Alfonso Guerra: ¡°No siempre fui un aguafiestas, pero muchas veces s¨ª¡±
Tres tomos de memorias resumen ya la vida de Alfonso Guerra como uno de los personajes clave de la democracia En la ¨²ltima entrega: las luchas en su partido, sus momentos de debilidad y su relaci¨®n con Felipe Gonz¨¢lez al desnudo. Todo jugoso
Esta tercera parte ha sido la m¨¢s dura: ¡°Estoy de retirada vital, en todos los sentidos¡±, asegura Alfonso Guerra, a punto de cumplir 73 a?os. Quiz¨¢ tambi¨¦n porque en la ¨²ltima entrega de sus memorias ¨C que abarca desde su salida del Gobierno en 1991 hasta la actualidad, tras los dos primeros tomos: Cuando el tiempo nos alcanza y Dejando atr¨¢s los vientos¨C fue la ¨¦poca en la que vivi¨® las luchas internas tras el declive del felipismo, en la que el t¨¢ndem entre ¨¦l y el l¨ªder se rompi¨®, en la que le ha venido de visita alg¨²n achaque, ha tenido que despedir a varios amigos, y en la que, sin miedo, dice ¨¦l, contempla con mucha preocupaci¨®n el futuro.
El caso es que en Una p¨¢gina dif¨ªcil de arrancar (Planeta), quien fuera vicepresidente del Gobierno durante casi una d¨¦cada se muestra tan tierno como incisivo, tan fiel a la realidad de unos hechos que califican a sus adversarios pol¨ªticos ¨Clos de su partido y el resto¨C como turbado por algunas de sus consecuencias, tan asc¨¦tico como desde?oso con ciertas cosas y tan idealista como realista.
Nadie se escapa de un repaso a fondo: de Felipe Gonz¨¢lez y su, seg¨²n el autor, s¨ªndrome de hybris, mal que afecta a los que no admiten cr¨ªticas en la cima, a sus enemigos renovadores; de sus hijos a aquellos a los el terrorismo dej¨® hu¨¦rfanos; de Fidel Castro y Garc¨ªa M¨¢rquez a Gorbachov, Willy Brandt o un curioso ofrecimiento de ?lvarez Cascos que rechaz¨®, Guerra lamenta y exalta, reivindica su papel, da muchas caricias, varios tirones de oreja, y se mues??tra tan aut¨¦ntico como sutilmente despiadado.
PREGUNTA: Muchos s¨ªndromes padece la gente en estas memorias, pero en cuanto a usted he detectado algunos: el s¨ªndrome de ¡°ya lo dije yo¡±, por ejemplo.
RESPUESTA: Puede que s¨ª, pero la verdad es que cuando uno advierte signos, lo comenta y no le hacen caso, qu¨¦ menos que dejar constancia. Me pasa con relativa frecuencia.
P: El s¨ªndrome de ¡°cu¨¢nta pena me da y este es mi m¨¦rito¡¡± tambi¨¦n aparece.
El guerrismo ni existe ni existi¨®. yo nunca he organizado una corriente¡±
R: Tengo una concepci¨®n de m¨ª mismo bastante mediocre, por debajo de la que tienen los dem¨¢s, incluidos mis enemigos. He conocido gente muy humilde y muy importante, la diferencia es peque?a.
P: Tiene usted una manera muy fina de reivindicar los logros.
R: Bueno, est¨¢n ah¨ª, los relate yo o no. En 25 a?os, Espa?a se lanz¨®; ahora estamos en la etapa contraria. En ello tiene m¨¦rito la ¨¦poca de Su¨¢rez, la de Felipe Gonz¨¢lez, algo menos la de Aznar¡
P: ?Y Zapatero? ?Qu¨¦ hacemos con ¨¦l?
R: Yo lo reflejo con mucha claridad. Tuvo un gran ¨¦xito en la primera legislatura con la ampliaci¨®n de los derechos civiles y una segunda etapa con dos agujeros enormes: la reforma de los estatutos de autonom¨ªa y que no vio venir la crisis o dijo que no la ven¨ªa venir.
P: Se muestra usted todo un S¨¦neca, muy sevillano.
R: Yo soy frugal. Austero para mirarlo todo.
P: Amante casi de lo ¡®sadomaso¡¯, no quiere usted ni calmantes para el dolor, como relata en uno de los cap¨ªtulos.
