36.000 euros
FOTO: ? Pasi Aalto??
Los dos socios principales del estudio noruego TYIN tegnestue Architects (Andreas Gjertsen y Yashar Hanstad) no solo construyen una arquitectura que responde a su tiempo, a necesidades concretas y a unos principios ¨¦ticos, tambi¨¦n ense?an a hacer arquitectura con sus proyectos. Este mirador en Lista (en el extremo sur de Noruega) fue construido el pasado oto?o por estudiantes del Tecnol¨®gico de Monterrey en Puebla (M¨¦xico) y de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnolog¨ªa. Alumnos y arquitectos idearon, dise?aron y construyeron el proyecto Lyset paa Lista que cost¨® 36.000 euros.
Era una inversi¨®n, se trataba de levantar un lugar desde el que poder ver, enmarcada, la belleza del paisaje. Y fueron 50 propietarios del pueblo los que pusieron el dinero para hacer este mirador. Convencidos por su vecina Solveig Egeland de que su construcci¨®n pod¨ªa ser una buena idea para dar conocer el lugar y atraer inversores, pensaron que un mirador cuidadoso los concienciar¨ªa de qu¨¦ es lo que no se debe perder en Lista: el paisaje que rodea el pueblo.?La estructura est¨¢ as¨ª, rodeada de dunas, de mar y de arena, adentrada de lleno en un marco de apariencia virgen de la costa noruega.
Cuando el grupo de 13 estudiantes mexicanos y noruegos (H?vard Eide, Marco Antonio Aparicio Kirwant, Jonas Velken Kverneland, Margarita Cuesta L¨®pez, Hildne Ness, Henriette Bakke Nielsen, Fernanda Miranda Noriega, Monir Jim¨¦nez Fern¨¢ndez Rafaelly, Paulina Mart¨ªnez Rodr¨ªguez, Kornelie Solenes, Rosalba Mart¨ªnez Villase?or, Sissel Westvig, y Simen Andreas Aas) lleg¨® a Lista los esperaban los arquitectos, pero no hab¨ªa ni proyecto ni solar ni presupuesto ni alojamiento para tanta gente. Sin embargo, se apa?aron.
El ayuntamiento puso una sola norma: sobre el paisaje no se pod¨ªa construir nada permanente. Y ese nada implicaba los cimientos y descartaba el hormig¨®n. Los arquitectos optaron por enterrar piezas de madera y construir sobre ellas. Los habitantes del pueblo se volcaron. Ofrecieron comida, lugares donde dormir, materiales y hasta herramientas para levantar la atalaya. En tres semanas estuvo lista la estructura: una l¨ªnea recta, un camino de 60 metros de largo sobre el paisaje ondulado. Al final de esa senda, preparada para que se pueda subir por ella caminando o en silla de ruedas, una cabina protege al visitante para que disfrute de las vistas con comodidad y con la sensaci¨®n de haber llegado a un lugar donde uno ha de pararse a mirar.
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