El trillado camino de las criptomonedas a la crisis
Las entidades que operan como bancos deben estar reguladas como tales o hay que cerrarlas
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La r¨¢pida subida de los tipos de inter¨¦s ha provocado el estallido de la burbuja de las criptodivisas y ha dejado al descubierto la fragilidad, la mala gobernanza e incluso el fraude en muchas esquinas, y muy especialmente en el mercado de criptomonedas FTX. Y el espectacular derrumbe de FTX estuvo precedido de otros fracasos recientes en la criptosfera, como los de Terra-Luna, Three Arrows Capital o Voyager Digital. Nadie deber¨ªa sorprenderse, ni siquiera por la cantidad de personas a las que pill¨® por sorpresa.
¡°No hay nada nuevo bajo el sol¡±, nos recuerda el Eclesiast¨¦s. En la sede de FTX bajo el sol de las Bahamas, la publicidad de la empresa instaba a los clientes a ¡°no perderse la pr¨®xima gran novedad¡±: divisas basadas en la tecnolog¨ªa de cadena de bloques, productos financieros y tokens no fungibles (activos digitales encriptados). Pero lo ¨²nico nuevo eran los activos. El relato de la crisis de las criptomonedas hace mucho tiempo que estaba escrito.
Como sucede a menudo con los colapsos financieros, el hundimiento empez¨® con una burbuja. La demanda de los inversores sobrepas¨® las expectativas razonables a corto plazo de lo que podr¨ªan lograr las criptomonedas. Los usos de bitcoin, ethereum y las dem¨¢s, poco pr¨¢cticas como medio de intercambio, parec¨ªan limitarse a la especulaci¨®n financiera y las actividades ilegales. Pero unos tipos de inter¨¦s hist¨®ricamente bajos alimentaron la obsesi¨®n por lo que podr¨ªan llegar a ser las criptomonedas. El proceso de due diligence qued¨® relegado a un segundo plano ante la escalada de los precios de los activos. El dinero barato hizo que a las empresas les resultase m¨¢s barato endeudarse en exceso. Los inversores necesitaban rendimientos cada vez mayores para superar al mercado y a sus competidores. Esto tra¨ªa m¨¢s apalancamiento y m¨¢s riesgos.
Cuando las burbujas inevitablemente estallan o encogen, los beneficios se desploman. Las circunstancias m¨¢s precarias sacan a la luz la fragilidad del sistema: normativas inadecuadas, mala gobernanza y malos agentes, cosas que antes eran f¨¢ciles de ocultar. En casos extremos, las empresas ocultan sus p¨¦rdidas mediante el fraude. Cuando una empresa se hunde, el contagio se extiende a las entidades expuestas.
El ostentoso fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, quer¨ªa llevar las criptomonedas al p¨²blico general, y grandes fondos como Sequoia Capital y Temasek, el fondo de patrimonio soberano de Singapur, invirtieron en el proyecto. Celebridades como Tom Brady y Larry David promovieron FTX en anuncios durante la Super Bowl (la gran final del campeonato del f¨²tbol estadounidense). Antiguos jefes de Estado y de Gobierno como Bill Clinton y Tony Blair se dejaban ver con Bankman-Fried. Est¨¢bamos en los albores de una nueva era de las finanzas, y lo ¨²nico que tem¨ªan los inversores era perd¨¦rsela.
Sin embargo, esta euforia rodeaba un castillo de naipes. La huida en desbandada de las criptomonedas se inici¨® con el desplome del ecosistema stablecoin (monedas estables) de Terra-Luna, un conjunto de monedas digitales que perdieron su vinculaci¨®n al d¨®lar justo en el momento en que la Reserva Federal empez¨® a subir sus tipos de inter¨¦s a principios de 2022. El contagio se extendi¨® a Three Arrows Capital, un fondo de cobertura de criptomonedas ahora extinto que estaba muy expuesto a Terra-Luna. FTX trat¨® de detener la infecci¨®n, rescatando a empresas como Voyager y BlockFi. Hubo incluso quien compar¨® a Bankman-Fried con el legendario JP Morgan, c¨¦lebre por su intervenci¨®n financiera privada que pali¨® el p¨¢nico de 1907.
