Isabel Mu?oz vs. ?frica
Escarificaciones como s¨ªmbolo de honor y nados con hipop¨®tamos. Todo eso es el continente africano, que recorremos con National Geographic
El honor y la dignidad del pueblo africano negro, ese que te dice con un simple gesto ¡°no me vas a poseer¡± es lo que a Isabel Mu?oz se le ha quedado en la retina tras sus m¨²ltiples viajes al continente. Y es tambi¨¦n lo que la fot¨®grafa percibe en la imagen de la p¨¢gina siguiente de la joven que sostiene un cervatillo t¨ªpico de Zanz¨ªbar en sus brazos. Su gesto delicado le recuerda a un retrato que ella tom¨® en un viaje a muchos kil¨®metros de distancia de la isla africana. En Camboya. Una muchacha sumida en la miseria le pidi¨® que la fotografiara tras una dura jornada de trabajo con su bien m¨¢s preciado: un oso de peluche ra¨ªdo.
Mu?oz conoce bien la realidad del continente, en el que ha trabajado sobre todo en Sud¨¢n y Etiop¨ªa. La realidad super¨® los meses de investigaci¨®n sobre las tribus que habitan en esos pa¨ªses. Al llegar a Sud¨¢n una nube de disparos les recibi¨®. Era de noche y ella y su equipo se tiraron al suelo torpemente en el lugar equivocado. La luz de la luna les delataba. ¡°Entonces el gu¨ªa nos indic¨® una zona oscura. Estas son cosas que aprendes con los a?os¡±, explica en su estudio de Madrid. Desde hace dos d¨¦cadas trabaja en una antigua f¨¢brica de pinturas. Un espacio di¨¢fano de techos alt¨ªsimos, que act¨²a como soporte perfecto para sus instant¨¢neas de cuerpos que expresan sensaciones. La pasi¨®n del bailar¨ªn que se contorsiona, la fuerza de las cicatrices en la piel de un africano, el gesto humano de un gorila del zoo de Madrid (el proyecto en el que est¨¢ sumida ahora)¡
¡°Es imposible no implicarse con las realidades que conoces y constantemente est¨¢s pensando ¡®?qu¨¦ puedo hacer para cambiar esto?¡¯. El que diga que no lo hace, miente¡±. Mu?oz suelta varios ¡°ya me gustar¨ªa haber estado aqu¨ª con este compa?ero¡±, mientras observa la selecci¨®n de fotograf¨ªas de National Geographic del continente africano. Parece que es capaz de trasladarse al instante en el que el reportero hizo clic. Est¨¢ segura de que el fotoperiodista y la ni?a prostituta de la foto de la izquierda, a la que le asoma un pecho, tuvieron un momento de conexi¨®n. Solo as¨ª ella puede explicar que, a pesar de la esclavitud a la que est¨¢ sometida, sonr¨ªa ante el objetivo. Esa joven vive en el barrio de Casablanca en el que los franceses recluyeron esta pr¨¢ctica a principios del siglo pasado. ¡°Me sorprende la capacidad de sobreponerse que tiene el ser humano. Aunque est¨¦s viviendo un momento muy oscuro y parece que todo son adversidades, de repente¡sonre¨ªmos¡±. Su mente vuelve a trasladarse a Camboya, donde realiz¨® un reportaje para El Pa¨ªs Semanal sobre la prostituci¨®n infantil. Y tal vez su memoria se dirija directamente a la mirada de Sok Ly, una ni?a rescatada con 12 a?os de una jaula en casa de su propia familia. La misma situaci¨®n que la de la imagen de Marruecos, con casi un siglo de diferencia. ¡°Cuando se les borra la sonrisa, los ojos no mienten¡±, apunta Mu?oz.
La serie
La vuelta al mundo de ¡®National Geographic¡¯. La famosa publicaci¨®n lleva 125 a?os descubriendo a varias generaciones un mundo que jam¨¢s creyeron que existiera. La editorial Taschen celebra este aniversario con una edici¨®n especial de tres vol¨²menes con el impresionante material atesorado a lo largo de estos a?os. En esta serie de verano, cinco grandes fot¨®grafos espa?oles realizan su selecci¨®n de estas im¨¢genes que nos transportan a otras culturas y a otras ¨¦pocas. Tras recorrer Europa de la mano de Jordi Soc¨ªas, Am¨¦rica del Norte junto a Ouka Leele, Asia y Ocean¨ªa con Jos¨¦ Manuel Navia y Latinoam¨¦rica, Caribe y Ant¨¢rtida junto a Juan Manuel Castro Prieto, viajamos a ?frica con Isabel Mu?oz.