R: Soy as¨ª, el dolor forma parte de la vida, negarlo es absurdo. El umbral del sufrimiento es diferente para cada persona. Tengo la impresi¨®n de que el m¨ªo es alto¡
P: F¨ªjese: creo que ese cap¨ªtulo sobre su rotura del pie est¨¢ escrito como un diario y de forma consciente o inconsciente para reflejar que Felipe ni le llam¨®. Dos veces lo resalta.
R: ?Porque me lo preguntan dos se?ores! Yo no dejo constancia de lo que pienso. Me consultan y contesto.
P: Me imagino que eso duele, y el cap¨ªtulo habla del dolor.
R: Bueno, podr¨ªa haberme quejado. M¨¢s me interesa dejar constancia de la preocupaci¨®n de la gente por ese hecho que la m¨ªa.
P: S¨ª le llam¨®, en cambio, el Rey, y hasta la duquesa de Alba.
R: Tiene cierta gracia, son las cosas que suceden, cargo con ello sea bueno o malo. El dinero compra todo, pero el pasado no. Ocurri¨®.
P: Y al Rey, que tanto caso le hace, ?no le apetece llamarle estos d¨ªas y aconsejarle seg¨²n qu¨¦ cosas?
R: Yo de vez en cuando me veo con ¨¦l. Pero no le llamo, no es la direcci¨®n correcta. Me parece desmedido. Si me pregunta, le dir¨¦ lo que pienso. Supongo que tendr¨¦ oportunidad, siempre le he hablado con franqueza, y por eso creo que me aprecia.
P: O sea, que me cuenta c¨®mo se lo dir¨ªa ¨Ccon franqueza¨C, pero no qu¨¦ le dir¨ªa.
R: ?Es que no puedo conservar un secreto?
P: Por supuesto, pero ?no le parece que las instituciones que en una etapa crucial de nuestro pa¨ªs, como la Transici¨®n, funcionaron, ahora necesitan una clara transformaci¨®n?
R: Vamos a ver¡ Durante la Transici¨®n, las personas con responsabilidad pensaron que era una oportunidad excepcional para romper el c¨ªrculo en el que se hab¨ªa desenvuelto Espa?a durante dos siglos. Yo creo que se hizo con bastante acierto. Se empez¨® mal, pero el consenso triunf¨®. ?Y qu¨¦ fue el consenso? El conjunto de renuncias que hicimos para sacar adelante una norma com¨²n que integrara a todos. Sali¨® bien. Qued¨® algo pendiente: el proceso pol¨ªtico al franquismo. Si se hace entonces, la democracia se hubiese retrasado. A los 25 a?os ha surgido de manera muy fuerte lo que defino como el dolor diferido de los nietos. A eso se le ha llamado memoria hist¨®rica, algo confuso, porque la memoria es siempre personal, y la que guardan unos no es la misma que la de otros. Eso ha generado un disparo contra la Transici¨®n que considero err¨®neo. ?Es revisable? Desde luego.
P: Ocurre que quienes tuvieron mucho protagonismo entonces se ponen a la defensiva y lo ven como un ataque.
R: Algunos lo hacen dur¨ªsimamente. Pero revisar est¨¢ bien.
P: ?Por d¨®nde empezamos?
R: Si yo pudiera, revisar¨ªa el 80% de la Constituci¨®n, pero luego vendr¨ªan los dem¨¢s con otro tanto y no llegar¨ªamos a ninguna parte. Eso es lo que se hizo en la Transici¨®n: pactar. ?Se puede intentar ahora? Mi impresi¨®n es que no est¨¢ el horno para bollos.
P: ?Existi¨® el guerrismo?
R: No.
P: ?Y existe?
R: No.
P: Mire que se lo pregunt¨¦ en pasado.
R: No. Yo nunca he organizado una corriente. Y no lo he hecho porque la sombra de la Guerra Civil ha sido constante. Mi generaci¨®n no particip¨® en ella, pero qued¨® marcada.
P: Pero lo que no pudo evitar usted fue la lucha encarnizada que se dio en su organizaci¨®n.
R: Bueno, evit¨¦ lo que pude. No soy un mago. Esa idea del superpoderoso Guerra es period¨ªstica.
P: Tampoco¡ le viene muy bien a la leyenda.
