La paradoja de Tiananmen
Aunque las causas que motivaron aquella rebeli¨®n c¨ªvica siguen vigentes, el compromiso de los actores que intervinieron en aquella tragedia es otro bien diferente
No poca gente ignora en China cuanto pas¨® en Tiananmen en junio de 1989. Y a muchos de quienes lo saben, para ser objetivos, poco o nada les importa. Por el contrario, las autoridades se cuidan mucho desde entonces de no pasar por alto dicha fecha. As¨ª de efectivo y contradictorio puede llegar a ser el olvido. Quienes m¨¢s hacen por borrar lo sucedido de la memoria colectiva, bajo ning¨²n concepto pueden olvidarlo.
Tras veinticinco a?os, la paradoja de Tiananmen reside en que si bien las causas que motivaron aquella rebeli¨®n c¨ªvica (corrupci¨®n, nepotismo, aumento de las desigualdades, demanda de reforma pol¨ªtica, etc.) siguen en gran medida vigentes, el compromiso de los actores que intervinieron en aquella tragedia es otro bien diferente. Empezando por los estudiantes, los principales impulsores de la protesta.
Hoy d¨ªa, en China, los estudiantes han dejado de ser una referencia del estado de la opini¨®n p¨²blica y de la conciencia del pa¨ªs, como tradicionalmente ha sido desde comienzos del siglo XX. Tras los sucesos de 1989, la intensa combinaci¨®n de adoctrinamiento y despolitizaci¨®n, milicias obligatorias que aun hoy siguen vigentes ¡ªde varias semanas de duraci¨®n¡ª para infundir disciplina, la proliferaci¨®n de controles de todo tipo, la paulatina transformaci¨®n de las universidades en unidades de gesti¨®n econ¨®mica por v¨ªas diversas ¡ªtanto mediante la creaci¨®n de empresas propias como la controvertida ¡°venta¡± de plazas a hijos de adinerados¡ª o una pol¨ªtica p¨²blica de fomento de la investigaci¨®n que prima las lealtades ideol¨®gicas e invita a la autocensura masiva, completan el c¨ªrculo neutralizador.
Las universidades chinas de hoy, en su inmensa mayor¨ªa, no son un centro de efervescencia intelectual como lo eran en los a?os 80. Los controles sobre el profesorado se han multiplicado, opinan los m¨¢s cr¨ªticos, y aquellos que profesan ideas inconformistas o alg¨²n tipo de activismo son marginados. Por su parte, los estudiantes viven bajo la presi¨®n de los ex¨¢menes y con la mirada puesta en la b¨²squeda de un buen empleo tras la carrera, con un control estricto de sus asociaciones y reuniones a expensas de los arrebatos que imponga la agenda oficial.
Los estudiantes viven bajo la presi¨®n de los ex¨¢menes y con la mirada puesta en un buen empleo
Parte de esa paradoja es tambi¨¦n que la conciencia pol¨ªtica de buena parte de las autoridades, a la hora de invocar una reforma institucional que no pueden soslayar formalmente, sigue evocando con nostalgia la figura de Hu Yaobang, secretario general del PCCh apartado en 1987 por Deng Xiaoping a causa de su mal manejo de los disturbios estudiantiles de 1986. Su muerte en 1989 fue el detonante de la protesta que arranc¨® en sus funerales y culmin¨® en los sucesos de junio, tras casi dos meses de asamblea permanente en la plaza de Tiananmen que tambi¨¦n se llev¨® por delante al entonces secretario general Zhao Ziyang, su ef¨ªmero sustituto al frente del PCCh.
La memoria de Hu Yaobang es reivindicada a cada paso por los sectores m¨¢s reformistas del PCCh, especialmente a partir de 2005, cuando aprovechando el noventa aniversario de su nacimiento varios centenarios de militantes significados honraron su figura en una ceremonia in¨¦dita. Cinco a?os m¨¢s tarde, los art¨ªculos elogiosos del ex primer ministro Wen Jiabao, que colabor¨® con ¨¦l en 1986, alabando su visi¨®n, su cercan¨ªa a la sociedad, su compromiso con los miles de chinos perseguidos por sus ideas en los a?os del mao¨ªsmo y rehabilitados por su intervenci¨®n, ejemplifican aun hoy d¨ªa una voluntad real de cambio, de coraje y de audacia que ninguno de quienes le han sucedido en la m¨¢xima jefatura china ha podido igualar. Todos tienen bien presente que no fue sino su intenci¨®n de acelerar el ritmo de los cambios lo que provoc¨® su ca¨ªda. Y se cuidan de no olvidarlo¡.
Enemigo ac¨¦rrimo del inmovilismo, Hu Yaobang fue sin duda el m¨¢s ambicioso de los reformistas chinos del tiempo de la apertura iniciado en los ochenta. El actual t¨¢ndem Xi Jinping-Li Keqiang, que se apunta discursivamente a un reformismo integral con la econom¨ªa por bandera, no alude directamente a su memoria para enraizar sus propuestas pol¨ªticas a sabiendas de que ello podr¨ªa provocar reacciones encontradas, pero en el af¨¢n de poner freno a la arbitrariedad, sobre todo en la justicia, y a la corrupci¨®n podemos adivinar trazos de una influencia hist¨®rica que no cesa de crecer con el paso del tiempo.
Los conflictos de intereses crecen en una China a cada paso obligada a elegir entre la profundizaci¨®n de la reforma, la apertura pol¨ªtica y la supervivencia del Partido, sin duda el mayor de los desaf¨ªos de su modernidad y cuya soluci¨®n no parece cercana. Una reforma pol¨ªtica sincera en China no puede ser evocada sin aludir al ideario de Hu Yaobang y por lo tanto soslayando los sucesos de Tiananmen En buena parte de los estratos superiores del PCCh ajenos al monolitismo dominante, esta reminiscencia menta esperanzas fracasadas que atenazan su ¨ªmpetu y fundamentan la inevitabilidad de alumbrar un consenso reformador que preserve la estabilidad. Parad¨®jicamente, esta obsesi¨®n impide avances radicales y deja en el aire m¨¢s preguntas que respuestas. Entre ellas, si alg¨²n d¨ªa el PCCh podr¨¢ saldar cuentas con su pasado inmediato.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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