Sillas vac¨ªas en la universidad: ¡°Preferir¨ªa aprovechar el tiempo adelantando la asignatura por mi cuenta¡±
El descenso de la presencialidad en las aulas se ha incrementado desde la pandemia, seg¨²n un informe de la Fundaci¨®n Conocimiento y Desarrollo (CyD), por motivos como la compatibilidad laboral o los recursos digitales
El absentismo en las universidades es un fen¨®meno cada vez m¨¢s habitual. El problema no es nuevo, pero se ha acentuado desde la pandemia, cuando se suspendieron las clases presenciales durante varios meses para evitar los contagios. Desde entonces, el descenso de la presencialidad ha sido ¡°notable¡±, seg¨²n un informe de la Fundaci¨®n Conocimiento y Desarrollo (CyD), publicado a mediados de diciembre. La necesidad de compaginar los estudios con el trabajo, las facilidades para encontrar la informaci¨®n en l¨ªnea o la falta de motivaci¨®n forman parte del c¨®ctel de motivos expresados por el alumnado que amenazan con agravar esta tendencia.
Tras m¨¢s de a?o y medio de precauciones sanitarias en las aulas, con la posibilidad de seguir las clases a trav¨¦s de una pantalla o de asistir a clase en grupos reducidos, recuperar la presencialidad anterior est¨¢ siendo una ardua tarea. El alumnado, que se tuvo que adaptar a marchas forzadas a este nuevo modelo, comprob¨® los beneficios que ofrec¨ªa y parte de ¨¦l se resiste a abandonarlo. Por ello, el informe alerta de que ¡°en muchas universidades presenciales se ha observado despu¨¦s de la pandemia un notable aumento del absentismo¡± y plantea la relaci¨®n que ¡°parece haber tenido¡± con un peor ¡°desempe?o acad¨¦mico del estudiantado¡±.
Compatibilizar los estudios y el trabajo es una opci¨®n ejercida por una de cada cuatro personas de entre 16 y 29 a?os que siguen form¨¢ndose, seg¨²n los datos del segundo trimestre de 2023 recogidos por el Ministerio de Trabajo y Econom¨ªa Social. Jos¨¦ Dur¨¢ (26 a?os, Madrid) forma parte de este grupo. En su caso compatibiliza la carrera de Lenguas Modernas con un trabajo a media jornada por la tarde en la atenci¨®n al cliente de una multinacional. ¡°Hay d¨ªas que llego a las 11 de la noche a casa y, entre que ceno y todo, se me hace muy tarde, por lo que algunas veces me salto la primera hora¡±, relata, aunque incide en que procura ir siempre que puede para no perder el hilo.
Coincide con Dur¨¢n una estudiante de 25 a?os de la Universitat de Val¨¨ncia, que prefiere no revelar su nombre y su apellido por posibles consecuencias en sus notas, y que empez¨® a trabajar hace tres a?os para costearse sus gastos. Con un horario de media jornada en un bar, cuenta, hay d¨ªas que necesita descansar y se pierde alguna clase que considera ¡°m¨¢s sencilla¡±. ¡°Consigo sacar las asignaturas gracias a la colaboraci¨®n de mis compa?eros, que me pasan apuntes y me avisan de cualquier novedad. Tambi¨¦n cuento con la ayuda de algunos profesores, que suben todo el material al aula virtual¡±, explica la estudiante valenciana tras criticar la falta de empat¨ªa de otros docentes que exigen acudir presencialmente a todas las sesiones.
Una experiencia similar vive Chelsea, estudiante de Periodismo en la Universidade de Santiago de Compostela, que trabaja y estudia simult¨¢neamente para costearse los estudios. ¡°No est¨¢s en igualdad de condiciones con el resto de los compa?eros, que se pueden dedicar por completo a estudiar¡±, explica Chelsea, que agradece la comprensi¨®n de la mayor¨ªa de los docentes.
Una de las claves para decidir si se acude o no a clase es la facilidad con la que se pueden encontrar los apuntes en internet. Existen varias v¨ªas. Marta Gregori, estudiante de 22 a?os en la Universitat Polit¨¨cnica de Val¨¨ncia, cuenta que hay una aplicaci¨®n en la que se pueden buscar res¨²menes de ¡°pr¨¢cticamente cualquier asignatura¡±. ¡°En Wuolah, los estudiantes de a?os anteriores suben sus apuntes. Solo te tienes que registrar para poder descargarlos¡±, explica Gregori, que protesta por la falta de actualizaci¨®n de las presentaciones de Power Point de algunos de sus profesores, aunque dice que estos son minor¨ªa. Es una queja compartida por la media docena de estudiantes entrevistados para este reportaje.
La escasa renovaci¨®n por parte del profesorado est¨¢ relacionada con la falta de motivaci¨®n en algunas de las sesiones. Laura, estudiante del grado de International Business en Valencia, que prefiere no dar su apellido, explica que, si no tuviera asistencia obligatoria, faltar¨ªa a alguna clase por el escaso dinamismo. ¡±Aunque el temario me guste, hay algunas en las que me aburro por c¨®mo se imparten y preferir¨ªa aprovechar el tiempo adelantando la asignatura por mi cuenta¡±, reconoce.
