Finanzas del lado del clima
No tenemos otra opci¨®n m¨¢s?que cambiar la manera en?que consumimos, producimos e invertimos
El mundo finalmente ha despertado al imperativo existencial de garantizar una r¨¢pida transici¨®n a una econom¨ªa verde. Las finanzas jugar¨¢n un papel fundamental en ese proceso. Pero si bien las instituciones financieras han dado muestras de querer contribuir ¡ªemitiendo bonos verdes e instalando lamparillas ecol¨®gicas¡ª, son demasiados los que siguen otorgando capital a la industria de combustibles f¨®siles y respaldando a otras partes de la econom¨ªa que son incompatibles con una transici¨®n verde.
Esta financiaci¨®n alimenta activamente la crisis clim¨¢tica. Muchas de estas inversiones son de larga vida. Descubrir, desarrollar y explotar plenamente un nuevo campo petrolero lleva d¨¦cadas y se extiende mucho m¨¢s all¨¢ del horizonte en el que el mundo debe volverse neutro en carbono para impedir niveles catastr¨®ficos de calentamiento. En este sentido, estos proyectos casi con certeza se convertir¨¢n en ¡°activos bloqueados¡±: tenencias que han perdido su valor y su utilidad en un contexto de lucha para salvar el planeta.
Estas p¨¦rdidas plantean un riesgo para el inversor y, potencialmente, para el sistema econ¨®mico y para el planeta. Teniendo en cuenta que la mayor¨ªa de los due?os de activos bloqueados intentar¨¢n, de manera ego¨ªsta, explotar sus tenencias pase lo que pase, la financiaci¨®n de estas inversiones crea una din¨¢mica pol¨ªtica adversa. Existen grupos de presi¨®n poderosos decididos a combatir la transici¨®n verde para no ser ellos los que terminen quedando en la estacada. Asimismo, si la transici¨®n tiene ¨¦xito, estos mismos grupos exigir¨¢n una compensaci¨®n ¡ª¡°socializando¡± en efecto el riesgo de p¨¦rdidas de inversiones que, en realidad, nunca se deber¨ªan haber hecho¡ª. Si la historia sirve de gu¨ªa, lograr¨¢n salvarse.
En t¨¦rminos ideales, simplemente tendr¨ªamos que prohibir este tipo de inversiones. Pero, por ahora, esta opci¨®n es pol¨ªticamente inviable en Estados Unidos y muchos otros pa¨ªses. Otra opci¨®n es implementar herramientas regulatorias. Como los mercados son cortoplacistas y muchas veces no tienen en cuenta riesgos que son clave, la obligaci¨®n de garantizar una estabilidad financiera recae en los encargados de supervisar la econom¨ªa, incluidos los bancos centrales.
La crisis financiera de 2008 demostr¨® lo que puede suceder cuando se vuelve a tasar incluso una parte peque?a de la base de activos del mundo (hipotecas de alto riesgo de EE UU). Una nueva tasaci¨®n de los activos que probablemente resulten afectados por el cambio clim¨¢tico podr¨ªa tener efectos sist¨¦micos que eclipsar¨¢n a los de 2008. El sector de combustibles f¨®siles es solo la punta del iceberg (en proceso de derretimiento). Por ejemplo, los crecientes niveles de los oc¨¦anos y los eventos clim¨¢ticos extremos cada vez m¨¢s comunes, desde incendios forestales hasta huracanes, podr¨ªan obligar a una repentina revalorizaci¨®n de enormes franjas de tierra y de bienes ra¨ªces tambi¨¦n.
En consecuencia, los reguladores necesitan exigir una divulgaci¨®n total del riesgo clim¨¢tico ¡ªque incluya no solo los peligros f¨ªsicos, sino tambi¨¦n los riesgos financieros directos e indirectos¡ª. Aun si no hay unanimidad respecto de la magnitud de estos riesgos o del ritmo del cambio inminente, la prudencia exige que se sepa lo que podr¨ªa suceder en los posibles escenarios analizados ampliamente en las evaluaciones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Clim¨¢tico y en otras partes. Asimismo, un r¨¦gimen de pol¨ªticas capaz de alcanzar una neutralidad de carbono en 2050 (combinando precios del carbono y regulaciones) casi con certeza tendr¨¢ un impacto significativo en los precios de los activos.
Si la econom¨ªa avanza con demasiada lentitud en una direcci¨®n verde, aumenta el ¡°riesgo de la transici¨®n¡±. En lugar de una transici¨®n tranquila y eficiente hacia una neutralidad de carbono, con ajustes graduales en los precios de los activos, podr¨ªamos terminar en una transici¨®n m¨¢s ca¨®tica en la que los precios saltar¨ªan en momentos cr¨ªticos cuando los mercados internalicen plenamente la realidad del cambio.
Para mitigar este riesgo, las finanzas no solo deben dejar de financiar inversiones que afecten nuestro medio ambiente, tambi¨¦n deben proporcionar fondos para las inversiones necesarias para hacernos avanzar en la direcci¨®n correcta. Tal vez necesitemos zanahorias y palos para hacer mover a la industria.
Por ejemplo, deber¨ªa obligarse a los bancos que hacen inversiones de riesgo en materia de clima a tener m¨¢s reservas que reflejen ese riesgo. Los inversores han sido advertidos: los que, de todos modos, sigan haciendo inversiones en combustibles f¨®siles no deber¨ªan ser subsidiados por la poblaci¨®n a trav¨¦s de la deducci¨®n de p¨¦rdidas. En Estados Unidos, el Gobierno avala la gran mayor¨ªa de las hipotecas residenciales; de aqu¨ª en adelante, solo deber¨ªa hacerlo en el caso de hipotecas verdes (pr¨¦stamos para hogares que est¨¢n bien aislados y son eficientes en el consumo de energ¨ªa).
Por otra parte, para alentar las inversiones que se predican con un precio del carbono alto, los gobiernos podr¨ªan emitir ¡°garant¨ªas¡± en caso de que, si el precio del carbono termina siendo m¨¢s bajo de lo esperado, digamos, en 20 a?os, el inversor sea compensado. Esto funcionar¨ªa como una suerte de p¨®liza de seguro, obligando a los gobiernos en todo el mundo a respetar sus compromisos seg¨²n el acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs.
Estas y otras pol¨ªticas similares favorecer¨¢n la transici¨®n verde. Pero, inclusive con este est¨ªmulo, es poco probable que el sector financiero privado haga lo suficiente de su parte. Muchas de las inversiones cr¨ªticas que necesitamos son de larga vida y los mercados financieros privados muchas veces se centran en el corto plazo.
Para cubrir la brecha se han creado bancos de desarrollo verde en muchas jurisdicciones, incluido el Estado de Nueva York. En otras partes se han ampliado los mandatos de los bancos de desarrollo existentes para incluir el desarrollo verde. Estas instituciones est¨¢n haciendo un aporte importante no solo en la provisi¨®n de financiaci¨®n, sino tambi¨¦n en la ayuda con el dise?o y estructuraci¨®n de los propios proyectos verdes.
La crisis clim¨¢tica exige enormes cambios econ¨®micos y sociales. No tenemos otra opci¨®n m¨¢s que cambiar la manera en que consumimos, producimos e invertimos. El desaf¨ªo es manejable. Pero si queremos manejarlo bien, las finanzas deben hacer su parte. Y eso demandar¨¢ algo m¨¢s que un poco de est¨ªmulo de la sociedad civil y de los gobiernos.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es profesor en la Universidad de Columbia. ? Project Syndicate, 2021.
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