Universidades ante el abismo
Muchos esper¨¢bamos de este ministerio soluciones m¨¢s ambiciosas y estructurales para el momento cr¨ªtico actual.
Es grav¨ªsimo que en Espa?a no exista un debate p¨²blico sobre la educaci¨®n superior. La universidad, cargada de futuro, pero con males end¨¦micos y problemas largamente enquistados, sigue en la sala de espera, pendiente de que la ciudadan¨ªa la examine y se interese por unas dolencias que afectan a todos.
El pasado jueves 22 de diciembre el Congreso dio luz verde en primera vuelta al proyecto de Ley Org¨¢nica del Sistema Universitario (LOSU) sin m¨¢s ruido que el de los agentes directamente implicados. Este mi¨¦rcoles ha pasado por el Senado y vuelva al Parlamento para ser definitivamente aprobada. El ministro de Universidades, Joan Subirats, ha sabido suavizar el pol¨¦mico borrador que hered¨® del anterior titular de la cartera, Manuel Castells. A diferencia de este, que fue tildado de intervencionista por regular detalles que tradicionalmente ven¨ªan siendo competencia de los centros universitarios, la propuesta de Subirats ha presentado un texto m¨¢s generalista. La misma exposici¨®n de motivos de la normativa es clara en este sentido: ¡°esta ley no quiere imponer soluciones ni trazar caminos concretos¡±. ?Estamos, pues, ante una oportunidad perdida?
La crisis econ¨®mica de 2008 dej¨® una universidad sometida a recortes in¨¦ditos. Ejemplo de esta infrafinanciaci¨®n es que, en 2012, de todos los profesores jubilados, la tasa de reposici¨®n era tan solo del 10%, de manera que la ¨²nica soluci¨®n ha sido masificar las aulas y usar fraudulentamente figuras contractuales que todav¨ªa hoy siguen vigentes. Tenemos hoy en nuestras universidades a profesores universitarios ¨Clos llamados ¡°asociados¡±¨C cobrando aproximadamente entre 100 y 500 euros al mes, sin derecho a complementos, y dando en ocasiones m¨¢s horas de clase que los que tienen un contrato indefinido.
Esta precariedad ha alimentado la endogamia, uno de los temas estrella de la LOSU, y es que, en tiempos de escasez, el ser humano tiende a garantizarse las provisiones para s¨ª. La poca inversi¨®n ha creado estructuras de poder a menudo basadas en el miedo, que han hecho que el inferior jer¨¢rquico, con un contrato que se renueva anualmente, tenga que soportar situaciones de acoso laboral y otras formas de abuso de poder. Y s¨ª, el miedo y la precariedad han sido las v¨ªas mayoritarias para el acceso a la carrera acad¨¦mica durante muchos a?os. El ¨²nico modo de cortar este circuito vicioso pasa por un salario digno y por el respeto de los derechos laborales. La LOSU va a terminar con esa figura contractual y a convertir a los 25.000 profesores asociados del sistema universitario espa?ol en profesores con contrato indefinido. Adem¨¢s, va a reducir la temporalidad, que en muchas universidades supera el 40% de sus plantillas, a un 8%. Ahora bien, detr¨¢s de estos esl¨®ganes hay dos peque?as trampas: la primera es que ¨²ltimamente los tribunales vienen dando la raz¨®n a los profesores asociados que reclamaban contra el atropello de derechos reconocidos por el Estatuto de los Trabajadores, de manera que Subirats est¨¢ legislando lo que la jurisprudencia ya reconoce. La segunda es que la estad¨ªstica tiene letra peque?a, porque de esa reducci¨®n prevista hasta el 8% de la temporalidad no contempla todos los contratos temporales, sino que excluye deliberadamente algunos, como los llamados ¡°ayudantes doctores¡±, los asociados de ciencias de la salud y otros derivados de la Ley de la Ciencia y del propio Estatuto de los Trabajadores.
Por otra parte, llama la atenci¨®n que la LOSU regule la categor¨ªa de ¡°profesor distinguido¡±, de libre contrataci¨®n por la universidad, que ir¨ªa a buscar a un candidato espec¨ªfico, cosa que sorprende, pues, en la lucha contra la endogamia, parece que se desnude un santo para vestir a otro. Asimismo, la exigencia de una acreditaci¨®n por parte de organismos externos como la ANECA, que ¨Ca pesar de las cr¨ªticas que podamos formular¨C sirvieron en su d¨ªa para frenar los dedazos de perfiles sin suficientes m¨¦ritos, desaparecen en la LOSU para la categor¨ªa de ¡°ayudante doctor¡±.