R: Bueno, s¨ª, como leyenda s¨ª, pero yo me refiero a la realidad. Sobre m¨ª se cuentan muchas cosas, verdaderas y falsas; incluso dentro de estas ¨²ltimas, las falsas, algunas son muy bonitas.
P: ?Que el guerrismo qued¨® sin Guerra puede ser una?
R: S¨ª. Probablemente.
P: Luego el guerrismo existi¨®, lo est¨¢ admitiendo.
R: Es que no s¨¦ lo que es el guerrismo.
P: Los que le quer¨ªan usted al mando, organizando el partido seg¨²n un criterio ideol¨®gico preciso.
R: Yo creo que daba a algunos militantes un aliento que necesitaban, pero no estaba organizado en una corriente, eso es falso.
P: El guerrismo no existi¨®, seg¨²n usted, ?pero s¨ª los renovadores de la nada?
R: Esos s¨ª.
R: Y en contra de ellos, los guerristas. No necesariamente. Es que hay gente que lucha contra molinos.
P: ?Deliraban los renovadores? Convengamos en que existieron unos y otros, y est¨¢ bien, no pasa nada.
R: ?Por qu¨¦ estoy obligado a admitirlo? Me quiere convencer y no va a poder.
P: Digamos que era el aparato.
R: Se desconoce casi todo del PSOE. No hab¨ªa aparato.
P: ?Qu¨¦ era? ?La casa de t¨®came Roque?
R: Un partido fuerte, con un l¨ªder fuerte y m¨¢s de 100 a?os de trayectoria ligados a la historia del pa¨ªs.
P: Un l¨ªder que no quiso contar con su organizaci¨®n para ganar las ¨²ltimas elecciones. ?Por qu¨¦ el partido molesta a Felipe?
R: Todos los grandes liderazgos tienen que soportar una presi¨®n tremenda: la de los aduladores. Viene entonces el s¨ªndrome de hybris, descrito ya por los griegos. Aparece cuando los dirigentes empiezan a considerar aquello que solo aprueba lo que est¨¢n haciendo y creen inc¨®modo lo que no les favorece. Escribir de esto ha sido doloroso porque sab¨ªa que era una ¨¦poca de declive.
P: ?A Felipe le dio fuerte el s¨ªndrome de hybris?
R: Yo digo en las memorias que s¨ª. No con la fiereza de su sucesor, que aquello fue tremendo con lo de las Azores.
P: ?Ya se cur¨®?
R: No tengo ni idea. Sospecho que ya est¨¢ fuera de esas cosas.
P: ?Cu¨¢l es el tratamiento?
R: Una cura de caballo de humildad. Nadie es m¨¢s que nadie.
P: Debi¨® de ser duro aquel d¨ªa en que se presenta ante usted y le dice que el programa para las elecciones lo dise?a ¨¦l, quien lo dirige es ¨¦l, que todo lo hace ¨¦l. ?Lo ven¨ªa viendo?
R: Estas cosas no son caerse de la montura de golpe. T¨² las vas descubriendo con gestos, detalles. El primer s¨ªntoma lo vi tras una conversaci¨®n que tenemos por tel¨¦fono desde Sidney. ?l me hab¨ªa invitado a dise?ar el Gobierno cuando yo ya hab¨ªa dimitido y sali¨® otra cosa de la que hab¨ªamos hablado. No ten¨ªa que haberse comprometido a ello cuando iba a hacer otra cosa, sinceramente.
P: ?Y si, en vez de hybris, lo que le ocurri¨® es que sencillamente dej¨® de confiar en usted?
R: No es solo eso. Es que cuando plantea que lo hace todo solo es que solo conf¨ªa en ¨¦l. No ha le¨ªdo bien el libro.
P: S¨ª creo haberlo le¨ªdo bien. Lo que refleja usted no es que confiara solo en ¨¦l, es que conf¨ªa m¨¢s en quien llama usted aduladores. Puede que ellos tambi¨¦n tuvieran su base de cr¨ªtica.
R: Eso no se lo cree usted ni borracho¡
P: ?Nunca vio a los renovadores criticar al jefe?
R: Jam¨¢s.
P: ?Siempre fue usted un aguafiestas tal como le echa en cara su l¨ªder?
R: Hombre, siempre no, pero muchas veces s¨ª. Con lo de Ibercorp, el nombramiento de Mariano Rubio, con la inclusi¨®n de Garz¨®n en las listas¡ A menudo me hac¨ªa caso.