Sorprende en alguien que ha tocado de cerca la realidad m¨¢s salvaje del continente la tranquilidad con la que relata sus vivencias. Incluso cuando habla de las pr¨¢cticas m¨¢s b¨¢rbaras. Las luchas en la tribu de los nuba (en Sud¨¢n) pueden ser tan bestiales que acaban con la muerte de uno de los contrincantes. Mu?oz fue testigo de alguna de estas peleas cuando visit¨® el pa¨ªs en el a?o 2000: ¡°Cuando ves eso, sientes que el tiempo no ha pasado¡±. Las luchas, en las que usan bastones, se llevan a cabo para elegir al l¨ªder militar en los enfrentamientos con clanes rivales. El ganador es un h¨¦roe. Y es paseado en hombros con el orgullo de haber vencido, luciendo su cuerpo herc¨²leo (¡°unos f¨ªsicos impresionantes¡±, apunta Mu?oz). ¡°Ellos viven en la naturaleza. Su espejo es el agua y el sol es su bombilla, la luz. Su cultura es la que les traspasan los ancianos, miran lo que les rodea e imitan a los animales¡±, asegura. Esa no fue la ¨²nica experiencia impactante que recuerda. La fot¨®grafa tambi¨¦n pudo asistir a un enlace en aquella tribu y el ritual no es menos llamativo. ¡°Al acabar la boda, el esposo y sus amigos azotan a la mujer. He visto unas heridas que ni te imaginas¡±.
Su c¨¢mara tambi¨¦n ha retratado el proceso por el que algunos clanes utilizan su piel como lienzo. ¡°Los nuer (en Sud¨¢n) llevan seis filas de escarificaciones en la cara. Tienen que estar muy quietos cuando se las hacen, porque si se mueven, quedar¨¢ marcado en su rostro toda la vida, una verg¨¹enza para ellos¡±.
En este mundo de creencias f¨¦rreas, a Mu?oz llegaron a otorgarle poderes m¨¢gicos. Cuando utiliz¨® su flas para alumbrar a los lugare?os, la instant¨¢nea resultante dibujaba rostros presa del p¨¢nico. Pensaban que ella ten¨ªa el poder de hablar con el dios del trueno. Tras el sobresalto inicial y eliminar toda sospecha de dones sobrenaturales, los retratados se relajaron y sus caras adquirieron ese cariz de orgullo que Mu?oz siempre descubre en el alma africana. Uno de sus trucos de profesional cuando solo trabajaba en anal¨®gico era llevar siempre una polaroid, as¨ª pod¨ªa tomarles una fotograf¨ªa y ense?arles en el momento el motivo por el que les apuntaba con su objetivo. ¡°?Luego se colocaban la foto en sus lanzas!¡±.
Perfil
Isabel Mu?oz (Barcelona, 1951) comenz¨® su carrera en 1970 con trabajos para publicidad y prensa, aunque pronto descubri¨® que quer¨ªa ir m¨¢s all¨¢. Con Unicef y El Pa¨ªs Semanal retrat¨® la infancia del mundo a trav¨¦s de las historias de cien ni?os de 20 pa¨ªses en un proyecto que se denomin¨® Nuestro peque?o mundo. En estas mismas p¨¢ginas tambi¨¦n ha reflejado la desesperaci¨®n de los migrantes que intentan llegar a Estados Unidos y los rostros de la esclavitud en Camboya. Recibi¨® la Medalla de Oro al M¨¦rito en Bellas Artes y dos World Press Photo. Ha expuesto en el Reina Sof¨ªa y en el New Museum of Contemporary Art de Nueva York.
El continente est¨¢ plagado de met¨¢foras para Mu?oz, que llega a indignarse ante la instant¨¢nea del le¨®n que caza a su presa, aunque sea muy consciente de que esa escena es parte de la naturaleza. ¡°?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ el fuerte siempre acaba ganando al d¨¦bil? Lo comparo con nuestra propia realidad. Yo tengo la esperanza de que esto alg¨²n d¨ªa cambie y seamos nosotros los que ganemos al poder¡±, comenta Mu?oz con una sonrisa sin perder su voz sosegada. ¡°El ?u vencer¨¢ al le¨®n¡±.
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