La especulaci¨®n ignora a los Maestros Antiguos
¡°El gusto ha cambiado. Nadie quiere tener en casa el martirio de un santo¡±
Stefan Simchowitz es uno de los mayores especuladores del planeta arte. O no. Quiz¨¢ sea un revolucionario. Un coleccionista que quiere derribar el statu quo art¨ªstico (galer¨ªas, ferias, subastas) utilizando las dos herramientas que definen este siglo: el dinero y las redes sociales. Simchowitz es un apellido popular en Hollywood. En 2007 vendi¨® MediaVast (un archivo de fotograf¨ªa especializado en actores) a la agencia Getty por 200 millones de d¨®lares.
Desde entonces su gran negocio es comprar y vender artistas j¨®venes con rapidez. En ingl¨¦s existe un adjetivo para esto: ?flipping. ?Especular? Simchowitz niega la mayor. ¡°Todo el mundo en la industria del arte vende. Ll¨¢melo como desee. Revender, vender o comerciar no es malo. S¨ª lo es la codicia excesiva y la especulaci¨®n¡±. Gracias a esta estrategia, y a su acierto, se ha convertido en un exitoso prescriptor. Adquiri¨® 34 obras del artista colombiano de 27 a?os ?scar Murillo (sus lienzos alcanzan los 400.000 d¨®lares en subasta) por solo 50.000 cuando iniciaba su carrera. Aunque su principal innovaci¨®n es el comisariado de redes sociales. A trav¨¦s de Facebook e Instagram (73.000 seguidores) promueve a sus artistas, y ya asesora a Orlando Bloom (actor), Justin Smith (jugador de p¨®quer profesional) o Sean Parker (cofundador de Napster). Un arca de No¨¦ de los coleccionistas de nuestros d¨ªas.
Lejos de Hollywood, en el ¨¢tico madrile?o de Francisco Bocanegra, arquitecto, 41 a?os, se percibe m¨¢s sosiego. Mientras conversamos observo su colecci¨®n. Unas 50 obras de pintura antigua cuelgan, serenamente, de las paredes sin sentir el oleaje de lo contempor¨¢neo. Johan Richter, Jos¨¦ de Cieza, Paolo de Matteis, Hubert Robert o Francesco Solimena hace siglos que concluyeron esos lienzos y miran indiferentes al mercado. ¡°El gusto ha cambiado¡±, relata Bocanegra. ¡°Nadie quiere tener en casa el martirio de un santo. Por eso la pintura antigua sale en subasta a precios absurdamente baratos¡±. Otras miradas; diferente sensibilidad. ¡°El coleccionista cl¨¢sico no especula, colecciona porque le entusiasma¡±, aclara, junto al deslumbrante Salvador adolescente, de Boltraffio, Carmen Espinosa, conservadora-jefe del Museo L¨¢zaro Galdiano. Adem¨¢s la oferta es reducida.
¡°Este tipo de pintura no se encuentra, por lo general, en los museos, sino en las iglesias, y circula menos¡±, concede Manuel Borja-Villel, responsable del Reina Sof¨ªa. Una manera de eludir la fuerza de gravedad que une estos d¨ªas el dinero y el mercado del arte. Desde luego ¡°el m¨¢s opaco y extra?o que existe¡±, apostilla Bartomeu Mar¨ª, director del Macba. ¡°No hay l¨®gica que lo explique, pues incluso se venden las performances, algo absolutamente incongruente¡±.
Pero el dinero no hace rehenes. ¡°Cada artista que crea un trabajo con intenci¨®n de venderlo se sit¨²a como una marca y a su obra como un producto¡±, defiende Carlos Rivera, un emprendedor que comercializa un algoritmo que trata a los artistas emergentes como si fueran acciones de Bolsa. Cosificada la creaci¨®n, Rembrandt, Goya o Vel¨¢zquez, hasta mediados de los ochenta, fueron la principal fuente de ingresos de Sotheby¡¯s y Christie¡¯s. Hoy han sido desbancados por la mercadotecnia de Hirst, Murakami o Koons. En 2013, las subastas mundiales de maestros antiguos alcanzaron los 1.000 millones de euros. Menos que en una sola semana de ventas de arte contempor¨¢neo en Nueva York. ?Por qu¨¦? Sostiene Wendy Goldsmith, asesora londinense, que ¡°los maestros ya no son sexys¡±. Hay poca obra, escasos galeristas j¨®venes, y las ganancias resultan m¨ªnimas frente al contempor¨¢neo. Si Vel¨¢zquez hubiera sido un pintor conceptual, quiz¨¢ habr¨ªa titulado uno de sus lienzos: Viva el mal, viva el capital.
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