P: Como en el caso del refer¨¦ndum de la OTAN.
R: Felipe no quer¨ªa hacerlo, cre¨ªa que lo ¨ªbamos a perder, hasta las siete de la tarde del d¨ªa de la votaci¨®n no se dio cuenta de que lo gan¨¢bamos. Yo que un poquito de esto de las elecciones y los referendos s¨¦, aunque no tanto como los que han llegado ahora y me pasan como b¨®lidos, sab¨ªa que ¨ªbamos a ganar.
P: Para eso necesitaron entonces dinero, y ese es el dinero que sali¨®, seg¨²n supone usted, de Filesa.
R: Supongo, pero no me equivoco. Los bancos decidieron que ¨¦ramos los ¨²nicos tipos serios que hab¨ªa entonces, que nos la hab¨ªamos jugado pol¨ªtica y econ¨®micamente, y nos prestaron ayuda, lo digo en el libro.
P: Volviendo a Dios, al ¡®number one¡¯ que dir¨ªa Txiki Benegas. ?Fueron amigos?
R: S¨ª. Siempre ha habido gente que se ha empe?ado en decir que no lo ¨¦ramos de salir a tomar copas. Yo no salgo a tomar copas con nadie, pero ¨¦ramos amigos.
P: ?De mucha confianza? ?M¨¢s que colaboradores? ?M¨¢s que un t¨¢ndem?
R: S¨ª¨ª¨ª¡ Con un dep¨®sito de confianza extraordinario. Llegamos incluso a plantearnos una vez: pase lo que pase en la vida, si te ocurre algo o me ocurre algo, t¨² te ocupas de mis hijos y yo de los tuyos. Lo sellamos¡
P: ?Y la pena cuando se rompe la amistad?
R: Vamos a ver, para m¨ª Felipe es un amigo, no era un amigo. Yo no le negar¨¦ jam¨¢s la amistad a Felipe.
P: ?Le doli¨® su desconfianza?
R: No, no, eso ya pas¨®. Dolor, no s¨¦. Yo siempre procur¨¦ que nadie me pudiera meter amargura en el coraz¨®n. Es b¨¢sico para vivir tranquilo. No tengo amargura por nada. Esa es mi gimnasia.
P: Lo que s¨ª hay en estas memorias, le dir¨¦, es mucha ternura. Sorprendente para quienes piensen que usted es el demonio.
R: Soy bastante tierno y rom¨¢ntico.
P: Mahleriano. Con eso est¨¢ todo dicho.
P: No solo. Yo he podido observar en los conciertos de Mahler algo peculiar. Cuando acaban, los m¨²sicos est¨¢n felices. Se abrazan, r¨ªen, hay como una especie de rayo que les ilumina y les hace arder. Ha costado hacerlo entender, antes era imposible y ahora no hay orquesta que no lo toque.
P: Volviendo a la ternura. Es fundamental establecer v¨ªnculos de afecto, m¨¢s en entornos tan salvajes como el de la pol¨ªtica.
R: En la vida¡ Hay gente a quien la luna no le dice nada. No me interesan. Cuando uno contempla la luna, esta emerge en tu interior; me gusta quien lo siente as¨ª. La sensibilidad es b¨¢sica. El arte ha de remover; si solo es decorativo, no me dice nada. Estar en el mundo es establecer lazos, vibrar; si no, vegetas.
P: Recordando a Bertrand Russell, a quien usted cita, ?tambi¨¦n se ha dejado guiar por esas tres pasiones? El ansia de amor, la b¨²squeda de conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad.
R: No hay mejor definici¨®n para una persona sensata, humilde y sincera.
P: Para empezar, el amor.
R: S¨ª, con muchas caras, no solo lo que se entiende por carnal. En el amor y en la b¨²squeda de conocimiento yo intento vivir con la edad que tengo, pero con los ojos de cinco a?os.
P: ?Y los hijos?
R: Quien tiene hijos cuenta con algo inefable, inexplicable. Normalmente se siente por ellos algo tel¨²rico incomparable al resto de los mortales. Si adem¨¢s se alimenta en una doble v¨ªa, entonces es cuando se produce la felicidad.
P: ?E indignarse? Dice usted que la izquierda ha perdido esa capacidad.
R: Se ha perdido, y eso es una merma del ser humano.
