La lucha por la jornada continua se encona en los colegios: ¡°El conflicto es cada vez m¨¢s virulento¡±
Las familias denuncian tretas de las escuelas para implantar el horario intensivo. El profesorado considera excesivos los requisitos exigidos para instaurarlo
Son las seis de la tarde de un lunes y el colegio p¨²blico Ramiro Jover de Valencia est¨¢ extra?amente animado. En el patio se oye una melod¨ªa que cualquiera que haya tenido hijos en la ¨²ltima d¨¦cada podr¨ªa identificar como Cantajuegos, hay cr¨ªas con la cara pintada, una mesa con zumo de naranja y ensaimadas, y una mesa de votaci¨®n con varias personas sentadas muy cerca entre s¨ª. En el aire flota una mezcla de alegr¨ªa y tensi¨®n. El colegio celebra a la vez una consulta entre las familias para decidir si pasa a tener jornada continua, y una fiesta organizada por la direcci¨®n del centro para animar a la participaci¨®n electoral. Ambas coinciden pese a los intentos de la mayor federaci¨®n de familias de la escuela p¨²blica por evitarlo: por la ma?ana, el centro educativo ha recibido un burofax de Fampa-Valencia exhortando a sus responsables a anular la invitaci¨®n a merendar y dem¨¢s actividades l¨²dicas al considerarlas una interferencia en el proceso electoral.
La jornada continua, un horario escolar que concentra las clases por la ma?ana, ha ido introduci¨¦ndose en los colegios p¨²blicos de casi toda Espa?a a pesar del creciente n¨²mero de estudios que la desaconsejan por su impacto en la salud de los ni?os y en la conciliaci¨®n laboral y familiar. Ha sustituido a la tradicional jornada partida, que incluye m¨¢s tiempo de patio, una pausa para comer y dos sesiones por la tarde. Implantada ya en casi todos los territorios, salvo en Catalu?a y Euskadi, cuyas autoridades educativas lo han bloqueado, la batalla por establecer el horario intensivo se centra en Madrid, donde a principios de este curso funcionaba en el 66% de las escuelas p¨²blicas, y la Comunidad Valenciana, donde desde septiembre lo har¨¢ en el 76%. En ambas autonom¨ªas existen, sin embargo, grandes diferencias territoriales: en general, la jornada continua tiene menos presencia en las zonas urbanas y de mayor nivel socioecon¨®mico. ¡°Las familias con mayor capital cultural suelen resistir m¨¢s los intentos del profesorado de implantar la jornada continua, porque tienden a buscar m¨¢s informaci¨®n y a discutir los argumentos del colegio¡±, afirma el soci¨®logo Daniel Gabald¨®n. Se trata de un fen¨®meno casi exclusivo de la ense?anza p¨²blica; en la concertada y la privada, donde la fuerza de los docentes es menor, apenas se da.
En Madrid capital, el horario intensivo solo ha remplazado al tradicional en un 38% de colegios p¨²blicos (con datos de septiembre, porque las votaciones de este a?o todav¨ªa no han acabado). Y en la ciudad de Valencia, en un 41%. El municipio ha celebrado este a?o refer¨¦ndums en siete escuelas: seis han rechazado la continua y la que lo ha aprobado se halla en la Malva-rosa, uno de los barrios con menor renta de Valencia.
La jornada continua sigue expandi¨¦ndose, pero a un ritmo m¨¢s lento. La din¨¢mica de grandes olas, como la que en poco m¨¢s de un lustro hizo que la provincia de Alicante pasase de no tener escuelas con jornada continua a alcanzar al 98% de las p¨²blicas, ha sido sustituida por una estabilizaci¨®n del frente. En la Comunidad Valenciana se han celebrado este curso votaciones en 46 de los 1.008 colegios p¨²blicos y ha salido adelante en 23. En muchos centros las posiciones de las partes se han endurecido, coinciden en lamentar los responsables de las grandes federaciones de familias de la escuela p¨²blica de Madrid y Valencia, Mari Carmen Morillas y Rub¨¦n Pacheco, y las responsables de ense?anza de CC OO y UGT en la Comunidad de Madrid, Teresa Jusdado e Isabel Galv¨ªn. ¡°Se est¨¢ produciendo una confrontaci¨®n en la comunidad educativa muy virulenta, cada vez m¨¢s¡±, dice Galv¨ªn. ¡°Hay centros educativos que llevan a?os con este tema: un curso tras otro, y otro, y otro... Y eso genera un cansancio y un mal rollo que no te puedes imaginar¡±, a?ade Morillas.
