Los alumnos de esta escuela saben que algo muy grave ocurre en su entorno, lo investigan y proponen medidas
En las lagunas cercanas a la Escuela Infantil La Encarnaci¨®n hay ahora muchos mosquitos y pocas abejas, no se oye el croar de las ranas, las grullas no encuentran comida, no se sabe d¨®nde est¨¢ la avutarda y las tortugas se esconden en sus caparazones. Todos trabajan juntos para averiguar lo que ocurre y plantear soluciones
¡ªCorre, corre¡ ?Qu¨¦ nos habr¨¢ dejado Kokolino en el ba¨²l?
Todos los d¨ªas a las nueve, cuando la puerta del colegio se abre, hay prisa por llegar al aula y rebuscar en el ba¨²l. Kokolino, la mascota de la escuela, les deja se?ales, pistas y avisos sobre lo que ser¨¢ la apasionante aventura de la jornada escolar. Otro d¨ªa para buscar respuestas sobre situaciones y circunstancias de su alrededor que debatir¨¢n, investigar¨¢n y aprender¨¢n.
¡°?Que qui¨¦n es Kokolino? No es ning¨²n animal concreto, no queremos que se identifique con ninguno, debe ser especial y ¨²nico. Tiene algo de koala, algo de rat¨®n, algo de conejo. Ya lo dice nuestra canci¨®n: Kokolino es Kokolino, nuestra mascota sin igual¡±, explica la directora de la Escuela Infantil La Encarnaci¨®n de ?vila y promotora del proyecto De la charca a la laguna, Sonia Nieto.
Los alumnos se dirigen al ba¨²l y al abrirlo advierten que hoy no hay nada. A sugerencia de la ¡°se?o¡± corren al ordenador a revisar el correo con la esperanza de encontrar alg¨²n mensaje: ¡°?R¨¢pido ¡°se?o¡±, vamos al ordenador!¡± Su mirada es de curiosidad y entusiasmo. La emoci¨®n en la expresi¨®n de sus caras lo dice todo. Y, s¨ª, all¨ª estaba, un email de Kokolino. Les hab¨ªa dejado una pista, ni m¨¢s ni menos que un cuento virtual. Aquello pinta muy bien, augura aventura. El cuento se titula Kokolino y su amiga Kran. Todos, en clase, junto a la maestra, comienzan a leer el t¨ªtulo (las palabras ya les eran conocidas), al tiempo que se interesan por la imagen de la portada.
¡ª¡°Se?o¡±, ?Kokolino est¨¢ en el mar?¡±
¡ª?No! ?Eso no es el mar, es un r¨ªo! Hay patos y cig¨¹e?as.
¡ª ?Qui¨¦n es Kran?
¡ªSu mochila ?no lo ves!
¡ª?No! Seguro que Kran es una sand¨ªa o una ni?a¡
¡ª¡±Se?o¡±, pasa la hoja y lee quien es Kran.
¡ª?Anda! Pero si dice que es una grulla amiga de Kokolino.
La profesora ya comienza a descubrir los conceptos y actitudes que deben trabajar en el proyecto. Ahora, adem¨¢s, los puede validar con el resto de las profesoras y mejorar, con ello, su tarea. ¡°A nivel profesional sent¨ª que aprend¨ª mucho¡±, afirma Eva Mar¨ªa Andrino, profesora de la escuela infantil.
Y comienzan a leer el cuento. La profesora sabe hasta d¨®nde llegar. Cada semana leen una parte de la aventura de Kokolino, acorde con la situaci¨®n, la tem¨¢tica y las tareas que van a realizar: consultar, debatir, indagar, etc. Es la aventura de la semana. En estos momentos, la motivaci¨®n y la intriga entran en escena.
En el cuento existe un personaje real, Juan Carlos Rico. Los ni?os, en un momento de la lectura, se encontrar¨¢n con ¨¦l: Un agente de desarrollo rural y, por entonces, coordinador del Centro de Interpretaci¨®n Lagunas de la Mora?a, en el pueblo de El Oso, pr¨®ximo a la ciudad de ?vila, donde se encuentra la Escuela P¨²blica de Educaci¨®n Infantil ¡°La Encarnaci¨®n¡±. Como conocedor de la vida en las Lagunas de El Oso sabe que algo muy grave est¨¢ ocurriendo: Hay muchos mosquitos y pocas abejas, no se oye el croar de las ranas, las grullas no encuentran comida, no sabe d¨®nde est¨¢ la avutarda, las tortugas se esconden en sus caparazones, etc. Decide, entonces, recurrir a Kokolino. Sabe que la mascota cuenta con un mont¨®n de amigos en la Escuela La Encarnaci¨®n y que todos juntos pueden investigar lo que ocurre y acordar medidas.
