada entre Biden y Xi esta semana
Janet Yellen, la experimentada secretaria del Tesoro de EE UU, es popular en China. ¡°Pragm¨¢tica y menos reticente hacia China que muchos de sus pares¡±, la ha descrito el peri¨®dico Global Times, propiedad del oficial Diario del Pueblo. Los representantes del Gobierno de Xi Jinping la han agasajado con banquetes, recepciones e incluso un recorrido en barco por el r¨ªo de la Perla, la gran arteria de la ciudad de Cant¨®n. Su viaje de esta semana al gigante asi¨¢tico, d¨ªas despu¨¦s de la primera llamada en dos a?os entre los l¨ªderes de los dos pa¨ªses, ten¨ªa como objetivo continuar con la gradual normalizaci¨®n de las relaciones entre las dos potencias, patente en el ¨²ltimo a?o. Pero tambi¨¦n aprovechaba su prestigio para enviar un claro mensaje a las autoridades en Pek¨ªn: EE UU mantiene su recelo sobre pr¨¢cticas econ¨®micas chinas, desde su sobrecapacidad en el sector de las energ¨ªas limpias a las reglas que aplica a las empresas estadounidenses en la competici¨®n mutua.
A lo largo de cuatro d¨ªas de visita, su segunda en menos de un a?o, la buena prensa de Yellen en el gigante asi¨¢tico ha sido evidente. Las redes sociales chinas se han deshecho en elogios sobre su excelente manejo de los palillos o su buen gusto al elegir platos t¨ªpicos cantoneses. All¨ª se percibe a la economista de 77 a?os como la ¨²ltima gran representante de una escuela de pensamiento en peligro de extinci¨®n: la de aquellos expertos que ve¨ªan en el crecimiento de China y sus exportaciones baratas a comienzos de siglo una se?al positiva que acarrear¨ªa el progreso global.
Ni Yellen, ni Estados Unidos, piensan ya as¨ª. Si hay algo que une a dem¨®cratas y republicanos en un pa¨ªs cada vez m¨¢s polarizado, es la suspicacia hacia China. Desde la llegada a la Casa Blanca de Biden en 2020, el presidente dem¨®crata ha mantenido los aranceles a los productos chinos que impuso su predecesor, el republicano Donald Trump, y ha adoptado lo que denomina una pol¨ªtica de ¡°reducci¨®n de riesgo¡± (derisking): no un imposible desacoplamiento completo, pero s¨ª un aumento de la producci¨®n interna en sectores estrat¨¦gicos ¡ªel de las energ¨ªas limpias, entre otros: tambi¨¦n subsidia sus veh¨ªculos el¨¦ctricos¡ª y una diversificaci¨®n de las cadenas log¨ªsticas para evitar el riesgo de una dependencia de Pek¨ªn en ¨¢reas clave.
A este principio se suma el de defensa de la seguridad nacional, la premisa a la que Washington se acoge para imponer restricciones a la exportaci¨®n tecnol¨®gica que generan el enfado de China. Una pol¨ªtica que Biden indicaba en su conversaci¨®n con Xi que va a continuar. La preocupaci¨®n sobre la seguridad nacional fue el argumento que esgrimi¨® EE UU para, en la pr¨¢ctica, expulsar desde 2019 al gigante Huawei del mercado estadounidense (un veto que Pek¨ªn interpret¨® como un intento de eliminar a un rival que le aventajaba en tecnolog¨ªa 5G).
La seguridad nacional tambi¨¦n es la raz¨®n que alega la C¨¢mara de Representantes para haber aprobado un proyecto de ley que obligar¨ªa a la propietaria china de TikTok, ByteDance, a vender la popular aplicaci¨®n de v¨ªdeos cortos, que utilizan 170 millones de estadounidenses, en un plazo de seis meses. La medida est¨¢ pendiente de votarse en el Senado, donde a¨²n no hay fecha para ello y no est¨¢ claro que los legisladores quieran que la haya. Pero Biden ha declarado que, si resulta aprobada en la C¨¢mara Alta, la firmar¨¢ para convertirla en ley.
