El piloto de Sud¨¢frica
Sus camisas de colorines, su afable sonrisa junto a su afici¨®n a bailar el toyi-toyi y a recorrer el pa¨ªs de punta a punta predicando la reconciliaci¨®n entre blancos y negros con su mejor arma, la palabra, han hecho de Nelson Mandela, presidente de Sur¨¢frica desde abril de 1994, el piloto que marca el rumbo de la naci¨®n del arco iris. As¨ª fue la entrevista que en 1995 El Pa¨ªs Semanal realiz¨® a Mandela a sus 77 a?os.
Nelson Mandela luce hoy una camisa gris azulada con dibujos de cachemir en rojo y azul. Est¨¢ abotonada en el cuello y sus faldones cuelgan sobre el pantal¨®n, que es de color caqui. Man?dela calza botines de cuero marr¨®n y lleva en el dedo anular de la mano izquierda una sortija de plata con una piedra azul. Pero lo realmente importante es la camisa. El arzo?bispo Desmond Tutu, camarada de Mandela en la lucha contra el apartheid y, como ¨¦l. pre?mio Nobel de la Paz. ha abierto una divertida pol¨¦mica al declarar que aprueba sin reservas la pol¨ªtica del presidente de Sud¨¢frica. pero que desaprueba en¨¦rgicamente que use esas cami?sas coloristas con motivos africanos, indios o chinos. "No es la ropa que debe vestir un jefe de Estado, y menos uno de su edad¡±, dice Tutu, que desear¨ªa ver a Mandela en traje y corba?ta. Mandela dice haber discutido del asunto con su amigo el arzobispo y a?ade que. aunque respe?ta su opini¨®n, no va a cambiar de vestuario. Las camisas son uno de los atributos de la juventud de esp¨ªritu con que este sabio africano de 77 a?os lidera la construcci¨®n de la naci¨®n del arco iris.
Otros son su sonrisa, su afici¨®n a bailar el toyi- toyi y su incesante reco?rrer el pa¨ªs predicando la reconciliaci¨®n. El d¨ªa en que Mandela recibe a los enviados es?peciales de EL PA?S y Canal + es la v¨ªspera de otro de sus arriesgados y controvertidos viajes. Mandela ha anunciado que desea tomarse un t¨¦ con Betsie Venvoerd, viu?da de Hendrik Verwoerd, uno de los arquitectos del apartheid y primer ministro de Sud¨¢frica cuando ¨¦l fue condenado a cadena perpetua en el juicio de Rivonia. Para ello debe poner los pies en Orania, una aldea donde viven en r¨¦gimen de secta varios cientos de ultras afrikaners que no quieren ver a un ne?gro ni en pintura. Betsie Venvoerd y los veci?nos de Orania han proclamado que prefieren que Mandela no vaya a verles. Pero el presi?dente ir¨¢ al d¨ªa siguiente de esta entrevista, se tomar¨¢ el t¨¦ con la viuda, se har¨¢ fotos con los ultras blancos y no pasar¨¢ nada. "La mejor arma es sentarse y hablar", dir¨¢ al t¨¦rmino de la visita.
Aquel que no sienta una emoci¨®n especial al ver a Mandela en persona o es de piedra o un fascista. Este hombre tiene encima la dimen?si¨®n hist¨®rica y la legitimidad moral que dan 27 a?os consecutivos de c¨¢rcel por combatir uno de los m¨¢s odiosos sistemas de discrimina?ci¨®n racial jam¨¢s inventados. Pero Mandela no es s¨®lo un ilustre excarcelado: junto con el l¨ªder blanco Frederik de Klerk desmantel¨® pac¨ªfica?mente el apartheid. Y ahora, en su a?o y medio como primer presidente elegido en unos comi?cios democr¨¢ticos y multirraciales, est¨¢ pilo?tando Sud¨¢frica con realismo, cordialidad y voluntad de movilizar las mejores energ¨ªas de todas las comunidades del pa¨ªs. Los blancos le adoran: mientras ¨¦l viva se sentir¨¢n seguros en Sud¨¢frica. Los negros conf¨ªan en su promesa de que poco a poco mejorar¨¢ su situaci¨®n ma?terial. La plata de su crespo pelo se ha converti?do en un s¨ªmbolo de unidad nacional.