Los detalles siguen siendo confusos, pero el fondo de cobertura hermano de FTX, Alameda Research, empez¨® a tener problemas durante el verano a medida que la incertidumbre se propagaba por la criptosfera. Contraviniendo las normas de FTX, Bankman-Fried utiliz¨® 8.000 millones de d¨®lares de fondos de clientes en un intento de rescatar a Alameda, gestionada por su antigua pareja sentimental. Sin embargo, los pr¨¦stamos de Alameda estaban supuestamente respaldados por FTT, la criptomoneda interna de FTX ahora carente de valor.
Las fichas de domin¨® estaban colocadas. El fat¨ªdico empuj¨®n comenz¨® con una disputa p¨²blica entre Bankman-Fried y Changpeng Zhao, fundador de la bolsa rival Binance. Zhao anunci¨® que Binance ten¨ªa previsto vender 529 millones de d¨®lares en tokens FTT, lo que provoc¨® que los clientes de FTX empezaran a retirar fondos de la plataforma. FTX se enfrent¨® a una crisis de liquidez masiva y no tard¨® en declararse insolvente. Zhao, despu¨¦s de afirmar que Binance comprar¨ªa la bolsa paralizada, se ech¨® atr¨¢s en cuanto vio los libros de FTX. Bankman-Fried dimiti¨® como consejero delegado poco despu¨¦s y la empresa quebr¨®. Las alegaciones de fraude, despilfarro y abuso por parte de FTX inundaron la criptosfera.
La repentina ca¨ªda pill¨® a los inversores con el paso cambiado. Casi el 40% de los fondos de cobertura de criptomonedas hab¨ªan invertido en FTX. Muchos probablemente hab¨ªan dado por sentado que grandes fondos como Sequoia hab¨ªan actuado con la diligencia debida. En cambio, el entusiasmo por FTX y su fundador hab¨ªa sustituido a una evaluaci¨®n s¨®lida de los fundamentos, encubriendo la profunda podredumbre. El actual administrador de FTX, John Ray III, que supervis¨® la liquidaci¨®n de Enron, ha se?alado que ¡°una falta tan completa de controles corporativos y una ausencia tan completa de informaci¨®n financiera fiable¡± era ¡°algo sin precedentes¡±.
La implosi¨®n de FTX ha da?ado gravemente la idea de la criptosfera de un sistema financiero no regulado y descentralizado, pero eso no significa que la tecnolog¨ªa sea la culpable del caos. Hay otras formas de finanzas digitales y tecnolog¨ªa de cadena de bloques ¡ªcomo los contratos inteligentes¡ª que a¨²n pueden mejorar los sistemas de pago y ampliar la inclusi¨®n financiera. Muchos bancos centrales se han apuntado al juego y est¨¢n lanzando sus propias monedas digitales para afianzar la soberan¨ªa monetaria y la estabilidad financiera.
Los reguladores se enfrentan a un dilema. Una reacci¨®n exagerada a la crisis de las criptomonedas podr¨ªa convertir las aplicaciones posiblemente beneficiosas de la tecnolog¨ªa en da?os colaterales. Y aunque acojan a los criptomercados en el redil regulador, podr¨ªan incurrir en un peligro moral, ya que los inversores buscan protecci¨®n p¨²blica frente a las p¨¦rdidas privadas. Por otra parte, si los reguladores hacen caso omiso de los mercados de criptomonedas, la inestabilidad podr¨ªa aumentar (aunque los mercados de criptomonedas son todav¨ªa demasiado peque?os para plantear riesgos sist¨¦micos).
Las lecciones de la crisis de las criptomonedas no son ni nuevas ni controvertidas. Las entidades que operan como bancos deben estar reguladas como tales o hay que cerrarlas. Los casinos especulativos deben supervisarse en busca de indicios de fraude. Los auditores y reguladores deben garantizar que el juego no est¨¢ ama?ado, y hay que advertir a los inversores que las p¨¦rdidas en el juego no est¨¢n aseguradas. Hasta el Casino Royale, de James Bond, que se film¨® cerca de la sede insular de FTX, ten¨ªa que cumplir algunas normas. Es razonable esperar que los vecinos hagan lo mismo.
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