Condiciones para un pacto de rentas
La b¨²squeda de f¨®rmulas realistas para compartir la inflaci¨®n importada obstaculiza un acuerdo
Los Estados disponen de poco margen para luchar contra el actual brote de inflaci¨®n y sus consecuencias en la capacidad de compra de los hogares, el malestar social y el crecimiento de la econom¨ªa. A diferencia de lo que ocurri¨® con la pandemia, ya no pueden contar con el respaldo de los bancos centrales, v¨ªa los generosos programas de compra de deuda que ahora est¨¢n deshaciendo. Algunos pa¨ªses, como el nuestro, est¨¢n muy endeudados y tendr¨¢n que afrontar la subida de tipos de inter¨¦s en ciernes.
De ah¨ª la idea de resucitar el pacto de rentas, un instrumento amable para las cuentas p¨²blicas que tuvo su ¨¦poca de gloria con los pactos de la Moncloa o el ¡°dique de contenci¨®n¡± holand¨¦s (el llamado modelo polder). El objetivo m¨¢s evidente: evitar una espiral de precios y salarios nefasta para la competitividad y la cohesi¨®n social. Un pacto de rentas tambi¨¦n aportar¨ªa algo de previsibilidad para nuestra econom¨ªa, algo importante en un contexto internacional tan incierto.
Para posibilitar un tal acuerdo, sin embargo, es preciso tener en cuenta tres circunstancias. La primera ata?e a la duraci¨®n de la crisis energ¨¦tica. La decisi¨®n de topar el precio del gas que entra en el mercado el¨¦ctrico es un paso acertado en la direcci¨®n de la desescalada, como lo reconoce el Banco de Espa?a en su informe anual. Adem¨¢s, los mercados a plazo apuntan a unos precios tensionados del petr¨®leo y del gas hasta la primavera del 2023 y a una posterior suavizaci¨®n fruto de las inversiones en renovables y de los esfuerzos de ahorro energ¨¦tico que se est¨¢n realizando (aunque todav¨ªa queda mucho por hacer). Sin embargo, existen escenarios menos halag¨¹e?os, como el que se plantear¨ªa en caso de un corte total del suministro ruso. Todo ello aboga por acuerdos plurianuales, como est¨¢ empezando a producirse en algunos sectores.
La heterogeneidad de situaciones entre sectores, exacerbada por la aceleraci¨®n de los cambios estructurales como consecuencia de la pandemia, es otra complicaci¨®n de cara a un acuerdo de conjunto. Algunas actividades como las tecnol¨®gicas y la log¨ªstica se enfrentan a una escasez de mano de obra o, en el caso de la agricultura en determinados territorios, a una demanda boyante que dificulta la contenci¨®n. Por tanto, un acuerdo de cobertura nacional solo puede ser indicativo, si bien tambi¨¦n debe incorporar incentivos fiscales o en t¨¦rminos de cotizaciones sociales para las empresas que lo respeten.
Finalmente, el debate actual es dicot¨®mico: unos abogan por incrementos salariales en funci¨®n de la inflaci¨®n prevista, con un riesgo de desv¨ªo asumido por los trabajadores, y otros por pactos con indiciaci¨®n total en funci¨®n de la inflaci¨®n real, algo que amenaza la competitividad de las empresas. Existen sin embargo f¨®rmulas intermedias de reparto de los costes importados, como compensaciones ante la p¨¦rdida de poder adquisitivo que no se perpet¨²en en futuros convenios, o aportaciones a planes de pensiones de empleo.
De momento, el mercado laboral est¨¢ respondiendo con moderaci¨®n. Los salarios pactados se incrementan por debajo del 2,5%, dos puntos menos que el IPC subyacente. Pese al crecimiento del empleo, los hogares soportan una p¨¦rdida de capacidad de compra: este a?o, descontando la inflaci¨®n, su renta disponible se habr¨¢ reducido un 5,7% en relaci¨®n a 2019, seg¨²n las previsiones de la Comisi¨®n Europea. Los m¨¢rgenes tambi¨¦n se comprimen, aunque proporcionalmente menos (la Comisi¨®n prev¨¦ una reducci¨®n del excedente bruto de explotaci¨®n en t¨¦rminos reales del 1,6% durante el mismo periodo). Pero algunos sectores se muestran m¨¢s exuberantes, con el riesgo de contagio al resto, incluido el sector p¨²blico.
En suma, este parece ser el momento oportuno de un acuerdo amplio, que abarque el conjunto de cuestiones ¡ªm¨¢rgenes empresariales, salarios y pensiones¡ª. Y que tenga en cuenta las caracter¨ªsticas del shock energ¨¦tico y geopol¨ªtico que se adentra inexorablemente en nuestra econom¨ªa.
Coyuntura
El malestar social generado por la escalada de costes energéticos, evidenciado por las recientes huelgas de transportistas, ha dejado huella en los indicadores de coyuntura. La cifra de negocios en la industria registró un descenso en marzo del 6,1% (según el índice del INE corregido de estacionalidad y calendario). En cuanto a los servicios, el descenso alcanzó el 3,3% en el mismo mes (según el IASS corregido del INE). Destaca la caída de las ventas y reparación de automóviles, así como de servicios más afectados por la huelga, como el comercio.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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