Confiamos en que dentro de diez a?os tendremos un pa¨ªs que ofrecer¨¢ a nuestra gente todo tipo de opoitunidades para constmir su propia vida. ?sa es nuestra esperanza¡±
¡ªParece que usted nunca se deja llevar por sentimientos de odio o re?vancha ¡ªdice el enviado de EL PA?S¡ª ?No los tiene? ?Nunca los ha teni?do? ?No ha habido un momento en que deseara la desgracia de sus carce?leros o de sus jefes? ?Es usted un ¨¢ngel?
Mandela escucha atento la pregunta: dos aparatitos en sus orejas prueban que es algo duro de o¨ªdo. En cambio, exhi?be dos perfectas y blan?qu¨ªsimas lineas de dientes al sonre¨ªr cuando escucha lo del ¨¢ngel. Responde: ¡ªSi me dejara llevar por mis sentimientos seria la persona m¨¢s vengativa del mundo. Lo bueno es sentarse, tranquilizarse y pensar no con lo sangre, sino con el cerebro. Soy afortunado porque he aprendido a tomar deci?siones con tranquilidad, con dominio de mi mismo y analizando las posibles consecuencias de mis actos ¡ªcarraspea: es una consecuencia de una tuberculosis atrapada en la c¨¢rcel¡ª, y si creo que las consecuencias de mis actos est¨¢n justifi?cadas. me convenzo a m¨ª mismo de la necesi?dad de llevarlos a cabo. Pero si no est¨¢n justifi?cadas no los ejecuto. No soy un ¨¢ngel, salvo que usted considere que un santo es un pecador arrepentido.
¡ªPasemos de su situaci¨®n personal a la co?lectiva. Uno de los problemas al final de las dictaduras o las guerras es el de c¨®mo hacer compatibles la necesidad de reconciliaci¨®n con la sed de justicia. Sud¨¢frica intenta solucionar ese problema con la llamada Comisi¨®n de la Verdad. Ese organismo va a atender las denun?cias de las v¨ªctimas del apartheid y perdonar a los autores de los cr¨ªmenes siempre que confie?sen y expresen arrepentimiento. Se han im?puesto ustedes una tarea delicad¨ªsima, ?no?
¡ªHay que considerar este asunto desde dos ¨¢ngulos ¡ªMandela se ha puesto muy serio¡ª. Primero, desde al ¨¢ngulo de la gente que come?ti¨® cr¨ªmenes contra sus compatriotas siguiendo objetivos pol¨ªticos. A ¨¦sos les concedemos la inmunidad. Pero la Comisi¨®n para la Reconci?liaci¨®n y la Verdad se centra en las necesidades de las victimas o de sus parientes. Si queremos ser imparciales, tambi¨¦n tenemos que tenerles en cuenta. Por eso queremos que todos los que cometieron esos actos den un paso adelante y digan: "Yo comet¨ª ese crimen. Yo mat¨¦ a ¨¦ste y a aqu¨¦l. Y lo hice porque as¨ª me lo ordenaron Fulanito y Menganito". Y luego, todos los que planearon y ordenaron esos actos diab¨®licos deben comparecer ante la justicia.
La entrevista se celebra en el chal¨¦ destina?do al presidente en el barrio de Houghton. en Johanesburgo. Es un buen chal¨¦, como tienen muchos los blancos de Sud¨¢frica. pero no es propiedad personal de Mandela. Su ¨²nica pro?piedad es una casa de campo en 1a regi¨®n del Transkei, cerca de la aldea de Mvezo, donde naci¨® el 18 de julio de 1918. Era una aldea de thembus. una de las ramas de la etnia xhosa. Los padres de Mandela, nobles y acomodados, le pusieron el nombre de Rolihlahla. que quiere decir revoltoso. Rolihlahla tuvo la infancia li?bre y feliz de un ni?o africano, seg¨²n cuenta en su autobiograf¨ªa EL largo camino hacia la li?bertad. "Nuestro campo de juegos", escribe, "era la naturaleza. Las colinas estaban salpica?das de grandes rocas pulidas que convert¨ªamos en nuestra propia monta?a rusa. Nos sent¨¢ba?mos en piedras planas y nos desliz¨¢bamos por las rocas. Lo hac¨ªamos hasta que ten¨ªamos el trasero tan dolorido que casi no pod¨ªamos sen?tarnos. Aprend¨ª a cabalgar montando sobre temeros destetados. Despu¨¦s de haber sido de?rribado varias veces, uno aprende".
