Gobernar la IA para el inter¨¦s p¨²blico
El Estado, en lugar de intervenir a posteriori, deber¨ªa intervenir en las etapas iniciales de este nuevo mercado

El primer ministro brit¨¢nico, Keir Starmer, ha publicado recientemente un Plan de Acci¨®n de Oportunidades de la Inteligencia Artificial (IA) que incluye una inversi¨®n p¨²blica multimillonaria en la capacidad de IA del Reino Unido y 14.000 millones de libras (16.800 millones de euros) en compromisos de las empresas tecnol¨®gicas. El objetivo declarado es multiplicar por 20 la potencia de c¨¢lculo de la IA bajo control p¨²blico de aqu¨ª a 2030, e integrarla en el sector p¨²blico para mejorar los servicios y reducir los costes mediante la automatizaci¨®n de tareas.
Ahora bien, gobernar la IA en aras del inter¨¦s p¨²blico exigir¨¢ que el Gobierno supere las relaciones desequilibradas con los monopolios digitales. Tal y como est¨¢n las cosas, las autoridades p¨²blicas suelen ofrecerles a las empresas tecnol¨®gicas acuerdos lucrativos no estructurados y sin condicionamientos. Y luego se ven obligadas a abordar los fallos del mercado que inevitablemente se producen. Aunque la IA tiene un gran potencial para mejorar la vida de las personas, la estrategia actual no propicia el ¨¦xito de los Gobiernos.
Sin duda, los economistas no se ponen de acuerdo sobre lo que la IA implicar¨¢ para el crecimiento econ¨®mico. Adem¨¢s de advertir sobre los da?os que podr¨ªa causar si no se la administra bien, el premio Nobel de Econom¨ªa Daron Acemoglu estima que la tecnolog¨ªa aumentar¨¢ la productividad s¨®lo un 0,07% anual, como m¨¢ximo, en los pr¨®ximos diez a?os. Por el contrario, entusiastas de la IA como Philippe Aghion y Erik Brynjolfsson creen que el crecimiento de la productividad podr¨ªa ser hasta 20 veces superior (Aghion calcula un 1,3% anual, mientras que Brynjolfsson y sus colegas apuntan a la posibilidad de un aumento puntual de hasta el 14% en apenas unos meses).
Por su parte, las previsiones m¨¢s optimistas son impulsadas por grupos con intereses creados, lo que suscita preocupaci¨®n por la posibilidad de cifras infladas, una falta de transparencia y el efecto de ¡°puerta giratoria¡±. Muchos de los que prometen los mayores beneficios tambi¨¦n se benefician de las inversiones p¨²blicas en el sector. ?Qu¨¦ pensar si no del nombramiento del consejero delegado de Microsoft UK como presidente del Consejo Asesor sobre Estrategia Industrial del Ministerio de Comercio y Empresa del Reino Unido?
La clave para gobernar la IA es tratarla no como un sector que merece m¨¢s o menos apoyo, sino como una tecnolog¨ªa de prop¨®sito general que puede transformar todos los sectores. Estas transformaciones no ser¨¢n neutras desde el punto de vista del valor. Si bien podr¨ªan realizarse en beneficio del inter¨¦s p¨²blico, tambi¨¦n podr¨ªan consolidar a¨²n m¨¢s el poder de los monopolios existentes. Dirigir el desarrollo y el despliegue de la tecnolog¨ªa en una direcci¨®n positiva requerir¨¢ que los Gobiernos fomenten un ecosistema de innovaci¨®n descentralizado que sirva al bien p¨²blico.
Los responsables de las pol¨ªticas tambi¨¦n deben ser conscientes de que las cosas pueden salir mal. Uno de los principales riesgos es el afianzamiento de plataformas dominantes como Amazon y Google, que han aprovechado su posici¨®n como guardianes para extraer ¡°rentas de atenci¨®n algor¨ªtmica¡± de los usuarios. Si no se gobiernan adecuadamente, los sistemas de IA actuales podr¨ªan seguir el mismo camino, conduciendo a una extracci¨®n de valor improductiva, una monetizaci¨®n insidiosa y un deterioro de la calidad de la informaci¨®n. Los responsables de las pol¨ªticas llevan ignorando estas externalidades desde hace demasiado tiempo.
Sin embargo, ahora los Gobiernos pueden verse tentados a optar por la opci¨®n m¨¢s barata a corto plazo: permitir que los gigantes tecnol¨®gicos sean propietarios de los datos. Esto puede ayudar a las empresas establecidas a impulsar la innovaci¨®n, pero tambi¨¦n garantizar¨¢ que puedan aprovechar su poder de monopolio en el futuro. Este riesgo es especialmente relevante hoy en d¨ªa, dado que el principal cuello de botella en el desarrollo de la IA es la potencia de computaci¨®n en la nube, cuyo mercado est¨¢ controlado en un 67% por Amazon, Google y Microsoft.
