Thiaroye y otras heridas franc¨®fonas
Tirailleurs africanos en la Segunda Guerra Mundial.
Ocurri¨® hace setenta a?os y todav¨ªa duele. El 1 de diciembre de 1944, decenas de soldados africanos que hab¨ªan luchado durante la II Guerra Mundial en las filas del Ej¨¦rcito franc¨¦s, conocidos como tirailleurs, fueron masacrados en el campo militar de Thiaroye (Senegal) porque exig¨ªan que se les abonaran los atrasos de salario que se les deb¨ªan, as¨ª como la prima de desmovilizaci¨®n. Los generales franceses Dagnan y Boisboissel dieron la orden y el campamento fue atacado en plena noche para dar una lecci¨®n a los soldados rebeldes, de los que se cree que murieron setenta aunque la historia oficial s¨®lo reconoce 35. Durante d¨¦cadas, la masacre de Thiaroye ha sido un tema tab¨² para la ex metr¨®poli, pero el pasado domingo, aprovechando su presencia en la Cumbre de la Francofon¨ªa celebrada en Dakar, el presidente Fran?ois Hollande entregaba a su homologo senegal¨¦s Macky Sall los documentos oficiales que recogen estos hechos, conocidos como los archivos Thiaroye 44.
Durante dos d¨ªas, 23 jefes de estado as¨ª como jefes de gobierno y otras autoridades internacionales se han dado cita en la capital senegalesa para celebrar la XV Cumbre de la Francofon¨ªa, un encuentro que se celebra cada dos a?os en una ciudad diferente (en 2016 le toca el turno a Madagascar) para celebrar la riqueza y el dinamismo de la lengua francesa en el mundo. Pero la cita de este a?o, en la que se ha producido el relevo al frente de la Organizaci¨®n Internacional de la Francofon¨ªa (OIF) de Abdou Diouf, ex presidente senegal¨¦s, por la canadiense de origen haitiano Micha?lle Jean (primera mujer y primer no africano en el cargo), ha estado cargada de contenido econ¨®mico, por los intentos de avanzar hacia una mayor uni¨®n econ¨®mica franc¨®fona, y pol¨ªtico.
Foto de familia de la XV Cumbre de la Francofon¨ªa en Dakar. / Foto: OIF
La cumbre se celebr¨® en el Centro Internacional de Conferencias de Diamniadio, un magn¨ªfico edificio reci¨¦n inaugurado a las afueras de Dakar que ha sido rebautizado con el nombre de Abdou Diouf. All¨ª, el presidente franc¨¦s Fran?ois Hollande dio un discurso en el que hizo una referencia clara y directa al alzamiento popular que tuvo lugar a finales de octubre en Burkina Faso y que acab¨® con el r¨¦gimen de 27 a?os de Blaise Compaor¨¦, quien pretend¨ªa eternizarse en el poder. ¡°All¨ª donde se abusa de las reglas constitucionales (¡) o donde se impide la alternancia, yo afirmo, aqu¨ª, que los ciudadanos de esos pa¨ªses siempre encontrar¨¢n apoyo en el espacio franc¨®fono¡±, dijo, para citar despu¨¦s los casos de T¨²nez y Burkina Faso. ¡°El pueblo burkin¨¦s ha dado un buen ejemplo, lo que han hecho los burkineses debe hacer reflexionar a aquellos que quieren mantenerse en el poder violando el orden constitucional¡±.
Esta reflexi¨®n podr¨ªa no pasar de ser una mera an¨¦cdota si no fuera porque en la misma sala, escuchando atentamente, se encontraban, entre otros, el presidente de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC), Joseph Kabila, quien deber¨ªa dejar el cargo en 2016 y alberga, seg¨²n la oposici¨®n, intenciones ocultas de volver a presentarse a los comicios; el presidente de Togo, Faure Gnassingb¨¦, que un d¨ªa tras otro ve a sus ciudadanos manifestarse en Lom¨¦ para que deje el poder en 2015, aunque le ampara constitucionalmente la posibilidad de presentarse para un tercer mandato; el presidente de Congo Brazzaville, Denis Sassou Nguesso, cuyo partido ya ha lanzado la idea de modificar la Constituci¨®n; el presidente de Ben¨ªn, Boni Yayi, tentado tambi¨¦n por la idea de seguir m¨¢s all¨¢ de 2016; y, en fin, jefes de Estado africanos que llevan m¨¢s de tres d¨¦cadas en el cargo y no tienen ninguna intenci¨®n de dejarlo, como el ecuatoguineano Teodoro Obiang o el camerun¨¦s Paul Biya.