P: ?No cree que este pa¨ªs est¨¢ recuperando esa virtud r¨¢pidamente?
R: No sobre todas las cosas. Hoy existe un hedonismo muy fuerte.
P: Nos lo est¨¢n arrancando a velocidad de crucero.
R: La humanidad ten¨ªa dos promesas: la del m¨¢s all¨¢ y la de la revoluci¨®n sovi¨¦tica. Dos para¨ªsos aplazados. Hoy ya no vale. La juventud lo quiere ahora. A ese hedonismo me refiero.
P: Pues eso est¨¢ muy bien.
R: Yo no lo niego, pero esas reivindicaciones se suavizan debido a ello.
P: O se radicalizan, porque aqu¨ª ya nadie se traga los cuentos. Y eso es un buen logro del relativismo, una conquista moral de nuestro tiempo se ponga Ratzinger, que en paz descanse en la Tierra, como se ponga.
R: Yo me reivindico como relativista.
P: Salvo con algunos ministros compa?eros de su Gobierno que no resisten la quema: Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, Carlos Solchaga, Javier Solana¡
R: No digo nada de ellos que no sea verdad y sin utilizar adjetivos calificativos.
P: Muy elegante, pero con algunos hechos les hace quedar para el arrastre.
R: Bueno, si ellos no se ven bonitos no es mi problema. Es irrebatible lo que cuento. Si no se gustan en el espejo, que cambien.
P: Habr¨¢ que formar un nuevo liderazgo entre los suyos.
R: Los liderazgos brotan, surgen, no se forman.
P: El otro d¨ªa aludi¨® usted a Eduardo Madina.
R: Me preguntaron si iba a apoyar al candidato Madina y yo respond¨ª: ¡°?Es que es candidato?¡±. Como persona me parece estupendo¡ Tiene un buen discurso.
P: Y adem¨¢s es un h¨¦roe.
R: Claro. Eso en Estados Unidos es definitivo, pero aqu¨ª, con la derecha que tenemos¡ A los j¨®venes se lo digo. Hay que boxear con las manos atadas a la espalda. Deben saberlo.
P: ?Arrepentimientos?
R: Es dif¨ªcil. El ser humano genera un sistema de autorredenci¨®n permanente. Miras hacia atr¨¢s y no encuentras gran cosa. ?Qu¨¦ me hubiera gustado m¨¢s? Que la atm¨®sfera moral de la sociedad hubiese avanzado en otra direcci¨®n. Importaba mucho el dinero, la riqueza.
P: Aquello de Solchaga de que este pa¨ªs era donde m¨¢s r¨¢pidamente pod¨ªa enriquecerse uno¡ ?Cre¨® tensi¨®n esa frase entre ustedes en el Gobierno?
R: Sin duda. Pero fue un debate en el que me qued¨¦ solo.
P: ?Percibe una situaci¨®n de hartazgo con respecto al bipartidismo?
R: S¨ª, pero no comprendo por qu¨¦ hay que ser antibipartidista.
P: ?Porque parece quiz¨¢ que hemos llegado a una situaci¨®n en la que las cosas no prosperan con ese sistema?
R: Bien, pero ha prosperado mucho este pa¨ªs. ?Qu¨¦ queremos? ?Un Gobierno a la italiana?
P: ?Quiz¨¢ un nuevo equilibrio que recupere la cultura del pacto?
R: No entiendo bien que obligatoriamente tenga que existir pacto.
P: Es sano.
R: No lo s¨¦. Gobernar es elegir una opci¨®n, y esa idea de que todo sea pacto de Estado a m¨ª no me gusta nada; est¨¢ bien para una constituci¨®n o para evitar situaciones de violencia, pero en todo lo dem¨¢s se habla en las campa?as: la democracia es elecci¨®n, y para eso tiene que haber programas diferentes. El consenso es para las reglas del juego; despu¨¦s, que cada uno gobierne con su acci¨®n. La alegr¨ªa esa de ?fuera el bipartidismo¡! Es una frivolidad.
P: No pasa nada, hombre. ?Tiene miedo? Parece que creen ustedes que despu¨¦s de su generaci¨®n vendr¨¢ el caos.
R: ?Por qu¨¦ me interpreta? No, no. Despu¨¦s de nosotros¡ Yo ya no soy un fact¨®tum. No tengo miedo de nada. Solo hay algo que me da miedo que es sentir miedo.
