Combatir la desigualdad laboral a nivel global, el desaf¨ªo de nuestro tiempo
Los ministros de Trabajo de Espa?a, Brasil y Sud¨¢frica reclaman ¡°un reparto m¨¢s justo de los frutos del trabajo a nivel global¡± coincidiendo con la reuni¨®n ministerial del G-20
En un mundo cada vez m¨¢s globalizado e interconectado, en el que las crisis solapadas proliferan y la desorientaci¨®n se asienta como esp¨ªritu de ¨¦poca, la desigualdad laboral sigue siendo un reto pendiente en multitud de sociedades.
La ¨²nica forma de abordar correctamente este desaf¨ªo es dejar atr¨¢s los modelos tradicionales y las respuestas fallidas, como las que favorecen la desregulaci¨®n y las soluciones orientadas a los mercados, y asumir el car¨¢cter concertado y compartido que debe tener una respuesta social y expansiva.
As¨ª, con una cooperaci¨®n reforzada desde tres continentes diversos, los Ministros de Trabajo de Brasil, Sud¨¢frica y Espa?a nos proponemos avanzar hacia un reparto m¨¢s justo de los frutos del trabajo a nivel global, con un enfoque com¨²n que aborde este problema, reflejo de nuestro compromiso colectivo para ensanchar los derechos laborales en todo el mundo.
El declive de la participaci¨®n laboral en la renta nacional ¡ªo labour share¡ª es un fen¨®meno observado en muchas econom¨ªas del mundo, particularmente desde la ola neoconservadora de los a?os 80. La labour share se refiere a la proporci¨®n del ingreso nacional que se destina a las personas trabajadoras en forma de salarios, en contraposici¨®n a la proporci¨®n que reciben los propietarios del capital. Este descenso implica que una menor parte de la renta econ¨®mica llega a las personas trabajadoras, canaliz¨¢ndose la mayor parte hacia los beneficios del capital.
Los efectos indeseados de una transici¨®n digital al servicio de unos pocos, pol¨ªticas de flexibilidad y desregulaci¨®n laborales o las dolorosas e ineficaces proclamas de la austeridad son solo algunas de las causas que han motivado esta preocupante tendencia. Estos fen¨®menos en ocasiones se traducen en la deslocalizaci¨®n de la producci¨®n, en ausencia de di¨¢logo social y participaci¨®n de los sindicatos, en la precarizaci¨®n de las condiciones de trabajo, en un desequilibro de la negociaci¨®n colectiva que da lugar a salarios bajos o en pol¨ªticas fiscales que priorizan el capital sobre el trabajo o restringen el crecimiento natural de los salarios.
Brasil, Sud¨¢frica o Espa?a no son ajenos a estas tendencias.
En Brasil, la recuperaci¨®n de la econom¨ªa tras la pandemia se ha visto marcada por hitos positivos, incluido un crecimiento s¨®lido del PIB y mejoras en los indicadores de empleo. En 2023, el PIB aument¨® un 2,9% respecto al a?o anterior, el n¨²mero de ocupados alcanz¨® los 43 millones, el empleo formal cerr¨® el a?o con la creaci¨®n de 1.488.598 puestos de trabajo y la tasa de desempleo se situ¨® en el 7,4%.
A pesar de estos resultados positivos, persisten desaf¨ªos estructurales en el mercado laboral brasile?o. Seg¨²n la OIT, Brasil registr¨® un crecimiento muy leve de la productividad entre 2015 y 2023 (promedio anual del 0,1%), mientras que los salarios reales cayeron un 6,9% en 2023. El empleo informal, los bajos salarios y determinadas pr¨¢cticas laborales inaceptables, como el trabajo infantil o forzoso, siguen estando extendidas. Ante esto, Brasil est¨¢ promoviendo los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo de la OIT, est¨¢ revisando los Planes Nacionales para la Prevenci¨®n y Erradicaci¨®n de Trabajo Infantil y Trabajo Forzoso, ha presentado su candidatura para ser pa¨ªs pionero en la Alianza 8.7 (asociaci¨®n mundial para erradicar el trabajo forzoso, la esclavitud moderna, la trata de seres humanos y el trabajo infantil) y est¨¢ implementando un Pacto Nacional por el Trabajo Decente en las Zonas Rurales.
El mercado laboral de Sud¨¢frica tambi¨¦n es un ejemplo de disminuci¨®n de la participaci¨®n laboral. Los salarios reales han mostrado fluctuaciones significativas, sin poder seguir el ritmo del crecimiento constante de la productividad. Esto ha llevado a una situaci¨®n en la que los trabajadores no se benefician proporcionalmente de la riqueza que ayudan a crear. La volatilidad del crecimiento de los salarios reales en comparaci¨®n con la productividad pone de relieve esta disparidad, que se ha visto a¨²n m¨¢s exacerbada por crisis como la pandemia, que afect¨® gravemente al crecimiento, a la estabilidad del empleo y a los niveles de productividad y salarios, provocando una disminuci¨®n de los niveles de vida, as¨ª como una mayor desigualdad econ¨®mica para muchos sudafricanos y sudafricanas.