¡ªEl pasado 18 de julio, usted celebr¨® su cumplea?os con una alegre y multirracial fiesta infantil. Y declara que estar con sus nietos es uno de los grandes placeres de su vida actual. ?Qu¨¦ debemos legarles los adultos a los ni?os?
¡ªBueno, los ni?os son nuestro principal ac?tivo. Son los l¨ªderes del ma?ana, y la educaci¨®n es lo m¨¢s necesario para cualificarles para esa tarea. En Sud¨¢frica no se trata tan s¨®lo de pre?parar a los ni?os negros para que est¨¦n al mis?mo nivel que sus compa?eros blancos. Como he dicho muchas veces, el mundo se ha vuelto muy peque?o y lo que sucede en Escocia tiene reper?cusiones inmediatas en Sud¨¢frica por lo que nuestros ni?os tienen que interelacionarse con los de otras partes del mundo. Necesitamos un tipo de educaci¨®n que les prepare para servir a su pa¨ªs y a la comunidad internacional. La edu?caci¨®n, adem¨¢s, les salvar¨¢ de males como las drogas y el alcohol. Debemos decir a los ni?os que ¨¦sas son cosas a las que deben temer.?
¡ª?Y qu¨¦ podemos aprender de los ni?os?
¡ª?Muchas cosas! Antes de mi fiesta de cumplea?os mantuve una reuni¨®n de trabajo con mis invitados infantiles. Cuatro eran ni?os con c¨¢ncer y lo sab¨ªan, y aun as¨ª estaban con?tent¨ªsimos. Uno de ellos, que ten¨ªa ocho a?os pero era muy peque?o porque tenia los huesos tan d¨¦biles que si los tocabas se romp¨ªan, me hizo una pregunta: ¡°?Cu¨¢l es su actitud hacia gente como yo?¡±. Era una pregunta muy pen?sada. Se aprenden muchas cosas de los ni?os. Son francos, son honestos, te dicen lo que pien?san de ti, y eso es algo que definitivamente po?demos aprender de ellos. Y, por supuesto, po?demos aprender del hecho de que siempre es?t¨¢n contentos. Es una buena actitud el mos?trarse siempre optimista y considerarse capaz de resolver cualquier problema que surja.
Ha aparecido a las ocho en punto en el sal¨®n del chal¨¦ de Houghton, pero ya lleva m¨¢s de tres horas levantado. Ha de?sayunado, ha hecho sus ejercicios en bicicleta es?t¨¢tica y ha trabajado en algunos asuntos de Esta?do. Entra caminando len?tamente. ¡°A mis a?os es normal que se tengan al?gunos achaques¡±, dice cuando se le pregunta c¨®mo est¨¢. El equipo de Canal + comienza a gra?bar sin iluminarle directa?mente con los focos. Lo han pedido las colabora?doras del presidente. Tie?ne un problema en los ojos, unas cataratas mal curadas.
Mandela recibe unos ejemplares de la edici¨®n espa?ola de El largo ca?mino hacia la libertad. Hojea uno y se detiene en el primer bloque de foto?graf¨ªas. La primera es de cuando ¨¦l ten¨ªa 19 a?os. De su infancia en la aldea no quedan tes?timonios gr¨¢ficos, ese periodo s¨®lo sobrevive gracias a su propio recuerdo. Cuenta Mandela en su autobiograf¨ªa que su padre muri¨® cuan?do ¨¦l ten¨ªa nueve a?os y que Jongintaba, el re?gente de los thembus, se convirti¨® en su tutor. El peque?o Rolihlahla asist¨ªa en silencio a las reuniones de jefes tribales que el regente cele?braba en el Gran Lugar. Esas reuniones dura?ban d¨ªas y no terminaban hasta que todo el mundo hubiera dicho lo que pensaba sobre el tema en cuesti¨®n: la sequ¨ªa, los reba?os, las le?yes dictadas por los hombres blancos... Jon?gintaba s¨®lo hablaba al final para resumir las distintas posiciones y proponer una f¨®rmula de consenso. ¡°Como l¨ªder¡±, escribe Mandela, ¡°siempre me he atenido a los principios que vi poner en pr¨¢ctica al regente en el Gran Lugar. He intentado escuchar lo que todo el mundo ten¨ªa que decir antes de aventurar mi propia opini¨®n. Y no dejo de recordar el axioma del regente: un l¨ªder es como un pastor que deja que los m¨¢s ¨¢giles vayan por delante mientras ¨¦l dirige el reba?o desde detr¨¢s¡±.
