La Universidad dice adi¨®s al siglo XX
El salto a las aulas virtuales ha sorprendido a la instituci¨®n con un pie en el milenio pasado. La pandemia obliga a acelerar su digitalizaci¨®n y a ense?ar por fin de otra manera. Puede ser el catalizador de una ansiada renovaci¨®n.
Eric Hobsbawm defini¨® el siglo XX como un ¡°siglo corto¡± que comenz¨® en 1914 con la Primera Guerra Mundial y acab¨® en 1991 con el colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Si a ojos de la historiograf¨ªa los siglos no empiezan necesariamente con su a?o I, cabe plantearse que el a?o 2020 podr¨ªa suponer el comienzo del siglo XXI ¡ªtercer milenio¡ª para la Universidad; una instituci¨®n de secular parsimonia que, pese a ser consciente de que deb¨ªa adaptarse a la nueva era del conocimiento y de la digitalizaci¨®n, no tuvo que apurarse tanto hasta que el virus se lo impuso.
Ser¨ªa, por supuesto, precipitado dar por sentado que la pandemia partir¨¢ en dos la historia universitaria. Pero quienes viven la situaci¨®n desde dentro sienten como nunca la urgencia de una transformaci¨®n sustancial.
Con mascarilla en la parte trasera de su coche oficial, de camino a la Ciudad Universitaria, el rector de la Universidad Complutense de Madrid afirma: ¡°En unos meses hemos dado un salto que no hubi¨¦ramos dado en a?os, y se profundizar¨¢¡±. Joaqu¨ªn Goyache es vir¨®logo y prev¨¦ que la amenaza de la pandemia durar¨¢, por lo que se acentuar¨¢n giros clave a los que obliga: la revisi¨®n del modelo de la clase magistral y el mayor uso de las herramientas digitales para la docencia.
Ya en la Ciudad Universitaria, recorriendo la Facultad de Educaci¨®n para ver c¨®mo se disponen se?ales y recursos tecnol¨®gicos ¡ªcomo c¨¢maras para retransmitir clases¡ª ante el inicio de este curso as¨¦ptico, su decano, el pedagogo Gonzalo Jover, responde en broma a una pregunta sobre el esquema educativo tradicional.
¡ª?Qu¨¦ es una clase magistral?
¡ªAquella que casi nunca te dan.
El rector r¨ªe: ¡°Bueno, pero aqu¨ª en la Complutense tenemos profesores que saben mucho y s¨ª se imparten clases magistrales¡±.
En Educaci¨®n disponen de una ¡°hiperaula¡± donde en tiempos del franquismo hab¨ªa una capilla. Tiene aire a la vez de guarder¨ªa y de oficina moderna. Hay un mont¨®n de pantallas. Sillas con ruedas. Tabiques m¨®viles. ¡°Y no hay un lugar central para el profesor¡±, apunta Jover. ¡°Est¨¢ pensado para trabajar en equipos con el docente como gu¨ªa. Debemos pasar del modelo del profesor que transmite conocimiento desde una tarima a otro en el que no se entiende el conocimiento como un contenido que el estudiante engulle de forma pasiva, sino como una construcci¨®n de la que es parte activa¡±.
Hace dos d¨¦cadas que se apost¨® por este cambio de paradigma en la Declaraci¨®n de Bolonia, que sent¨® las bases del Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior. Esta crisis ha demostrado que el proceso est¨¢ verde.
En conversaci¨®n telef¨®nica, el ministro de Universidades, Manuel Castells, sopesa que este es un camino ¡°complejo¡± y que no se debe juzgar su evoluci¨®n ¡°sin recordar los recortes masivos a las universidades en la d¨¦cada pasada¡±. Cree que este no es el momento id¨®neo ¡°para plantear a fondo el cambio de modelo porque a?adir¨ªa m¨¢s confusi¨®n¡±. Lo primero, para el soci¨®logo, es afrontar esta emergencia; lo siguiente, ¡°pensar qu¨¦ tipo de Universidad queremos en la era digital¡±. Su idea de una Universidad moderna: ¡°Aquella en la que el estudiante sea el foco de atenci¨®n y se use la tecnolog¨ªa para permitir una interacci¨®n constante e individualizada entre profesor y alumno¡±.