Si observamos una estad¨ªstica de universidades p¨²blicas con mayor n¨²mero de profesorado asociado, veremos que los cinco primeros puestos los ocupan universidades catalanas. Es curioso que siempre pugnen por aparecer en los rankings internacionales sin importarles este otro tipo de clasificaciones. ?Ser¨¢ que, como los grandes imperios, las universidades sustentan sus laureles sobre condiciones indignas de explotaci¨®n y precariedad? No debe banalizarse el hecho de que muchas universidades no podr¨ªan abrir cada d¨ªa sus puertas sin esos profesores a los que pagan menos de 500 euros al mes y que representan m¨¢s del 40% de sus plantillas. Recuerdo haber sido alumno de un profesor asociado que llegaba extenuado a clase porque ten¨ªa que pluriemplearse, trabajando de camarero, dormir pocas horas, y hablarnos, precisamente, de Humanidades. Buena parte de los problemas de la universidad espa?ola se solucionar¨ªan con la receta de Biden: ¡°pay them more¡± (p¨¢guenles m¨¢s). Y no es casual, seg¨²n ha reconocido el propio Subirats, que Madrid y Catalu?a sean las comunidades aut¨®nomas que menos inviertan en educaci¨®n superior.
La brillante exposici¨®n de motivos de la LOSU de Subirats se desinfla en parte del articulado
La docencia es la gran olvidada de las nuevas regulaciones, tanto de la LOSU como de los estatutos que est¨¢n generando las universidades, que apuestan claramente por la investigaci¨®n. Tambi¨¦n las agencias de acreditaci¨®n, que valoran casi exclusivamente las publicaciones ¨Dvalorando m¨¢s un art¨ªculo de revista sobre un tema candente o de moda que un ensayo o una edici¨®n cr¨ªtica duraderos¨D. Se revuelve en su tumba Ram¨®n y Cajal, que dec¨ªa: ¡°Cultivemos la ciencia por s¨ª misma, sin considerar por el momento las aplicaciones. Estas llegan siempre; a veces tardan a?os, a veces, siglos. Poco importa que una verdad cient¨ªfica sea aprovechada por nuestros hijos o por nuestros nietos¡±. Todo aquel que trabaje en la universidad sabe que hay sistemas de premios y castigos de acuerdo con la investigaci¨®n que el profesor produzca y ese castigo se concreta en dar m¨¢s horas de clase. En la pr¨¢ctica, la investigaci¨®n hace que profesores indefinidos puedan reducirse horas docentes, que pasar¨¢n a darlas los asociados y as¨ª los primeros pueden investigar m¨¢s y los segundos menos, que son, precisamente, los que necesitan realizar m¨¢s m¨¦ritos para acceder a un puesto indefinido. Nuevamente, el grande se come al peque?o y la LOSU se queda corta en revertir esta situaci¨®n, en que muchos profesores van a desgana a dar una clase o a atender a sus alumnos, vista la escasa importancia que tiene en la promoci¨®n acad¨¦mica. Claro que la investigaci¨®n tiene que fomentarse, pero no a costa de desincentivar la docencia.
En conclusi¨®n, la brillante exposici¨®n de motivos de la LOSU de Subirats se desinfla en parte del articulado. Soluciones a la descomunal burocratizaci¨®n del profesorado, frenos a los excesos en las pol¨ªticas neoliberales (que con la innovaci¨®n y la transferencia de conocimiento muchas veces enmascaran la privatizaci¨®n del conocimiento financiado con dinero p¨²blico) o metas como la gratuidad en la universidad, que ya se da en otros pa¨ªses de nuestro entorno, son hitos que se alejan indefinidamente. Es cierto que introduce muchas mejoras en diversos campos, y ser¨ªa injusto no aplaudirlos, pero muchos esper¨¢bamos de este ministerio soluciones m¨¢s ambiciosas y estructurales para el momento cr¨ªtico actual. En los pr¨®ximos ocho a?os se jubila m¨¢s del 50% de las plantillas universitarias espa?olas, lo que implica una revoluci¨®n de facto. Ser¨¢ entonces cuando la LOSU demuestre si sirve de gu¨ªa o de impedimento para los cambios reales.
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