La clase media baja la persiana en Francia
La crisis de firmas de ropa como Kooka?, Naf Naf, Pimkie o Cama?eu se debe a la covid y la inflaci¨®n, pero responde tambi¨¦n a cambios sociales m¨¢s profundos
Hay nombres, marcas, lugares que brillan y fascinan hasta que, sin saber c¨®mo ni por qu¨¦, un d¨ªa empiezan a parecer grises y al siguiente ya nadie se acuerda de ellos. El activista y escritor Cory Doctorow ha inventado la palabra ¡°enshittification¡±. Literalmente, este t¨¦rmino hace referencia al proceso por el que algo se convierte en mierda. Doctorow, con esta cruda expresi¨®n, se refiere al lento declive de plataformas digitales como Facebook. Podr¨ªa estar hablando de la crisis de las cadenas de ropa francesas que florecieron en los a?os ochenta y noventa del pasado siglo, y que con el paso del tiempo perdieron el lustre.
Algunas eran de lo m¨¢s cool, lo m¨¢s guay. Los nombres de Naf-Naf, Kooka?, Cama?eu, Pimkie y otros formaban parte del paisaje de las calles de las ciudades, grandes y peque?as (la Francia bella, la de postal), y de los centros comerciales en las afueras (la conocida como Francia fea).
Pasaron los a?os, y la competencia de marcas m¨¢s baratas y cadenas como la espa?ola Zara, los cambios de costumbres de los consumidores y, finalmente, la pandemia de la covid y la espiral inflacionista, las sentenciaron. Algunas se vieron arrastradas a la suspensi¨®n de pagos. O han tenido que cerrar decenas de tiendas. Es una crisis ¡ªla de las cadenas francesas que vest¨ªan a las clases medias en la etapa final de la era dorada de la clase media en Occidente¡ª que explica un cambio social de fondo.
Solo en el a?o 2023, cerca de 4.000 personas se quedaron sin empleo en el sector textil, seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Alliance du Commerce, organizaci¨®n profesional de esta industria en Francia. En cuatro a?os, casi uno de cada cinco clientes ha desertado.
¡°Kooka?ette¡ La nueva raza de jovencitas chic y sin un duro¡±, dec¨ªa un reportaje televisivo de finales de los ochenta sobre lo que entonces era el fen¨®meno Kooka?. Las kooka?ettes eran las chicas que se vest¨ªan con ropa de Kooka?. El v¨ªdeo, sacado del nutrido archivo del Instituto Nacional Audiovisual, parece desde la perspectiva de 2024 un lamento nost¨¢lgico por un mundo que ya no volver¨¢. Declara una kooka?ette en el reportaje: ¡°La mujer de 40 a?os que necesita un jersey para poner debajo de una chaqueta, incluso de Chanel o Saint Laurent, vendr¨¢ aqu¨ª para encontrarlo, igual que la jovencita de 16 a?os que busca una camiseta o un jersey para salir de noche¡±.
Relevo generacional
Aquellas kooka?ettes superan hoy la cincuentena y sus hijas e hijos ya no se visten ni en Kooka?, que el pasado oto?o fue adquirida por el grupo franc¨¦s Antonelle-Un jour ailleurs, ni en otras marcas como Cama?eu, en liquidaci¨®n judicial desde el pasado mes de septiembre. Compran, j¨®venes y mayores, por internet, o ropa de segunda mano, en multinacionales como Primark, H&M o Zara, o en cadenas baratas como Action o Zeeman.
Al pr¨ºt-¨¤-porter aut¨®ctono, de tama?o medio, de precios medianos y para la clase media, le ha costado resistir a los nuevos tiempos. En realidad, la crisis refleja un fen¨®meno m¨¢s amplio que alimenta la recurrente neurosis francesa sobre el eterno declive.
Es lo que J¨¦r?me Fourquet y Jean-Laurent Cassely llaman, en el ensayo La France sous nos yeux, ¡°el fin de la casa com¨²n¡± o ¡°la desmediaci¨®n¡±. Es decir, la erosi¨®n y disgregaci¨®n de la clase media francesa. Unos caen y otros suben, y lo que era un bloque m¨¢s o menos compacto se fragmenta en modos de vida dispares.
De un lado, una clase media-alta que opta por productos m¨¢s caros y distintivos (sean la hamburguesa gourmet, o el SUV el¨¦ctrico). Del otro, una clase media-baja que pierde pie y consume productos m¨¢s baratos (sea el McDonald¡¯s y el kebab, o el omnipresente autom¨®vil Dacia Duster). De todo hay hoy dos versiones: la premium y la discount. Y en medio, un vac¨ªo creciente.
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