Cristiano Ronaldo, cautivo de la vanidad
En el trato directo no da muestras de arrogancia, pero tras el filtro cat¨®dico es una estrella cuya vida siempre est¨¢ en boca de todos. Tambi¨¦n en ¨¦poca de vacaciones
Hace ya bastantes a?os, en una entrevista para este peri¨®dico, Hugo S¨¢nchez me habl¨® de una forma tan desinhibida de su vanidad que me impresion¨®:
¨CYo, cuando juego, quiero que mi equipo gane, s¨ª. Pero lo que quiero por encima de eso es que se diga: ¡®Hugo fue el mejor¡¯. Que metamos goles, s¨ª, pero que digan: ¡®Pero Hugo meti¨® m¨¢s que nadie¡¯, o ¡®el mejor fue el de Hugo¡¯. Incluso no me importa que perdamos si s¨¦ que dicen: ¡®Perdieron, s¨ª, pero Hugo fue el mejor¡¯.
Hugo era un adelantado en el marketing. Cuando le ped¨ªan un aut¨®grafo, sacaba una postal con su efigie y firmaba sobre ella. Daba una voltereta sin manos tras cada gol, para tener un sello propio. Su sombra era Butrague?o, que no hac¨ªa nada de eso, pero la gente le adoraba. Aquella entrevista vino a cuento porque de repente se quiso ir del Madrid. As¨ª, de un d¨ªa para otro. No soportaba que quisieran m¨¢s a Butrague?o. ¡°Soy como el ni?o que lleva siempre dieces a casa; el padre le felicita, pero quiere m¨¢s a otro que no saca tan buenas notas¡±. Quer¨ªa irse a Italia, al Inter, para medirse con Maradona, que estaba en el N¨¢poles. Tambi¨¦n dijo que cuando se retirara quer¨ªa ser presidente de M¨¦xico. Aquella ambici¨®n me result¨® delirante. Pero fue su motor y le ayud¨® a llegar lejos.
Haber tenido en su d¨ªa aquella larga conversaci¨®n con Hugo S¨¢nchez me hace entender a Cristiano Ronaldo, que viene a ser lo mismo solo que en otra ¨¦poca. Mil c¨¢maras alrededor, redes sociales, un Madrid que tambi¨¦n cultiva la vanidad, infinidad de ofertas de marketing, presencia en los medios del mundo¡ Y una obsesi¨®n que no le deja descansar.
Viene de una biograf¨ªa atormentada, con un padre alcoh¨®lico que no pod¨ªa hacerse cargo de la familia. En esas condiciones, la vida le sac¨® de su casa, del cari?o de su madre, para hacerle futbolista, primero en Lisboa, pronto en Manchester, adonde lleg¨® cuando era poco m¨¢s que un adolescente, falto de todo lo que quer¨ªa salvo el deseo de ser un gran futbolista. Atr¨¢s quedaba un drama familiar al que en vano trat¨® de dar soluci¨®n cuando empez¨® a ser alguien en el United: busc¨® la mejor cl¨ªnica en Londres para remediar la adicci¨®n de su padre, pero ¨¦l ya no estaba para luchar. Sobrevivi¨® poco a aquel ofrecimiento de su hijo.
As¨ª que le qued¨® el f¨²tbol, y a ¨¦l se aplic¨®. Desde el principio, con ese objetivo de ser cada d¨ªa el mejor de su equipo, el mejor del partido. El mejor del mundo.
Aquel traspaso al United ya lo hizo Jorge Mendes, hoy superagente del f¨²tbol mundial, entonces a¨²n en los inicios de su prometedora carrera. Le saca 19 a?os a Cristiano, que tiene 30, y se convirti¨® en su hermano mayor. Cristiano es el benjam¨ªn de la familia; el mayor es un var¨®n, luego hay dos chicas y finalmente ¨¦l. El primog¨¦nito cay¨® pronto en adicciones que ya ha superado, pero sus circunstancias a?os atr¨¢s llevaron a Cristiano a convertirse, aun siendo el benjam¨ªn, en el personaje del que colgaba todo. Por su firmeza, por sus contactos e incluso por su econom¨ªa, fue el consuelo de su madre.