Al cerrar los centros en marzo y pasar la ense?anza a Internet, se pusieron a prueba la ductilidad de los docentes y la autonom¨ªa de los estudiantes. Javier Paricio, miembro de la Red Estatal de Docencia Universitaria, dice que no escasearon las videoconferencias de dos horas ¡°en las que el profesor iba viendo c¨®mo se apagaban los recuadritos de los alumnos¡±. Hubo tambi¨¦n profesores, advierte, que s¨ª supieron fomentar el trabajo en grupo, la responsabilidad del alumno, las tutor¨ªas individuales. ¡°Ha habido mejoras en los ¨²ltimos a?os¡±, indica el experto, ¡°pero no una transformaci¨®n generalizada¡±.
Las universidades ten¨ªan creados sus campus digitales. Sin embargo, su uso era limitado.
¡°Es como comprarse un m¨®vil de ¨²ltima generaci¨®n. Las funcionalidades son m¨²ltiples, pero un porcentaje alto de la poblaci¨®n solo utiliza un 20%. Igual sucede con las aulas virtuales. Muchas solo se utilizan para colgar power points¡±, explica Manel Jim¨¦nez-Morales, comisionado de proyectos de educaci¨®n de la Pompeu Fabra de Barcelona. Cree que el salto a lo digital ha delatado ¡°la falta de visi¨®n para atisbar otras reglas de juego que las nuevas generaciones de estudiantes t¨¢citamente reclamaban en temas como la personalizaci¨®n del aprendizaje o la flexibilizaci¨®n de los modelos, los tiempos y los espacios de adquisici¨®n de conocimientos¡±. Y desea que la crisis sea ¡°un catalizador m¨¢s para que la instituci¨®n educativa se pueda plantear innovaciones disruptivas y adaptadas a los grandes retos de la sociedad¡±.
En un patio de la Pompeu a principios de septiembre, tres universitarios nos cuentan su experiencia educativa durante el confinamiento. ¡°No puede ser que los profesores sigan trabajando como en el siglo XX¡±, dice Marc Artigas, estudiante de Econom¨ªa y ADE en la Universidad de Barcelona. ¡°Tienen que evolucionar los modos de ense?ar y de evaluar¡±. Aroa Tort, alumna de Periodismo y Econom¨ªa en la Pompeu, asegura que en Econom¨ªa la din¨¢mica fue decepcionante: ¡°Colgaban los v¨ªdeos y el material, y ya te lo har¨ªas t¨²¡±. Marc Almirall, estudiante de Inform¨¢tica en la Polit¨¦cnica de Catalu?a, coincid¨ªa: ¡°Unos se limitaron a poner apuntes en el portal¡±. Otros, dice, fueron sol¨ªcitos y no se conformaron con servir suced¨¢neos de clases presenciales. Los tres destacaron que abund¨® entre los profesores la ¡°obsesi¨®n¡± por que no se copiase.
Este curso el com¨²n de las universidades espa?olas ha arrancado con un esquema h¨ªbrido de ense?anza presencial y virtual. Para garantizar las distancias de seguridad en las clases y evitar concentraciones en los campus se han reducido a menos de la mitad de asistentes las clases te¨®ricas in situ. Los alumnos se dividen en grupos rotatorios: cuando unos est¨¢n en el aula, otros ven la clase desde casa. Con vistas a la actividad presencial se priorizan las pr¨¢cticas, el trabajo de laboratorio, los seminarios. El espacio y el tiempo de la ense?anza se han descoyuntado y cada instituci¨®n trata de adaptarse. Cristina Gelp¨ª, vicerrectora de proyectos de docencia de la Pompeu, se?ala el reto: ¡°Lo t¨¦cnico no es problema. Aqu¨ª llev¨¢bamos 10 a?os de transformaci¨®n digital. Lo esencial es poder cuidar en esta situaci¨®n la relaci¨®n entre profesor y estudiante; cuando se pueda, de manera presencial, y cuando no, aprovechando las herramientas virtuales: los foros, las reuniones, los correos electr¨®nicos, las videoconferencias¡±.