Implantar la jornada continua requiere mayor¨ªas reforzadas en las votaciones de las familias. Los sindicatos de ense?anza atribuyen a esa circunstancia, que consideran antidemocr¨¢tica, la tensi¨®n que rodea el debate. Las federaciones de padres y madres argumentan, por su parte, que lo antidemocr¨¢tico es que ning¨²n colegio en Espa?a haya celebrado un refer¨¦ndum en sentido inverso ¨Dpara pasar de jornada continua a partida¨D, ya que para aprobarlos las normativas tambi¨¦n exigen mayor¨ªas cualificadas en los consejos escolares, donde el profesorado y el personal de administraci¨®n suman m¨¢s representantes que las familias, lo que les permite bloquearlo.
Para implantar la jornada continua en un colegio de Madrid es necesario que participen dos tercios de las familias y que dos tercios de los votos emitidos sean positivos. La Comunidad Valenciana exige el respaldo del 55% del censo de padres. La participaci¨®n resulta clave en ambos casos (no votar equivale a oponerse). Y ello est¨¢ haciendo que aumente el uso de f¨®rmulas discutibles para animar a votar, como la fiesta del colegio Ramiro Jover de Valencia. La escuela Carmen Iglesias de Tres Cantos (Madrid), organiz¨® en enero un mercadillo y actividades l¨²dicas para recaudar fondos para el viaje de fin de curso de los chavales de sexto el d¨ªa que se votaba la jornada escolar, lamenta un padre que prefiere no ser identificado. Y los presidentes de las federaciones de Ampas de Madrid y Valencia aseguran haber recibido numerosas denuncias de centros llenos de carteles en los que urgen a ir a votar (y en ocasiones a hacerlo a favor de la jornada continua), comunicados de algunas direcciones escolares que dan a entender a las familias que la participaci¨®n es obligatoria (cuando no lo es) y maestros que cuentan en clase al alumnado lo bien que estar¨ªan con el horario intensivo.
Votando desde 2012
Emili Meseguer asegura que esto ¨²ltimo le pas¨® a una de sus hijas en el colegio Ramiro Jover de Valencia, un centro que adem¨¢s de invitar a merendar el d¨ªa del refer¨¦ndum recurri¨® a otra iniciativa chocante. Tres semanas antes de la votaci¨®n ofreci¨® a las familias hacerlo de forma anticipada por correo certificado gratis. ¡°La directora nos dijo que lo iban a pagar los profesores de su bolsillo. Pero alg¨²n padre lo denunci¨® a la conselleria y lo pararon¡±, cuenta Meseguer. La directora, Eva Tar¨ªn, tambi¨¦n asegur¨® a este diario que la comida repartida en su escuela el d¨ªa del refer¨¦ndum fue ¡°una donaci¨®n¡± de la empresa que gestiona el comedor. Ni las familias de este colegio ni el de Tres Cantos que organiz¨® el mercadillo aprobaron el cambio a la jornada continua.
La jornada continua avanza m¨¢s lentamente, afirma el profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad de Valencia Daniel Gabald¨®n, porque quedan menos colegios con jornada partida, y porque con el paso de los a?os se ha producido cierta decantaci¨®n de las familias y, en menor grado, los maestros, a la hora de elegir colegio. Eso, afirma Carolina Dom¨ªnguez, ha sucedido en el centro de su hija, el Andr¨¦s Segovia de Legan¨¦s, que lleva votando y rechazando desde 2012 propuestas para implantar la jornada continua (menos en los cursos de la pandemia, cuando el horario intensivo se estableci¨® sin consulta al conjunto de las familias, aunque s¨ª se someti¨® a debate y votaci¨®n en el consejo escolar). ¡°En Legan¨¦s hay muchos coles con jornada continua, y los que han ido viniendo al nuestro ya lo hicieron en muchos casos buscando la jornada partida¡±. Mantener abierto durante m¨¢s de una d¨¦cada el debate sobre el horario ha enturbiado, sin embargo, el ambiente del centro. ¡°En nuestro colegio nunca se ha llegado a las manos, como en otros de Legan¨¦s, donde ha habido padres que han llegado a pegarse a la puerta del centro, pero s¨ª se ha creado un clima de malestar y divisi¨®n. No solo entre las familias y el profesorado, sino entre las propias familias y entre los pocos maestros que est¨¢n a favor de la jornada partida y el resto¡±.
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