Mendes, hermano mayor; Alex Ferguson (43 a?os m¨¢s que ¨¦l), padre adoptivo, y alrededor, los compa?eros de vestuario, con los que la convivencia rara vez entra?a en estos tiempos amistad real. Un universo afectivo distorsionado en el que desarroll¨® sus tendencias. Y fuera, un mundo comercial al que Mendes supo c¨®mo sacar rendimiento. Pronto, Cristiano se sinti¨® halagado al percibir sumas crecientes por prestar su imagen. Nike, el Banco Espirito Santo, Coca-Cola para China, FujiFilm y Suzuki. De repente sinti¨® que era conocido en Asia. Que en su imperio no se pon¨ªa el sol.
Y jugaba en el Manchester United, siempre bajo el cuidado de sir Alex Ferguson, que trataba de limar sus caprichos. En sus inicios no era el jugador que es hoy, aunque llenaba m¨¢s los ojos. Era muy habilidoso, excesivamente individualista, escog¨ªa mal, hac¨ªa maravillas, pero desperdiciaba jugadas. Era muy espigado, no tan fuerte como ahora. El deseo de mejorar en todo y una cierta pulsi¨®n narcisista le llevaron a fortalecerse. Hizo barbaridad de gimnasio, hasta alcanzar el cuerpo de un Apolo. Su juego perdi¨® algo de su primer encanto, pero gan¨® en potencia y practicidad.
En 2008 gana la Liga de Campeones, le proclaman mejor jugador de la Premier, gana el Bal¨®n de Oro, la Bota de Oro y el FIFA World Player. Todas sus vanidades parecer¨ªan estar colmadas. Pero a¨²n no. Quer¨ªa jugar en el Madrid.
?Por qu¨¦ en el Madrid? Porque hab¨ªa sido el equipo de los gal¨¢cticos, el de Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham. Solo jugar en el Madrid daba marchamo de gal¨¢ctico. Y el Madrid estaba dispuesto a pagar por ¨¦l 96 millones, mucho m¨¢s de lo que nadie hab¨ªa llegado a pagar jam¨¢s por un futbolista. Ya hab¨ªa estado a punto de fichar el verano de 2008. En aquel caso, una indiscreci¨®n atras¨® la operaci¨®n un a?o. Pero no la impidi¨®, ni tampoco la pudo impedir Ferguson, el segundo padre, aunque bien que lo intent¨®:
¨CCris, te dir¨¦ una cosa: el Madrid no es el coche que te conviene.
¨CPues le dir¨¦ una cosa, m¨ªster: es el coche que yo quiero para m¨ª.
Cristiano Ronaldo quiso fichar por el Real Madrid porque era el conjunto de los gal¨¢cticos
La presentaci¨®n, en el verano de 2009, fue sensacional. Florentino P¨¦rez regresaba, con ¨¦l y Kak¨¢ del brazo, rodeado de toda su gloria a ¡°hacer en un a?o lo que no se ha hecho en tres¡±. Pero las cosas no salieron exactamente bien. A la afici¨®n le chirri¨® algo: Cristiano parec¨ªa amarse a s¨ª mismo m¨¢s que al propio Real Madrid. Celebraba sus propios goles, pero no tanto los de los compa?eros.
Si el madridismo es, como dijo alguien, la segunda religi¨®n oficial de este pa¨ªs, el antimadridismo es la tercera. Sospechoso para los madridistas, foco de antipat¨ªa para los antimadridistas, le llov¨ªan las cr¨ªticas. Se refugi¨® en su hermano-amigo Mendes y en su madre, a la que trajo junto a s¨ª (en una casa pr¨®xima a la suya, en La Finca, la zona m¨¢s exclusiva de Madrid) y le hizo el mejor regalo que se le puede hacer a la madre: un nieto sin nuera. Contrat¨®, con todas las garant¨ªas legales, una mujer para el papel de vientre de alquiler. Ella hizo su trabajo, cobr¨® y desapareci¨®.
La madre-abuela feliz se da a ver, en el mismo gran palco del Bernab¨¦u que un d¨ªa fue de los Beckham, aupando al nieto cuando el hijo, desde el c¨¦sped, mira hacia all¨¢ para brindarles un gol. Por lo dem¨¢s, su vida es extremadamente discreta. Como la del propio Cristiano: apenas pisa Madrid, no se deja ver m¨¢s de lo imprescindible. En el campo s¨ª, claro. En el campo, 14 c¨¢maras graban cada gesto, y muchos desagradan por su altivez, que durante mucho tiempo pareci¨® ir en aumento. Un d¨ªa, en una flash interview lleg¨® a decir: ¡°Me pitan porque soy rico y famoso¡±.
