?Sue?o alcanzable o delirio? Los planes de Argentina y Brasil de compartir moneda
El proyecto para que ambos pa¨ªses comercien con una divisa com¨²n llamada sur ha sido tildado de disparate
¡°Esto es una locura¡±, dijo sin m¨¢s explicaciones el ex economista jefe del FMI Olivier Blanchard, cuando escuch¨® hablar del sur, una moneda com¨²n para Argentina y Brasil. ¡°Una idea terrible¡±, se sum¨® Paul Krugman, que s¨ª incluy¨® un razonamiento: para el Nobel de Econom¨ªa, compartir moneda solo ser¨ªa estudiable si cada uno de los dos pa¨ªses fuera el principal socio comercial del otro y sus econom¨ªas no presentaran tantas diferencias.
Ninguna de las dos condiciones se cumplen. Brasil es el mercado del 14% de las exportaciones de Argentina y su principal socio comercial, pero la ecuaci¨®n no funciona igual al rev¨¦s: Argentina ocupa el tercer lugar en las exportaciones brasile?as, muy por detr¨¢s de China y de Estados Unidos. Las diferencias en la econom¨ªa tambi¨¦n son evidentes. En Brasil la inflaci¨®n no lleg¨® a los dos d¨ªgitos el a?o pasado y sus reservas en moneda extranjera superan los 300.000 millones de d¨®lares, mientras que Argentina termin¨® 2022 con un 95% de subida en el IPC, m¨¢s de 10 tipos de cambio y las reservas cayendo hasta perforar a mediados de febrero la barrera de los 40.000 millones de d¨®lares.
?Significa eso que no tiene ni pies ni cabeza el anuncio de avanzar hacia una moneda compartida que a finales de enero hicieron Alberto Fern¨¢ndez y Luiz In¨¢cio Lula da Silva? Seg¨²n el economista y miembro del directorio del Banco Central de Argentina Jorge Carrera, la respuesta es no. Aunque ninguno de los dos gobiernos haya dado a¨²n los detalles, dice, lo que est¨¢ claro es que en una primera fase el objetivo del proyecto nunca ser¨¢ una moneda ¨²nica que sustituya a las respectivas divisas nacionales, al estilo del euro. En todo caso, una moneda compartida para operaciones de comercio exterior que facilite el intercambio entre las dos naciones.
¡°Lo que dice Blanchard de locura es porque alguien le habr¨¢ dicho, o ¨¦l mismo habr¨¢ le¨ªdo a las apuradas, que era una moneda ¨²nica para el Mercosur, pero aqu¨ª la palabra ¡®¨²nica¡¯ es la que hay que tachar¡±, dice Carrera. ¡°La propuesta es minimalista y por eso tiene m¨¢s posibilidades de viabilidad: una moneda que pueda funcionar como unidad de cuenta para el comercio bilateral¡±.
Se ha hablado de vincular la cotizaci¨®n del sur a la de una cesta de bienes en cada una de las dos econom¨ªas, lo que dejar¨ªa fuera el problema de abaratarla artificialmente para Argentina, el pa¨ªs con mayor inflaci¨®n. A falta de detalles, el mecanismo que Carrera imagina es una compensaci¨®n diaria de los sures intercambiados por parte de los dos bancos centrales. Un escenario en el que la moneda podr¨ªa funcionar como una anotaci¨®n contable, sin billetes f¨ªsicos, con una conversi¨®n autom¨¢tica en la moneda de cada pa¨ªs.
Se podr¨ªa argumentar que ese sistema de compensaci¨®n diaria tambi¨¦n funcionar¨ªa sin la intermediaci¨®n del sur: si cada agente comercial usa su propia moneda nacional, los bancos centrales podr¨ªan calcular al final del d¨ªa cu¨¢l de los dos tiene que compensar al otro por haber importado m¨¢s de lo que export¨®. Pero la ventaja de poner al sur en medio de la operaci¨®n reside en que los agentes comerciales de los dos pa¨ªses usar¨ªan as¨ª el mismo precio de referencia para saber a cu¨¢nto est¨¢n vendiendo y comprando.