El racismo es un problema muy grave, porque no se basa en la l¨®gica, sino en los prejuicios, en las emociones, por eso nunca puedes derrotarlo con argumentos¡±
A los siete a?os, Mandela fue bautizado en una iglesia metodista del Transkei. Y aunque el motivo inmediato de la conversi¨®n fuera el po?der ir a la escuela, guarda desde entonces, ade?m¨¢s del nombre de Nelson, una religiosidad profunda de la que no le gusta hablar en p¨²bli- ? co, pero que. como dice el premio Nobel de Li?teratura Wole Soyinka, se manifiesta en su con?vicci¨®n de que en todo ser humano hay ¡°un germen de bondad¡±. A los 16 a?os super¨® el rito thembu de iniciaci¨®n colectiva a la vida adulta. El jefe Meligqili dirigi¨® unas palabras a los nue?vos adultos: ¡°Nosotros los xhosas, y todos los sudafricanos negros, so?mos un pueblo conquista?do. Somos esclavos en nuestro propio pa¨ªs. So?mos arrendatarios en nuestra propia tierra¡±. Mandela pens¨® entonces que el jefe Meligqili era ¡°un aguafiestas y un ig?norante, incapaz de apre?ciar el valor de la educa?ci¨®n y los beneficios que el hombre blanco hab¨ªa tra¨ªdo a nuestro pa¨ªs¡±.
Mandela abandon¨® el mundo tribal cuando su tutor, el regente Jonginta?ba, pretendi¨® casarle con una muchacha que le ha?b¨ªa seleccionado. Se esca?p¨® a Johanesburgo, la ciudad de la fiebre del oro, y all¨ª encontr¨® traba?jo como pasante en un bufete de abogados blancos, lo que le permiti¨® matricularse en De?recho en la Universidad de Witwatersrand, una de las pocas que admit¨ªan negros. En aquellos a?os vest¨ªa un traje prestado, nunca com¨ªa caliente, iba a todas partes andando, es?tudiaba por las noches a la luz de las velas y establec¨ªa sus primeros contactos con el Con?greso Nacional Africano (ANC). Descubri¨® que el jefe Meligqili no era ¡°un aguafiestas y un ignorante¡±. Tras casarse con Evelyn, una en?fermera con la que tuvo tres hijos, Mandela fue detenido por primera vez en 1956 bajo la acu?saci¨®n de ¡°querer derribar al Gobierno por medio de la violencia para imponer un r¨¦gimen comunista¡±. En 1958 se divorci¨® de Evelyn y se cas¨® con Winnie, 16 a?os menor que ¨¦l, con la que tuvo dos hijos. La pareja nunca lleg¨® a vi?vir junta largas temporadas en su humilde casi?ta de Soweto: Mandela se hab¨ªa convertido en el Pimpinela Megro, en un importante dirigente clandestino del ANC buscado intensamente por la polic¨ªa del apartheid. Su ca¨ªda final se produjo en 1962. Fue acusado de haber organi?zado el brazo armado del ANC.
¡ªAunque el fiscal pidi¨® la pena de muerte, usted fue condenado a cadena perpetua en Ri- vonia. ?Pens¨® alguna vez que iban a ejecutarle?
