La inflaci¨®n, primicia de la econom¨ªa pospandemia
El repunte de los precios no es una escaramuza transitoria ni prefigura el final de la recuperaci¨®n
Los datos son una fuente esencial de conocimiento para la pol¨ªtica econ¨®mica. Pero, ?qu¨¦ hacer cuando apuntan en direcci¨®n contradictoria? Las tensiones inflacionarias no cesan, reduciendo la capacidad de compra de las familias. Muchas f¨¢bricas se ven abocadas a reducir la producci¨®n por falta de suministros o su encarecimiento, y la actividad global se resiente. El propio FMI acaba de recortar su previsi¨®n de crecimiento en 2021 para las econom¨ªas m¨¢s poderosas del planeta, que son EE UU, China y Alemania; y tambi¨¦n para Espa?a.
En contraposici¨®n, las encuestas de coyuntura dibujan una imagen positiva: los pedidos se acumulan en las empresas, El mercado laboral registra 76.113 parados menos en el mejor septiembre de la serie hist¨®rica y los consumidores se muestran confiados en el futuro (tanto los indicadores adelantados de venta y de contrataci¨®n, como los ¨ªndices de confianza del consumidor se mantienen en niveles elevados).
Ante unos hechos tan contradictorios, no es sorprendente que las interpretaciones tambi¨¦n lo sean. Unos, a la cabeza los bancos centrales, se muestran optimistas; consideran que el repunte de precios es una escaramuza transitoria y vaticinan por tanto una recuperaci¨®n sostenida. Los agoreros, por su parte, lanzan la voz de alarma de la estanflaci¨®n, un periodo de estancamiento de la actividad e inflaci¨®n persistente, que se ensa?ar¨ªa con los pa¨ªses m¨¢s endeudados.
En un entorno tan complejo, el informe del FMI permite extraer algunas lecciones esperanzadoras, otras menos. La principal: las fuerzas de la recuperaci¨®n siguen siendo potentes, gracias a la liberaci¨®n de la enorme bolsa de demanda retenida durante la crisis. Nada puede detener ese efecto, aunque s¨ª retrasarlo ¡ªcomo en Espa?a, con un crecimiento previsto del 6,3% para 2022 (una revisi¨®n al alza de 6 d¨¦cimas), tras el 5,7% este a?o (un recorte de 5 d¨¦cimas)¡ª.
En segundo lugar, y esto es crucial para entender el brote de inflaci¨®n, el crecimiento difiere de las pautas anteriores a la pandemia. Sube la demanda de bienes frente a los servicios, de ah¨ª los cuellos de botella en el transporte por carretera y mar, y en los suministros necesarios a la producci¨®n manufacturera. La actividad se digitaliza, exacerbando la escasez de componentes tecnol¨®gicos. Y provoca tensiones en los mercados energ¨¦ticos por la baja inversi¨®n en energ¨ªas f¨®siles, necesariamente denostadas en tiempos de lucha contra el cambio clim¨¢tico, y la insuficiente oferta de fuentes alternativas no contaminantes. Todo ello contribuye al ciclo alcista de costes y entorpece la onda expansiva.
Del an¨¢lisis del Fondo se puede deducir que la duraci¨®n del brote de inflaci¨®n depende de la transici¨®n energ¨¦tica. Esto lo sabemos en Espa?a, con un IPC que podr¨ªa rozar el 5% a finales de a?o como consecuencia del encarecimiento del gas y de la electricidad, mordiendo el poder adquisitivo de los salarios y los m¨¢rgenes empresariales. La tensi¨®n retroceder¨¢ a medida que se producen inversiones en energ¨ªas renovables y mejoras en su eficiencia. El Fondo tambi¨¦n advierte del riesgo de efectos de segunda ronda en los precios no energ¨¦ticos y en los salarios, pero se decanta por un impacto limitado por el subempleo que persiste tras la crisis y los cambios en los mercados laborales. No estar¨ªamos, por tanto, ante una espiral inflacionista como en la crisis del petr¨®leo del siglo pasado.
En suma, las perspectivas siguen siendo favorables pese al shock de costes m¨¢s persistente de lo previsto por la mayor¨ªa de bancos centrales. La pol¨ªtica monetaria debe calmar las expectativas de inflaci¨®n, replegando el arsenal monetario, pero sin sobrerreaccionar, porque las tensiones subyacentes son todav¨ªa moderadas. Los presupuestos p¨²blicos afrontan un dilema similar. Algunos de sus est¨ªmulos siguen siendo necesarios, si no esenciales, entre otras cosas para facilitar la transici¨®n energ¨¦tica y atajar la escalada de costes de producci¨®n; y a la vez conviene frenar el endeudamiento. Una cosa parece clara: el Estado es un actor crucial de la econom¨ªa pospandemia, pero su acci¨®n debe ser atinada para que no se cuestione su sostenibilidad.
IPC
Los productos energ¨¦ticos son los art¨ªfices del actual brote de inflaci¨®n. El IPC se increment¨® en septiembre un 4% con respecto a un a?o antes, por el encarecimiento de la energ¨ªa (29%). La inflaci¨®n subyacente es apenas del 1%. Seg¨²n Funcas, si el precio de la electricidad se estabiliza, el IPC alcanzar¨¢ un pico del 5% en noviembre antes de emprender una senda decreciente. Pero si la escalada prosigue, el IPC ascender¨ªa hasta el 5,3% a finales de a?o, y todav¨ªa se situar¨ªa en esas cotas hasta la primavera.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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