Tsipras y el callej¨®n sin salida
Hay que proteger al pueblo griego y defenderlo de un Gobierno que lo empobrece m¨¢s
Nadie puede predecir el desenlace de la crisis griega, m¨¢s all¨¢ del hecho de que va a ser duradera... Todo el mundo, o casi, ha criticado la fase anterior, la que condujo a la victoria de Syriza y Alexis Tsipras en las elecciones legislativas de comienzos de a?o. S¨ª, esta crisis hubiera podido y hubiera debido resolverse mucho antes, en un momento en que Europa ten¨ªa razones para temer un ¡°efecto domin¨®¡±, pues la salida de Grecia del euro hubiera podido tener repercusiones en cadena cuando tantos intereses financieros especulaban con la disgregaci¨®n de la eurozona. Se habr¨ªa debido permitir un mayor escalonamiento de la deuda de un pa¨ªs que representa tan poco a escala del conjunto de la eurozona. S¨ª, la cura de austeridad ha sido brutal, demasiado brutal para los hogares m¨¢s modestos. Aunque otros ¡ªEspa?a, Portugal, Irlanda¡ª, sometidos a un r¨¦gimen an¨¢logo, lo hayan soportado mejor. S¨ª, Europa ha tardado en dotarse de esos instrumentos anticrisis y de esos mecanismos de solidaridad que tan ¨²tiles hubieran sido de haber existido al comienzo.
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Pero nada de esto disculpa en absoluto la actitud del Gobierno de Tsipras, heredero de una situaci¨®n dif¨ªcil pero no desesperada que no ha tardado en transformar en un callej¨®n sin salida. Y el escenario que ha puesto en marcha lleva en s¨ª mismo el germen de una crisis m¨¢s grave todav¨ªa. Sin embargo, este ¨²ltimo disfruta en nuestros pa¨ªses de una imagen y de un cr¨¦dito injustificados, pues se basa en puras ilusiones.
Primera ilusi¨®n: la que consiste en trasplantar nuestras propias categor¨ªas pol¨ªticas a Grecia. La izquierda francesa, por ejemplo, pero no solo ella, piensa que Syriza es un partido de izquierdas. Sin embargo, se trata de una extrema izquierda virulenta aliada a una extrema derecha que no lo es menos. Conviene recordar que Alexis Tsipras necesitaba un aliado para formar una mayor¨ªa en la Asamblea. Hab¨ªa algunos peque?os partidos proeuropeos disponibles, pero ¨¦l se dirigi¨® a los Griegos Independientes, un movimiento xen¨®fobo y antisemita. Curiosamente, esta alianza, que esconde una ideolog¨ªa com¨²n: el nacional-populismo, ha sido silenciada. Todo el mundo hace como si no existiese, cuando es decisiva.
Segunda ilusi¨®n: el refer¨¦ndum es el triunfo de la democracia. Sin embargo, se trata de una negaci¨®n de la democracia representativa por parte de un Gobierno que, rehuyendo sus responsabilidades por miedo a tener que asumir medidas necesariamente impopulares, ha encontrado una maniobra de distracci¨®n. El refer¨¦ndum ha sido organizado en el plazo de algunos d¨ªas, sin tener en cuenta la norma constitucional griega. Ha sido aprobado por tres partidos, y solo tres: Syriza, una nebulosa que engloba a diferentes corrientes de extrema izquierda y que funciona a partir de asambleas generales permanentes, los Griegos Independientes y... Amanecer Dorado, un movimiento aut¨¦nticamente neonazi. Si Syriza fuese un partido de derechas, un acto as¨ª habr¨ªa provocado una protesta un¨¢nime. Pero como es de izquierdas, Syriza es objeto de una indulgencia culpable por parte de una izquierda manifiestamente incapaz de comprender la verdadera naturaleza de este movimiento. ?Y qu¨¦ decir del objeto del refer¨¦ndum, basado en un texto atribuido a los europeos y que no existe? ?O de unas papeletas de voto que ponen en primera posici¨®n y resaltan el no defendido por Tsipras, que en Grecia reviste una fuerte carga emocional, pues hace referencia sobre todo a la resistencia comunista frente al nazismo?
El escenario que Syriza ha puesto en marcha lleva el germen de una crisis m¨¢s grave todav¨ªa
Tercera ilusi¨®n: Grecia, un pa¨ªs ¡°humillado¡± por la ¡°malvada¡± Europa. Hist¨®ricamente, el tema de la humillaci¨®n siempre ha sido esgrimido por partidos nacionalistas y xen¨®fobos. ?Cu¨¢l es la realidad? Una Europa que, desde el comienzo de la crisis, se ha rascado el bolsillo para ayudar a Grecia y que hoy exige un Estado funcional, aun sabiendo que har¨¢ falta tiempo, recaudar impuestos ¡ªtambi¨¦n entre las dos instituciones a las que protegen Syriza y su aliado de extrema derecha: los armadores y la iglesia ortodoxa¡ª y retrasar la edad de la jubilaci¨®n a los 67 a?os. En resumen, unas medidas que ya est¨¢n en vigor en la mayor¨ªa de nuestros pa¨ªses.
En efecto, hay que proteger al pueblo griego. Pero, este momento, eso quiere decir defenderlo de un Gobierno que lo empobrece un poco m¨¢s y lo precipita hacia lo desconocido por razones ideol¨®gicas.
S¨ª, decididamente, Grecia y los griegos merecen algo mejor que el lamentable Gobierno del se?or Tsipras y sus siniestros aliados.
Jean-Marie Colombani fue director de Le Monde.Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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