¡ªS¨ª, en aquellos tiempos parec¨ªa claro. Uno de los editoriales m¨¢s lamentables que le¨ª en aquella ¨¦poca, en un diario de la ma?ana, dec¨ªa que Walter S¨ªsulu y Nelson Mandela, l¨ª?deres del ANC, probablemente ser¨ªan ejecuta?dos. ?se era el comentario normal en aquel en?tonces. Y me gustar¨ªa a?adir que uno de los guardas de la c¨¢rcel, amigo m¨ªo, me pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ crees que van a hacer contigo?¡±. Le res?pond¨ª: ¡°Uf, me van a colgar¡±. Yo no lo dec¨ªa en serio, s¨®lo quer¨ªa conseguir un poco de sim?pat¨ªa de su parte. Pensaba que me dir¨ªa: ¡°Bah, eso no te va a pasar, no te preocupes¡±. Pero gir¨® la cabeza ¡¯y clav¨® la vista en el suelo, y lue?go se volvi¨®, me mir¨® y dijo: ¡°Est¨¢s en lo cier?to, te colgar¨¢n¡±. No era ninguna broma, se tra?taba de algo muy serio.
¡ªSu liberaci¨®n no se produjo hasta febrero de 1990. ?Cu¨¢ntas veces intent¨® escapar en to?dos aquellos a?os?
¡ªNunca lo intent¨¦, aunque mis amigos s¨ª que hicieron planes de fuga. Y de hecho, en to?dos los casos procur¨¦ disuadirles, porque no estaba convencido de que los planes hubieran sido cuidadosamente pensados. Pensaba que si el plan fallaba, las consecuencias ser¨ªan desas?trosas. Durante el juicio de Rivonia, mis ami?gos, que hab¨ªan podido hacerse con una copia de la llave de mi celda en los juzgados, me pro?pusieron un plan para evadirme. Pero yo pen?saba que la polic¨ªa estaba muy alerta. Todo el mundo pensaba que iban a intentar liberarme. As¨ª que escrib¨ª una nota para mis amigos de fuera en la que les dec¨ªa: ¡°No lo hag¨¢is ahora. Esperad a que me condenen y me env¨ªen a pri?si¨®n. Entonces lo habr¨¢n olvidado. ?se ser¨¢ el momento en el que deberemos planear una huida¡±. Pero cuando nuestra gente recibi¨® la nota, decidi¨® guardarla en los archivos. Pensa?ron que se trataba de algo hist¨®rico. La guar?daron en los archivos, la polic¨ªa la encontr¨® y se extrem¨® la vigilancia. Y en el juicio se aleg¨® que yo hab¨ªa escrito a mi gente para que pla?neara mi huida para poco despu¨¦s de que me condenaran. Luego, ya condenado, hablaron con un oficial de la c¨¢rcel que se mostr¨® coope?rativo, pero yo no me fiaba. No sab¨ªa si el ofi?cial estaba involucrado en una conspiraci¨®n para matarme mientras intentaba escapar. Despu¨¦s, un amigo que ten¨ªa en Robben Island pens¨® en liberarme con un helic¨®ptero y trasla?darme a alguna embajada. Me pareci¨® que era una idea un poco alocada y me negu¨¦. Pero, por supuesto, yo siempre quise escaparme, deseaba la libertad, quer¨ªa unirme a la gente de fuera. Y con muchas ganas. Esperaba una bue?na oportunidad, pero nunca lleg¨®.
¡°No le hagan preguntas personales, le resul?tar¨ªa muy doloroso responderlas¡±, hab¨ªa dicho una de las colaboradoras de Mandela antes de que el presidente apareciera en el sal¨®n. ¡°Pre?guntas personales? ?Qu¨¦ entiende usted por preguntas personales?¡±, hab¨ªa respondido el enviado de EL PA?S. ¡°Usted ya sabe a lo que me refiero¡±. ¡°Supongo que se refiere a Winnie¡±. La mujer hab¨ªa hecho un gesto de asenti?miento. Tres d¨ªas despu¨¦s de la entrevista, el abogado de Mandela anunci¨® que hab¨ªan co?menzado los tr¨¢mites de divorcio. Muy pronto comenzaron los rumores de que Mandela po?dr¨ªa contraer un tercer matrimonio con Graca Machel, viuda del presidente mozambique?o Samora Machel.