La petici¨®n de ayuda llega a la escuela por correo electr¨®nico. Al leerla en clase, surgen los comentarios: ¡°Eso est¨¢ demasiado lejos, ¡®Se?o¡¯¡±; ¡°si se llaman las Lagunas de El Oso, debe estar vigilando un oso¡±; ¡°ya s¨¦, seguro que hay un oso y se est¨¢ bebiendo todo el agua de las lagunas¡±; ¡°a lo mejor le puede haber pasado algo al Oso, o al agua.¡± El debate y la curiosidad est¨¢ servida.
¡°?Qu¨¦ le puede haber pasado al agua?¡± Pregunta la profesora. ¡°Pues no s¨¦, pero algo que tiene que ver con el oso o con el agua¡±; ¡°a lo mejor que no hay agua¡±; ¡°o que se haya contaminado y los peces hayan muerto¡±; ¡°que se haya ensuciado mucho y haya basura en el agua¡±; ¡°que se haya acabado porque un ni?o se ha dejado abierto el grifo.¡± Responde el alumnado.
Deciden ayudar a Kokolino a preparar su mochila para que viaje al pueblo de El Oso. Le meten unos prism¨¢ticos, ropa adecuada, una br¨²jula y un cuaderno de campo donde ir apuntando todo lo que observa: ?Empieza la aventura!
Los ni?os quedan, entonces, a la espera de que Kokolino vaya contando lo que est¨¢ pasando en las lagunas. La lectura del cuento les permite seguir el viaje. Pasando las hojas, est¨¢n al corriente de que ha ido al pueblo de El Oso, al Centro de Interpretaci¨®n, a las lagunas y por supuesto ha conversado con la gran protagonista, con Kran, su grulla amiga.
Por fin, conocen a Kran. Pasa los inviernos en las lagunas de El Oso y en primavera regresa a Alemania, su pa¨ªs. Al leer lo que dice la grulla es cuando descubren realmente lo que est¨¢ pasando. De la mano de Kran se dan cuenta del problema que deben investigar y buscar medidas. La grulla les cuenta que, en los tres ecosistemas, en las lagunas, el pinar y la zona cerealista, est¨¢ ocurriendo un desastre. El equilibrio del ciclo de vida biol¨®gico de las especies est¨¢ amenazado.
Con las r¨¦plicas construidas por las familias y las profesoras, Kokolino y sus amigos empiezan a investigar, a buscar evidencias, qu¨¦ ocurre con la fauna y la flora y por qu¨¦ es necesario que todo vuelva a estar en equilibrio. Son cuestiones que le otorgan sentido al proyecto y que el profesorado utilizar¨¢ en el curso 2022-23 como organizaci¨®n del curr¨ªculo de segundo ciclo de Educaci¨®n Infantil.
Soraya Encinar P¨¦rez, maestra de educaci¨®n infantil, explica las razones que llevaron a ponerle ese nombre al proyecto: ¡°El primer t¨ªtulo fue Del charco a la laguna, pero por sonoridad se qued¨® con De la charca a la laguna. Nuestro cole se encuentra situado cerca de un manantial que va a parar al r¨ªo Adaja que, al pasar por la comarca de la Mora?a, riega sus campos y el agua subterr¨¢nea podr¨ªa llegar hasta las lagunas de El Oso. No debemos tirar basura al suelo, as¨ª evitamos que llegue a r¨ªos y lagunas.¡±
Para poder utilizar una charca como laboratorio de estudio, Kokolino les propuso crearla en la escuela, en una caja con tapa. La llenaron de agua, simulando la lluvia; y, ese d¨ªa echaron restos de las meriendas, trocitos de comida que sobraron, tetra briks, papel de aluminio, pl¨¢stico, todo lo que se les ocurr¨ªa, y lo dejaron tapado durante el proyecto. De vez en cuando iban a observar y comprobaban que los restos de comida iban mezcl¨¢ndose con el agua, pero los envases segu¨ªan igual. El agua ol¨ªa mal, ninguno quer¨ªa beber o meter en la charca seres vivos acu¨¢ticos. Les impact¨® bastante: ?Hab¨ªa que actuar! Todo queda reflejado en su cuaderno de campo y en el diario de observaciones.
Cada semana trabajan un centro de inter¨¦s diferente, aunque todos complementarios entre s¨ª, y de manera acompasada con la narraci¨®n del cuento. Una semana aprenden sobre el ciclo del agua y su valor o la contaminaci¨®n. Otra, sobre las plantas y c¨®mo cuidarlas, su funci¨®n y relevancia o la flora representativa de cada ecosistema. Siguen con los invertebrados y su importancia. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si desaparecen?