Saltarse el mercado de compra y venta de d¨®lares, la actual moneda de referencia en la regi¨®n, y comenzar a usar una moneda propia implicar¨ªa una reducci¨®n en los costes de transacci¨®n y, por tanto, un incentivo al comercio entre los dos pa¨ªses. Estos costes son especialmente altos en un pa¨ªs como Argentina, donde la escasez cr¨®nica de d¨®lares ha llevado al Gobierno a imponer controles en la adquisici¨®n de la divisa.
¡°Despu¨¦s del f¨²tbol, el segundo deporte nacional en Argentina es la compra de d¨®lares, porque hace d¨¦cadas que no tenemos moneda estable y nadie ahorra en pesos¡±, dice Elisabet Bacigalupo, de la consultora argentina Abeceb. ¡°Por eso tenemos controles de capital y controles comerciales para evitar devaluar, que es lo que pasar¨ªa si dejas al mercado en un contexto de exceso de demanda de d¨®lares¡±.
Como explica Bacigalupo, para que una empresa argentina pueda importar hoy tiene que obtener antes el permiso del Banco Central para adquirir los d¨®lares con los que pagar a su proveedor del exterior. Un proceso de meses que deja fuera a empresas de menor tama?o sin financiaci¨®n de sus proveedores. Pese a eso, dice, la creaci¨®n de una nueva moneda no resuelve el problema de fondo en la relaci¨®n bilateral, que es ¡°el d¨¦ficit comercial estructural que Argentina tiene con Brasil¡±.
En la medici¨®n de noviembre de 2022, las exportaciones brasile?as a Argentina superaban en 2.238 millones de d¨®lares a las importaciones del mismo pa¨ªs. Pero, como dice Carrera, el d¨¦ficit nunca es el problema, sino lo que se hace con ¨¦l, ¡°c¨®mo se reduce¡±. ¡°Es el mismo problema que enfrentan en Europa pa¨ªses como Espa?a, que tienen d¨¦ficit comercial con Alemania, por ejemplo¡±, explica.
Adem¨¢s, dice, la relaci¨®n comercial bilateral va a cambiar en poco tiempo, cuando termine la construcci¨®n de un gasoducto que permitir¨¢ a Argentina ¡°sustituir a Bolivia como el principal proveedor de gas de Brasil¡±. ¡°Argentina importa ahora mismo 13.000 millones de d¨®lares desde Brasil, pero, si el sistema fuera m¨¢s fluido y tuviera estos beneficios en costes de transacci¨®n, que te ahorran un 5% o un 6% en costes por comerciar con esa moneda, la ventaja comparativa har¨¢ que haya m¨¢s comercio¡±.
La comparaci¨®n con los d¨¦ficits comerciales de los pa¨ªses de Europa tiene sus l¨ªmites. Para empezar, porque a Argentina le cuesta m¨¢s conseguir la financiaci¨®n necesaria para cubrirlos. ?Podr¨ªa encargarse Brasil de salvar ese problema con nuevas l¨ªneas de cr¨¦dito a su vecino del sur? Seg¨²n Thierry Larose, de la gestora suiza Vontobel, no ser¨ªa lo m¨¢s sensato para un pa¨ªs como Brasil, con una balanza de pagos y un nivel de reservas muy saludables. ¡°No tendr¨ªa ning¨²n gran beneficio salvo mostrar la voluntad de ayudar a otro pa¨ªs que es un socio comercial cercano¡±, dice.
?Y si esto es el primer paso de un proceso que termine en una moneda ¨²nica para los pa¨ªses de Am¨¦rica del Sur, al estilo del euro? Si esa es la intenci¨®n, no tiene mucho sentido hablarlo ahora porque ser¨ªa un proyecto de d¨¦cadas, dice Larose, ¡°mucho m¨¢s lejano que el mandato de los actuales presidentes¡±. Es verdad que con las actuales disparidades macroecon¨®micas entre los dos pa¨ªses parece imposible, o ¡°una locura¡±, en palabras de Blanchard. Pero, como dice Philip Pilkington, responsable del podcast de geopol¨ªtica Multipolarity, cuando comenzaron los planes del euro hab¨ªa pa¨ªses con inflaciones y fluctuaciones del tipo de cambio muy dispares. ¡°Italia, sobre todo, ten¨ªa devaluaciones consecutivas de la lira y, de hecho, el objetivo del euro para esos pa¨ªses era disciplinar sus econom¨ªas, y en ese sentido funcion¨®¡±.
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