Estas perturbaciones ponen de relieve la vulnerabilidad de los medios de vida de las personas trabajadoras y contribuyen a ampliar la desigualdad laboral. La disminuci¨®n de la participaci¨®n laboral es evidente: una proporci¨®n menor del ingreso nacional llega a las y los trabajadores, mientras que los propietarios del capital reciben una proporci¨®n mayor. En consecuencia, las personas trabajadoras sudafricanas deben hacer frente a una mayor inseguridad econ¨®mica y a una proporci¨®n cada vez menor de la riqueza del pa¨ªs. Esta situaci¨®n subraya la necesidad urgente de un nuevo enfoque que d¨¦ prioridad a una distribuci¨®n m¨¢s justa de la riqueza y fortalezca los derechos de las personas trabajadoras a nivel mundial.
En Espa?a, el crecimiento de la productividad ha sido d¨¦bil en las ¨²ltimas d¨¦cadas, con excepciones significativas como la subida que se experiment¨® en 2022. Asimismo, los salarios han crecido muy por debajo de los beneficios empresariales. Entre 1995 y 2022, la productividad laboral aument¨® un 15.3%; por el contrario, los salarios reales solo subieron un 1.2%. La conclusi¨®n es evidente: hay un reparto injusto de los frutos del trabajo.
Hemos abordado este problema con un cambio de paradigma, situando en el centro los derechos de las personas trabajadoras, con la primera reforma laboral que ampl¨ªa derechos en cuatro d¨¦cadas de democracia en Espa?a; una transformaci¨®n de las pol¨ªticas laborales que ha atajado la temporalidad, generado figuras alternativas al despido en momentos de crisis o reforzado la negociaci¨®n colectiva y con pol¨ªticas feministas que hacen que hoy trabajen por primera vez en Espa?a 10,1 millones de mujeres. En este marco, hemos subido tambi¨¦n los salarios, con un incremento del 54% del salario m¨ªnimo en cinco a?os.
Hemos, pues, desmontado los dogmas neoliberales y demostrado que, transformando el mundo del trabajo, es posible modificar el modelo de crecimiento.
Pero queda much¨ªsimo por hacer. Nuestros pa¨ªses tienen, al menos, cuatro desaf¨ªos fundamentales para ensanchar los derechos laborales.
En primer lugar, debemos seguir subiendo los salarios. Los salarios reales crecen muy por debajo del crecimiento de la productividad. Como hemos demostrado, las pol¨ªticas de subida salarial ¡ªparticularmente de los salarios m¨ªnimos legales¡ª contribuyen decisivamente a que las ganancias de productividad se repartan entre las personas trabajadoras, reduciendo la desigualdad y la brecha de g¨¦nero. Hemos, pues, de apostar por lo que sabemos que funciona.
En segundo lugar, hemos avanzado mucho en materia de igualdad y diversidad en el mundo del trabajo, pero persisten importantes desaf¨ªos que debemos superar para garantizar que todas las personas disfruten de igualdad de oportunidades, trato justo y condiciones de trabajo dignas, sin distinci¨®n de g¨¦nero, raza, orientaci¨®n sexual o identidad de g¨¦nero. Todos somos conocedores, por ejemplo, de los recientes e inaceptables casos de discriminaci¨®n racial en el mundo del deporte. Es s¨®lo una muestra del largo camino que queda por recorrer.
En tercer lugar, la transici¨®n digital debe tener lugar de forma justa y blindando los derechos individuales y colectivos de las personas trabajadoras. Debemos garantizar que la digitalizaci¨®n se sit¨²e al servicio del trabajo decente, y no al rev¨¦s, asegurando que el uso de la tecnolog¨ªa facilita el trabajo humano. Como afirma Daron Acemoglu, la innovaci¨®n tecnol¨®gica en s¨ª misma no es un acicate para la prosperidad, ¡°hay que ejercer un control democr¨¢tico en la direcci¨®n de la tecnolog¨ªa¡±. Hay que poner la innovaci¨®n tecnol¨®gica al servicio de la justicia social.
En cuarto y ¨²ltimo lugar, debemos aunar esfuerzos para fortalecer la negociaci¨®n colectiva, atajando, de una vez por todas, la continua ca¨ªda de su tasa de cobertura en el mundo. Confiamos, adem¨¢s, en el di¨¢logo social como poderosa herramienta para la comprensi¨®n mutua y la colaboraci¨®n; como cauce para mejores condiciones de vida y trabajo.
Por todo ello, hoy, los Ministerios de Trabajo de Brasil, Sud¨¢frica y Espa?a hemos acordado establecer un marco permanente de colaboraci¨®n e intercambio reforzado en materias sociales y laborales entre nuestros pa¨ªses, desbordando la tradicional brecha Norte-Sur que ya no se ajusta a la realidad actual, y que guiar¨¢ nuestras pol¨ªticas en defensa de un aumento de la participaci¨®n compartida de las rentas salariales en la riqueza nacional.
Defenderemos en cada rinc¨®n del mundo salarios justos, m¨¢s igualdad y diversidad en el trabajo y un di¨¢logo social y una negociaci¨®n colectiva reforzados, transitando las transformaciones del mundo del trabajo con la justicia social en el centro. Hoy, como afirma Alain Supiot, es m¨¢s necesario que nunca avanzar hacia una nueva Declaraci¨®n de Filadelfia que abra paso a la democracia econ¨®mica y a un mundo del trabajo del siglo XXI.
En definitiva, Brasil, Espa?a y Sud¨¢frica avanzaremos hacia una nueva internacional laborista, una alianza global sabedora de que los grandes desaf¨ªos pendientes ¡ªla crisis clim¨¢tica, el crecimiento de las desigualdades, la erosi¨®n de las democracias¡ª deben abordarse ampliando derechos laborales, no recort¨¢ndolos.
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