Hollande y Macky Sall durante la inauguraci¨®n del museo Senghor en su antigua casa. / Foto: OIF
Pero Hollande vino a Dakar dispuesto tambi¨¦n a intentar cerrar algunas heridas, otra cosa es que lo consiga. Por eso, no dej¨® pasar la ocasi¨®n para dar respuesta a su antecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy, quien en su tristemente famoso discurso de 2007, tambi¨¦n en Dakar, dijo, entre otras lindezas, aquello de que ¡°el drama de ?frica viene del hecho de que el hombre africano no ha entrado suficientemente en la historia¡±. Hollande acudi¨® el pasado s¨¢bado a rendir homenaje a la tumba del primer presidente senegal¨¦s L¨¦opold S¨¦dar Senghor y all¨ª, a preguntas de los periodistas, asegur¨® que ¡°?frica no est¨¢ solamente en la Historia (mensajito a Sarkozy que se perfila como rival para las pr¨®ximas presidenciales en su pa¨ªs), sino que es una parte de nuestro futuro. Aqu¨ª se van a producir grandes evoluciones: evoluci¨®n demogr¨¢fica, que habr¨¢ que gestionar, y evoluci¨®n econ¨®mica, porque este es un continente lleno de riquezas, y por tanto de capacidad de crecimiento¡±. Al d¨ªa siguiente, el presidente franc¨¦s asisti¨® tambi¨¦n a la inauguraci¨®n del museo Senghor, habilitado por fin en la antigua casa del intelectual y poeta senegal¨¦s que se asoma a la Corniche Ouest, en Dakar.
Sin embargo, la herida m¨¢s antigua, tr¨¢gica y a¨²n dolorosa que Hollande ha pretendido resta?ar es la de la masacre que durante d¨¦cadas Francia ha querido sepultar y olvidar. ¡°Los acontecimientos que tuvieron lugar aqu¨ª en diciembre de 1944 fueron simple y llanamente terribles, insoportables¡±, asegur¨® durante la entrega oficial de los Archivos Thiaroye 44 celebrada el domingo en el mismo cementerio de los tirailleurs senegaleses situado en esta localidad a pocos kil¨®metros de la capital senegalesa. Ante militares y antiguos combatientes, el presidente franc¨¦s ha a?adido que ¡°he pretendido reparar una injusticia y honrar la memoria de hombres que portaban el uniforme franc¨¦s y sobre quienes los franceses volvieron sus fusiles, porque eso fue lo que ocurri¨®, una represi¨®n sangrante¡±. Instantes despu¨¦s, Hollande entregaba los archivos a Macky Sall, tal y como le hab¨ªa prometido en 2012 durante su primera visita a Dakar.
Tirailleurs senegaleses.
Volvamos un poco sobre la historia. A finales de noviembre de 1944 cerca de 1.300 soldados de las colonias africanas francesas que hab¨ªan participado en la II Guerra Mundial luchando contra el nazismo regresaban a casa. Se trataba de j¨®venes originarios de todos los rincones del ?frica Occidental Francesa que hab¨ªan sido movilizados, algunos de ellos a la fuerza (se calcula que en total fueron llevados a Europa unos 140.000), y que se hab¨ªan enfrentado a los alemanes en distintas batallas, hechos prisioneros en la Francia de Vichy y usados como mano de obra esclava por los nazis. Aunque en noviembre de 1944 la guerra no hab¨ªa terminado, los franceses estaban llevando a cabo una operaci¨®n de ¡°blanqueamiento¡± de su Ej¨¦rcito. As¨ª que era hora de que algunos de estos tirailleurs regresaran a casa.