Nelson y Winnie se separaron sentimental?mente en 1992, y pol¨ªticamente, el pasado mar?zo, cuando el presidente ces¨® a Winnie como viceministra de Artes y Cultura. Se hab¨ªan amado con locura. Desde la c¨¢rcel, Nelson le escrib¨ªa a su mujer apasionadas cartas de amor: ¡°Tu simple vista, incluso el mero pensa?miento en ti, enciende en m¨ª miles de fuegos¡±. Ella criaba a los ni?os, luchaba por la libertad de Nelson y se convert¨ªa en la combativa l¨ªder de los guetos negros. El r¨¦gimen del apartheid la somet¨ªa a constantes detenciones, expulsio?nes, interrogatorios, registros, separaciones de sus hijos, despidos laborales y humillaciones sin cuento. Pero, una vez en libertad, Nelson descubri¨® las extravagancias, los amor¨ªos, la violencia, las corruptelas y el extremismo pol¨ª?tico de Winnie. En cuanto a Winnie y sus hijos, tuvieron la impresi¨®n de que su esposo y mari?do les pertenec¨ªa todav¨ªa menos que cuando es?taba en la c¨¢rcel.
¡ªCuatro a?os despu¨¦s de su liberaci¨®n, el 27 de abril de 1994, usted se convirti¨® en el pri?mer presidente democr¨¢tico de Sud¨¢frica. El apartheid estaba muerto y enterrado. ?A qu¨¦ atribuye la derrota del apartheid? ?Cu¨¢l fue el peso de la lucha de los movimientos de libera?ci¨®n como el ANC? ?C¨®mo influy¨® el conven?cimiento del antiguo r¨¦gimen de que hab¨ªa lle?gado su fin?
¡ªBueno, creo que fue una combinaci¨®n de las dos cosas. Cualquier sistema que ignore los derechos de la mayor¨ªa abrumadora de la po?blaci¨®n est¨¢ destinado a venirse abajo. Los blancos s¨®lo representan al 14% de la poblaci¨®n de este pa¨ªs, pero, con el apartheid, el 86% res?tante estaba excluido del poder pol¨ªtico y de la participaci¨®n en los recursos materiales. Esa si?tuaci¨®n no pod¨ªa durar mucho m¨¢s. Pero hubie?ra sido un error esperar a que el apartheid se vi?niese abajo por s¨ª solo. Tuvimos que luchar con?tra ¨¦l. Llevamos combatiendo el apartheid de forma sistem¨¢tica desde 1912, cuando se cre¨® el Congreso Nacional Africano (ANC) y nuestra gente llev¨® a cabo una de las campa?as pol¨ªticas m¨¢s vibrantes en la historia de este pa¨ªs. Y lue?go, claro, en la d¨¦cada de los sesenta empu?a?mos las armas. Ejercimos una gran presi¨®n no s¨®lo dentro del pa¨ªs, sino tambi¨¦n fuera, en la comunidad internacional. Sud¨¢frica se convirti¨® en el centro de mundo, y fue porque el movi?miento de liberaci¨®n y la comunidad internacio?nal lanzaron un ataque masivo contra el apar- theid. Pero ser¨ªa un error ignorar el hecho de que el apartheid no ten¨ªa ning¨²n futuro, por su naturaleza y porque un gran n¨²mero de gente se opon¨ªa a ¨¦l.
¡ªUsted seguramente ha reflexionado mu?cho sobre ello: ?c¨®mo puede un ser humano, in?cluso uno culto e inteligente, convertirse en un racista? ?C¨®mo puede combatirse esa peste?
