La rentabilidad de una sociedad bien formada
Buena parte de las dificultades de encontrar trabajo vienen de un mercado ineficiente y no de fallos en el sistema universitario
El efecto positivo de la educaci¨®n sobre multitud de variables econ¨®micas, pol¨ªticas, institucionales y humanas en general est¨¢ fuera de duda. Que una sociedad m¨¢s educada eleva su calidad democr¨¢tica o mejora los valores que rigen sus instituciones o ayuda a integrar a la sociedad ha sido comprobado y evidenciado por multitud de disciplinas. La ciencia econ¨®mica, por no ser menos, ha evaluado igualmente el efecto de la educaci¨®n sobre, por ejemplo, la renta de los trabajadores, la desigualdad y la asimilaci¨®n del cambio tecnol¨®gico, entre otras muchas cuestiones.
Concretamente, y para Espa?a, sabemos que elevar la educaci¨®n de cualquiera de nosotros tiene un efecto positivo en los salarios medios que ganaremos a lo largo de nuestra vida: entre un 5% y 7% m¨¢s por cada a?o de estudio adicional. Adem¨¢s, por cada a?o de estudio que tenga el conjunto de los espa?oles de media, el salario medio de todos podr¨ªa crecer un 3% adicional, independientemente de la formaci¨®n que tengamos. Es decir, la educaci¨®n no es solo una inversi¨®n con rendimientos que recaen en la esfera personal, sino que redunda en el conjunto de la sociedad a trav¨¦s de lo que llamamos externalidades. Estas se vinculan, adem¨¢s, con la principal justificaci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica en educaci¨®n.
Sin embargo, el escepticismo sobre parte de estos logros es cada vez mayor, en concreto sobre la educaci¨®n superior. Nos llegan, a trav¨¦s de los medios, y cada vez m¨¢s asiduamente, casos de egresados universitarios para los cuales sus estudios no parecen aportarles la diferenciaci¨®n por ellos esperada. Esta evidencia sirve, para algunos, como oportunidad para criticar, leg¨ªtimamente, el dise?o de los estudios universitarios y a la propia instituci¨®n. Pero para otros sirve para torpedear parte del esfuerzo educativo en nuestro pa¨ªs. Construir una cr¨ªtica concentrando la atenci¨®n en las colas de la distribuci¨®n, es decir, en lo raro, en lo que es noticia, tiene un peligro. Involuntariamente, o no, est¨¢ calando un mensaje negativo sobre la utilidad de dichos estudios, cuando en realidad, ante un escenario laboral desolador para los j¨®venes, tener una preparaci¨®n superior supone asegurarse ante eventualidades futuras.
Buena parte de los problemas a los que se enfrentan los universitarios cuando acceden al mercado de trabajo espa?ol no lo son por el mero hecho de ser universitarios (siempre con excepciones). Aun existiendo una clara heterogeneidad en la rentabilidad de los estudios en funci¨®n del grado cursado, buena parte de los problemas que experimentan nacen en el seno de un mercado de trabajo disfuncional, y que penaliza, de un modo u otro, a todos los que tratan de internarse en ¨¦l, independientemente de los estudios que posean.
Por ejemplo, debemos saber que, mientras en la Europa de los 27 en el a?o 2019 la tasa de paro de los universitarios era del 4,2%, la del conjunto de los trabajadores ascend¨ªa al 6,7%. En Espa?a, la tasa de paro media fue del 14,1%, mientras que la de los universitarios ascendi¨® al 8,6 %, es decir, un 61% del nivel medio. Mientras la tasa de paro universitaria duplicaba a la de los universitarios europeos, la tasa de paro para el conjunto de la poblaci¨®n hac¨ªa lo propio. As¨ª, descontado el factor ¡°com¨²n¡± de desempleo de nuestra econom¨ªa, los universitarios espa?oles no parecen mostrar una peor situaci¨®n con la de pa¨ªses vecinos. Dicho al rev¨¦s, buena parte de las dificultades de encontrar empleo podr¨ªan venir de un mercado de trabajo ineficiente y no necesariamente por fallas sist¨¦micas en la educaci¨®n de los universitarios, aunque sin duda esta pueda merecer una profunda revisi¨®n. M¨¢s datos: seg¨²n Eurostat, un universitario espa?ol ¡°disfrutaba¡± de una prima salarial del 32% respecto al conjunto de la poblaci¨®n trabajadora (medido en salarios hora). En la Europa de los 27 esta prima fue del 33%. Hay grandes diferencias, no obstante, en el seno de la Uni¨®n. Por ejemplo, la prima espa?ola superaba a la de pa¨ªses como Francia, Reino Unido, Suecia, Irlanda y Dinamarca, entre otros, pero se quedaba lejos de las de Alemania o Pa¨ªses Bajos. Respecto a estudiantes con estudios secundarios, la prima salarial del universitario espa?ol era del 47%.
Resumiendo, estudiar siempre suma. Formarse es una condici¨®n necesaria, y ojal¨¢ fuera suficiente, para tener una vida profesional mejor. Y es cierto que para maximizar ese rendimiento positivo hay que tomar decisiones con conocimiento y con informaci¨®n. Pero lo que no debemos hacer es debilitar a la juventud con mensajes que los podr¨ªa llevar a tomar las decisiones incorrectas.
Manuel Hidalgo es profesor de la Universidad Pablo de Olavide y economista de EsadeEcPol.
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