Sin embargo, no les hab¨ªan pagado ni el salario prometido ni la prima de desmovilizaci¨®n. Muchos se negaron a embarcar en Francia y otros se rebelaron en una escala que tuvo lugar en Casablanca. Finalmente, un grupo de 1.280 soldados africanos llega a Dakar y son estacionados en el campo militar de Thiaroye en medio de una enorme tensi¨®n por el incumplimiento de las promesas por parte del Ej¨¦rcito franc¨¦s. ?C¨®mo volver a casa, tras largos a?os de ausencia, tras todo el sufrimiento y penurias, con las manos vac¨ªas? Los tirailleurs exig¨ªan recibir el mismo trato que sus compa?eros de armas blancos y parec¨ªan dispuestos a no ceder en el empe?o. Entonces, el general franc¨¦s Dagnan hace una visita a este campamento y es recibido de manera hostil por los africanos, que zarandean su veh¨ªculo y le increpan. Demasiado para el orgullo galo.
La madrugada del 1 de diciembre, el general Dagnan, autorizado por su superior el arist¨®crata general Yves de Boisboissel, da la orden de atacar. Un nutrido grupo de gendarmes franceses, soldados y tirailleurs que acatan la jerarqu¨ªa, apoyados por un tanque estadounidense y veh¨ªculos con ametralladoras, penetran en el campo de Thiaroye y llevan a cabo la masacre contra soldados desarmados y cogidos por sorpresa. Respecto al balance de muertos a¨²n hoy hay discrepancia. Mientras oficialmente se reconoce la muerte de 35 tirailleurs, lo cierto es que el propio general Dagnan escribi¨® un informe d¨ªas despu¨¦s en el que hablaba de 70 fallecidos. El genial cineasta senegal¨¦s Ousmane Semb¨¨ne recogi¨® estos hechos en su conocida pel¨ªcula Camp de Thiaroye, del a?o 1988.
Pero la herida est¨¢ lejos de cerrarse. Con el paso del tiempo, los pa¨ªses africanos ya independientes se aprestaron a reconocer la memoria de estos hombres salvajemente asesinados y, por ejemplo, existen monumentos que les recuerdan en Bamako o Dakar, mientras que el 23 de agosto fue declarado D¨ªa del Tirailleur por las autoridades senegalesas. Sin embargo, pese a que el propio Hollande ha evocado a los soldados africanos que lucharon contra el nazismo para, por ejemplo, justificar su intervenci¨®n militar en Mal¨ª, Francia ha seguido mostrando un af¨¢n de ocultaci¨®n de los hechos que a¨²n hoy resulta indigno. Por ejemplo, la pel¨ªcula de Semb¨¨ne, premio especial del jurado en la Mostra de Venecia de 1988 y premio Unicef, fue censurada durante diez largos a?os en Par¨ªs y a¨²n hoy sigue siendo mayoritariamente ignorada. Y lo que es peor, seg¨²n varios expertos e historiadores, los archivos entregados este domingo por Hollande a Macky Sall est¨¢n incompletos y no arrojan luz sobre lo que realmente pas¨® aquella noche en Thiaroye.
Macky Sall y Hollande, durante el homenaje a los soldados masacrados en Thiaroye.
Existe un amplio consenso acerca de que la Cumbre de la Francofon¨ªa que se ha celebrado estos d¨ªas en Dakar, ha sido todo un ¨¦xito de organizaci¨®n y participaci¨®n. Durante toda una semana, el Village de la Francophonie instalado en el Gran Teatro ha estado a rebosar de actividad cultural, teatro, literatura, danza, m¨²sica. Pero este espacio de habla francesa que reconoce como valores comunes la democracia y el respeto de los Derechos Humanos y para el que ?frica es su aut¨¦ntico aval de futuro, no debe quedarse s¨®lo en cantos de cisne y bailes regionales y, sobre todo, no puede olvidar los cimientos sobre los que est¨¢ construido. Los reconocimientos y homenajes son necesarios, igual que pedir perd¨®n, pero la masacre de Thiaroye debe ser aclarada del todo para que la Historia sirva a uno de sus prop¨®sitos, que es el de no olvidar.
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