La epilepsia y los robots
La Uni¨®n Europea ha decidido invertir 60.000 millones de euros anuales en el perfeccionamiento de artefactos rob¨®ticos
Ante m¨ª, una cicatriz con 35 grapas en forma de signo de interrogaci¨®n. Las ruinas de una trepanaci¨®n, esa palabra que es en s¨ª misma una ruina. Antes de ella y tras diez a?os de crisis, Arnau pas¨® cinco d¨ªas conectado a m¨¢s de 50 electrodos, supervisado por ordenadores y c¨¢maras: ¡°Cuando me quitaron por la nariz los electrodos esfenoidales sent¨ª un escalofr¨ªo radical: como si me extrajeran en un segundo toda la sangre del cerebro¡±. Al negarle la medicaci¨®n, le provocaron episodios que quedaron registrados en pel¨ªculas de terror y en gr¨¢ficos milim¨¦tricos. Gracias a esas pruebas, los m¨¦dicos supieron el lugar exacto del hipocampo izquierdo en que se hallaba la esclerosis que causaba su epilepsia. Era operable. Ha sido borrada de su cerebro. Las grapas tambi¨¦n desaparecer¨¢n. Y la pregunta cicatriz ser¨¢ enterrada por el cabello.
De los 50 millones de epil¨¦pticos que, seg¨²n la OMS, hay en el mundo, cerca de 15 millones no responden a la qu¨ªmica que les recetan. Para los casos catalanes de ese 30% global, en el hospital Cl¨ªnic de Barcelona optan por un implante: estimulaci¨®n cerebral profunda, con copyright de Medtronic Inc. En el de Bellvitge, Arnau fue operado por un cirujano humano, de los de toda la vida, que le coloc¨® cuatro placas met¨¢licas (¡°ahora comprendo mejor a Robocop¡±). M¨¢s famosa sin embargo es la opci¨®n que brinda el hospital del Mar: ROSA introduce en el cr¨¢neo los electrodos que permiten el diagn¨®stico. La fama es medi¨¢tica: c¨®mo nos pone la tecnolog¨ªa. El precio del robot es de 200.000 euros, nos inform¨® la prensa, y es fabricado por Med?tech. ROSA es una de las muchas manifestaciones del futuro de la medicina. M¨¢quinas quir¨²rgicas; m¨¢quinas hospitalarias; la salud como maquinaria de alta precisi¨®n. O no. Esa idea de futuro, que parece tan s¨®lida, se agrieta por momentos. Es dif¨ªcil encontrar un relato de ciencia-ficci¨®n sobre inteligencia artificial que no sea dist¨®pico. El pen¨²ltimo es ?kta m?nniskor (Humanos reales), una teleserie sueca que ensaya las relaciones emocionales entre nosotros y nuestros robots dom¨¦sticos, al fin y al cabo la evoluci¨®n l¨®gica de nuestra implicaci¨®n sentimental con gatitos y perritos y otros casi miembros de la familia. En la tiran¨ªa actual de la pantalla, la impresi¨®n 3D o la rob¨®tica insisten en la necesidad de los cuerpos, de la materia, para contrapesar el exceso de p¨ªxeles. Al mismo tiempo, lo artesanal y lo manual buscan su propio espacio de supervivencia. Jeff Liker, profesor de la Universidad de Michigan, ha analizado lo que hay detr¨¢s de ese titular que corri¨® como la p¨®lvora hace unas semanas: Toyota reemplaza robots por humanos. En realidad ha creado 100 unidades manuales por todo Jap¨®n y se est¨¢ recuperando la figura del maestro artesano, para que no sean s¨®lo los ingenieros, sino tambi¨¦n los operarios, quienes piensen modos de optimizar el trabajo de las m¨¢quinas. Entre los planes se encuentra el incremento de sistemas de pesos y contrapesos, la gravedad ¨Cal contrario que la electricidad¨C es gratis.
S¨®lo son grietas. Imaginadas o reales. La Uni¨®n Europea ha decidido invertir 60.000 millones de euros anuales en el perfeccionamiento de artefactos rob¨®ticos. Se calcula que emplear¨¢n a 240.000 imperfectos humanos
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