Aunque la IA puede hacer mucho bien, no es una varita m¨¢gica. Debe desarrollarse y desplegarse en el contexto de una estrategia p¨²blica bien meditada. La libertad econ¨®mica y la libertad pol¨ªtica est¨¢n profundamente entrelazadas, y ninguna de las dos es compatible con un poder altamente concentrado. Para evitar este camino peligroso, el Gobierno de Starmer deber¨ªa replantearse su enfoque. En lugar de actuar principalmente como un ¡°solucionador del mercado¡± que intervendr¨¢ m¨¢s tarde para hacer frente a los peores excesos de las empresas de IA (desde falsedades profundas hasta desinformaci¨®n), el Estado deber¨ªa intervenir en las etapas iniciales para dar forma al mercado de la IA.
Eso significa no asignar miles de millones de libras a iniciativas de IA mal definidas que carecen de objetivos claros, lo que parece ser el plan de IA de Starmer. Los fondos p¨²blicos no deben ir a parar a manos de centros de datos de gran escala extranjeros, ya que se corre el riesgo de desviar el dinero de los contribuyentes a los bolsillos de las empresas m¨¢s ricas del mundo y de ceder el control sobre los datos del sector p¨²blico. El acuerdo del Servicio Nacional de Salud brit¨¢nico con Palantir es un ejemplo perfecto de lo que hay que evitar.
Tambi¨¦n existe el peligro de que, si el crecimiento impulsado por la IA no se materializa como se hab¨ªa prometido, el Reino Unido se quede con un mayor d¨¦ficit p¨²blico y con infraestructura crucial en manos extranjeras. Asimismo, confiar ¨²nicamente en la inversi¨®n en IA para mejorar los servicios p¨²blicos podr¨ªa conducir a su deterioro. La IA debe complementar, no sustituir, las inversiones reales en capacidades del sector p¨²blico.
El Gobierno debe tomar medidas concretas para garantizar que la IA sirva al bien p¨²blico. Por ejemplo, las auditor¨ªas algor¨ªtmicas obligatorias pueden arrojar luz sobre c¨®mo los sistemas de IA est¨¢n monetizando la atenci¨®n de los usuarios. El Gobierno tambi¨¦n deber¨ªa tener en cuenta las lecciones de los errores pasados, como la adquisici¨®n por parte de Google de la start-up londinense DeepMind. Como ha se?alado el inversor brit¨¢nico Ian Hogarth, el Gobierno del Reino Unido podr¨ªa haberlo hecho mejor si hubiera bloqueado este acuerdo para mantener una empresa independiente de IA. Incluso ahora, las propuestas para revertir la adquisici¨®n merecen consideraci¨®n.
La pol¨ªtica gubernamental tambi¨¦n debe reconocer que las grandes tecnol¨®gicas ya disponen de escala y recursos, mientras que las peque?as y medianas empresas necesitan apoyo para crecer. La financiaci¨®n p¨²blica deber¨ªa actuar como ¡°inversor de primer recurso¡± para ayudar a estas empresas a expandirse. Es crucial dar prioridad al apoyo a los emprendedores e iniciativas nacionales sobre las empresas extranjeras dominantes.
Por ¨²ltimo, dado que las plataformas de IA extraen datos de los bienes comunes digitales (internet), son beneficiarias de una importante ganancia econ¨®mica inesperada. Por tanto, deber¨ªa aplicarse un impuesto a las ganancias extraordinarias digitales para ayudar a financiar la IA de c¨®digo abierto y la innovaci¨®n p¨²blica. El Reino Unido necesita desarrollar su propia infraestructura p¨²blica de IA guiada por un marco de valor p¨²blico, siguiendo el modelo de la iniciativa EuroStack en la Uni¨®n Europea.
La IA debe ser un bien p¨²blico, no un peaje corporativo. El objetivo rector del Gobierno de Starmer debe ser servir al inter¨¦s p¨²blico. Eso significa abordar toda la cadena de suministro ¡ªdesde el software y la potencia de c¨¢lculo hasta los chips y la conectividad¡ª. El Reino Unido necesita m¨¢s inversi¨®n para crear, organizar y federar los activos existentes ¡ªno necesariamente sustituir por completo los activos de las grandes tecnol¨®gicas¡ª. Tales esfuerzos deben guiarse y cofinanciarse bajo un marco pol¨ªtico coherente que tenga como objetivo construir un ecosistema de IA viable y competitivo. Solo entonces podr¨¢n garantizar que la tecnolog¨ªa cree valor para la sociedad y sirva realmente al inter¨¦s p¨²blico.
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