De manera oficial, los dos pa¨ªses est¨¢n de acuerdo en la necesidad de mantener abiertas las l¨ªneas de comunicaci¨®n y preservar la mayor relaci¨®n econ¨®mica bilateral del mundo, que solo el a?o pasado intercambi¨® 575.000 millones de d¨®lares en bienes y servicios. Pero, en la pr¨¢ctica, la suspicacia es mutua.
Hace una semana, la Administraci¨®n Biden reforzaba las normas destinadas a dificultar el acceso de China a los chips de inteligencia artificial y las herramientas para fabricar semiconductores punteros, con el argumento de la seguridad nacional. A finales de marzo impon¨ªa sanciones contra supuestos piratas inform¨¢ticos chinos por su participaci¨®n en una campa?a de ciberespionaje que presuntamente afect¨® a millones de personas. Londres y Washington consideran a esos hackers como un brazo del aparato de seguridad del Estado chino. La semana pasada, Pek¨ªn respond¨ªa a las cr¨ªticas estadounidenses sobre su protecci¨®n al sector de los productos de energ¨ªas limpias con una demanda ante la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, en la que alega que las pol¨ªticas de subsidios a los veh¨ªculos el¨¦ctricos de Estados Unidos son, a su vez, discriminatorias.
La desconfianza quedaba en evidencia en el relato de cada Gobierno sobre la llamada entre los dos presidentes. Xi reprochaba a Biden que las restricciones que Estados Unidos impone a la exportaci¨®n de tecnolog¨ªas punteras al gigante asi¨¢tico ¡°crean riesgos¡± para las relaciones bilaterales y China ¡°no se quedar¨¢ quieta¡± si esas limitaciones contin¨²an o aumentan. Seg¨²n la Casa Blanca, el presidente estadounidense planteaba a su hom¨®logo chino las ¡°pol¨ªticas injustas y pr¨¢cticas econ¨®micas no de mercado¡± de Pek¨ªn.
Y eso es lo que Yellen ven¨ªa a transmitir en sus entrevistas con las autoridades chinas, incluido el nuevo zar econ¨®mico, el viceprimer ministro He Lifeng. La secretaria del Tesoro se centraba especialmente en un problema recurrente: la sobrecapacidad china y el recurso a la exportaci¨®n tras haber saturado el mercado interno.
Hace un lustro, el exceso de producci¨®n chino durante su gran boom inmobiliario generaba protestas en Estados Unidos y la Uni¨®n Europea sobre la sobreabundancia de acero y aluminio. Recientemente, China ha optado por dar prioridad a la fabricaci¨®n de lo que califica de ¡°nuevas fuerzas productivas¡±, con las que aspira a lograr este a?o un crecimiento del 5%: productos de energ¨ªas limpias ¡ªveh¨ªculos el¨¦ctricos, paneles solares, bater¨ªas de litio¡ª y semiconductores que, artificialmente baratos seg¨²n Washington, inundan ahora los mercados globales y se est¨¢n convirtiendo en un problema mundial.
El uso de la producci¨®n china de semiconductores se ha desplomado del 78% al 57% en 2022 y sus manufacturas de bater¨ªas de i¨®n de litio alcanzaron 1,9 veces el volumen de las instaladas en el mercado interno en 2022, seg¨²n un informe de la consultora Rhodium Group. ¡°M¨¢s all¨¢ de esos casos, la sobrecapacidad afecta ahora a todo el sector industrial. A comienzos de 2023, el uso de la capacidad agregada cay¨® por debajo del 75% por primera vez desde el peor punto en el ¨²ltimo ciclo de sobrecapacidad en China en 2016, con una peque?a recuperaci¨®n desde entonces¡±, agrega el documento.