P: ?Lo siente?
Vivo el amor y la b¨²squeda de conocimiento como si tuviera cinco a?os¡±
R: No.
P: ?En serio?
R: ?Por qu¨¦ tengo que hacer confesi¨®n de fe? Ya lo he dicho.
P: Le estaba preguntando.
R: Preguntando no, repreguntando.
P: S¨ª, porque es mi obligaci¨®n¡ y porque me gusta.
R: Bueno, qu¨¦ vamos a hacer. No tengo miedo, no. La gente goza de un sentido com¨²n que hace que superen todas las adversidades. La vida ser¨¢ m¨¢s complicada en el futuro. El capitalismo ha cambiado su centro de gravedad. Ya no est¨¢ en la producci¨®n, sino en las finanzas, y eso va a arruinar muchos puestos de trabajo. Eso generar¨¢ injusticias muy grandes que probablemente desemboquen en alg¨²n tipo de explosi¨®n. La primera ya se ha dado: 250 millones de personas se han movido de sus lugares de origen. Pero habr¨¢ m¨¢s. Solo espero que se encauce de manera fruct¨ªfera, pero cuando la sociedad lee que a un banquero se le ha jubilado con 88 millones de euros, la gente se muestra demasiado paciente.
P: De la pol¨ªtica, ?qu¨¦ le dio m¨¢s placer?
R: Hombre, yo he sentido el cari?o de millones de personas. Tambi¨¦n el odio. A veces es un honor, pero en principio soy un poco desde?oso con eso. El cari?o de la gente no tiene precio. Recibo miles de cartas. Me quieren, lo he sentido, lo he vivido. Y luego algunas veces, cuando tienes el poder de salvar a alguien, problemas que puedes resolver y a veces se dejan por desidia¡ Cuando haces eso te inflas.
P: Presume usted de no haber cambiado de clase. ?De verdad me lo dice? ?No ha cambiado de clase? ?Eso es una mentalidad o un estatus?
R: Me lo dijo una se?ora una vez: ¡°Por eso te odia la derecha, porque pudiendo haber cambiado de clase, no lo has hecho¡±. Es ambas cosas, una mentalidad y un estatus, pero sigo siendo aquel ni?o.
P: ?Y sus hijos tampoco han cambiado de clase?
R: Son como yo, muy austeros, no les interesa el lujo, caprichos pocos, entienden a la gente y disfrutan de la naturaleza, el arte, los libros, la m¨²sica¡ Buena gente.
P: ?Ejerci¨® el poder contra alguien?
R: No, y no ten¨ªa tanto.
P: Ten¨ªa, ten¨ªa, y me quedo m¨¢s tranquilo si es as¨ª, porque los votantes se lo dieron para que ejerciera. No seamos c¨ªnicos. Claro, claro. Como conjunto¡ Pero no todo el poder. En la sociedad democr¨¢tica de hoy¡
P: Ustedes tuvieron m¨¢s poder y capacidad de maniobra de la que tiene hoy el PP.
R: Eso es verdad. Y se asust¨® mucha gente. Pero luego¡ la responsabilidad no se puede subrogar. Hay que asumirla. Y tomar decisiones. Nosotros lo ejerc¨ªamos. Ahora menos.
P: ?D¨®nde est¨¢ hoy el poder?
R: Los Parlamentos han perdido much¨ªsima fuerza, legitiman lo que se decide fuera. Los grandes poderes de medios de comunicaci¨®n influyen, en los a?os ochenta eran un contrapoder; los empresarios tambi¨¦n¡ Y as¨ª estamos. M¨¢s con este presidente, que le gusta sestear y que le dejen ver los partidos por la tele. No tiene esa pasi¨®n que se necesita para ejercer el poder, para cambiar cosas.
P: ?Satisfecho?
R: S¨ª, s¨ª, s¨ª¡ Yo he tenido mucha suerte en la vida. Soy el hijo n¨²mero 11 de 13 hermanos, ayud¨¦ mucho, buscaba por los campos chatarra para venderla desde los cinco a?os¡ Pas¨¦ hambre y necesidad. En los a?os cuarenta no hab¨ªa nada. S¨¦ lo que es la pobreza, nunca he vivido en el lujo porque no lo he querido, pero he tenido grandes amigos y una magn¨ªfica familia, no me voy a quejar.
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