?Est¨¢ dispuesto EE UU a tener una guerra comercial con China?
Ambos pa¨ªses deben encontrar la manera de llegar a un acuerdo si quieren tener un crecimiento estable e inclusivo
Cuesta pensar en un tema que aglutine m¨¢s a la clase pol¨ªtica profundamente dividida de EE UU que la necesidad de contener la creciente influencia de China, ya sea a trav¨¦s de restricciones comerciales, aranceles a los veh¨ªculos el¨¦ctricos (VE) chinos o prohibiendo TikTok. Pero si bien el argumento de la seguridad nacional para este tipo de medidas proteccionistas es indudablemente convincente, no resulta claro si los l¨ªderes pol¨ªticos y la poblaci¨®n norteamericana est¨¢n preparados para las potenciales consecuencias econ¨®micas.
La idea que prevalece es que el aumento de las importaciones chinas en el mercado estadounidense durante los a?os 2000 horadaron la base industrial de EE UU, lo que hizo que el tipo de desarrollo militar acelerado que les permiti¨® a los aliados ganar la II Guerra Mundial resultara pr¨¢cticamente imposible. En los c¨ªrculos pol¨ªticos de Washington, muchas veces se describe al ¡°shock de China¡± como un error gigantesco que devast¨® ciudades en todo el Cintur¨®n de ?xido y deriv¨® en un marcado incremento de la desigualdad.
En consecuencia, existe un acuerdo generalizado entre los responsables de las pol¨ªticas y los analistas de que EE UU debe impedir un ¡°shock de China 2.0¡å, imponiendo aranceles y restricciones comerciales considerables a las tecnolog¨ªas asi¨¢ticas como tel¨¦fonos, drones y, sobre todo, a los VE, paneles solares y equipos para la energ¨ªa verde. El presidente, Joe Biden, y su antecesor, Donald Trump, no coinciden sobre la mayor¨ªa de las cuestiones. Sin embargo, en lo que concierne a la relaci¨®n con China, ambos parecen estar disput¨¢ndose el t¨ªtulo de presidente m¨¢s proteccionista.
Ahora bien, el relato del impacto de China que sustenta la actual pol¨ªtica econ¨®mica de EE UU es sumamente err¨®neo. Si bien la competencia con productores chinos ha afectado de manera adversa a algunos empleos manufactureros, el libre comercio, sin duda, ha creado m¨¢s ganadores que perdedores. Asimismo, los consumidores de bajos ingresos del pa¨ªs han estado entre quienes m¨¢s se han beneficiado con las importaciones chinas a bajo coste. Los responsables de las pol¨ªticas que creen que desarticular el comercio con China no resultar¨¢ en aumentos de precios y en un rev¨¦s pol¨ªtico significativo se van a llevar una sorpresa desagradable.
Sin duda, el impacto econ¨®mico de las restricciones comerciales de EE UU podr¨ªa minimizarse si se redirigieran las importaciones chinas a trav¨¦s de proveedores de otros pa¨ªses, lo que les permitir¨ªa a los norteamericanos comprar paneles solares fabricados en China como si fueran producidos en la India, aunque a un precio m¨¢s alto. Pero si bien este escenario de aranceles puede ser popular entre los votantes, es dif¨ªcil ver de qu¨¦ manera esto mejorar¨ªa la seguridad nacional m¨¢s de lo que redirigir el fentanilo chino a EE UU a trav¨¦s de M¨¦xico ayud¨® a solucionar la crisis de los opioides.
Por otra parte, llevar¨ªa a?os que pa¨ªses amigos desarrollaran sus propias bases industriales que puedan competir con las de China, especialmente a los precios bajos ofrecidos por los productores de este pa¨ªs. En algunos sectores como los VE, la capacidad de producci¨®n de China le ha permitido ejercer una ventaja casi insuperable sobre los pa¨ªses occidentales. Frente a esta realidad, el objetivo del sindicato de trabajadores de la industria automotriz de hacer que los norteamericanos compren coches el¨¦ctricos producidos en instalaciones norteamericanas sindicalizadas y bien remuneradas ser¨¢ extremadamente dif¨ªcil de alcanzar.
Una estrategia mejor planteada distinguir¨ªa entre un comercio que involucre tecnolog¨ªas militares sensibles y otros productos, pero hacerlo es m¨¢s complicado de lo que muchos parecen pensar. La convergencia de tecnolog¨ªas militares y civiles se ha vuelto evidente en la guerra de Ucrania, con drones de bajo coste que originalmente estaban destinados a transportar paquetes y que luego fueron readaptados como lanzabombas y redes m¨®viles privadas que desempe?aron un papel fundamental en las principales batallas. Adem¨¢s, como ense?¨® la pandemia, EE UU y sus aliados dependen de los suministros m¨¦dicos chinos.
Para quienes creemos que la cooperaci¨®n multilateral es necesaria para abordar los problemas m¨¢s apremiantes del mundo, desde el cambio clim¨¢tico hasta la regulaci¨®n de la inteligencia artificial, la creciente rivalidad entre las dos principales potencias es muy preocupante. Desde la perspectiva de EE UU, el Gobierno autoritario de China mina los valores liberales fundacionales que sustentan el orden econ¨®mico y pol¨ªtico global. Los incesantes ciberataques de China siguen planteando una amenaza inmediata para la econom¨ªa estadounidense y las empresas norteamericanas, y un potencial bloqueo chino o una invasi¨®n de Taiw¨¢n tendr¨ªan consecuencias globales de amplio alcance. Desde la perspectiva de China, EE UU y sus aliados intentan, c¨ªnicamente, mantener un orden mundial establecido a trav¨¦s de siglos de imperialismo. Para gran pesar de los diplom¨¢ticos estadounidenses, muchos otros pa¨ªses parecen compartir este sentimiento, como qued¨® claro en el desconocimiento generalizado entre las econom¨ªas en desarrollo y emergentes de las sanciones occidentales contra Rusia.
Algunos pueden esperar que la desaceleraci¨®n econ¨®mica de China frene sus ambiciones geopol¨ªticas. Pero sus dificultades actuales tienen las mismas opciones de presionar a China hacia una confrontaci¨®n con EE UU que de fomentar la cooperaci¨®n. De todos modos, a pesar de lo que puedan pensar muchos en EE UU, el desacople econ¨®mico no es una opci¨®n viable. Si bien las restricciones comerciales y la ret¨®rica b¨¦lica de la Administraci¨®n de Biden son una respuesta a las provocaciones chinas, ambos pa¨ªses deben encontrar la manera de llegar a un acuerdo si quieren alcanzar un crecimiento econ¨®mico estable, inclusivo y sostenible.
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