En las universidades de toda Espa?a, en mayor o menor medida, el viraje pedag¨®gico roza con inercias vetustas. ¡°Yo dir¨ªa que hay inter¨¦s entre los profesores j¨®venes, pero no hay est¨ªmulos suficientes. Para la promoci¨®n de sus carreras lo metodol¨®gico no se valora¡±, dice Francisco Michavila, exdirector de la c¨¢tedra Unesco de Gesti¨®n y Pol¨ªtica Universitaria.
Otro gran obst¨¢culo para el cambio es la ca¨ªda de inversi¨®n en las universidades tras el crash de 2008. Entre 2010 y 2017, los 50 centros p¨²blicos espa?oles dejaron de recibir 9.500 millones de euros. El gasto de Espa?a en educaci¨®n superior, 1,28% del PIB, es el m¨¢s bajo de los 34 pa¨ªses de la OCDE que dan informaci¨®n. El Gobierno ha creado para esta ¨¢rea un fondo covid de 400 millones por la pandemia. Y Castells aguarda que las universidades puedan beneficiarse del hist¨®rico plan de recuperaci¨®n aprobado en Bruselas en primavera: ¡°Creo que Europa priorizar¨¢ las inversiones de futuro¡±.
Entretanto, los rectores resoplan. ¡°Este pa¨ªs no apuesta por la Universidad. Los Gobiernos son cortoplacistas y la reinvenci¨®n de la gesti¨®n, de la investigaci¨®n y de la docencia universitarias requiere de apoyo y de una estrategia a largo plazo¡±, lamenta Goyache, de la Complutense, la universidad m¨¢s grande del pa¨ªs, con 71.000 estudiantes, y cuyas ra¨ªces se remontan al siglo XIII. ¡°Hacemos milagros con lo que tenemos y tenemos mucho que aportar, por ejemplo, en situaciones como esta que necesitan urgentemente de la activaci¨®n de la ciencia; y lo hemos hecho, pero no hemos podido aportar tanto como podr¨ªamos con m¨¢s impulso¡±, dice.
El rector de la Pompeu, Jaume Casals, al frente de un centro creado en 1990 y con 12.000 estudiantes, tiene una opini¨®n terminante sobre la coyuntura: ¡°Si no se inicia un cambio verdadero, esto se ir¨¢ al garete¡±.
Casals, profesor de Filosof¨ªa, reclama que se d¨¦ a las universidades m¨¢s autonom¨ªa real para decidir c¨®mo funcionan y a qu¨¦ se dedican. Considera que el sistema de universidades espa?ol forma un conglomerado b¨¢sico y homog¨¦neo ¡ªcomo un servicio general, al modo de la educaci¨®n primaria o la secundaria¡ª y que se requiere ¡°que se diferencien entre s¨ª¡±, que haya ¡°variedad¡±. Sostiene que ya hay j¨®venes que no ven las universidades como ¡°el lugar para desarrollar su talento¡± y no cree en la idea de la universidad como ¡°un enorme conjunto de aulas¡± donde se ense?a a la vieja usanza. ¡°En vez de ser mamuts inmensos y car¨ªsimos, podr¨ªamos organizarnos de manera m¨¢s frugal y efectiva¡±, dice Casals, que si bien defiende con convicci¨®n lo presencial como ¡°elemento irreductible¡± de la ense?anza universitaria, lo acotar¨ªa de forma m¨¢s puntual e intensiva a actividades de colaboraci¨®n estrecha entre alumnos y profesores.
