Las infraestructuras vuelven al primer plano
A los republicanos no les import¨® el d¨¦ficit cuando aprobaron una rebaja fiscal de 1,9 billones de d¨®lares
Trece republicanos de la C¨¢mara de Representantes votaron a favor del proyecto de ley de infraestructuras que ahora va camino del despacho del presidente Biden. Tal vez no parezcan muchos, pero dada la intensidad del partidismo republicano ¡ªel perdedor en las elecciones a gobernador de Nueva Jersey no ha admitido a¨²n su derrota¡ª, conseguir siquiera que esa cantidad de republicanos respalde una iniciativa que podr¨ªa ayudar a Biden es ya un triunfo.
Esta votaci¨®n da a entender que los pol¨ªticos creen lo que indican los sondeos: que reparar carreteras y puentes, ampliar el sistema de banda ancha y mejorar otras cosas es inmensamente popular, y que oponerse a la ley les har¨ªa pagar un precio pol¨ªtico. (Seis dem¨®cratas progresistas votaron en contra de la ley, aunque Nancy Pelosi, que afirm¨® tener un ¡°recuento secreto de los responsables de la disciplina de partido¡±, podr¨ªa haber conseguido alguno de esos votos si los hubiera necesitado). Pero si el gasto en infraestructuras tiene tir¨®n pol¨ªtico ?por qu¨¦ no se produjo con Donald Trump? El Gobierno de Trump declar¨® por primera vez la Semana de las Infraestructuras en junio de 2017, pero ninguna propuesta legislativa lleg¨® a materializarse, y cuando Trump perdi¨® la presidencia la expresi¨®n se hab¨ªa convertido ya en un chiste nacional. ?Por qu¨¦?
No fue solo por incompetencia. Lo m¨¢s importante es que el Partido Republicano actual es constitucionalmente incapaz ¡ªo quiz¨¢, dado su comportamiento reciente, deber¨ªamos decir inconstitucionalmente incapaz¡ª de invertir en el futuro de Estados Unidos. Y, por triste que sea decirlo, los dem¨®cratas proempresa, a los que verdaderamente deber¨ªamos dejar de llamar ¡°centristas¡±, tienen algunos de los mismos problemas.
Trump habl¨® mucho de infraestructuras durante la campa?a electoral de 2016. Pero el ¡°plan¡± presentado por sus asesores ¡ªse trataba en realidad de un ambiguo esbozo¡ª era un l¨ªo. Ni siquiera era realmente una propuesta de inversi¨®n p¨²blica; era en gran medida un ejercicio de capitalismo de amiguetes, un plan de inversi¨®n privada subvencionada por los contribuyentes que, al igual que las ¡°zonas de oportunidades¡± que formaban parte de la rebaja fiscal de 2017, habr¨ªan acabado por beneficiar enormemente a los promotores ricos. Adem¨¢s, era completamente inviable.
Si Trump hubiera querido que se lograra algo real, habr¨ªa tenido que recurrir a gente con cierta idea de lo que hac¨ªa, que al menos supiera redactar leyes. Pero no estaba dispuesto a trabajar con los dem¨®cratas, y algunos republicanos clave en el Congreso ¡ªMitch McConnell en particular¡ª se opusieron en todo momento a efectuar una inversi¨®n significativa en infraestructuras. ?Por qu¨¦ esta oposici¨®n? Aparentemente, se deb¨ªa en gran parte a la manera de sufragar el gasto adicional. Los republicanos se opon¨ªan, c¨®mo no, a aplicar nuevos impuestos, en especial a las grandes empresas y a los ricos; tambi¨¦n dec¨ªan estar en contra de un endeudamiento adicional del Gobierno.
Pero la primera regla de la pol¨ªtica del d¨¦ficit es que a nadie le importan realmente los d¨¦ficits. Desde luego, a los republicanos no les importaban cuando aprobaron a toda prisa una rebaja fiscal de 1,9 billones de d¨®lares sin ning¨²n ahorro de costes para compensar. El pu?ado de dem¨®cratas que siguen resisti¨¦ndose al plan Reconstruir Mejor presentado por Biden, que invertir¨ªa en personas adem¨¢s de en acero y hormig¨®n, han retrasado la votaci¨®n al exigir a la Oficina Presupuestaria del Congreso un c¨¢lculo de los gastos. Pero no parece importarles el hecho de que la ley de infraestructuras f¨ªsicas vaya a pagarse en parte con pretextos y enga?os, y que la Oficina Presupuestaria calculase que va a sumar cientos de miles de millones de d¨®lares al d¨¦ficit.
Casualmente, muchos economistas creen ahora que, dados los tipos de inter¨¦s tan bajos, no deber¨ªamos preocuparnos realmente por los d¨¦ficits. Pero eso no impide a los pol¨ªticos invocar selectivamente el temor al d¨¦ficit para bloquear los programas de inversi¨®n p¨²blica que no les gustan.
En el caso de los republicanos convencionales, eso significa b¨¢sicamente oponerse a todo aquello que no sea gasto militar. Todo lo dem¨¢s es ¡°socialismo¡±, que para la derecha ha llegado a significar gastar dinero de cualquier manera que ayude a los ciudadanos de a pie. De hecho, est¨¢ bastante claro que lo que los conservadores temen no es que los nuevos programas p¨²blicos fracasen; temen que esos programas se perciban como un ¨¦xito, y que eso ayude a legitimar un papel m¨¢s amplio del Gobierno a la hora de abordar los problemas sociales.
O sea, les preocupa que los programas p¨²blicos que ayudan a los ciudadanos pudieran convertirnos en un ¡°pa¨ªs de par¨¢sitos¡±, e incluso tal vez en un pa¨ªs que grava a los ricos para pagar la ayuda a los necesitados. Con esta actitud, el ¨²nico modo en que Trump podr¨ªa haber sacado adelante una ley de infraestructuras habr¨ªa sido ignorar a buena parte de su propio partido y trabajar con los dem¨®cratas. Pero como ya he dicho, no estaba por la labor de hacerlo.
Por desgracia, el pu?ado de dem¨®cratas que todav¨ªa podr¨ªa matar el plan Reconstruir Mejor parecen compartir la falta de voluntad republicana para invertir en el futuro, aunque de forma m¨¢s moderada. Est¨¢n dispuestos a gastar en infraestructuras, incluso con dinero prestado. Pero el gasto social les echa para atr¨¢s, a pesar de que hay pruebas firmes de que dicho gasto ayudar¨ªa enormemente a la econom¨ªa. ?Por qu¨¦? Bueno, Joe Manchin dice que le preocupa que nos convirtamos en una ¡°sociedad subsidiada¡±.
Sin embargo, a estas alturas, dar rienda suelta a este disparate tendr¨ªa enormes costes pol¨ªticos y humanos. La capacidad de Biden para conseguir por fin que se apruebe la ley de infraestructuras que Trump no logr¨® en cuatro a?os es una lecci¨®n pr¨¢ctica de lo que puede conseguirse si dejamos a un lado a los ide¨®logos y a los partidarios del capitalismo clientelista. Ahora los dem¨®cratas deber¨ªan rematar el trabajo.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2021. Traducci¨®n de News Clips
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