Mantiene su particular pelea con Messi y hay quien dice que la antepone a los intereses de su propio equipo
Su angustia de incomprendido se agrav¨® con la imparable ascensi¨®n de Messi. Uno, dos, tres, cuatro¡ Los cuatro Balones de Oro desde la llegada de Cristiano Ronaldo al Madrid los gan¨® Messi, estrella de un Bar?a estelar. Cristiano se com¨ªa los pu?os. Los t¨ªtulos escaseaban, y no por culpa suya. Siempre pas¨® de los 50 goles al a?o. Un d¨ªa dijo que estaba triste. Florentino lo consol¨® muy mal: ¡°Trae 200 millones, te vas y ficho a Messi¡±.
Todo eso fue creando una imagen de ¨¦l distante y equ¨ªvoca. En el trato directo es un chico formal y sensato, sin muestras de arrogancia. Pero tras el filtro cat¨®dico es una estrella antip¨¢tica cuya vida siempre est¨¢ en lenguas. Hasta se critica su costumbre de pasar parte del verano con un grupo de amigos, su pandilla de adolescente, que nunca pudo sustituir. Un adonis metrosexual que se pinta las u?as de los pies.
Cuando el Madrid trajo a Gareth Bale, el presidente le dijo: ¡°Ay¨²dale, este es un futuro Bal¨®n de Oro¡±. No s¨¦ si fue torpeza siniestra o maldad sibilina, pero nada peor se le puede decir a Cristiano que, aupado en su constancia, sus goles y favorecido por un baj¨®n de Messi, logr¨® arrancar dos Balones de Oro, hasta poner ese particular partido en 3-4 y lanzar ese grito suyo. El mismo d¨ªa tuvo una mala noticia: le abandon¨® su novia, la espl¨¦ndida Irina, que declarar¨¢: ¡°A su lado siempre sent¨ª que no era importante¡±.
Aquel grito iba dirigido a la pel¨ªcula que pronto se estrenar¨¢, como ha anunciado esta semana. El mismo fin tuvo aquel gesto tan feo de celebrar explosivamente el 4-1 de penalti en la pr¨®rroga de la final de Lisboa. ¡°Era para la pel¨ªcula¡±, le justific¨® un amigo com¨²n. Casi es peor. Si juegas una final pensando en c¨®mo vas a cantar el gol para un filme, algo est¨¢ mal concebido. Eso explica que antes, cuando el gol de verdad importante, el de Sergio Ramos en el minuto 93, no lo celebrara. Su gesto fue casi de contrariedad. ?No lo hab¨ªa metido ¨¦l!
No s¨¦ si la pel¨ªcula dar¨¢ nuevas claves sobre su vida. Ah¨ª tambi¨¦n se le ha adelantado Messi, que tiene estrenada la suya. Lo que es seguro es que ¨¦l no va a abandonar. Lleva 313 goles en el Madrid en 300 partidos. Cuando marque el 324 habr¨¢ adelantado a Ra¨²l y ser¨¢ el m¨¢ximo goleador en la historia del Madrid. Pasada esa frontera, seguir aqu¨ª no tendr¨¢ mucho atractivo para ¨¦l. Hay signos de distanciamiento. Tambi¨¦n esta semana, a su madre la interceptaron en Barajas con 55.000 euros en met¨¢lico, cuando el m¨¢ximo permitido son 10.000. Cuesta pensar que el Madrid no fuera capaz de evitar que el asunto trascendiera. Temas m¨¢s dif¨ªciles consiguen silenciar en origen los grandes clubes.
Aqu¨ª, en Par¨ªs o donde sea, este hombre angustiado seguir¨¢ persiguiendo la sombra de Messi, que es perseguir las sombras de Pel¨¦, Di St¨¦fano y Maradona. El mejor de cada partido, el mejor del a?o, el Bal¨®n de Oro, el mejor de la historia¡
Eso le hace caer mal. Pero a muchos les causa un respeto imponente.
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