Una librer¨ªa entre chavistas y antichavistas
Las librer¨ªas han sido siempre espacios de tregua, zonas de resistencia sin aspavientos, en voz baja. Lo f¨¢cil es siempre la exaltaci¨®n, el aullido y la queja.
Venezuela es un pa¨ªs de fronteras. De trincheras. La avenida ?vila sur de Caracas se convirti¨® entre febrero y abril en una de ellas: lugar de colisi¨®n entre la polic¨ªa y los antichavistas, entre las fuerzas de Maduro y los c¨®cteles molotov de sus detractores. La librer¨ªa Lugar Com¨²n llevaba pocos meses abierta cuando se vio de pronto en medio del fuego cruzado. Los enfrentamientos eran sobre todo nocturnos, pero de d¨ªa se formaban barricadas con material urbano, a menudo chamuscado. El escritor Rodrigo Blanco ha contado en una cr¨®nica publicada en Prodavinci que intent¨® dialogar con quienes amontonaban las ruinas, la basura, en contra de las fuerzas del orden; y que, tras 15 a?os oponi¨¦ndose a Hugo Ch¨¢vez y a su herencia, fue tachado por aquellos adolescentes furiosos de ?chavista!
Hubo d¨ªas en que el establecimiento s¨®lo pudo abrir un par de horas. Los libreros y socios de Lugar Com¨²n impulsaron entonces ¡°una serie de seis eventos¡±, me cuenta Blanco, ¡°uno por semana, que tocaran directamente los temas que estaban y est¨¢n sobre el tapete¡±. Y pactaron con los manifestantes para que respetaran esas reuniones a las once de la ma?ana. La primera fue sobre el 25? aniversario del Caracazo, el estallido social que fractur¨® en dos la historia pol¨ªtica venezolana de la democracia. Los siguientes cuestionaron el fascismo europeo y sus reencarnaciones internacionales, el pantanoso legado del Comandante o el espionaje de redes practicado por el Gobierno. De pronto, en una zona apocal¨ªptica de la ciudad, los lectores se reun¨ªan para escuchar, para reflexionar y para realizar propuestas. En un contexto en que se retroced¨ªa a la piedra, a la prehistoria y al grito, la librer¨ªa doblaba su apuesta por un futuro de di¨¢logo educado.
Las librer¨ªas han sido siempre espacios de tregua, zonas de resistencia sin aspavientos, en voz baja. Lo f¨¢cil es siempre la exaltaci¨®n, el aullido y la queja. Tanto antes de los disturbios como despu¨¦s de ellos, en un clima adverso que ha menguado much¨ªsimo el ritmo de publicaciones de la propia editorial Lugar Com¨²n por la falta de papel, su librer¨ªa ha ofrecido, adem¨¢s de presentaciones y conferencias, talleres de arte urbano, de poes¨ªa apropiacionista o de cultura del t¨¦; en paralelo a exposiciones de videoarte y fotograf¨ªa. Garcilaso Pumar, el agitador cultural al frente del proyecto, me recuerda que el a?o pasado fueron asesinadas en Venezuela casi 25.000 personas y que el 90% de los casos no fueron resueltos. Y concluye: ¡°Nuestra librer¨ªa, por un lado se presenta como un lugar de paz, y por el otro, como un faro que recuerda que hay otro camino¡±.
Venezuela es un pa¨ªs de fronteras internas. De barricadas y ruinas. De trincheras. Y, por suerte, tambi¨¦n de cicatrices. De cicatrices que no acaban de cerrarse: de l¨ªneas raras que hoy son puentes y ma?ana, de pronto, heridas. Hay que confiar en que no sea casual que Lugar Com¨²n se encuentre en los bajos del Edificio Humboldt. Porque ese nombre evoca a aquel cient¨ªfico alem¨¢n, explorador y viajero, cr¨ªtico de la esclavitud, humanista, ingeniero de puentes simb¨®licos entre Europa y Am¨¦rica y, finalmente, diplom¨¢tico ilustrado: experto en treguas.
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