Finanzas artificiales: ?finanzas inteligentes?
El desarrollo de la negociaci¨®n de alta frecuencia o algor¨ªtmica ha generado varios incidentes graves en las Bolsas
El lanzamiento en 2022 de Chat-GPT populariz¨® el uso de grandes modelos de lenguaje y el debate sobre los l¨ªmites ¨¦ticos a la inteligencia artificial (IA). El an¨¢lisis sobre lo que es la IA ha tenido un hito reciente con la adopci¨®n por la UE de un marco legal que regula la inteligencia artificial, que se encuentra todav¨ªa en proceso de aprobaci¨®n formal por el Parlamento Europeo y el Consejo tras el acuerdo pol¨ªtico de principios de diciembre. Las obligaciones de los sistemas de inteligencia artificial dependen de los riesgos percibidos: m¨ªnimo, alto, o inaceptable, en cuyo caso quedar¨¢n prohibidos.
Es interesante recordar que el f¨ªsico Stephen Hawking pensaba que la inteligencia artificial pod¨ªa ser la mejor herramienta al alcance de la humanidad, o la semilla de su destrucci¨®n, por lo que el enfoque cauteloso de la UE tiene mucho sentido. Entre las ¨¢reas en las que el eminente cient¨ªfico brit¨¢nico (como otros expertos) cre¨ªa que la IA podr¨ªa tener repercusiones negativas estaba el sector financiero.
Hay grandes potencialidades del uso de la IA en finanzas, incluyendo una m¨¢s eficiente supervisi¨®n, que detecte de forma temprana fraudes, permita identificar los movimientos de dinero negro y recuperarlo, o simplemente pueda interpretar mejor las ingentes cantidades de informaci¨®n que las entidades financieras deben proporcionar al regulador, y compararlas con otras fuentes de informaci¨®n para detectar inconsistencias. Para las entidades privadas puede mejorar la gesti¨®n del riesgo, e incluso podr¨ªa favorecer desarrollar m¨¦tricas materialmente significativas que incorporen los impactos indirectos e inducidos en t¨¦rminos de emisi¨®n de gases de efecto invernadero por parte de las empresas en las que se invierte, lo que podr¨ªa permitir una mejor y m¨¢s transparente categorizaci¨®n del nivel de sostenibilidad medioambiental (y social) de las carteras de inversi¨®n.
Uno de estos ¨¢mbitos es la negociaci¨®n burs¨¢til y en otros mercados organizados. Desde que se ha generalizado la negociaci¨®n electr¨®nica a trav¨¦s de ¨®rdenes, con el uso de programas autom¨¢ticos de compra y venta (negociaci¨®n de alta frecuencia, HFT por sus siglas en ingl¨¦s), los mercados han experimentado un gran crecimiento del n¨²mero de transacciones, lo que ha aportado liquidez al sistema, y mejorado en l¨ªneas generales la valoraci¨®n de los activos y la rapidez en que esta valoraci¨®n reacciona a nuevas informaciones (milisegundos). Sin embargo, tambi¨¦n ha experimentado numerosos incidentes graves en los que la negociaci¨®n algor¨ªtmica ha generado el caos, como el famoso flash-crash del 6 de mayo de 2010 entre otros. Un ejemplo interesante fue en 2008 cuando el agregador de noticias de Google etiquet¨® incorrectamente como ¡°actual¡± una informaci¨®n de seis a?os antes, sobre los problemas financieros de una empresa cotizada (para entonces, hace tiempo que ya se hab¨ªan resuelto), y algunos programas HFT lanzaron ¨®rdenes de venta sobre la compa?¨ªa, generando una importante ca¨ªda de precio que activ¨® otros programas de negociaci¨®n.
En tiempos de respuesta tan cortos no es posible que los humanos puedan intervenir antes de que se negocien centenares de miles de millones de euros. Aunque cuando se descubra el error los mercados recuperen los valores iniciales, los propietarios previos al incidente y los posteriores ser¨¢n diferentes: algunas personas e instituciones habr¨¢n perdido una significativa fracci¨®n de sus ahorros en un parpadeo.
La evoluci¨®n de los sistemas de negociaci¨®n autom¨¢tica hacia sistemas m¨¢s intuitivos y con capacidad de acci¨®n genera un riesgo claro: una forma sencilla de ganar dinero en Bolsa, si no hay limitaciones ¨¦ticas, es manipular la informaci¨®n. As¨ª, Lord Cochrane manipul¨® a principios del siglo XIX la Bolsa de Londres, al propagar (un a?o antes de Waterloo) la falsa noticia de que Napole¨®n hab¨ªa sido derrotado, muriendo en la batalla: aprovech¨® el entusiasmo burs¨¢til para vender a precios inflados los activos que hab¨ªa comprado previamente. M¨¢s recientemente, en 2013, un grupo de hackers manipul¨® la cuenta de Twitter de Associated Press y tuite¨® que al presidente Obama le hab¨ªan atacado: el Dow Jones perdi¨® inmediatamente un 1% de su valor, para recuperarlo unos minutos despu¨¦s una vez la informaci¨®n se demostr¨® falsa.