El ciclo de la vida, el gran hallazgo, el triops cancriformis, un f¨®sil viviente. A continuaci¨®n, los anfibios y reptiles, ?c¨®mo son? ?cu¨¢les son caracter¨ªsticos de cada ecosistema? Luego las aves y los mam¨ªferos y los seres humanos, trabajos relacionados con los tres ecosistemas, valor e interacci¨®n entre los tres (las lagunas, la zona de cereales y los pinares). Todo ello en un clima social de acogida, donde juegan con las r¨¦plicas, con los objetos, las plantas y los animales a los que observan, tocan, huelen, escuchan... en un escenario de di¨¢logo y complicidad entre ellos y con los adultos. Todos los centros de inter¨¦s est¨¢n relacionados. Es necesario el estudio de cada uno de ellos para entenderlos, protegerlos y que todos sigan existiendo. El equilibrio hace que formen un todo, son piezas de un mismo puzzle.
Al finalizar la semana los ni?os env¨ªan un correo electr¨®nico al Centro de Interpretaci¨®n con todo lo que han averiguado, con los experimentos que han hecho, y reciben como reconocimiento el salvoconducto que les permite seguir con la lectura.
A lo largo del proyecto su vocabulario se va enriqueciendo: cadena tr¨®fica, ecosistema, reciclado, reutilizar, reducir, cuidado del medio ambiente, movimientos migratorios. Son marcos mentales que facilitan nuevos aprendizajes relacionados con su contexto natural. ¡°En una de las excursiones con sus familias al Centro de Interpretaci¨®n, sin las profesoras, ante una pregunta del gu¨ªa al grupo sobre los murci¨¦lagos, una de nuestras alumnas de cuatro a?os respondi¨® que los murci¨¦lagos usan la ecolocalizaci¨®n¡± afirma complacida Sonia Nieto porque todos los presentes quedaron con la boca abierta.
La aventura ya necesitaba pasar de la charca y de las r¨¦plicas en la escuela, a la realidad. Hab¨ªa llegado el momento de visitar El Oso, el Centro de Interpretaci¨®n y las lagunas. Cristina Mart¨ªn, profesora de atenci¨®n a la diversidad, comenta: ¡°Cuando vieron por donde hab¨ªa pasado Kokolino, que hab¨ªa ido a la misma casa en la que estaban ellos, que se hicieron una foto donde hab¨ªa estado ¨¦l¡ alucinaban. Verlo en la realidad les encantaba, ver las huellas de las aves o los tipos de plumas. Ahora le pon¨ªan cara a todo lo que hab¨ªan estado trabajando¡±.
Comprobaron de primera mano que su trabajo, sus observaciones e investigaciones hab¨ªan sido escuchadas. Era fant¨¢stico poder confrontar con Juan Carlos Rico lo que hab¨ªan aprendido. Tuvieron ocasi¨®n, adem¨¢s, de seguir aprendiendo, de reconocer el canto de las aves, comentar con detalle con los monitores del Centro de Interpretaci¨®n lo que hab¨ªa en el rinc¨®n de la grulla, confeccionar un mural con sus itinerarios migratorios, asistir al cuentacuentos Mil grullas y otros muchos quehaceres.
Con los monitores del centro practican el anillamiento de las aves, la construcci¨®n de cajas nido, destilan esencias o disfrutan los aromas. Comparten lo aprendido con sus familias, viven la emoci¨®n de la aventura del cuento de Kokolino, ven y tocan lo que han debatido y estudiado; todo se transforma en m¨¢s y m¨¢s deseo de saber. Visitan las lagunas de El Oso, donde recolectan plantas de proximidad y las nombran. Visitan los lugares donde ha estado Kokolino, descubren e identifican los animales y las plantas que han estudiado y comprueban que Kran ha emprendido la vuelta a su pa¨ªs (Alemania).
Sonia Nieto explica que al observar un nido de cig¨¹e?a en una webcam, perciben que entre las ramas tambi¨¦n hab¨ªa pl¨¢sticos y entonces un ni?o asegura que ¡°los mayores son tontos porque todav¨ªa no han aprendido a tirar la basura a la papelera¡°.