La inc¨®gnita del curso es si ser¨¢ viable el intento de salvar la presencialidad. Si la vuelta a los edificios, as¨ª sea restringida, no producir¨¢ un nivel de contagios que aboque de nuevo al cierre. Castells asegura que desde julio se vienen perfilando los protocolos de seguridad y que las universidades est¨¢n listas para rastrear caso por caso: ¡°Se seguir¨¢n departamento por departamento, facultad por facultad¡±. Cree que se podr¨¢ mantener el plan de ense?anza h¨ªbrida. En el peor de los escenarios tambi¨¦n habr¨ªa respuesta, dice: ¡°En caso de cierre, el curso se acabar¨ªa en buenas condiciones. Las universidades est¨¢n preparadas y contamos con las agencias de calidad nacional y auton¨®micas para garantizar el nivel acad¨¦mico¡±. El autor de La era de la informaci¨®n, criticado por su escasa presencia medi¨¢tica, enarbola un concepto ante lo que pueda venir: ¡°Flexibilidad¡±.
Es la palabra que repiten como un mantra los altos cargos de las universidades.
¡°Flexibilidad, gesti¨®n de la incertidumbre, sentido com¨²n. Esto necesitamos¡±, dice en el rectorado de la Pompeu su vicerrectora de Internacionalizaci¨®n, Isabel Valverde. En esta universidad, la llegada de estudiantes extranjeros para estancias cortas ¡ªcomo los erasmus¡ª ha bajado a la mitad. ¡°Es un problema econ¨®mico porque supone un aporte, pero es sobre todo un problema en t¨¦rminos de nuestra filosof¨ªa, porque la Pompeu es impensable sin su dimensi¨®n internacional, sin la presencia de estudiantes de todo el mundo¡±.
Valverde apunta a otro reto de este inicio de curso: la comunicaci¨®n. ?C¨®mo lograr que las indicaciones calen en una crisis en la que se propagan con tanta rapidez las falsedades? ?C¨®mo llegar a los estudiantes, hijos del maelstr?m cibern¨¦tico, en una pandemia a la que seg¨²n la propia OMS va ligada una infodemia?
Recorriendo antes del inicio del curso la Pompeu y la Complutense, conversamos con alumnos que mostraban confianza en sus universidades, pero hab¨ªa m¨¢s desorientados y quejosos. Si bien los centros est¨¢n envi¨¢ndoles informaci¨®n por correo, y difundi¨¦ndola por sus webs y redes, se sienten desinformados y creen que sus centros van a tientas. ¡°No se puede generalizar, pero gran parte de los centros han dado informaci¨®n a ¨²ltima hora¡±, dice David L¨®pez, de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades P¨²blicas.
Un flem¨¢tico estudiante de Barcelona opina: ¡°Yo pienso que este curso es una moneda al aire¡±.
En Madrid, dos estudiantes charlan en el campus en una parada de bus.
¡ªHan dicho que las clases ser¨¢n semipresenciales, pero que de todos modos pueden ir cambiando cada d¨ªa.
¡ªYo no entiendo c¨®mo va a ser.
¡ªTodo es muy raro.
¡ªBueno. Aqu¨ª es siempre el ¡°ya se ver¨¢¡±.
En la marquesina hay un anuncio del Ayuntamiento en la que aparece escrito seis veces ¡°higiene-higiene-higiene-higiene-higiene-higiene¡±.
En el sal¨®n de la Pompeu donde nos atend¨ªa la vicerrectora Valverde, el jefe de la Oficina de Prevenci¨®n de Riesgos Laborales, Sergi Jarque, afirma que ser¨¢ fundamental la ¡°responsabilidad individual¡± de la comunidad: ¡°Cada persona que tenga s¨ªntomas o cuyo contagio est¨¦ confirmado deber¨¢ aportar en su facultad la informaci¨®n necesaria para que se pueda hacer el rastreo de sus contactos¡±. Conf¨ªa en las medidas dise?adas. Pero le causa zozobra una cosa: ¡°La gente est¨¢ infotoxicada. No se retiene la informaci¨®n y hay mucha desconfianza, y de esto depende la efectividad de todo lo dem¨¢s¡±.
Desde el sal¨®n del rectorado se ve la fachada soleada de la bas¨ªlica de la Merc¨¨. Su Virgen es la patrona de Barcelona. Dice la leyenda que en 1687, en medio de la agon¨ªa del pueblo, obr¨® el milagro de acabar con una plaga de langostas que asolaba la ciudad.
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