El Gatopardo vive en El Cairo (y viste con ropa militar)
Las promesas del Gobierno egipcio al FMI de que el ej¨¦rcito reducir¨ªa su huella en la econom¨ªa han ido seguidas de maniobras por parte del colectivo castrense para aferrarse a sus ingentes negocios
Cuando el FMI public¨® el pasado enero el informe que inclu¨ªa los compromisos de Egipto para cerrar un nuevo rescate ¡ªel cuarto en seis a?os¡ª de 3.000 millones de d¨®lares, todos los ojos se dirigieron a las promesas de El Cairo de reducir la huella del Estado en la econom¨ªa a fin de atraer inversiones y estimular el sector privado. Sin embargo, como en la famosa novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, todo ha cambiado para que todo siga igual.
Apenas un mes despu¨¦s, el primer ministro egipcio, Mostafa Madbouly, present¨® una lista compuesta por una treintena de compa?¨ªas p¨²blicas que el Gobierno ten¨ªa la intenci¨®n de privatizar, entre las que se contaban dos empresas propiedad del ej¨¦rcito: la embotelladora Safi y la cadena de gasolineras Wataniya. El acuerdo presentado por El Cairo tambi¨¦n inclu¨ªa otras reformas, como someter a las firmas propiedad de los militares a unas normas fiscales y de transparencia similares a las que se aplica a compa?¨ªas civiles.
La inclusi¨®n expl¨ªcita en el programa de las empresas militares, que suelen vivir al margen de las estatales, fue un gesto notable. En la ¨²ltima d¨¦cada, el ej¨¦rcito egipcio, y la nebulosa de intereses personales y corporativos que lo rodean, han expandido de forma significativa su poder econ¨®mico, gracias a su influencia pol¨ªtica, a un acceso aventajado a capital y contratos p¨²blicos, y a sus privilegios fiscales y laborales, lastrando al sector privado
Un a?o despu¨¦s de que El Cairo y el FMI llegaran a un acuerdo, sin embargo, no solo casi ninguna de las reformas m¨¢s ambiciosas se ha materializado, sino que los subterfugios para proteger los intereses de los militares han sido evidentes. Por ejemplo, el Parlamento debati¨® en julio un proyecto de ley para abolir exenciones fiscales a organismos estatales que participan en actividades econ¨®micas. Y la medida tir¨® adelante con un matiz no menor: no afectar¨¢, entre otros, a proyectos relacionados con la defensa y la seguridad.
All¨ª donde los rodeos del ej¨¦rcito m¨¢s cejas han levantado ¡ªbien por generar incredulidad, bien por rozar lo c¨®mico¡ª ha sido no obstante en el plan de privatizaci¨®n. Y en particular en el proceso de la cadena de gasolineras Wataniya, que ten¨ªa la posibilidad de convertirse en s¨ªmbolo de las reformas y lo ha acabado haciendo del af¨¢n de negocios de los militares.
Operaci¨®n rocambolesca
El lento camino hacia su privatizaci¨®n empez¨® a adquirir tintes un tanto rocambolescos ya en julio, cuando la Organizaci¨®n Nacional de Proyectos de Servicios (NSPO), el brazo econ¨®mico del ej¨¦rcito, compr¨® un 20% del gigante energ¨¦tico egipcio Taqa Arabia. Un mes despu¨¦s, Taqa Arabia se sum¨® a la carrera para hacerse con parte de Wataniya, y se reserv¨® la opci¨®n de efectuar parte de dicha operaci¨®n con moneda local en lugar de d¨®lares, a pesar de que lo ¨²nico que les interesa a las autoridades estatales son billetes verdes. Otras empresas que tambi¨¦n han expresado inter¨¦s incluyen gigantes del sector de Arabia Saud¨ª, Emiratos ?rabes, China y Reino Unido, y ahora est¨¢ previsto que la decisi¨®n final se anuncie antes de que acabe este a?o.
En medio de este proceso, ha trascendido que Wataniya transfiri¨® 174 de sus 300 gasolineras a otra entidad que no se ha revelado, seg¨²n un documento de un centro de informaci¨®n vinculado al Gobierno que se filtr¨® a la prensa local. ?Qu¨¦ sigui¨® luego? A finales de octubre se supo que la NSPO inaugurar¨¢ antes de que termine el a?o ni m¨¢s ni menos que una nueva l¨ªnea de estaciones de servicio, llamada A1, seg¨²n inform¨® Asharq Business, agencia asociada a Bloomberg. Y para acabar de dejar el c¨ªrculo aparentemente bien atado, A1 se sumar¨¢ a Chill Out, un minorista de combustible en plena expansi¨®n que es propiedad de a quien a estas alturas ya se pueden imaginar.
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