Desembarco de nuevos tertulianos
En el humor televisivo est¨¢ ocurriendo como con la pol¨ªtica: si algo bueno ha tenido la crisis es la manifestaci¨®n de un creciente inter¨¦s ciudadano por ella
Le preguntaban hace poco al humorista Joaqu¨ªn Reyes por el estado de la televisi¨®n espa?ola. ¡°Est¨¢ muy bien, no s¨¦ de qu¨¦ nos quejamos. Son buenos tiempos para el humor. La gente est¨¢ demandando humor con contenido, es raro el programa en el que no haya humor¡±. Lo mismo podr¨ªa decirse de la pol¨ªtica. Si algo bueno ha tenido el bocado de realidad que nos ha dado la crisis ¨Cadem¨¢s de las movilizaciones populares y el sacud¨®n ?antibipartidismo¨C es la manifestaci¨®n de un creciente inter¨¦s ciudadano por la pol¨ªtica. Una pol¨ªtica que han hallado los espa?oles en el fondo de la cesta vac¨ªa, en los n¨²meros rojos¡ y en la tele. Y he aqu¨ª que, ni cortas ni perezosas, las cadenas ¨Cde Intereconom¨ªa a La Sexta¨C han espabilado r¨¢pidamente y han reforzado la parrilla con modelos antes reservados al espect¨¢culo y la basura del coraz¨®n. Porque si hay algo que funciona en ¡°el sistema¡± es su capacidad para capitalizar todo. Incluso la necesidad de respuestas. Dice Slavoj ?i?ek que los militantes de izquierda siempre esperan respuesta a la pregunta: ¡°Bueno, y ahora ?qu¨¦ hacemos?¡±, la pol¨ªtica se convierte as¨ª en un espect¨¢culo en el que los espectadores exigen su cuota diaria de ¡°respuestas¡±, y si estas vienen convenientemente sazonadas en una tertulia con sus cuchilladas y sus batallitas, mejor que mejor.
La parte buena de este renovado inter¨¦s medi¨¢tico es que en lugar de Karmele tenemos ahora a Cristina Fallar¨¢s, y en lugar del padre Apeles a sor Luc¨ªa Caram.
Me contaba Fallar¨¢s hace poco que una noche saliendo del canal vio a una estampida de fans de Bel¨¦n Esteban persiguiendo a su ¨ªdola por los corrillos y que la mism¨ªsima mam¨¢ de Andre¨ªta se detuvo para se?alarla a ella ¨Ca la Fallar¨¢s, digo¨C y gritarle a sus seguidoras: ¡°?La reina es ella! ?La reina es ella!¡±. El estilo directo, inteligente y a la vez ¡°popular¡± de la pelirroja periodista ha calado de tal manera que de un tiempo a esta parte se ve rodeada de admiradores que, en la calle, le piden aut¨®grafos y le agradecen que sea tan cabrona con el mal. Fallar¨¢s ha logrado traducir al lenguaje televisivo ¨Ccon sus inflexiones, sus acuerdos y su postureo incluido¨C buena parte del sentir com¨²n. Haber padecido en carnes propias un despido alevoso y un ?desahucio la ha hecho especialmente emp¨¢tica de cara a la audiencia. La nueva princesa del pueblo, ni m¨¢s ni menos.
Pero no es la ¨²nica, los fichajes de las tertulias incluyen al expresidente de Cantabria, Miguel ?ngel Revilla, o al exjuez Elpidio Silva y, en general, a periodistas que otrora pod¨ªan haber sido considerados ¡°radicales¡± del papel, Nacho Escolar o la propia Fallar¨¢s, pero que ahora mismo encuentran en la tele el espacio para hacer lo que han venido haciendo hace a?os: informar, denunciar la corrupci¨®n y desenmascarar, a ser posible, sus triqui?uelas. Ahora en la c¨®moda platea de tu casa, v¨ªa Cuatro. Al parecer las cadenas de televisi¨®n han entendido que la gente est¨¢ (solo un poco) cansada de las bestias de siempre, ll¨¢mense Paquirr¨ªn, Kiko o Karmele. Y que en tiempos de pan y circo, que son todos los tiempos, les conviene asumir que es mejor tener a guerreros que a payasos. Los nuevos tertulianos, por su parte, aprovechan la bola que tienen en los medios para mantener la mala costumbre de vivir de su trabajo e intentar que el pueblo, ese relato, se interese m¨¢s por lo que todav¨ªa oculta B¨¢rcenas que por el ¨²ltimo destape de la Hormigos.
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