Covid-19 y la libertad de las personas
EE UU ha dado acceso a las farmac¨¦uticas a bienes p¨²blicos, mientras estas se embolsan miles de millones
El incremento de casos, hospitalizaciones y muertes por covid?19 en Estados Unidos es un triste recordatorio de que la pandemia no termin¨®. La econom¨ªa mundial no volver¨¢ a la normalidad mientras la enfermedad no est¨¦ controlada en todas partes.
Pero el caso estadounidense es una aut¨¦ntica tragedia, porque lo que ocurre aqu¨ª es totalmente innecesario. Mientras los habitantes de pa¨ªses emergentes y en desarrollo anhelan la vacuna (y muchos mueren por no tenerla), el suministro en Estados Unidos es lo bastante grande como para dar una segunda dosis (y ahora tambi¨¦n una de refuerzo) a toda su poblaci¨®n. Y cuando casi toda la poblaci¨®n est¨¦ vacunada, es casi seguro que la covid?19 ¡°desaparecer¨¢¡±, como en la memorable frase del expresidente Donald Trump.
Sin embargo, la cantidad de personas vacunadas en Estados Unidos todav¨ªa es insuficiente para evitar un nuevo aumento de casos en muchas zonas, como consecuencia de la muy contagiosa variante delta. ?C¨®mo es posible que en un pa¨ªs con una poblaci¨®n aparentemente bien educada haya tanta gente que act¨²a en forma irracional, contra sus intereses, contra la ciencia y contra las ense?anzas de la historia?
Una parte de la respuesta es que pese a ser rico, el pa¨ªs no est¨¢ tan bien educado como se supone; da cuenta de ello su desempe?o internacional comparativo en las evaluaciones estandarizadas. En muchas ¨¢reas de Estados Unidos (incluidas algunas con los mayores ¨ªndices de resistencia a la vacunaci¨®n) la educaci¨®n en ciencias es particularmente deficiente, por la politizaci¨®n de temas fundamentales como la evoluci¨®n y el cambio clim¨¢tico, que en muchos casos se excluyeron de los programas de estudio.
En este entorno hay muchas personas que son terreno f¨¦rtil para la desinformaci¨®n. Y las plataformas de redes sociales, a salvo de toda responsabilidad por lo que transmiten, han creado un modelo de negocios basado en maximizar el tiempo de conexi¨®n de los usuarios difundiendo informaci¨®n falsa (incluso en relaci¨®n con la covid?19 y las vacunas).
Pero una parte esencial de la respuesta tiene que ver con un enorme malentendido (presente sobre todo en la derecha) en relaci¨®n con la libertad individual. Un argumento habitual de quienes se niegan a usar mascarilla o mantener el distanciamiento social es que supone una limitaci¨®n de su libertad. Pero la libertad de uno termina donde empieza la de los dem¨¢s. Si por negarse a usar mascarilla o vacunarse, algunas personas provocan que otras se contagien la covid?19, les est¨¢n negando el derecho m¨¢s fundamental a la vida misma.
La esencia del asunto es que hay grandes externalidades: en una pandemia, las acciones de una persona afectan el bienestar de otras. Y all¨ª donde existen esas externalidades, el bienestar de la sociedad exige acci¨®n colectiva: regular para restringir conductas socialmente perjudiciales y promover conductas socialmente ben¨¦ficas.
Toda sociedad ordenada implica restricciones. Prohibiciones como las de matar, de robar... restringen la libertad individual, pero es evidente que una sociedad no puede funcionar sin ellas. En el mundo que seguir¨¢ a la covid, tal vez haya que interpretar que los Diez Mandamientos incluyen ¡°no matar¨¢s, y tampoco lo har¨¢s transmitiendo enfermedades contagiosas cuando puedas evitarlo¡±.
Y del mismo modo: ¡°Te vacunar¨¢s¡±. Cualquier limitaci¨®n de la libertad individual por el hecho de exigir la aplicaci¨®n de vacunas seguras y muy eficaces contra la pandemia es nada en comparaci¨®n con los beneficios sociales (y los consiguientes beneficios econ¨®micos) de la salud p¨²blica. Que todas las personas deben vacunarse (con algunas excepciones limitadas por razones m¨¦dicas) se cae de maduro. Y ya que muchos gobiernos parecen demasiado temerosos de exigirlo, deben encargarse de ello empleadores, escuelas, organizaciones sociales; cualquier ¨¢mbito de actividad organizada donde haya contacto entre personas.
Como hemos aprendido estos ¨²ltimos 18 meses, la salud mundial es un bien p¨²blico mundial. Mientras la enfermedad siga haciendo estragos en algunas partes del mundo, crecer¨¢ el riesgo de que aparezca una mutaci¨®n m¨¢s letal, m¨¢s contagiosa y m¨¢s resistente a las vacunas.
Pero en la mayor parte del mundo, el problema no es que haya resistencia a la vacunaci¨®n sino una enorme escasez de vacunas. Es evidente que el sector privado no consigue aumentar la producci¨®n para asegurar un suministro adecuado. ?Se debe eso a que los productores de vacunas carecen de capital? ?Hay escasez de frascos de vidrio o jeringas? ?O esperan tal vez que restringir el suministro de dosis aumente los precios y las ganancias? Uno de los principales obst¨¢culos a un mayor suministro es el acceso al uso de propiedades intelectuales necesarias; por eso la propuesta de suspensi¨®n de patentes que se est¨¢ discutiendo en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio es tan importante.
Y en vista de la urgencia y de la magnitud del desaf¨ªo, hace falta m¨¢s: una de las medidas que puede tomar el Gobierno del presidente estadounidense Joe Biden es invocar la Ley de Producci¨®n para la Defensa y aprovechar el hecho de que el Gobierno federal es titular de patentes fundamentales. Estados Unidos ha dado a las farmac¨¦uticas libre acceso a esos bienes intelectuales p¨²blicos, mientras se embolsan miles de millones de d¨®lares en beneficios. Estados Unidos debe usar todos los instrumentos de los que dispone para aumentar la producci¨®n dentro y fuera del pa¨ªs.
Esto tambi¨¦n se cae de maduro. Aun si el coste de la vacunaci¨®n en todo el mundo llegara a varios miles de millones de d¨®lares, no ser¨ªa nada en comparaci¨®n con el coste humano y econ¨®mico de que la pandemia contin¨²e.
Joseph E. Stiglitz, es premio Nobel de Econom¨ªa, profesor distinguido en la Universidad de Columbia e integrante de la Comisi¨®n Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional.
? Project Syndicate 1995¨C2021
Traducci¨®n de Esteban Flamini
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