Otra opci¨®n, tristemente frecuente, es m¨¢s extrema: apostar por el caos y provocarlo. Recientemente se ha sabido que hubo una negociaci¨®n inhabitual tanto en mercados financieros israel¨ªes como estadounidenses en los d¨ªas previos al ataque de Hamas del 7 de octubre, con una significativa apuesta porque las acciones de empresas israel¨ªes cayeran con fuerza en el corto plazo. Es razonable pensar que los autores del ataque terrorista hab¨ªan planificado tambi¨¦n poder beneficiarse de esa informaci¨®n de la que solamente ellos dispon¨ªan (el ej¨¦rcito israel¨ª contaba con algunas evidencias, pero err¨®neamente no les dio relevancia). No es una novedad: aparentemente Al Qaeda invirti¨® en opciones de venta sobre empresas que se ver¨ªan negativamente afectadas por los ataques del 11 de septiembre de 2001. Aunque en este caso el supervisor estadounidense (SEC) no encontr¨® pruebas concluyentes, diversos autores detectaron una actividad inversora an¨®mala en las fechas previas al ataque. A otro nivel diferente, pero con id¨¦ntica falta de escr¨²pulos morales, un joven ruso-alem¨¢n planific¨® y ejecut¨® un ataque contra los jugadores del Borussia Dortmund para poder enriquecerse: previamente a la explosi¨®n de la bomba en 2017 se hab¨ªa posicionado en corto, apostando por una ca¨ªda del valor del club tras la p¨¦rdida de alguno de sus jugadores (no se lamentaron v¨ªctimas mortales por un error en la colocaci¨®n del explosivo).
Entre ambas estrategias podemos colocar el caso de GameStop, donde una serie de hilos en Reddit a finales de 2020 y principios de 2021 permitieron la coordinaci¨®n de un gran n¨²mero de inversores con el fin de hacer perder dinero a los especuladores financieros que apostaban a una ca¨ªda del valor: como efecto, el precio de la acci¨®n pas¨® de menos de 20 d¨®lares a m¨¢s de 480 en apenas tres semanas. Desde entonces el precio ha ca¨ªdo de forma significativa, pero sigue siendo muy superior al que ten¨ªa hace tres a?os. En este caso se interpret¨® que no hab¨ªa habido manipulaci¨®n de mercado, al utilizarse las redes sociales para influir en el ¨¢nimo de los inversores. La manipulaci¨®n de mercado es dif¨ªcil de perseguir, como bien sabemos. Adem¨¢s, la existencia de profec¨ªas de autocumplimiento, y el efecto bola de nieve presentes en los mercados financieros dificultan discernir si el prop¨®sito inicial era manipulativo o si simplemente un an¨¢lisis err¨®neo fue cre¨ªdo por suficiente gente como para convertirse en realidad.
En este contexto, se comprende la vulnerabilidad que el profesor Hawking encontraba en los mercados financieros. Una IA que no tenga embebidas en su c¨®digo claras limitaciones ¨¦ticas puede entender que la forma m¨¢s sencilla de maximizar el retorno de una cartera de inversi¨®n es apostar por un desastre inminente y provocarlo. Tambi¨¦n un sistema propenso a alucinaciones es poco fiable como mecanismo de toma de decisiones. No es necesario que la IA est¨¦ dise?ada con un esp¨ªritu malvado o destructivo: el hecho de que las decisiones se tomen en milisegundos, sin intervenci¨®n humana, hace que errores en su dise?o, o la existencia de efectos negativos inesperados, si se amplifican, puedan llegar a tener un efecto devastador: el impacto de las crisis financieras en la econom¨ªa real es dram¨¢tico y genera impactos profundos y duraderos.
Adem¨¢s, a principios de 2024 tenemos la necesidad urgente de dirigir de la forma m¨¢s eficiente posible el ahorro hacia las inversiones en transici¨®n energ¨¦tica, en la mitigaci¨®n del calentamiento global y en la adaptaci¨®n a sus consecuencias. Quiz¨¢s la IA nos pueda ayudar a descarbonizar nuestra econom¨ªa y proteger nuestros ecosistemas antes y mejor. Sin embargo, si existe el riesgo de que genere problemas que nos desv¨ªen de este objetivo, se trata de un riesgo (en mi opini¨®n) inaceptable.
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