Margarita Bret¨®n, madre de uno de los alumnos, considera que fue un proyecto muy enriquecedor para conocer un entorno que est¨¢ al lado de ?vila: ¡°Lo desconoc¨ªamos, tanto el ni?o como nosotros. Yo fui en la excursi¨®n con ellos y luego fuimos con la familia otro d¨ªa a ver las lagunas y el pueblo de El Oso. Mostraban mucho respeto al medio ambiente y sent¨ªan que hab¨ªa que cuidar la naturaleza.¡±
Una vez completado el proyecto, la profesora devuelve a cada alumno sus trabajos para que los ordene y elabore un dosier. Les facilita uno ya ordenado y encuadernado que les sirve de referencia. Hace entrega, tambi¨¦n, de dos textos, uno sobre lo que los ni?os sab¨ªan antes de empezar y otro con lo que quer¨ªan saber. Les servir¨¢n de gu¨ªa para montar el dosier y de ayuda para que las familias tengan informaci¨®n sobre la evoluci¨®n del aprendizaje de su hijo.
El dosier con los trabajos de los alumnos se ir¨¢ ordenando con la maestra, que aprovecha para ir evaluando los objetivos. Les recuerda las actividades realizadas y les ayuda a relacionar unos aprendizajes con otros. El dosier se encuaderna y se convierte en un libro que pueden manejar. Cada alumno se lleva su dosier a casa para comentarlo con sus padres.
La profesora recoge trabajos de los dosieres de sus alumnos y elabora uno que queda en el aula para consulta. ¡°Aprendimos un mont¨®n de lo que nos contaban ellos, me he dado cuenta de lo importante que es hacer proyectos ambientales en el centro¡±, comenta Olga Casillas, madre de un alumno de cinco a?os.
¡°Para m¨ª supuso un cambio y creo que para los ni?os tambi¨¦n. Ahora te dicen que cierres el grifo, que se gasta agua, y eso antes no lo dec¨ªan¡±, comenta Ar¨¢nzazu del R¨ªo, maestra del grupo de tres a?os, tras aclarar que tambi¨¦n han aprendido a reciclar.
Esta iniciativa no fue solo la expresi¨®n del esfuerzo y de la profesionalidad de una escuela comprometida con su realidad. Resulta, tambi¨¦n, del acompa?amiento de otros muchos otros agentes. Adem¨¢s de la colaboraci¨®n de toda la comunidad educativa, que dijo s¨ª a este ambicioso proyecto, cont¨® con el apoyo, asesoramiento y aportaciones de una red de agentes socioeducativos que inspiraron y facilitaron su desarrollo. Seg¨²n cuenta Justo G¨®mez, Concejal de Educaci¨®n y Medio Ambiente y precursor del proyecto Las lagunas de La Mora?a, un escenario local de Aprendizaje Ambiental, en mayo de 2022, desde el Ayuntamiento de El Oso, se inicia la andadura de transformar el Centro de Interpretaci¨®n en un agente de promoci¨®n de la educaci¨®n ambiental. Sab¨ªan que necesitaban contar con los centros escolares de la comarca.
Despu¨¦s de un trabajo de escucha y sensibilizaci¨®n, la idea echa a andar. Se crea una primera red de centros, comprometidos con el cuidado del medio ambiente: la Escuela Infantil La Encarnaci¨®n, el Centro Rural Agrupado Los Fresnos, que atiende a cuatro localidades pr¨®ximas a la ciudad de ?vila, y el Instituto de Educaci¨®n Secundaria Alonso Madrigal de ?vila, con la singularidad, a?adida, de procurar la mayor y mejor implicaci¨®n de las familias.
Desde los primeros momentos, la red comenz¨® a mostrar su potencial. Prueba de ello es la experiencia que se acaba de relatar. Un proyecto comunitario asesorado por el Departamento de Did¨¢cticas Especiales de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, avalado por la Direcci¨®n Provincial de Educaci¨®n de ?vila, apoyado por la Consejer¨ªa de Medioambiente de Castilla y Le¨®n y financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.
El educador ambiental y, por entonces, miembro del equipo de apoyo, Juan Carlos Soto, afirma: ¡°Soy miembro de la Red de Educadores Ambientales de Castilla y Le¨®n y de la Red de Equipamientos para Educaci¨®n Ambiental a nivel estatal y puedo asegurarte que para m¨ª ha sido una grand¨ªsima oportunidad a nivel profesional. Poder participar en un proyecto en el que trabajan previamente, durante todo un trimestre, en las aulas, para preparar y desarrollar la actividad de educaci¨®n ambiental, pasando de lo abstracto a lo concreto y llevando a cabo el trabajo otra vez en las aulas, durante otro trimestre, con profesores, alumnos y familias. Esto es muy poco habitual¡±
En palabras de Sonia Nieto: ¡°Generar complicidad, motivaci¨®n e inter¨¦s debe ser sin duda el motor de arranque del proceso de ense?anza. Los aut¨¦nticos aprendizajes dejan huella. Solo se aprende lo que emociona y sin duda este viaje De la charca a la laguna nos ha emocionado a todos los que formamos la comunidad educativa de La Encarnaci¨®n.¡±
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