Si al bajo inter¨¦s se le suma una larga distancia hasta la facultad, las probabilidades de mantener la presencialidad se reducen m¨¢s. Es lo que le ocurre a Sergio Guerra, estudiante del grado de animaci¨®n en la U-Tad de Madrid, centro adscrito a la Universidad Camilo Jos¨¦ Cela. Guerra vive en el pueblo toledano de Chozas de Canales, a poco m¨¢s de 50 kil¨®metros de su escuela, ubicada en Las Rozas. Tarda unas dos horas en desplazarse en transporte p¨²blico, comenta, ¡°siempre y cuando no se retrase¡±.
Guerra est¨¢ obligado a coger el autob¨²s, ya que no tiene coche, y en m¨¢s de una ocasi¨®n le ha ocurrido que este se ha averiado o que le hab¨ªan vendido un billete para el que no hab¨ªa aforo. ¡°Hay veces que el tiempo de trayecto se duplica y no consigo llegar. Las faltas suelen ser recurrentes, mayoritariamente, por causas ajenas a m¨ª¡±, aclara. A¨²n as¨ª, considera que ¡°no vale la pena¡± invertir cuatro horas de ida y vuelta a la facultad los d¨ªas que solo tiene una asignatura que, encima, ya practica desde los 13 a?os. ¡°Esa puedo permitirme saltarla¡±, sentencia.
El horario universitario tambi¨¦n es motivo de queja para Gregori, pero por razones distintas. Hay d¨ªas en los que est¨¢ desde las tres de la tarde hasta las nueve de la noche en el aula. ¡°Cuando llega la ¨²ltima hora, mi cabeza ya no puede m¨¢s, as¨ª que de vez en cuando decido faltar para aprovechar el tiempo en casa¡±, expone.
El informe referencia una preferencia por la formaci¨®n h¨ªbrida, no contemplada en las facultades presenciales, pensadas para que los j¨®venes se formen con el trato humano. La vida social en el campus no parece ser la misma de antes. Los jardines ya no se llenan de estudiantes que aprovechan los rayos de sol para dispersarse y la cafeter¨ªa no se abarrota entre las clases. ¡°La Universidad como cuna del pensamiento cr¨ªtico se nutre de la diversidad y la interacci¨®n cercana entre los compa?eros¡±, explica Ana Baena, que cursa el m¨¢ster en Altos Estudios Internacionales y Europeos de la Universidad de Granada. Echa de menos su anterior rutina estudiantil donde todos los universitarios se reun¨ªan en clase.
Su anhelo es compartido por Alina Rodr¨ªguez, estudiante de Logopedia en la Universidad de la Laguna en Tenerife, que aunque siempre acude a clase, reconoce haber experimentado un cambio significativo en su vida universitaria. ¡°Antes el campus era el epicentro de encuentros, celebraciones y sesiones maratonianas en la biblioteca. Con la pandemia empezamos a tener restricciones y asignaturas online que, sumadas a la divisi¨®n por grupos dentro de la misma clase, dificultaron la socializaci¨®n¡±, explica. Rodr¨ªguez reconoce vivir una nueva etapa universitaria diferente a la que conoc¨ªa.
La estudiante andaluza aclara que su facultad apuesta por una vuelta a la presencialidad plena, en la medida de lo posible, ¡°pero gran parte del alumnado se ha acostumbrado a un modelo de ense?anza h¨ªbrido, que trae consigo indudables ventajas como la posibilidad de asistencia remota a seminarios y la flexibilidad lectiva para las personas con dificultad de asistencia¡±.
A¨²n as¨ª, Baena considera que la actual etapa formativa ¡°pierde parte de su encanto¡± si no existen iniciativas de ocio sostenible y desarrollo cultural entre el estudiantado. ¡°Para ello es necesario contar con campus llenos y presenciales¡±, reconoce. Aunque la vida universitaria empieza a ser otra vez la que era, dice que a¨²n queda camino por recorrer: ¡°Desde las cervezas despu¨¦s de clase, los cinef¨®rums y los espacios verdes abiertos, hasta los descansos en los pasillos y el movimiento reivindicativo estudiantil¡±.
En el a?o 2007 se aprob¨® el real decreto que reorient¨® la ense?anza universitaria para adaptarla a la normativa europea. La puesta en marcha del Plan Bolonia en el curso 2009-2010 en Espa?a introdujo diversos cambios. Aumentaron los precios de las matr¨ªculas, desaparecieron las licenciaturas y se crearon los m¨¢steres. Las asignaturas ahora se pagan por cr¨¦ditos, cada uno de ellos cuesta una media de 27,67 euros y las titulaciones contienen una carga aproximada de 240 cr¨¦ditos.
El Plan Bolonia busca potenciar la realizaci¨®n de trabajos pr¨¢cticos y una asistencia regular a clase, entre otras cuestiones, para fomentar la participaci¨®n. Aument¨® el tiempo de clase, antes eran 720 horas lectivas por curso y ahora llegan hasta 1.800, los profesores pasan lista, restan puntuaci¨®n en las notas finales por faltas injustificadas y mandan tareas para hacer en casa con m¨¢s frecuencia.
Por unos motivos u otros, cada vez son m¨¢s los alumnos que optan por un modelo h¨ªbrido de presencialidad que les permite conciliar mejor su vida laboral y aprovechar el tiempo de estudio. No quieren dejar de ir a todas las clases, pero s¨ª piden que la universidad se adapte a la realidad de cada uno.
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