¡ªEl racismo es un problema muy grave, porque no se basa en la l¨®gica, sino en los pre?juicios, en las emociones. No puedes derrotarlo con argumentos. Pero cualquier Gobierno que quiera acabar con el racismo tiene a su disposi?ci¨®n recursos enormes para hacerlo. En primer lugar, puede elaborar una pol¨ªtica contra el ra?cismo. Puede redactar una constituci¨®n en la que se defina el racismo como un crimen. Y no s¨®lo una constituci¨®n, tambi¨¦n una declaraci¨®n de derechos humanos que garantice los dere?chos de todos los individuos, independientemente de su color o afiliaci¨®n pol¨ªtica. Y tam?bi¨¦n crear, como hemos hecho nosotros, un tri?bunal constitucional que garantice que la cons?tituci¨®n y la declaraci¨®n de derechos humanos son respetadas. Y se pueden abrir las puertas de todas las escuelas: imponer un sistema educati?vo abierto a todas las razas, en el que los ni?os crezcan juntos sin saber de diferencias de color o de origen ¨¦tnico. Se pueden crear instituciones depor?tivas multirraciales. Pien?so que de esta forma un Gobierno puede asestar un golpe mortal al racis?mo, cualquier Gobierno en cualquier lugar del mundo.
¡ªLa nueva Sud¨¢frica tiene serios problemas: la delincuencia, la beligeran?cia de ciertos sectores zu?l¨²es y, sobre todo, las dis?tancias entre blancos y ne?gros en lo social y econ¨®mico. Pero a todo el mundo le ha sorprendido que no haya habido grandes ¨¦xodos, revueltas o enfrentamientos.
¡ªS¨ª, pienso que est¨¢ funcionado muy bien, teniendo en cuenta de d¨®nde venimos. Ten¨ªa?mos nada menos que 26 partidos pol¨ªticos, pero fueron capaces de crear una nueva constituci¨®n.
Luego establecimos el Gobierno de Unidad Na?cional, compuesto por tres partidos: uno, el Inkhata, tiene tres miembros en el Gobierno; otro, el Partido Nacional, que estuvo en el po?der hasta las elecciones, tiene seis, y el ANC tie?ne 18. El ANC tiene la mayor¨ªa absoluta, pero uno de los principios que establecimos fue que el Gobierno de Unidad Na?cional no deb¨ªa ser una concha vac¨ªa. Los parti?dos pol¨ªticos de menor ta?ma?o no deben pensar que est¨¢n siendo relegados a una posici¨®n en la que se ven obligados a acatar maquinalmente las deci?siones de la mayor¨ªa. Tie?nen que sentir que partici?pan y que sus opiniones son respetadas. Por eso el Gobierno de Unidad Na?cional est¨¢ funcionando tan bien a la hora de cons?truir una nueva naci¨®n.
¡ªUsted es el principal factor de uni¨®n entre los surafricanos, pero su mandato presidencial termina en 1999. ?Qu¨¦ cree que pasar¨¢ despu¨¦s? ?C¨®mo ve el futuro de este pa¨ªs?
¡ªBueno, es dif¨ªcil ser profeta ¡ªMandela sonr¨ªe¡ª. S¨ª le puedo decir qu¨¦ planes tenemos. Nos proponemos garantizar una vida mejor a nuestra gente. Proyectamos crear puestos de trabajo, porque hay cinco millones de personas en paro. Queremos construir viviendas: hay sie?te millones de ocupantes ilegales de viviendas. Queremos construir escuelas. No hay bastantes escuelas en este pa¨ªs, sobre todo para los negros. Queremos construir hospitales y cl¨ªnicas. Que?remos electricidad. Queremos agua pura y sana. Queremos construir estadios deportivos. Quere?mos construir teatros a los que nuestros j¨®venes puedan ir a relajarse despu¨¦s de un d¨ªa de traba?jo. Queremos carreteras de alquitr¨¢n en las zo?nas rurales. Todo esto forma parte del Plan de Reconstrucci¨®n y Desarrollo, cuyo resultado ser¨¢ mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo. Confiamos en que dentro de diez a?os tendremos un pa¨ªs que ofrecer¨¢ a nuestra gente todo tipo de oportunidades para construir su propia vida. ?sa es nuestra esperanza. Acaba?mos de introducir la educaci¨®n multirracial gra?tuita y obligatoria, y de esta manera crearemos una generaci¨®n de personas que sabr¨¢n muy poco de la discriminaci¨®n racial. Nuestro plan es garantizar que somos el pa¨ªs del arco iris y resolver los problemas del hambre, la pobreza, las enfermedades y la ignorancia. ?se es nuestro objetivo.
Sur¨¢frica se convirti¨® en el centro del mundo porque todos se aliaron en contra del ¡®apartheid¡±
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