¡°La sobrecapacidad no es un problema nuevo, pero se ha intensificado y vemos riesgos emergentes en sectores nuevos¡±, declaraba la secretaria del Tesoro en un discurso ante representantes de la C¨¢mara de Comercio estadounidense en Cant¨®n. Yellen alegaba que la avalancha de productos chinos perjudica a los productores en otros pa¨ªses, e instaba a Pek¨ªn a estimular el crecimiento interno y abandonar los subsidios estatales para mantener en funcionamiento empresas y sectores que de otro modo fracasar¨ªan.
China, seg¨²n alega el Gobierno estadounidense, acumula un tercio de la producci¨®n global mundial pero solo una sexta parte del consumo.
El exceso de capacidad fue, seg¨²n la Casa Blanca, tambi¨¦n uno de los asuntos en los que se centr¨® Biden durante la conversaci¨®n con Xi, en lo que, seg¨²n Dominic Chiu, de la consultora Eurasia Group, ¡°podr¨ªa ser un adelanto de una respuesta pol¨ªtica estadounidense m¨¢s dura antes incluso de las elecciones¡± presidenciales de noviembre. ¡°Fuentes estadounidenses aseguran que ¡®habr¨¢ medidas¡¯ llegados a cierto punto¡±, a?ade el analista.
Otros expertos tambi¨¦n consideran probable que las cr¨ªticas en voz cada vez m¨¢s alta del Gobierno estadounidense contra el modelo de subsidios y exportaciones chinas puedan anticipar un posible aumento de los aranceles sobre los productos de energ¨ªas limpias chinas para defender la industria dom¨¦stica estadounidense.
A lo largo de su viaje, Yellen ha evitado plantear nada que pudiera parecer una amenaza de nuevos aranceles. Est¨¢n frescas a¨²n las consecuencias de la guerra comercial desatada entre los dos pa¨ªses en la era Trump, que seg¨²n apunta Ryan Haas, experto en pol¨ªtica china del think tank Brookings Institution, cost¨® m¨¢s de 300.000 empleos en Estados Unidos. Pero la secretaria del Tesoro s¨ª indic¨® que no descarta m¨¢s medidas para proteger de las exportaciones baratas chinas las cadenas de suministro estadounidenses para bater¨ªas o los veh¨ªculos el¨¦ctricos.
El s¨¢bado, tras cuatro horas y media de reuniones con las autoridades chinas, la representante de la Administraci¨®n Biden anunciaba conversaciones entre los dos pa¨ªses sobre ¡°crecimiento equilibrado¡±. Ambos gobiernos ¡°facilitar¨¢n un debate sobre los desequilibrios macroecon¨®micos, incluida su conexi¨®n con la sobrecapacidad. Mi intenci¨®n es usar esa oportunidad para defender la igualdad de trato para las firmas y trabajadores estadounidenses¡±, sosten¨ªa Yellen.
Es dif¨ªcil saber si en esos contactos habr¨¢ progresos. Pek¨ªn contempla con escepticismo las posiciones estadounidenses. ¡°La acusaci¨®n de que la ¡®sobrecapacidad¡¯ china representa una amenaza contra otros pa¨ªses es insostenible. Globalmente, la capacidad industrial de gran calidad y las fuerzas productivas nuevas de calidad no son excesivas, sino que escasean terriblemente. C¨®mo conseguir que el mundo, especialmente los pa¨ªses en desarrollo, se beneficien de esa capacidad es una prueba constante para la consciencia y el ingenio humanos¡±, tuiteaba el embajador chino en Washington, Xie Feng, durante el viaje de Yellen. Las exportaciones chinas, medidas en d¨®lares, crecieron un 7% entre enero y febrero en comparaci¨®n con el mismo periodo de hace un a?o.
Y es concebible que Pek¨ªn, en lugar de atender los llamamientos estadounidenses, impulse a¨²n m¨¢s sus ¡°nuevas fuerzas productivas¡±. Si las encuestas actuales tienen raz¨®n y el candidato republicano, Donald Trump, se impone en las elecciones de noviembre, ha prometido elevar los aranceles sobre los productos chinos a un 60%.
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